lunes, 12 de enero de 2015

TRADICIÓN E ISLAM

Por Alexandr Dugin


1. El valor del Islam. En el mundo actual, el Islam es la religión mundial que resiste más activamente a las fuerzas de la globalización. Esto hace que el factor islámico sea de suma importancia para el frente del tradicionalismo. En esta guerra con el Islam, los EEUU y el ideólogo del “Fin de la historia” Francis Fukuyama, incluso trataron de introducir el término “islamofascismo” para desacreditar mejor la fe. En tanto que imperio, los Estados Unidos tienden a designar al Islam como el nuevo enemigo número uno. Ahora es casi una posición oficial de Estados Unidos, mientras que con Bush era meramente formal. Y por consiguiente, el Islam debería ser tratado como un campo de batalla prioritario contra el imperialismo norteamericano, el mundo moderno y postmoderno y la globalización. Esto determina el valor y la importancia del Islam.

2. El Islam es diverso. Considerar el Islam como algo unificado y coherente, como algo homogéneo, es una ilusión o un “concepto vacío”. Este concepto se encuentra en tres casos: en las masas ignorantes (que se equivocan prácticamente siempre, ya que el tópico es incompatible con la verdad); en la propaganda de los centros mundiales de poder (que lo utilizan con fines políticos específicos); en boca de los supuestos teóricos del “Islam puro” (salafistas, wahhabíes, etc.), a veces llamado convencionalmente “fundamentalismo islámico”, “integrismo”. Los dos primeros casos son claros. El tercer caso es una innovación perfeccionada tendente a tomar el lugar del Islam existente (el Islam tradicional) como confesión religiosa, con el pretexto de un “retorno a las raíces”. Algo similar es llevado a cabo por los protestantes, proponiendo volver al “verdadero” cristianismo de los orígenes, pero creando algo completamente nuevo que poco tiene que ver con el cristianismo. El “Islam puro” está cerca de esto.

3. Tenemos que analizar el Islam fuera de los “mitos”, tal y como es, en su diversidad. Eso debería arrojar luz sobre los aspectos teológicos, históricos, geopolíticos, étnicos de cada una de sus escuelas. Esta es una tarea gigantesca, sin la cual no podemos hablar en serio sobre el Islam. La principal línea divisoria se halla entre los suníes y los chiíes.

4. Los chiíes. Está claro que la minoría chií es un tema completamente distinto – metafísica, geopolítica y étnicamente. En general, el chiísmo (y todas las ramas duodenarias y septenarias heterodoxas, y especialmente el sufismo Ishraq e iraní), es muy similar al tradicionalismo. No tiene dimensión universalista y permite grandes diferencias. Particularmente importante es su sentido mesiánico (el Mahdi), porque de esta manera es más fácil encontrar un terreno común con la comprensión tradicionalista de la naturaleza del mundo moderno y postmoderno como es el “descubrimiento del Huevo Cósmico” desde el exterior y como una “gran parodia”.

5. Los suníes: Islam tradicional y salafismo. La mayoría suní puede dividirse por varios factores: permitir el sufismo y no permitir el wahhabismo (al estilo del verdadero wahhabismo hanbalita).

6. Tasawwuf. Estas escuelas suníes que son tolerantes con el esoterismo y que tienen pues una dimensión donde construir una relación con el enfoque tradicionalista. El mundo mismo del sufismo es muy vasto. Muchas Tarîqah disputan entre ellas. Algunas acabarán haciendo proselitismo y uniéndose a la Nueva Era. Otros están cerradas y casi se convierten en sectas étnicas folklóricas. Las más interesantes son las que siguen el tasawwuf, que están arraigadas en sus tradiciones, ortodoxas, pero tienen una mente abierta sobre la realidad del mundo moderno en sus aspectos sociológicos, geopolíticos, axiológicos y económicos. Son pocas, pero muy importantes. El entorno tasawwuf es bastante extenso. Un texto de orientación sería manifiestamente necesario, subrayando los valores radicales e incompatibles de la Tarîqah con la modernidad y la posmodernidad, así como describiendo la estrategia de comportamiento general (sin entrar en detalle) de un sufí para el “fin del mundo “. Los requisitos previos para esto son numerosos. Pero esa suma o su autor están ausentes. Mas, finalmente, deberían terminar por aparecer.

7. El Islam tradicional en su conjunto. No hay guía intelectual para los “últimos días” en el contexto del Islam tradicional habitual. Esto es comprensible, ya que no presenta ninguna unidad conceptual. El Islam tradicional está presente, representa a la gran mayoría de los musulmanes modernos, pero no existe una orientación escatológica general para la ummah global. Todo lo que se encuentra después de la prueba inicial, es una secta: el salafismo. Esto no es sorprendente: la escatología se concentra en las sectas, y los salafistas, en general, tratan de ser la ummah. Sin embargo, el sentido escatológico, anti-globalización, anti-estadounidense, anti-moderno y anti-posmoderno está extremadamente desarrollado entre los musulmanes. Sería deseable ver aparecer una publicación por cuadernos que podría ser [titulada] “Islam Tradicional”, y que serviría de plataforma para presentar las posiciones de las variedades particulares de comunidades islámicas.

