Por Erik Norling
Hijo de un
herrero, Jacques Doriot nace en Bresles, departamento de Oise (Francia), el 26
de septiembre de 1898. Proviene de un ambiente de clase trabajadora, su familia
había sido obrera y campesina desde siempre. Es, junto a Mussolini, el único
dirigente fascista de auténtica extracción proletaria de un movimiento que en
su mayoría se caracterizó por la procedencia de la emergente clase media de sus
líderes. El padre de Doriot tenía orígenes italianos y su madre flamencos, como
muchos de los inmigrantes de segunda hornada en Francia. Apenas si adolescente,
en el otoño de 1915, se traslada el joven Jacques por su cuenta a Saint-Denis, un
poblado municipio industrial al norte de París, que hoy es un barrio dormitorio
de la capital gala. Allí trabaja como obrero manual en diversos trabajos hasta
que se especializa como obrero metalúrgico. Tiene diecisiete años, y es un
joven tímido y simpático, recuerdan los que le conocieron, delgado y demacrado
pero alto, medía 1,80, lo que era mucho para la época.
A sus 18 años
se da de alta en el partido Socialista en Saint-Denis, una sección fuertemente
influenciada por el sindicalismo revolucionario, pero es llamado poco después a
filas, en abril de 1917, y sirve con valor durante la Primera Guerra mundial en
el frente de Lorena, siendo trasladado después al Ejército de Oriente, donde
Francia tenía destacado tropas de paz, por lo que Doriot puede estar presente
en Hungría cuando estalla la revolución bolchevique de Bela Kun y en Fiume,
cuando D'Annunzio se rebela en ese intento trágico-romántico de afirmar de
italianidad de esta ciudad del Adriático. Todo esto seguramente produce en el
joven idealista Doriot una profunda impresión.
En 1920 vuelve
del ejército tras tres años, con una hoja de servicios brillante pero cada vez
más convencido de la necesidad de un pacifismo militante y de los horrores de
la guerra. Cuando se produce la escisión del Partido Socialista en el congreso
de Tours, que será el detonante para la creación del partido comunista francés,
Doriot sigue a los disidentes fieles a Moscú. La Internacional Comunista ya se
había fijado en esta joven promesa y le apoya. Sostenido por el Komintern,
Jacques Doriot asciende vertiginosamente en el Partido. A sus 26 años es ya
miembro del Comité Central, líder de las juventudes comunistas desde 1922 y
Diputado, así como delegado francés en el Komintern, lo que le llevó a visitar
en numerosas ocasiones la URSS, en las sesiones plenarias de ese órgano de
dirección del comunismo mundial, y llegar hasta a la misma China. Todo un
agitador profesional, educado en la más pura ortodoxia del socialismo
revolucionario, muy en paralelo con la trayectoria vital de Mussolini. Su
popularidad es incontestable, especialmente entre los más jóvenes del partido,
y sus campañas a favor de la desmilitarización del Ruhr, ocupada por Francia
desde el final de la primera guerra mundial, o en contra de la intervención francesa
en el Rif marroquí le hacen estar en la palestra de los medios de comunicación.
Sin embargo la
independencia y activismo indisciplinado molesta a determinados sectores del
partido, que ven como su estrella declina ante la del joven diputado del cinturón
rojo de París, cada vez más fuertemente implantado en su feudo de Saint-Denis,
donde se convertirá en su alcalde, por las listas del partido comunista en las
municipales de marzo de 1930. Municipio mayoritariamente de clase obrera, por
lo que el paro y los problemas sociales estaban allí magnificados. No era
difícil comprender que fuera un núcleo de los más duros del comunismo y
socialismo francés.
