Por Gabriele Adinolfi
Comunidad
Término que sirve hoy día para
definir un conjunto orgánico (como un clan o una tribu) que la uniformidad
social querría ver definitivamente muerto. La Comunidad representa el lugar
donde la persona, formándose y desarrollándose, adquiere y refuerza su consistencia
política (de Polis) y conserva raíces sólidas en su humus específico. Pero
atención a los falsos modelos. Un gueto no es una comunidad, sino una prisión
común. Un pequeño partido o un pequeño movimiento no son una comunidad sino
unas empresas ruinosas. Una banda urbana es una comunidad, pero antipolítico. A
menudo se califica de comunidad lo que no es más que un grupo. Para que una
comunidad pueda definirse como tal, debe estar fuertemente caracterizada, y al
mismo tiempo, consciente de un destino común, que atenúa las rivalidades con
los grupos vecinos, ya que no es el plano horizontal, sino el plano vertical,
lo que la caracteriza. Y, en la verticalidad, está la idea de Lares, que hace
de la comunidad una ventana constantemente abierta sobre el pasado, como
también sobre el futuro.
Sistema nacional
Al hilo del tiempo, la soberanía
nacional se reduce, las instituciones pierden su valor y su eficacia, el estado
deviene un organismo administrativo. Igualmente decir que ninguna
transformación política importante puede producirse en la mediad que se
permanezca en el cuadro de la sociedad de la política espectáculo y que se
piense acceder al poder por vía electoral. Una acción política eficaz se reduce
entonces a la constitución de lobbies, de centros de influencia y de fuertes
anclajes locales; esto nos permitirá estar por encima de todo en posición de
fuerza para negociar .
Si esta acción se acompaña de una
gran fuerza de imaginación simbólica y de comunicación y de una estrategia de
revolución cultural concerniente a la formación de elites (de la sociedad no
del gueto…) en los próximos veinte años, todavía habría alguna cosa que decir,
y sobre todo, mucho que hacer
Contrapoder
El espacio en el cual una
autoridad espiritual, un modelo cultural, un organismo social, tienen la
libertad de autodeterminarse y de asegurarse al mismo tiempo medios de ataque y
de defensa. El paso de teoría de la ascensión al poder al programa de
construcción del contrapoder caracteriza la diferencia entre las vanguardias de
los años setenta y las vanguardias precedentes. En el estado actual de cosas, el
contrapoder es un objetivo real, mientras que la ascensión al poder es una
ilusión.
No es moco de pavo que el
contrapoder puede influir mucho sobre el poder. El problema es que no es fácil
de creer; en efecto debe crearse día a día, no se puede simular: existe o no
existe, como lo muestran los balances. Inversamente, la fata morgana de una
posible ascensión al poder de la Torre de Babel en el porvenir permite a los
ociosos y los incapaces continuar a llevar su existencia ilusoria en la
incoherencia cotidiana, esperando ganar la lotería, pues “hoy estamos fuera de
juego, pero mañana…”
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