Por Kim Jong Il
Asegurar la autodefensa en la
salvaguardia nacional es un principio fundamental de la construcción del Estado
soberano e independiente. Dada la existencia del imperialismo, aquel país que
no cuente con fuerzas armadas de plena capacidad defensiva, susceptibles de
protegerlo de los enemigos internos y externos, no puede considerarse, de
hecho, completamente soberano e independiente.
El imperialismo es foco permanente
de guerra y hoy el imperialismo yanqui constituye la fuerza principal de la
agresión y la guerra. Como enseñara el Líder, nosotros no queremos la guerra,
pero no la tememos ni mendigamos la paz a los imperialistas. La vía más justa
para defender la independencia nacional y la paz y lograr la victoria de la causa
revolucionaria consiste en replicar a la guerra agresiva imperialista con la
guerra de liberación, oponer a la violencia contrarrevolucionaria de la
reacción la violencia revolucionaria y estar siempre listos para hacer frente a
las maniobras de agresión y de guerra de los imperialistas. Por todo esto, es
preciso materializar el principio de autodefensa en la salvaguardia nacional.
Esta constituye la garantía militar
de la independencia política y la autosuficiencia económica del país. Sólo
cuando se materializa dicho principio es posible rechazar la agresión e
intervención imperialistas y defender la independencia política, la
autosuficiencia económica del país, las conquistas de la revolución y la
seguridad del pueblo.
Aplicar el principio de autodefensa
en la salvaguardia nacional significa defender el país con las propias fuerzas.
Por supuesto, también en este aspecto se puede recibir ayuda de los países
fraternales y de los amigos. Con todo, no es posible encargar a otros la defensa
del país. Lo principal es, en todo caso, que se tenga la propia fuerza y,
además, así resultará eficiente la ayuda exterior. Por esta razón, para
resguardar el país hay que apoyarse, ante todo, en la fuerza del propio pueblo
y en la propia capacidad defensiva. La defensa nacional también es una obra para
y del mismo pueblo. Si todo él, bajo la dirección de un partido revolucionario,
se une estrechamente como un solo hombre y se alza en la lucha de liberación
nacional y la defensa de la Patria, será capaz de rechazar con éxito a
cualesquier agresores imperialistas y salvaguardar la independencia del país y
los logros revolucionarios.
Con miras a encarnar el principio de
autodefensa en la salvaguarda nacional se debe contar con fuerzas armadas de
plena capacidad defensiva. Estas fuerzas deben organizarse con hijos e hijas
del pueblo trabajador. Sólo aquel ejército, cuyos integrantes, tanto soldados
como oficiales, sin excepción, sean hijos de obreros, campesinos y demás sectores
del pueblo trabajador, puede asegurar la unidad con el pueblo, la concordancia
entre sus efectivos superiores y subalternos, y ser fuerzas armadas de plena
capacidad defensiva, a la vez que genuinamente populares, que protejan la
independencia del país y las conquistas de la revolución, además de servir al
pueblo.
Para materializar el principio de la
autodefensa en la salvaguarda nacional es necesario implantar el sistema
defensivo de todo el pueblo y el Estado. A fin de establecer este sistema se
precisa convertir a todo el ejército en un ejército de cuadros y modernizarlo.
Cuando se haga un ejército de cuadros, además de aumentar su poderío, será
posible asegurar las fuerzas de mando necesarias para poder, en caso de
emergencia, acrecentar varias veces los efectivos.
Y si se moderniza al ejército revolucionario
en todos sus órdenes sumando a su superioridad político-ideológica la
tecnología moderna, será factible hacerlo un ejército verdaderamente
invencible.
Para implantar el sistema defensivo
de todo el pueblo y el Estado, es necesario, además, armar a todo el pueblo y
fortificar todo el país. Esta es la única manera de movilizar las fuerzas de
todo el pueblo para aniquilar con prontitud hasta el último de los enemigos que
ataquen, no importa por dónde, y defender con firmeza al país de la agresión imperialista.
Con miras a aplicar el principio de
autodefensa en la salvaguarda nacional se debe promover en alto grado la
superioridad político-ideológica de las fuerzas armadas populares. El factor
decisivo que determina la victoria en la guerra no está en el armamento o en la
tecnología, sino en el alto fervor político y el espíritu de abnegación
revolucionaria del ejército y de las masas populares, conscientes de la justeza
de su causa. El noble espíritu revolucionario de luchar por la libertad y
liberación del pueblo, la inmensa fidelidad al partido y al líder, el
incomparable espíritu de sacrificio de entregar sin titubeo hasta la juventud y
la vida en aras de la Patria y la revolución, el heroísmo colectivo, la
camaradería revolucionaria entre oficiales y soldados, los lazos inseparables
con el pueblo, la disciplina consciente, etc., constituyen la superioridad
político-ideológica que únicamente el ejército del pueblo, el revolucionario
puede poseer. Como muestra la historia de las guerras revolucionarias el
ejército revolucionario, bien preparado en el aspecto político-ideológico,
puede combatir con todo éxito, aunque posea un armamento atrasado, a un enemigo
que esté pertrechado con armas ultramodernas. La superioridad político-ideológica
es, en realidad, la ventaja esencial de las fuerzas armadas revolucionarias y
la fuente de su invencibilidad.
Por lo tanto, es preciso reforzar el
ejército en el aspecto político-ideológico, elevar sin cesar su nivel de
preparación en este aspecto y vencer al ejército agresor imperialista con la
superioridad político-ideológica de las fuerzas armadas populares
revolucionarias.
Otro requerimiento para aplicar el
principio de la autodefensa en la salvaguardia nacional es la construcción de
la propia industria bélica nacional. Esta industria constituye la garantía
material de las fuerzas armadas con plena capacidad defensiva. En especial,
dado que hoy los imperialistas encabezados por los yanquis tratan perversamente
de subyugar a otros países utilizando como cebo las armas, con cuyo tráfico saquean
a los pueblos de otros países y obtienen fabulosas ganancias, es de suma
importancia para los países recién independizados crear su propia industria para
la defensa nacional. Por supuesto, a los países pequeños les es difícil
producir por sí solos todas las armas necesarias, pero esto no puede ser motivo
para depender totalmente de otros en este aspecto. Tienen que construir y
promover la industria bélica nacional para poder producir cuantas armas les
sean posibles.
Se debe consolidar la retaguardia
para materializar el principio de autodefensa en la salvaguardia nacional. Como
indicara el Líder, la victoria o la derrota en la guerra moderna depende mucho de
si se aseguran o no, en suficiente cantidad y por largo tiempo, los recursos
humanos y materiales que se necesitan para sostener la contienda. Para hacer
frente a la guerra es necesario fortificar las zonas de importancia
estratégico-militar, crear reservas de materiales necesarios y hacer minuciosos
preparativos en tiempos de paz para poder continuar la producción en casos de
emergencia.
Al mantener la orientación de
impulsar paralelamente la construcción económica y de defensa nacional, nuestro
Partido ha hecho preparativos muy completos, tanto militares como materiales,
para enfrentar la guerra, y ha consolidado monolíticamente el frente y la
retaguardia. Aplicando continua y consecuentemente la línea de autodefensa en
la salvaguardia nacional, haremos invencibles nuestras fuerzas armadas, de plena
capacidad defensiva, y resguardaremos con firmeza la Patria y las conquistas de
la revolución, rechazando todo intento enemigo de invasión.
Extraído de su obra Sobre la Idea Juche
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