miércoles, 17 de junio de 2015

EL GNÓSTICO

Por Alexander Dugin 



Es el momento de mostrar la verdad, de hacer una esencia espiritual de lo que los “lamebotas”, los hombres promedio, definen como “extremismo político”. Los tenemos confundidos, cambiando los registros de nuestras simpatías políticas, la coloración de nuestros héroes, pasando del fuego al frío, del “derechismo” al “izquierdismo” y viceversa. Todo esto era sólo una preparación de artillería intelectual, una especie de calentamiento ideológico.

Hemos asustado y tentando tanto a la extrema derecha como a la extrema izquierda, y ahora ambas han perdido sus líneas de orientación, ambas dejaron sus caminos trillados. Esto es maravilloso. Como el gran Evgeniy Golovin solía repetir: “Aquel que va en contra del día, no debe tener miedo de la noche.” No hay nada más agradable que sentir el suelo alejándose bajo los pies. Esta es la experiencia del primer vuelo. Matará a los gusanos. Endurecerá a los ángeles.

¿Quiénes somos, en realidad? ¿De quién es el amenazante rostro que aparece más claro día a día detrás de la paradójica política radical actual con el aterrador nombre de “nacional-bolchevismo”? [*]

Hoy es posible contestar a estas preguntas sin equívocos y definiciones evasivas. Aunque con este fin, es necesario hacer una breve digresión sobre la historia del espíritu.

La humanidad siempre ha tenido dos tipos de espiritualidad, dos caminos – el “Sendero de la Mano Derecha” y el “Sendero de la Mano Izquierda”. El primero se caracteriza por la actitud positiva hacia el mundo que nos rodea, el mundo es visto como armonía, paz, equilibrio, bondad. Todo el mal es visto como un caso particular, una desviación de la norma, algo prescindible, transitorio, sin razones trascendentales profundas. El Sendero de la Mano Derecha también es llamado “El Sendero de leche.” No daña a la persona, la preserva de la experiencia radical, la retira de la inmersión en el sufrimiento, de la pesadilla de la vida. Este es un camino falso. Conduce a un sueño. Quien lo sigue, no llegará a ninguna parte…

El segundo camino, el “Sendero de la Mano Izquierda”, lo ve todo desde una perspectiva invertida. No es la “tranquilidad láctea”, sino el sufrimiento negro; no la calma silenciosa, sino el drama tortuoso e impetuoso de una vida angustiosa. Se trata del “Sendero del Vino”. Es destructivo y terrible, la ira y la violencia reinan allí. Para quien sigue este camino, toda la realidad se percibe como el infierno, como el exilio ontológico, como tortura, como la inmersión en el corazón de alguna catástrofe inconcebible procedente de las alturas del espacio. Si en el primer sendero todo parece tan bueno, en el segundo, como malo. Este camino es monstruosamente difícil, pero sólo este camino es el verdadero. Es fácil tropezar en él, y es aún más fácil perecer. No garantiza nada. No tienta a nadie. Pero sólo este camino es el único y verdadero. Quien lo sigue, encontrará la gloria y la inmortalidad. Quien resiste, conquistará, recibirá el premio que es superior a la vida.

Aquel que sigue el “Sendero de la Mano Izquierda” sabe que un día el encarcelamiento habrá terminado. La prisión de sustancia se derrumbará, transformándose en una ciudad celestial. La cadena del iniciado con pasión prepara un momento deseado, en el momento del fin, el triunfo de la liberación total.

Estos dos senderos no son dos tradiciones religiosas diferentes. Ambos son posibles en todas las religiones, en todas las confesiones, en todas las iglesias. No hay discrepancias externas entre ellos. Apelan a los aspectos más íntimos de una persona, a su esencia secreta. Los senderos no pueden ser elegidos. Son ellos los que eligen a una persona como víctima, como siervo, como una herramienta, como un instrumento.

