miércoles, 6 de mayo de 2015

PUEBLO Y CAUDILLAJE

Por Norberto Ceresole
 

El pueblo de Venezuela generó un caudillo. El núcleo del poder actual es precisamente esa relación establecida entre líder y masa. Esta naturaleza única y diferencial del proceso venezolano no puede ser ni tergiversada ni mal interpretada. Se trata de un pueblo que le dio una orden a un jefe, a un caudillo, a un líder militar. Él está obligado a cumplir con esa orden que le dio ese pueblo. Por lo tanto aquí lo único que nos debe importar es el mantenimiento de esa relación pueblo-líder. Ella está en el núcleo del poder instaurado. Es la esencia del modelo que ustedes han creado. Si ella se mantiene, el proceso continuará su camino; si ella se rompe el proceso degenerará y se anulará una de las experiencias más importantes de las últimas décadas. Esa es la relación que hay que defender sobre todas las cosas. Por lo tanto será necesario oponerse con toda energía a cualquier intento que pretenda «democratizar» el poder. «Democratizar» el poder tiene hoy un significado claro y unívoco en Venezuela: quiere decir «licuar» el poder, quiere decir «gasificar» el poder, quiere decir anular el poder. 

Sobre ese modelo habría que escribir un nuevo tratado de ciencia política. Para ello deberíamos quemar todo lo hasta ahora leído y aprendido. Ahora deberíamos comenzar por leer no un libro, sino la realidad. Esta nueva realidad. Sólo a partir de esta lectura podríamos llegar a formular una nueva definición de modelos políticos aptos para generar cambios nacionales dentro de un mundo que se encuentra en situación de emergencia. En Venezuela el cambio se canalizará a través de un hombre, de una «persona física», y no a través de una idea abstracta o de un partido político genérico. Repito: hay una orden explícita dada por un pueblo concreto a un hombre concreto. Esta es la grandeza pero también la debilidad del modelo venezolano. 

No confundamos «tercera vía» con «tercera posición». La «tercera vía» es un intento por amortiguar las destrucciones sociales que realiza necesariamente el capitalismo en esta fase «global». Para funcionar, ese capitalismo debe generar una enorme y creciente masa de excluidos sociales, de marginales absolutos en todo el mundo. La «tercera posición», en cambio, fue una actitud orientada a evadirse del conflicto bipolar. Y naturalmente conllevaba un proyecto social y económico diferenciado, tanto de uno como de otro polo del poder mundial. 

El concepto de «tercera vía» está asociado hoy con Tony Blair. Ahora bien, en mi opinión ese señor es uno de los grandes canallas de este mundo. Fue quien sostuvo, hace poco, que Irak albergaba importantes stocks de «armas de destrucción masivas», y que Sadam Hussein tenía la capacidad para destruir al mundo nada menos que tres veces. Esa gran mentira sirvió como excusa para bombardear — una vez más — a un pueblo prácticamente inerme, indefenso, hambreado y enfermo por falta de medicamentos. Las ideas de ese señor están afectadas por una «falsedad de origen», que es su propio comportamiento político en la escena internacional. La «tercera vía» — dentro de un enfoque más amplio — es una trasnochada de una Europa socialdemócrata que pretende balancear el poder internacional de unos Estados Unidos ubicado en el neoliberalismo más extremo. Pero esa Europa no es una situación antagónica a esos Estados Unidos de América. Son más bien dos caras de una misma moneda.

Extraído de Caudillo, Ejército, Pueblo

**********************

Norberto Ceresole preveía que solo Hugo Chávez podía realizar la Revolución Venezolana. Tras la muerte del comandante, hemos comprobado que tenía razón, puesto que con su sucesor, Nicolás Maduro, el sistema se tambalea por presiones externas e internas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario