sábado, 16 de mayo de 2015

AUTODEFENSA EN LA SALVAGUARDIA NACIONAL

Por Kim Jong Il


Asegurar la autodefensa en la salvaguardia nacional es un principio fundamental de la construcción del Estado soberano e independiente. Dada la existencia del imperialismo, aquel país que no cuente con fuerzas armadas de plena capacidad defensiva, susceptibles de protegerlo de los enemigos internos y externos, no puede considerarse, de hecho, completamente soberano e independiente.

El imperialismo es foco permanente de guerra y hoy el imperialismo yanqui constituye la fuerza principal de la agresión y la guerra. Como enseñara el Líder, nosotros no queremos la guerra, pero no la tememos ni mendigamos la paz a los imperialistas. La vía más justa para defender la independencia nacional y la paz y lograr la victoria de la causa revolucionaria consiste en replicar a la guerra agresiva imperialista con la guerra de liberación, oponer a la violencia contrarrevolucionaria de la reacción la violencia revolucionaria y estar siempre listos para hacer frente a las maniobras de agresión y de guerra de los imperialistas. Por todo esto, es preciso materializar el principio de autodefensa en la salvaguardia nacional.

Esta constituye la garantía militar de la independencia política y la autosuficiencia económica del país. Sólo cuando se materializa dicho principio es posible rechazar la agresión e intervención imperialistas y defender la independencia política, la autosuficiencia económica del país, las conquistas de la revolución y la seguridad del pueblo.

Aplicar el principio de autodefensa en la salvaguardia nacional significa defender el país con las propias fuerzas. Por supuesto, también en este aspecto se puede recibir ayuda de los países fraternales y de los amigos. Con todo, no es posible encargar a otros la defensa del país. Lo principal es, en todo caso, que se tenga la propia fuerza y, además, así resultará eficiente la ayuda exterior. Por esta razón, para resguardar el país hay que apoyarse, ante todo, en la fuerza del propio pueblo y en la propia capacidad defensiva. La defensa nacional también es una obra para y del mismo pueblo. Si todo él, bajo la dirección de un partido revolucionario, se une estrechamente como un solo hombre y se alza en la lucha de liberación nacional y la defensa de la Patria, será capaz de rechazar con éxito a cualesquier agresores imperialistas y salvaguardar la independencia del país y los logros revolucionarios.

Con miras a encarnar el principio de autodefensa en la salvaguarda nacional se debe contar con fuerzas armadas de plena capacidad defensiva. Estas fuerzas deben organizarse con hijos e hijas del pueblo trabajador. Sólo aquel ejército, cuyos integrantes, tanto soldados como oficiales, sin excepción, sean hijos de obreros, campesinos y demás sectores del pueblo trabajador, puede asegurar la unidad con el pueblo, la concordancia entre sus efectivos superiores y subalternos, y ser fuerzas armadas de plena capacidad defensiva, a la vez que genuinamente populares, que protejan la independencia del país y las conquistas de la revolución, además de servir al pueblo.

Para materializar el principio de la autodefensa en la salvaguarda nacional es necesario implantar el sistema defensivo de todo el pueblo y el Estado. A fin de establecer este sistema se precisa convertir a todo el ejército en un ejército de cuadros y modernizarlo. Cuando se haga un ejército de cuadros, además de aumentar su poderío, será posible asegurar las fuerzas de mando necesarias para poder, en caso de emergencia, acrecentar varias veces los efectivos.

Y si se moderniza al ejército revolucionario en todos sus órdenes sumando a su superioridad político-ideológica la tecnología moderna, será factible hacerlo un ejército verdaderamente invencible.

Para implantar el sistema defensivo de todo el pueblo y el Estado, es necesario, además, armar a todo el pueblo y fortificar todo el país. Esta es la única manera de movilizar las fuerzas de todo el pueblo para aniquilar con prontitud hasta el último de los enemigos que ataquen, no importa por dónde, y defender con firmeza al país de la agresión imperialista.

Con miras a aplicar el principio de autodefensa en la salvaguarda nacional se debe promover en alto grado la superioridad político-ideológica de las fuerzas armadas populares. El factor decisivo que determina la victoria en la guerra no está en el armamento o en la tecnología, sino en el alto fervor político y el espíritu de abnegación revolucionaria del ejército y de las masas populares, conscientes de la justeza de su causa. El noble espíritu revolucionario de luchar por la libertad y liberación del pueblo, la inmensa fidelidad al partido y al líder, el incomparable espíritu de sacrificio de entregar sin titubeo hasta la juventud y la vida en aras de la Patria y la revolución, el heroísmo colectivo, la camaradería revolucionaria entre oficiales y soldados, los lazos inseparables con el pueblo, la disciplina consciente, etc., constituyen la superioridad político-ideológica que únicamente el ejército del pueblo, el revolucionario puede poseer. Como muestra la historia de las guerras revolucionarias el ejército revolucionario, bien preparado en el aspecto político-ideológico, puede combatir con todo éxito, aunque posea un armamento atrasado, a un enemigo que esté pertrechado con armas ultramodernas. La superioridad político-ideológica es, en realidad, la ventaja esencial de las fuerzas armadas revolucionarias y la fuente de su invencibilidad.

Por lo tanto, es preciso reforzar el ejército en el aspecto político-ideológico, elevar sin cesar su nivel de preparación en este aspecto y vencer al ejército agresor imperialista con la superioridad político-ideológica de las fuerzas armadas populares revolucionarias.

Otro requerimiento para aplicar el principio de la autodefensa en la salvaguardia nacional es la construcción de la propia industria bélica nacional. Esta industria constituye la garantía material de las fuerzas armadas con plena capacidad defensiva. En especial, dado que hoy los imperialistas encabezados por los yanquis tratan perversamente de subyugar a otros países utilizando como cebo las armas, con cuyo tráfico saquean a los pueblos de otros países y obtienen fabulosas ganancias, es de suma importancia para los países recién independizados crear su propia industria para la defensa nacional. Por supuesto, a los países pequeños les es difícil producir por sí solos todas las armas necesarias, pero esto no puede ser motivo para depender totalmente de otros en este aspecto. Tienen que construir y promover la industria bélica nacional para poder producir cuantas armas les sean posibles.

Se debe consolidar la retaguardia para materializar el principio de autodefensa en la salvaguardia nacional. Como indicara el Líder, la victoria o la derrota en la guerra moderna depende mucho de si se aseguran o no, en suficiente cantidad y por largo tiempo, los recursos humanos y materiales que se necesitan para sostener la contienda. Para hacer frente a la guerra es necesario fortificar las zonas de importancia estratégico-militar, crear reservas de materiales necesarios y hacer minuciosos preparativos en tiempos de paz para poder continuar la producción en casos de emergencia.

Al mantener la orientación de impulsar paralelamente la construcción económica y de defensa nacional, nuestro Partido ha hecho preparativos muy completos, tanto militares como materiales, para enfrentar la guerra, y ha consolidado monolíticamente el frente y la retaguardia. Aplicando continua y consecuentemente la línea de autodefensa en la salvaguardia nacional, haremos invencibles nuestras fuerzas armadas, de plena capacidad defensiva, y resguardaremos con firmeza la Patria y las conquistas de la revolución, rechazando todo intento enemigo de invasión.

Extraído de su obra Sobre la Idea Juche

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