El Sendero de la Mano Izquierda se llama “gnosis”, “conocimiento”. Es amargo como el conocimiento, genera dolor y fría tragedia. En la antigüedad, cuando la humanidad aún daba una importancia decisiva a los aspectos espirituales, los gnósticos desarrollaron sus teorías a un nivel filosófico, como una doctrina, como misterios cosmológicos, como un culto. Poco a poco, las personas se fueron degredando, dejaron de prestar atención al reino del pensamiento, se hundieron en la fisiología, en la búsqueda de la intimidad y de la vida casera. Pero los gnósticos no desaparecieron. Ellos transfirieron la disputa al nivel de las cosas comprensibles para las personas promedio modernas. Algunos de ellos proclamaron las consignas de “justicia social”, desarrollaron la teoría de la lucha de clases, el comunismo. “El misterio de Sofía” se convirtió en “conciencia de clase”, la “lucha contra el malicioso Demiurgo creador del mundo maldito” tomó el carácter de las luchas sociales. Los pensamientos tejidos por el antiguo conocimiento llevaron a Marx, Necháyev, Lenin, Stalin, Mao, el Che Guevara…. El Vino de la revolución socialista, el placer de la revuelta contra las fuerzas del destino, la sagrada pasión enloquecida para la destrucción total de todo lo que es negro, con el fin de encontrar una nueva luz sobrenatural…

Otros opusieron la energía secreta de la raza, el murmullo de la sangre, vulgarmente. Erigieron las leyes de la pureza y de la nueva sacralidad, proclamaron el retorno a la Edad de Oro, el Gran Retorno contra la degradación y la mezcla. Nietzsche, Heidegger, Evola, Hitler, Mussolini transformaron la voluntad gnóstica en doctrinas raciales y nacionales.

Es cierto que los comunistas no tenían ningún interés particular en los trabajadores, ni Hitler en los alemanes. Pero de ninguna manera debido a su cinismo. Ambos fueron abrumados por una aspiración más antigua, más absoluta, el espíritu gnóstico común, secreto y terrible, la luz del Sendero de la Mano Izquierda. No los trabajadores, no los “arios”… Son caballos de diferentes colores.

Personalidades creativas también fueron llamadas por el Sendero de la Mano Izquierda, en un camino de gnosis en equilibrio de un lado hacia otro, entre el “rojo” y el “negro”, el “blanco” y el “marrón”, precipitados en búsquedas espirituales. Siendo confundidos por las doctrinas políticas, yendo hacia los extremos, siendo incapaces de expresar con claridad los contornos metafísicos de sus posesiones, los artistas, de Shakespeare a Artaud, de Miguel Ángel a Max Ernst, de los trovadores a Breton, alimentándose con un vino secreto de sufrimiento, bebiendo ávidamente en la sociedad, en las pasiones, en sectas y hermandades ocultistas los fragmentos separados de la terrible doctrina que priva de la oportunidad de sonreír. Los Caballeros Templarios, Dante, Lautréamont… Ellos nunca sonreían. Es el signo de haber sido especialmente elegido, el vestigio de una experiencia monstruosa que era común a todos los “caminantes del Sendero de la Mano Izquierda”. Un gnóstico observa nuestro mundo con su pesado mirar. El mismo mirar de sus precursores, eslabones de una antigua cadena de elegidos, elegidos por el horror que tenían. El patrón repelente se les aparece. El Occidente distraído en su psicosis consumista, el Oriente, repugnante en su torpe y miserable obediencia. Un mundo ahogado, un planeta en el fondo del pozo.

“En los bosques submarinos el impulso es inútil y el gesto cesa…” (Evgeniy Golovin)

Pero el gnóstico se mantendrá firme en la obra de su vida. Nunca, ni hoy, ni mañana. Por el contrario, hay muchas razones para triunfar internamente. ¿No hemos dicho a los ingenuos optimistas del Sendero de la Mano Derecha dónde va a llevarlos su excesiva confianza ontológica? ¿No hemos predicho la degradación de su instinto creativo en esta parodia grotesca que es representada por los conservadores modernos que han renunciado a todo, que horrorizó a sus más atractivos (pero no menos hipócritas) precursores de un par de miles de años atrás? No nos escucharon… Ahora dejarlos culparse sólo a sí mismos y leer libros de la “Nueva Era” o manuales de marketing.

No hemos perdonado a nadie, no hemos olvidado nada.

No hemos sido engañados por el cambio de escenario social y de actores políticos.

Tenemos una muy buena memoria, tenemos los brazos “muy largos”.

Tenemos una tradición severa.

Laberintos de vida, espirales de ideas, vórtices de ira.

(Traducción Página Transversal)

[*] Como puede verse, este texto corresponde a la pasada etapa “nacional-bolchevique” de Alexander Dugin.

1 comentario:

  1. A veces es demasiado místico, demasiado profundo. pero tiene reflexiones interesantes.

    Si conseguís más artículos traducidos de Duguin en su época Nacional Bolchevique, por favor publicarlos. gracias.

    Saludos.

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