En 1932
comienza a tener serios problemas con la dirección del partido. Sus
divergencias sobre la estrategia para ganar a la clase obrera crecen por días y
se manifiestan en actos de indisciplina por parte de Doriot. Ese año el partido
comunista pasa por una profunda crisis de liderazgo y su implantación entre las
clases obreras ha decaído a unos mínimos jamás conocidos antes. En las
elecciones legislativas de 1932, Doriot es el único diputado comunista elegido
por mayoría absoluta en la primera vuelta con más del 50% de los votos
emitidos, aparte de mejorar su resultado de 1928 en varios miles de votos.
Fortalecido por ello participa con fuerza en el 12° Pleno del Komintern en
Moscú (27 de agosto-15 de septiembre 1928) donde lee un informe muy negativo
sobre la dirección del partido en Francia y pide colaboración a la
Internacional para presionar a la dirección francesa a aceptar sus tesis, entre
las que se encuentra, paradójicamente, el antifascismo como bandera. No
olvidemos que por entonces la táctica impuesta por el Partido era la de
confrontación directa con los dirigentes socialistas e intentar captar sus
militantes.
Doriot se
distancia de la dirección en cuanto exige una colaboración con los socialistas
para la creación de un frente antifascista para evitar que la clase obrera
caiga en manos del Fascismo como ha sucedido en otros países. En ello es clarividente
Doriot, la atracción de las masas por el fascismo es el mayor obstáculo para la
revolución comunista en Europa y es quizás la clave para comprender el giro de
éste, pocos años después, abrazando la causa fascista. Es la misma lucha, la
misma revolución, pero con otra bandera, pero siempre con los mismos objetivos
para Doriot. En la sesión del Comité Central de Marzo de 1934 declara
proféticamente:
"Ante nosotros, las fuerzas fascistas levantan la
cabeza; entre los campesinos, entre las clases medias, entre los pequeños
comerciantes y los intelectuales de valía, se multiplican las manifestaciones
que prueban que la idea fascista madura y crece...hay entre el fascismo y
nosotros una lucha para ganar las masas. Un cierto número de capas sociales que
parecen decisivas se están movilizando detrás del fascismo, cuando éstas
debieran de ser un punto de apoyo del proletariado..." (1)
Sin embargo el
Buró político y el Comité Central del partido se niega a colaborar con los
socialistas para crear un frente popular antifascista. Doriot, en contra de lo
acordado por sus superiores, decide por su cuenta iniciar estos contactos y
crea en Saint-Denis con el partido socialista y los sindicatos socialistas un Comité
de vigilancia. Es interesante observar que en su feudo Doriot no precisaba
el apoyo de los socialistas o del sindicato, ya que disponía de una mayoría
cómoda y se debe interpretar este hecho como un intento de probar a la
dirección sus tesis. Cuando se producen las revueltas derechistas en París el 6
de febrero de 1934 como consecuencia del affaire Stavinsky, Doriot cree ver en
ellas una manifestación fascista y convoca inmediatamente una
contramanifestación antifascista para el 9 (2). La dirección del partido
prohíbe su adhesión pero Doriot desobedece y es el único dirigente comunista
que está en primera fila junto a los manifestantes comunistas y socialistas,
enfrentándose a las fuerzas del orden, exigiendo un frente antifascista. Su
popularidad está en el cenit y es cabeza visible de los jóvenes militantes
comunistas, con una posición más fuerte cada día, no restringido a Saint-Denis
sino a todo París.
La dirección
reacciona inmediatamente y se organizan reuniones locales con los cargos
electos del norte de París donde condenan a Doriot y se publica en el diario
comunista L'Humanité una noticia dirigida a los militantes comunistas
del sector norte instando su apoyo para prohibir "al camarada Doriot
propagar su concepción oportunista... y obligarlo a volver a la disciplina del
Partido". Sin embargo Doriot, que ya se abstiene voluntariamente de
asistir a las sesiones del Buró político y del Comité Central, ha tomado una
grave decisión. El 9 de abril de 1934 dimite de su puesto de alcalde y publica
un manifiesto dirigido a la Internacional Comunista para dejar clara su
posición.
