Por Álvaro Astray
¿Por qué ni aun estando inmersos
en una grave crisis del sistema capitalista somos capaces de derrotarlo? La
respuesta es “sencilla”: el sistema ha conquistado las mentes incluso de las
clases no privilegiadas, haciendo que defienda posiciones contrapuestas a sus
intereses. Por ejemplo, vemos casos de personas de unos 50 años recién despedidas
que votan al PP “porque el coletas nos va
a arruinar”, jóvenes estudiantes de clase trabajadora cuyos ejemplos a
seguir son empresarios conocidos por explotar en sus multinacionales, las
cuales han deslocalizado sus fábricas -haciendo perder empleos aquí y
esclavizando a extranjeros fuera-, personas que apenas llegan a fin de mes
jaleando a multimillonarios que tributan fuera de nuestras fronteras, y así mil
y un casos.
El gran triunfo del sistema no es
otro que este. Han conseguido, elevando mínimamente ciertas condiciones, que los trabajadores luchen entre ellos en
lugar de juntos por derribar el sistema que les perjudica. Las principales
herramientas de la que el sistema se basa para ello son dos: el miedo y la hegemonía.
¿A qué nos referimos con miedo? Pues
el miedo de la población a perder los pocos derechos que conquistaron sus
antepasados. Y este miedo lo fomentan desde todas las posiciones del espectro
político, y sus llamadas al voto útil. A quién no le suena ese famoso grito
electoral “socialista” de: ¡Qué viene la
derecha! O el de los “populares” de: con
el PSOE se volverá a arruinar el país. O el último que se ha puesto de moda
entre peperos y socialistas: si votáis al
coletas esto será Venezuela o cuidado
con los populismos.
Además encontramos el tema de la
hegemonía. Esto quiere decir que el sistema ha conseguido introducir ideas y
valores propios de la clase dominante en las clases no privilegiadas. Esto ya
lo explicó y planteó en su día el filósofo marxista italiano Antonio Gramsci.
Actualmente, estas posiciones son defendidas desde posiciones tan dispares como
la del académico francés Alain de Benoist –principal figura de la Nueva Derecha– o por Íñigo Errejón, politólogo
español y miembro de Podemos.
Antes de poder plantar batalla en
el plano político, hay que presentar batalla en el campo de las ideas y de las
mentes. Todo cambio ha sido precedido por contrapoder o contrahegemonía. Por
ejemplo, durante la Revolución Francesa se hicieron instituciones al margen de
las oficiales; durante la soviética, ocurrió lo propio con la creación de los
soviets. También tenemos ejemplos menos relevantes: para la creación y auge del
partido político Podemos, años antes se cambiaron las mentes de parte de la
sociedad española con el 15-M. Este ejemplo está presente en todas y cada unas
de las grandes –y pequeñas– revoluciones: cambio de pensamiento y contrapoder.
Que gran verdad es el ultimo parrafo.
ResponderEliminarAntes de poder plantar batalla en el plano político, hay que presentar batalla en el campo de las ideas y de las mentes.