8. El salafismo y el proyecto global salafista. El salafismo, el Islam Puro está al frente de la lucha política en el sector musulmán del mundo moderno. Esto es un hecho y no se puede negar. Aquí es donde encontramos la estrategia más clara y simple, el pensamiento global, los fines bien definidos: el establecimiento del Estado islámico mundial, la imposición de la Sharia, la organización de la sociedad de acuerdo con los principios islámicos en una escala global, la doctrina de la “casa de la guerra” (Dar al-Harb) allí donde no existe una “casa del Islam” (Dar al-Islam), etc… Es obvio que en este programa hay cosas aceptables y otras inaceptables para el tradicionalismo. Aceptable es la lucha contra el enemigo común; inaceptable dada la alternativa propuesta, de hecho, este “proyecto islámico” es llamado más precisamente el “proyecto salafista”. Es importante entender la metafísica del “proyecto salafista”. Su metafísica no es neutral, está construida sobre el rechazo de lo esotérico y del tradicionalismo, que son definidos aquí como el “shirk”, una desviación del “Islam puro”. Las raíces del conflicto se remontan a los Mutazilíes y los opositores de los filósofos y los sufíes. El “proyecto salafista” es radicalmente anti-chií, anti-sufismo, y anti-tradicional. Y esto no es una característica distintiva de los salafistas individualmente, sino la metafísica obligatoria de todo este movimiento. Esta ambigüedad se refleja geopolíticamente en las estrechas relaciones entre el salafismo (en particular, Bin Laden y Al-Qaeda), Brzezinski y la CIA durante la guerra de Afganistán, en el hecho de que los estadounidenses tienen siempre servicios salafistas, dándoles la posibilidad de interferir en los asuntos soberanos de los países que tratan de resistir a los Estados Unidos (Irak, Libia, Siria, más el salafismo anti-ruso en el norte del Cáucaso), pero por otra parte también son salafistas los que encontramos activos en la anti-globalización atacando a las fuerzas estadounidenses. Esta ambigüedad debería conceptualizarse dando vueltas constantemente para favorecer ese diálogo, para explicar todos los aspectos del conflicto. En la batalla global contra el Dajjal – ¿cuál es el papel del salafismo? Dejamos esta pregunta abierta.

9. El Islam en Rusia. Posición, papel y lugar del Islam en Rusia. Debemos examinar las posiciones escatológicas y tradicionalistas. Para ello tenemos que aplicar seriamente todas las tesis anteriores a la situación rusa. El Islam es parte del espacio ruso y se desarrolló en el curso de los siglos. Pero el Islam ruso no ha adoptado las mismas posiciones que en Occidente – la globalización, los Estados Unidos, el liberalismo, el postmodernismo. La posición de las autoridades [islámicas] es evasiva y puede interpretarse de diferentes maneras. Las fuerzas del “Dajjal” son fáciles de adivinar aquí. En apoyo a la facción rusa mundialista y liberal, tratan de utilizar a los musulmanes, pero al mismo tiempo designan a los musulmanes rusos como “migrantes”, “inmigrantes”, etc. Es una estrategia para debilitar al enemigo potencial de Occidente. Tenemos que trabajar para oponerle una alianza escatológica de los musulmanes y de los cristianos ortodoxos (en toda Rusia) contra los Estados Unidos, el liberalismo occidental y la modernización. Este es el punto de contacto más solido con un islam tradicional ruso; no es todavía un hecho, pero teóricamente es la dirección correcta para este diálogo. En el campo intelectual, incluso aún más por las similitudes neo-platónicas. Y a nivel externo esto nos lleva a una oposición conjunta a Occidente, el liberalismo y la posmodernidad. Pero aquí el Islam tradicional es a menudo pasivo y limitado a fórmulas diplomáticas en lugar de proponer una estrategia común. Los aspectos “modernistas” pro-occidentales y liberales del poder ruso, la corrupción y la decadencia de la sociedad, las tradiciones y las costumbres, nos horrorizan a nosotros y a los musulmanes, debemos luchar contra estos problemas con ellos [= con los musulmanes], luchar codo con codo y no unos contra otros. Los principales problemas surgen con el salafismo. Juega el papel de “espantapájaros” para desacreditar el Islam por entero, y sus proyectos radicales exacerban el conflicto entre los musulmanes de tendencia escatológica y las fuerzas de tendencia similar de otras religiones, o simplemente opositores instintivas de la globalización. No hay espacio aquí para un diálogo significativo y estimulante.

10. Resumen: El Islam y la tradición. El Islam está conectado directamente a la Tradición. Es un hecho indiscutible. Y este hecho debe ser reconocido por los tradicionalistas. El Islam está activo y en favor de una sociedad tradicional. Esto debe ser apoyado. Pero el Islam no representa la tradición sólo él. La tradición puede [también] ser no-islámica. Si los musulmanes aceptan eso y aceptan los términos de la multipolaridad, entonces un diálogo activo y una cooperación estrecha, incluso en el ámbito militar, deben ser alentados para oponerse al mundo posmoderno y al Anticristo/Dajjal. Si nos enfrentamos a una versión protestante contemporánea innovadora y comprometida del universalismo y del exclusivismo, bajo la máscara de la defensa del “Islam puro”, habrá que hacer un esfuerzo prudente y serio para deshacer este nudo geopolítico y metafísico, para reanudar el hilo de una manera u otra. La islamofobia es un mal, pero un mal puede ser también la actividad en favor de la “islamización” [y] que se presenta bajo la bandera del “Islam puro”. Cada uno debería seguir su tradición. Si no lo logramos, entonces la culpa debe ser puesta sobre nosotros, no sobre la Tradición. A un nivel puramente individual la elección es posible, pero ver a los rusos convertirse en masa al Islam me repugna, porque buscan el poder fuera de sí mismos y de su tradición y son por lo tanto enfermos, débiles y cobardes.

Extraído de La Cuarta Teoría Política

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