Las elecciones
municipales, convocadas para el 6 y 13 de mayo, hacen que la Internacional
Comunista de órdenes, a la dirección del partido mediante un telegrama fechado
el 23 de abril, de intentar una solución con Doriot. Son conscientes que perder
a Doriot sería perder a una gran baza. "Debe cesar la lucha interior
que ha ido demasiado lejos" ordena nuevamente el 26 la Internacional.
Sin embargo Doriot ya ha cruzado el Rubicón y no está dispuesto a reintegrarse
en la disciplina de un partido que ya no cumple con las expectativas que tenía
éste de una organización revolucionaria. Los resultados de las elecciones
parecen nuevamente darle la razón, es elegido con el 75,9% de los votos. Un
resultado increíble para cualquier analista y que nos muestra el carisma de
Doriot en su ciudad. Hay que destacar, por el contrario, que el partido
Comunista no presentó candidatura en Saint-Denis, aunque ello no le resta
méritos al lograr atraerse a tal porcentaje de votantes.
La Internacional
comunista le manda llamar a Moscú pero Doriot se niega y públicamente se opone
a ésta. "No voy a ir a Moscú..." dice Doriot desafiando ni más
ni menos que a la misma Internacional, "Iré a Moscú cuando los jefes de
la Internacional Comunista se hayan retractado y rectificado las calumnias y
las mentiras que desde hace tres meses se propagan sobre mí." La
ruptura es un hecho y no hay vuelta atrás. El 16 de mayo la Internacional
Comunista opta por la dirección del partido y autoriza a la misma a adoptar
medidas conducentes a neutralizar a Doriot. La exclusión del partido es tan
sólo cuestión de tiempo y se materializa al poco tiempo, aunque, curiosamente,
y no deja de ser una paradoja que demuestra que el asunto Doriot no era tan
sólo una mera desavenencia sobre estrategia electoral, las tesis de Doriot en
cuanto a la creación de un Frente Popular son asumidas por el partido y meses
después se manifestarán públicamente con la creación del Frente Popular con
el que llegarán al poder.
A partir de
este momento Doriot se lanzará a una frenética campaña para desprestigiar al
partido comunista desde su feudo de Saint-Denis y construir una organización
comunista, siempre comunista, que sea capaz de atraer a las masas obreras. Para
Doriot y sus colaboradores el abandonar el P.C.F. no fue, aunque pueda creerse
lo contrario, una cuestión fácil de aceptar. Su principal colaborador de esa
época, Henri Barbé, el antiguo secretario general del partido en 1930 y que ha
seguido a Doriot en la escisión, en sus memorias puede resumir el estado de
ánimo de todos ellos en esa época: "Lo que me pasó cuando la ruptura
con el partido, fue como un profundo desencanto. Miré hacia el pasado, todos
mis esfuerzos, mis luchas, mis sacrificios como joven... las amistades, la
camaradería fraternal que me unía a centenares de otros militantes. Sentí una
inmensa pena. Fue como una caída en vertical de mis ilusiones y mis
convicciones. No es exagerar el decir que sentí en ese momento una profunda
desesperación."
Para
reorganizarse, Doriot crea unas células de base, las llamadas Groupes d'amis
de l'Unité (Grupos de amigos de la unidad), destinadas a reagrupar a
aquellos militantes comunistas disidentes que bajo la bandera de la unidad de
acción quisieran proseguir el combate por la revolución comunista. Lanza
asimismo una edición a nivel nacional de su órgano de expresión L'Émancipation
que aparece en octubre con el subtítulo de Órgano central de la Unidad
Total de los trabajadores. Doriot decide que el futuro partido se llame
Partido Obrero Unificado y lanza un programa claramente comunista desde donde
reclama la unidad de las fuerzas proletarias, aunque ciertamente su éxito es
más bien limitado. La tirada de L'émancipation rara vez superan los 4000
ejemplares a nivel nacional y el P.C.F. impide cualquier manifestación o
colaboración del partido con Doriot, o que su organización tenga contactos con
el comité de coordinación para la creación del Frente Popular.
