Por Álvaro Astray
Cuarenta años hace desde que
comenzara la Transición, y en el tablero político, los patriotas
revolucionarios ni estamos presentes en él, ni se nos espera. Pero no le
podemos echar la culpa a nadie, la culpa es solo nuestra, cuarenta años en los
que no hemos sabido explicar programas, en los que nos hemos llevado más tiempo
explicando lo que no proponemos que en dar a conocer nuestros programas, en los
que nos hemos aferrado a viejos símbolos y lemas que nos alejaban de la gente
por mero fetichismo, en los que hemos copiado estrategias de países extranjeros
sin reconocer que aquí hemos sufrido una dictadura que ha quedado ligada a
nuestras ideas –sin tener nada que ver- por lo que aquí no iban a valer. Cuarenta años en los que no hemos sido capaces de desprendernos de la gentuza que se nos pegaba.
Todos tenemos una tradición
política de la que bebemos, y unos pensadores y políticos que nos han influido
notablemente mucho más que otros, en mi caso son, indudablemente, Ramiro
Ledesma Ramos, Georges Sorel, Nicola Bombacci y Benito Mussolini. ¿Creéis que
ellos en nuestro lugar hablarían de problemas de hace 80 años? Ellos buscaban
dar solución a los problemas de su época. Y eso es a lo que debemos aspirar
nosotros, a resolver los problemas que el capitalismo actual –no el de hace un
siglo- y a ayudar a nuestro pueblo, plantando batalla como podamos.
Para ello es necesario hacer un
nuevo tipo de política. Además de presentarnos a la batalla de las Ideas,
intentando crear contrahegemonía y contrapoder a través de publicaciones,
libros, conferencias y todo tipo de acciones culturales, tenemos que estar
presentes en la política de nuevo cuño. Debemos evitar celebraciones necrológicas
que nada aportan. Debemos entrar de lleno en la nueva política.
Tras las últimas elecciones,
algunos ayuntamientos importantes han elegido alcaldes –o posibles alcaldes, ya
que aún no se han elegido- que apuestan por un nuevo tipo de hacer política. Me
refiero sobre todo a Ada Colau en Barcelona y al Kichi en Cádiz. Ambos
candidatos, proponen una descentralización en la toma de decisiones que den
peso a la participación real ciudadana. La derechona ya ha calificado a las asambleas
que ambos candidatos quieren celebrar, así como las que propone Manuela Carmena
en Madrid, de soviets. Los patriotas
revolucionarios debemos de estar en estas asambleas de toma de decisiones
municipales, claro ejemplo del municipalismo que propone por ejemplo el
nacional-sindicalismo [1].
En la literatura
nacional-sindicalista ya encontramos ejemplos de la distribución del poder y la
participación directa en política, similar a la que proponen estas alternativas
de nuevo cuño: “No pretendemos la
conquista del poder, sino su distribución. La única sociedad humana, según
nuestra concepción, es la que se basa en la libertad de los hombres, no en el
dominio de unos sobre otros. No queremos amos y esclavos, señores y siervos.” [2]
Como dijo el genio José Ortega y
Gasset: "Jóvenes, haced política,
porque si no la hacéis, se hará igual, y posiblemente en vuestra contra".
Hacer política implica aceptar ciertas contradicciones, es algo que tenemos que
tener claro. Es hora de hacer realpolitik, de dejarnos de apolillamientos y
estar en cada una de las manifestaciones contra el TTIP, contra el pago de la
deuda ilegítima, contra las bases militares extranjeras en nuestro país, contra
los recortes laborales… Mientras tanto, nuestro sitio estará en la marginalidad.
No sacar a relucir ciertos
símbolos no significa traicionar la Idea. Es algo que parte de la izquierda ha
comprendido perfectamente, y mientras la parte más marginal y sectaria de esa
misma izquierda los acusa de revisionistas,
ellos están copando cada vez más cotas de poder, y convenciendo a un gran
número de personas para que participen en una democracia más directa.
Notas:
[1] “Municipalismo y Autogestión sindical: La alternativa falangista al sistema de partidos”, por Fernando Roldán
[2] Narciso Perales
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