Por Manuel Ochsenreiter
Muchos políticos y periodistas
europeos del sistema lloran hoy lágrimas de cocodrilo sobre la antigua Palmira
siria bajo control terrorista. Expresan su preocupación porque los militantes
armados del “Estado islámico” destruirán Palmyra, que alberga las ruinas de una
gran ciudad que una vez fue uno de los centros culturales más importantes del
mundo. No sería la primera vez que el “Estado islámico” destruye el patrimonio
cultural.
Pero esas preocupaciones son
profundamente hipócritas: porque muchos de los que ahora están “preocupados”
son en realidad los spin doctors [1] ideológicos del “Estado Islámico” y otros grupos
terroristas en Siria e Irak. Con su apoyo a la llamada “Revolución Siria” ellos
alimentaron a estos grupos.
El “Estado islámico” hoy en día
simplemente ejecuta su trabajo: destruyendo la civilización, desintegrando una
nación entera, matando a todo el que representa el “orden” de la manera más
brutal posible. Ellos atomizan Siria, el obstáculo geopolítico a los ojos de
Washington y Bruselas.
Este patrón no es nuevo en
absoluto:
– En Kosovo, extremistas
albaneses no sólo atacan a los serbios, atacan y destruyen
iglesias serbo-ortodoxas y cementerios. Ellos no sólo quieren deshacerse de la
población serbia, quieren deshacerse de la presencia histórica Serbia. Los
albano-kosovares profanan tumbas serbias poniendo cadáveres de animales en
ellas.
– En el Cáucaso Sur, las iglesias
y monasterios armenios fueron objetivos de las fuerzas de Azerbaiyán durante la
guerra de Nagorno-Karabaj. La catedral armenia de Shushi fue profanada y
convertida en un arsenal de armas por las fuerzas azeríes.
No es una coincidencia que esta
guerra bárbara y anti-cultural fuera apoyada por “voluntarios” (como yihadistas
chechenos y afganos) en ambos casos, la ex Yugoslavia y el sur del Cáucaso.
La destrucción del patrimonio
cultural, histórico, religioso y nacional es una forma eficaz de crear un
“hecho consumado” en los campos de batalla geopolíticos. El propósito de esas
“medidas de guerra” es desgajar a la población enemiga de sus identidades y
vínculos colectivos históricos, culturales y religiosos.
Y este es exactamente el concepto
ideológico del Occidente posmodernista y liberal. Ellos hacen lo mismo en
Europa – por supuesto con otros medios, con el “poder blando”. Aquí nuestras
élites políticas y culturales niegan la existencia y la importancia de las
identidades colectivas, fantasean en nuestras universidades sobre holografías
intelectuales como “identidades híbridas”, y así sucesivamente. Luchan contra
la religión, “deconstruyen” la familia, crearon incluso incontables géneros
para negar la existencia del “macho” y la “hembra”. Ellos convierten iglesias
en grandes almacenes o edificios de apartamentos. Adoran al “individuo”, que es
“libre” para actuar en una “sociedad abierta”, que en realidad significa:
“mercado libre”.
El filósofo y politólogo ruso
Profesor Alexandr Dugin describió una vez este proceso como una manera de
difundir un “idiotismo” moderno. En la antigua Grecia el término “idiota”
aludía a “un ciudadano particular, uno que no tiene conocimiento profesional,
un profano”. “Idiota” fue utilizado en la antigua Atenas para referirse a quien
declinaba tomar parte en la vida pública, alguien sin vínculos colectivos.
El “Estado islámico” es hoy el bulldozer de
ese tipo de guerra para destruir cualquier vínculo colectivo en Oriente Medio.
No es otra cosa que el ala militante del liberalismo occidental.
Nota:
[1] Spin doctors:
Manipuladores de información. Normalmente son los asesores de prensa o imagen
de los políticos.
Traducción y extraído de: Página
Transversal
Fuente: Geopolitica.ru
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