Por Tiberio Graziani
Desde la globalización de los mercados a la globalización de la crisis
Acto seguido al terremoto geopolítico
originado con el colapso de la URSS, el proceso de financiamiento [1] de
la economía mundial ha registrado una considerable aceleración,
transformándose en el lapso de pocos años en un elemento estructural de
la globalización de los mercados. Desde una perspectiva geoeconómica,
este nuevo fenómeno acompañó el intento de consolidación mundial del
sistema occidental bajo el liderazgo norteamericano [2]. De modo particular, este fenómeno definió marcadamente el llamado “momento unipolar” [3].
Luego de un éxito inicial, del cual
fueron beneficiadas las economías y los círculos financieros (bancos,
institutos de crédito y de seguros) de los países con industrialización
avanzada, caracterizados significativamente por un elevado y difundido
desarrollo del sector de los servicios, la globalización de los mercados
y la interrelacionada financiación de la economía, sufrieron entre 2007
y 2008, una grave crisis con efectos devastadores para algunas áreas
del planeta. Esta crisis ha evidenciado las profundas contradicciones
del neoliberalismo, ya denunciadas por muchos autores, entre ellos cabe
citar el geoeconomista y geoestratega Luttwak [4] y también al
controvertido hombre de negocios y financiero americano George Soros
[5].
La crisis, que con exactitud se manifestò en sus rasgos más perniciosos y singulares en los EE.UU.,
es decir en el centro del sistema geopolítico occidental, sucesivamente
se desprendió en sus áreas periféricas (Europa y Japón), para luego
propagarse por todo el planeta.
Es notorio que la crisis ha afectado con
virulencia algunos países de Europa meridional, los cuales ya
presentaban específicas debilidades estructurales, sea en el ámbito
político sea en el económico. Las escasas y en algunos casos nulas
capacidades de reacción ofrecidas por estos países al exicial contagio
americano (Grecia, Italia, Portugal España) hay que ubicarlas no sólo en
sus debilidades sistémicas, sino que también en la disminuida
posibilidad de intervenir enl el sector monetario y financiero; este
último factor limitativo es una consecuencia directa del déficit
de soberanía monetaria que presentan estos países, cuya origen, como es
notorio, es la consecuencia de su adhesión a la eurozona y al reducido
poder de negociación en ámbito europeo y euroatlático.
La disipación de la crisis y los nuevos bloques geopolíticos
A distancia de casi cinco años de su
esatllido y desde el inicio de su “disipación” por propagación hacia
otros contextos geoeconómicos, la crisis aún no ha finalizado aún. Con
mucha verosimilitud el proceso de globalización de la crisis parece que
está destinado a ser incompleto y, por lo tanto, confinado
principalmente en el álveo del sistema geopolítico occidental, esto es
debido a las dinámicas surgidas a raíz de la aparición de nuevos
protagonistas en el panorama mundial.
De hecho, durante este breve lapso de
tiempo, algunos países, hasta hace poco tiempo considerados como
emergentes, como Brasil, India, China y Suráfrica (BRICS), han ido
adquiriendo una importancia mundial siempre mayor, polarizando el
interés económico, financiero y político de las otras naciones en
algunos segmentos del planeta. El conjunto de los países del BRICS ha
instaurado, además, de alguna forma, si bien no proprio a escala
mundial, un clima favorable para la formación de otros nuevos
agregados, como el de la Unión aduanera euroasiática y la UNASUR, lo que
ha contribuido a que los líderes de los principales países
euroasiáticos (China, India, Kazakistan, Rusia) y latinoamericanos
(Brasil, Argentina, Venezuela, Chile) hayan tomado conciencia de la
mutación geopolítica en acto. La difusión de la nueva mentalidad
“multipolarista” ha generado algunas iniciativas innovadoras, destinadas
a desempeñar un papel determinante en la configuración del nuevo orden
mundial, bien sea en el plano de las alianzas inéditas y de los
insólitos partenariados estratégicos (algunos de los cuales ya bien
avanzados), bien sea en el terreno económico-financiero. Es a partir de
este contexto que se pueden observar y evaluar propuestas e iniciativas
surgidas fuera de los habituales forum (G8 o G20) o de los centros
decisorios internacionales (Banco Mundial, Fondo Monetario
Internacional) como, por ejemplo, la institución de un Banco BRICS,
que(por el momento) persigue el objetivo de cofinanciar a grandes
proyectos infraestructurales que servirán a modernizar casi un tercio
del planeta. Por otro lado, hay que analizar en este mismo contexto las
tentativas “occidentales” que pretenden mantener la primacía mundial en
esta particular fase de crisis financiera y política.