Tras meses de
fracasos, el balance que puede observar Doriot a principios de 1935, resumiendo
la situación, es más bien triste. Sus expectativas se han visto frustradas una
detrás de otra. Ciertamente había sido reelegido diputado por mayoría absoluta
otra vez por su circunscripción, Saint-Denis, y es la organización de extrema-izquierda
más poderosa de Francia, participando plenamente de la ortodoxia comunista
(rituales, lenguaje, símbolos) pero carece de implantación a nivel nacional.
Tan sólo hay una posibilidad de sobrevivir - debe reconocer Doriot a sus
colaboradores- y es renovarse por entero. Para ello se lanza de lleno a la
tarea de crear las bases para un nuevo partido, superador de las clases y que
incorpore la idea nacional que tan querida es para las masas obreras. Algo que
había ya visto como había resultado en el sindicalismo revolucionario italiano,
de hondas raíces sorelianas, en una transformación y deriva hacia el fascismo.
Para ello
dispondrá alrededor suya de una serie de hombres muy valiosos que se le han ido
incorporando a lo largo de su disidencia y procedentes de la izquierda, que se
han desencantado con la actual situación de crisis que vive Francia. Así
encontramos a Paul Marión, un veterano ex-comunista, después socialista, con
una capacidad de organización imbatible; Víctor Arrighi, el delegado comunista
en la Banca Obrera y Campesina y con contactos en Italia; Paul Guitard,
conocido periodista de L'Humanité; algunos disidentes de las ligas
derechistas que criticaban la falta de visión social del coronel la Rocque como
Pierre Pucheau, un brillante directivo de la alta industria pero procedente de
la clase obrera, Claude Popelín, Robert Loustau y, ante todo, intelectuales
como Bertrand de Jouvenel o Drieu La Rochelle (3).
Doriot
multiplica sus reuniones de trabajo, se entrevista con potenciales donantes
para el partido entre industriales y banqueros, sin mucho éxito aunque algunos
historiadores afirmen lo contrario, y va organizando a sus colaboradores más
inmediatos para que ocupen la dirección del partido que desea presentar cuanto
antes mejor. Los historiadores no se ponen de acuerdo sobre cuando surge la
idea y el nombre de Partido Popular Francés, pero en la primavera de 1936, tras
las huelgas que asolaron el país, en las que la alcaldía de Saint-Denis
colaboró con los huelguistas, todo estaba dispuesto para ello. Había llegado la
hora decisiva de romper finalmente con el comunismo.
Notas:
(1) Repr. Burrin,
La dérive fasciste, pp. 163-164.
(2) Stavinsky
era un estafador muy cercano a las estructuras del poder que se suicidó
misteriosamente despertando las sospechas de todos al descubrirse sus
corruptelas. Fue el detonante de los desordenes que se produjeron en París en
febrero de 1934 como consecuencia del descrédito de la clase política ante la
ciudadanía. Las ligas de excombatientes monopolizaron las manifestaciones de
decenas de miles de manifestantes que deseaban tomar el Parlamento. Se saldaron
con numerosos muertos y heridos al tiempo que mostró la imposibilidad de los
dirigentes de la derecha radical de tomar el poder. Para los intelectuales
fascistizados como Rebatet, Brasillach o Drieu La Rochelle, supone el inicio de
su activismo político en el campo fascista buscando una salida al callejón sin
salida que le habían llevado Maurras y La Rocque, cabezas de la extrema derecha
autoritaria.
(3) Uno de los
más representativos será Pierre Drieu La Rochelle (1893-1945), escritor,
periodista y ante todo polemista, Drieu La Rochelle es la figura más
representativa de esa generación de intelectuales galos que abrazaron el
fascismo.
Extraído de su
libro Jacques Doriot. Del comunismo al fascismo.
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