Una entrevista a Alain de Benoist
Al observar los asuntos ucranianos
actuales, parece casi que volvemos a los “buenos viejos tiempos” de la Guerra
Fría, época en la cual era todo simple: los “buenos” en un lado y los “malos en
otro. ¿La Historia se repite?
La historia nunca se repite, pero
sí hay algunas constantes históricas. La tensión entre la potencia de la
tierra (telurocracia), representada
por el continente euroasiático, y la potencia del mar (talasocracia), representada por los Estados Unidos, es una de ellas.
¿Vuelta a la Guerra Fría? Yo diría más bien que nunca acabó. La prueba de esto
es que la OTAN, que iba a desaparecer a la vez que el Pacto de Varsovia, no
solo no lo ha hecho, sino que por el contrario, se ha transformado en una
máquina de guerra americanocéntrica de vocación universal. Después de la caída
del muro de Berlín, la OTAN no ha hecho más que extenderse hacia el Este, en
una flagrante violación de lo acordado con Gorbachov tras la reunificación
alemana. La crisis ucraniana se inscribe en este proceso. Se trata, para los
americanos, de estar presente en las fronteras rusas, cosa que Rusia no puede
aceptar. ¿Os imagináis a los Estados Unidos aceptando el establecimiento de
bases militares rusas en México?
La novedad es que ahora Europa no
tiene la excusa de la “amenaza soviética”
para justificar su atlantismo. El modo
con el cual la opinión pública es sistemáticamente desinformada sobre el tema
ucraniano demuestra el estado de servilismo en el que ha caído la Unión
Europea. El gobierno elegido por el golpe de estado de la plaza Maidan envía
sus bombarderos y sus blindados contra los “separatistas pro-rusos”, la guerra
civil ya ha matado a más de 2500 personas, y la misma gente que acusó ayer a
Bashar Al-Assad de “masacrar a su propio pueblo”, aplaude
hoy con las dos manos (o simplemente no les importa).
En cuanto a los nacionalistas
ucranianos, cuyos objetivos no eran del todo despreciables, han tirado piedras
contra su propio tejado debido a sus errores en el análisis de la situación. Al
alzarse en armas contra sus compatriotas, han conseguido eliminar a un oligarca
pro-ruso, a cambio de poner a un oligarca aún más corrupto, un rey del chocolate
[1] a las órdenes de Washington y de la Unión Europea, que cuenta con Occidente
para evitar la caída de Ucrania a un nivel de país tercermundista. Han ido de
la sartén al fuego [2].
La verdad es que no hay una
solución militar posible a la crisis ucraniana. Esta crisis es gravísima. Si
Kiev no acepta formar un sistema federal en el que cada parte de Ucrania pueda
hacer efectiva su autonomía, la guerra civil se extenderá por todo el país, dividiéndolo
en dos o incluso en tres. Rusia no podrá permanecer inerte. Sin embargo, como
ha afirmado el mismo Dominique Jamet, un enfrentamiento armado entre el Kremlin
y una Ucrania convertida en socio (o miembro) de la OTAN está destinado a
convertirse en el inicio de una Tercera Guerra Mundial. Los americanos no
pueden no ser conscientes. Ahora deben pensar si eso es lo que quieren.
Vladimir Putin, dijo recientemente que la gran culpa de Occidente es
que ha obligado a Ucrania a elegir entre el Este y el Oeste, mientras que la
vocación natural de este país es más bien la de establecer un
"puente" entre ambos. ¿Palabras de sentido común?
Claro, pero hay otras fronteras
que pueden servir como un "puente" (se podría decir lo mismo de
Alsacia-Lorena, lo que no impidió el estallido de la Primera Guerra Mundial). En
1823, los Estados Unidos adoptaron la Doctrina Monroe, que impide toda
intervención extranjera en sus áreas de influencia. El drama de Europa es no
tener ninguna Doctrina Monroe. Europa cada día es un poco más sierva de los
Estados Unidos. Olvidada la “Europa europea”, en la actualidad no hay más que
un par de euro-americanos sin ninguna visión estratégica de sus intereses, y
por los cuales el liderazgo de Washington representa el mínimo común
denominador. Putin, por su parte, ha dejado de hacerse ilusiones con los
europeos y se ha volcado sobre China y los BRICS. ¿Quién sabe si en las
próximas semanas países como la India, Pakistán, Irán y Mongolia no desean convertirse
en miembros de pleno derecho de la Cooperación de Shanghai, que ya reúne a
Rusia, China, Tayikistán, Uzbekistán y Kirguistán, con más de tres mil millones
de personas?
A pesar de la propaganda de los medios, Putin mantiene un porcentaje de
simpatía innegable en Francia, tanto entre la derecha como en la izquierda. ¿Usted
está entre aquellos que lo ve como un "salvador" cuyo ejemplo debe ser seguido?
No como aquellos que solo hablan
con clichés, que no reflejan nada más que su ignorancia ("nuevo
zar", "ex-KGB", "dictador rojo-pardo" ,
etc.), yo no idolatro a Putin. Vladimir Putin no solo tiene cualidades, sino
también defectos. Su política interna y sus métodos de gobierno pueden, sin
duda, ser criticados. También hay, con
él, una especie de dudas que impiden una decisión clara entre los diferentes
clanes que lo aconsejan. Pero también está claro que es un gran, si no un
grandísimo, Jefe de Estado, uno de los pocos que existen a día de hoy. Con un índice de popularidad que roza el 90%,
ha vuelto a poner a Rusia en su lugar en el mundo, y aspira a darle el status
que merece. Quiere que Rusia sea fiel a su propia Historia y piensa que su
pueblo merece tener un destino, un futuro. Todo esto es por sí solo enorme. El
simple hecho de que los Estados Unidos vean en él el obstáculo número uno a la instauración
del Nuevo Orden Mundial que quieren imponer justifica que le demos un apoyo
merecido. Porque él está en contra de lo que nos amenaza. Aquí y ahora.
Notas:
[1] Petró Poroshenko, actual presidente ucraniano, es un magnate de la
industria chocolatera. (Nota del traductor)
[2] Expresión italiana para decir que han ido de mal en peor. Podría ser
traducida por la popular “ir de Guatemala a Guatepeor”. (Nota del traductor)
Traducida por Pueblo Indómito
Original en Millenivm
No hay comentarios:
Publicar un comentario