Entre los esfuerzos del sistema
occidental que aspira a superar la crisis mediante su globalización o
disipación en otros segmentos geoeconómicos, se hallan por lo menos dos
que son de particular interés para el analista, ya que son señalados o
vueltos a señalar por decisión de los EE.UU.,
es decir, de parte del centro decisional de “Occidente” y, sobre todo,
porque descansan en dos áreas estratégicas para la proyección económica y
geopolítica de Washington. Estos esfuerzos tienen que ver con Europa y
el Pacífico. Nos referimos al proyecto para la constitución de un gran
mercado trasatlántico, el Transatlantic Trade and Investment Partnership- (TTIP) y el Partenariado Trans-Pacífico (Trans Pacific Partnership TPP).
La oposición bilateral y el “neomultilateralismo multipolar” para la superación de la crisis
El cambio geopolítico en acto, es decir
la transición uni-multipolar, parece que procede hacia la estabilización
de los nuevos actores, sea en cada una de sus dimensiones nacionales
sea en sus agregaciones.
Esta consolidación ofrece a los países
periféricos con relación al sistema occidental, es decir, aquellos que
más sufren los efectos de la crisis económica, monetaria y financiera,
la oportunidad de encaminar nuevas modalidades de cooperación con los
futuros protagonistas del nuevo orden multipolar.
Los países periféricos, entre ellos
también Italia, deberían privilegiar en un primer momento la opción
bilateral con el objetivo de recobrar una “fisonomia” internacional que
les permita incrementar sus propios niveles de libertad en la arena
internacional y, por consiguiente, alcanzar un mayor poder de
negociación. Sin embargo, con el desplazamiento geopolítico hacia nuevos
y diversos polos de agregación, la modalidad de la opción bilateral
deberá introducirse en el ámbito del que podríamos desde ahora definir
con un sintagma inédito como el del “neomultilateralismo multipolar”.
(Traducción de V. Paglione)
NOTAS:
[1] Thomas I. Palley, Financialization: What It Is and Why It Matters, Working paper, The Levy Economics Institute, Annandale-on-Hudson, NY, USA, 2007.
[1] Thomas I. Palley, Financialization: What It Is and Why It Matters, Working paper, The Levy Economics Institute, Annandale-on-Hudson, NY, USA, 2007.
[2] Para el economista francés Jacques Sapir, «La así llamada
globalización es en realidad la combinación de dos procesos. El primero
es el de la extensión mundial del capitalismo – en su forma industrial –
hacia áreas que no había todavía llegado. El segundo, que es en gran
parte la implementación de la política norteamericana, corresponde a una
política voluntaria de abertura comercial y financiera. (Jacques Sapir,
Le nouveau XXI siécle, Paris, 2008, pp. 63-64). En otras
palabras, el papel jugado por el proceso de globalización ha sido aquel
de acompañar y respaldar la estrategia norteamericana para la hegemonía
del mundo durante su “momento unipolar”.
[3] Charles Krauthammer, Unipolar moment, Foreign Affairs, Vol. 70, No. 1, 1990/1991, pp 22-33.
[4] Edward N. Luttwak, Turbo-Capitalism: Winners And Losers In The Global Economy, Harper, 1999.
[5] George Soros, La bolla della supremazia americana. Gli abusi dell’American Power, Piemme, 2004.
Extraído de La Página Transversal
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