Por Norberto Ceresole
Dadas las condiciones de inestabilidad
vigentes, generadas por el comportamiento apolar del sistema internacional, los
sucesos en el Mediterráneo Oriental deben ser relacionados con una probabilidad
muy alta de que eclosione una nueva crisis de alcances globales, ya que
asimismo abarcará el escenario geohistórico de la región del Golfo Pérsico, con
centro de gravedad en Irán, que es el único territorio musulmán con influencia
sobre la "nueva" India aria-védica.
La "carta iraní" que juega
la Administración demócrata hacia mediados de junio de 1998 tiene el mismo
fundamento económico y está orientada por los mismos principios estratégicos
que marcaron, en su momento, la política de Washington hacia Rusia y hacia
China. Irán hoy constituye el único segmento del mercado mundial aún no
"globalizado". Muchos son los factores que inciden en afianzar esta
perspectiva. Señalaremos los dos más importantes. En primer lugar la concepción
globalizadora, que se ha convertido en hegemónica dentro de la política
exterior de los Estados Unidos de América. En esta cuestión la influencia del
lobby sionista/norteamericano ha sido decisiva. Para los
"globalizadores", occidentales y no occidentales, Irán constituye hoy
un obstáculo múltiple, porque es un segmento importante del mercado mundial, ya
que:
-Goza de un crecimiento demográfico
sostenido.
-Es un mercado relativamente autónomo.
-Constituye uno de los centros de
gravedad de una constelación de nuevos Estados Centroasiáticos con presencia
simultánea en el Océano Índico (recordemos que en el Mediterráneo Oriental,
Turquía se encuentra en un acelerado proceso de re-islamización).
-Mantiene relaciones fluidas y
positivas con todas las potencias regionales (Pakistán, India, China y Rusia) y
con otros grandes Estados con alta capacidad de re/polarización internacional
futura (Alemania y Japón, particularmente).
-Constituye un poder moderador
respecto de Afganistán y otros conflictos de zona.
-Dispone de una capacidad militar
relativamente importante y de una impresionante historia pre-islámica y, sobre
todo, porque aún representa, aunque de manera declinante, el fenómeno
religioso/cultural más impermeable de cara a la posmodernidad occidental [1].
Todos estos factores se potenciaron
notablemente desde los inicios del llamado "Plan de Paz"
israelí/palestino, por un lado, y desde la eclosión nuclear en región del
Índico. Es decir, ambas situaciones, una en el Mediterráneo Oriental y la otra
en el Océano Índico, refuerzan el valor de posición de Irán,
"fronterizo" con ambas.
El fracaso de ese "Plan"
tuvo por virtud no sólo provocar un cisma nunca visto en el interior de la
sociedad israelí; también dislocó profundamente al llamado "campo árabe".
Ambos fenómenos tuvieron dos efectos simultáneos: reforzar la penetración de
Tel Aviv sobre Washington, por un lado, y, por otro, realzar el rol geopolítico
de Irán, una potencia musulmana no árabe que plantea un modelo cultural poco compatible
con el globalismo [Samuel Huntington y otros no perciben la enorme fuerza
resistente que puede desprenderse de la interconexión entre una historia Antigua
e Imperial (la historia Persa en sus diferentes grandes etapas: aria, griega, mongólica,
árabe e iraní) y una religión que es trascendencia y a la vez norma jurídica y
guía de acción social].
La nuclearización de ambos segmentos
de lo que en su momento fue el territorio británico de la India, el segmento
musulmán (Paquistán) y el segmento hindú (India) realza significativamente la
posición de Irán, quien dispone de vínculos importantes con ambos: religiosos
con el primero, y raciales e históricos con el segundo (No se debería descartar
que haya habido transferencia de tecnología nuclear israelí a la India, dos
Estados (Paquistán es el tercero) no firmantes del Tratado de no Proliferación
Nuclear). Es por ello que ante la opción "paz" o
"pacificación", los EUA -a diferencia de Israel- hayan optado por la
primera, lo que implica un largo proceso negociador muy similar al ya experimentado
con China. Pero en todo caso es la confluencia de ambos escenarios de
conflictos (el del Mediterráneo y el del Índico) y la presencia
desestabilizadora de Israel quien apura la decisión.
La opción que presenta el
fundamentalismo sionista respecto de Irán parece haber quedado descartada por
Washington, al menos por el momento (Clinton aún resiste el desalojo; de allí
la lucha del lobby sionista por cooptar el poder dentro de la "potencia hegemónica).
Y en ese giro estratégico Israel ha quedo muy expuesta, especialmente en su
antiguo papel de potencia nuclear regional y principal socio de Washington. Para
esta alianza el gran problema se originó en la solidez de la estructura de lo
que podríamos llamar el "Modelo Iraní". Este "socialismo
teológico" con vocación nacional es una concepción útil para muchas
sociedades periféricas, en especial para las sociedades periféricas musulmanas
que rodean y penetran a Israel. La solidez del modelo iraní es inversamente
proporcional a la inviabilidad del "Plan de Paz" israelí/palestino.
Esta relación es una de las grandes claves para el futuro de la región [2].
De todas formas la erradicación del
modelo iraní, prevé acciones militares. Pero en el caso iraní no se conjugan
los dos factores que hasta el momento han modificado la doctrina militar:
capacidad de guerra virtual y presencia de "ejércitos contiguos". Israel
no es un "ejército contiguo" respecto de Irán como lo es con respecto
de Siria: de haberlo sido muy otros habrían sido los acontecimientos.
Sin embargo, lo inverso es cierto.
Israel, de hecho, está afectada por una contigüidad militar con Irán, a partir
del sur del Líbano-Golán (Hezbollah + Ejército sirio), lo que para ella
representa un importante hándicap estratégico.
La geografía, esta vez, ha producido
una de las grandes debilidades de los globalistas. En rigor de verdad no existe
alrededor de la República Islámica de Irán ningún ejército contiguo propiamente
dicho, y puede descartarse su existencia futura dada la irrepetibilidad
estratégica de la llamada "Operación Tormenta del Desierto", primer escenario
de una acción conjunta entre guerra virtual y ejércitos contiguos. Ambos factores
determinan una misma y única doctrina militar.
Notas:
[1] "En Irán Estados Unidos se
enfrenta a un país con una capacidad militar y económica notable, con una
tradición imperial y que además ocupa una posición crucial tanto para el Golfo
como para las relaciones futuras entre Occidente y el Asia Central. Si Irak
representa (para los EUA) una amenaza inmediata, nítida y sencilla, Irán
plantea un reto geopolítico de magnitud y complejidad muy superiores". Zbigniew
Brzezinsky, Brent Scowcroft y Richard Murphy, Contención diferenciada en el Golfo Pérsico, Foreing
Affairs-Política Exterior, Nº 58, Vol.XI, Madrid, julio-agosto de 1997.
[2] "La revolución islámica, dirigida en Irán por el Imam Jomeini, no se asemeja a ninguna revolución anterior. Durante el curso de la historia existieron revoluciones dispuestas a cambiar un régimen político, revoluciones sociales orientadas por los miserables contra los poderosos, revoluciones nacionales dirigidas contra un opresor colonialista. "La revolución iraní lo contiene todo: ella es política porque puso fin a la tiranía del Sha, ella es social porque liberó a las masas oprimidas por una oligarquía de la riqueza, ella es nacional porque hizo revivir una de las más viejas y más bellas culturas del mundo contra la idolatría del dinero, impuesta con el Sha y el neocolonialismo norteamericano. Pero la revolución iraní tiene una significación inédita: ella cuestiona y transforma no solamente un régimen político y social neocolonial sino, más allá de él, toda una civilización, toda una concepción del mundo y de la vida. Fue hecha contra esa religión que no osa decir su nombre, pero que se llama monoteísmo de mercado, y que pretende regir, en el mundo entero, todas las relaciones sociales y humanas, bajo la dirección de los Estados Unidos de América. Contra la idolatría del dinero, el pueblo iraní, guiado por el Imam Jomeini hizo triunfar la revolución en nombre del Islam. Es decir, de la sumisión a Dios, que es el principio de toda fe, ya que Dios, como dice el Corán, 'a transmitido su espíritu en el primer hombre', recordando, al mundo entero, su vocación primera, que es su vocación divina. Es por ello que la revolución iraní provoca la ira de todos aquellos en los que prima el sentido del 'crecimiento', no del crecimiento del hombre y de lo divino que habita en él, sino el crecimiento de la riqueza para los privilegiados, y de la miseria para las multitudes, y no permitiendo, ni a los unos ni a los otros, más que un bienestar de supermercado". Norberto Ceresole, Conferencia Islámica de Damasco, 7 y 8 de julio de 1997. Esta conferencia fue pronunciada el día 8 de julio, en el Aula Magna de la Biblioteca Nacional de Damasco, abarrotada de dirigentes e intelectuales musulmanes provenientes del mundo entero.
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