Por Camilo Torres
Dirigir
un mensaje a los que no quieren
ni pueden oír es un deber penoso. Sin
embargo, es un deber, y un deber
histórico, en el momento que la oligarquía
colombiana quiere llegar a hacer culminar
su iniquidad en contra de la patria y en contra de los
colombianos.
Durante
más de 150 años la casta económica,
las pocas familias que tienen casi toda
la riqueza colombiana, ha usurpado el
poder político en su propio provecho. Ha
usado todas las artimañas y trampas
para conservar ese poder engañando al pueblo. Inventaron
la división entre liberales y
conservadores. Esta división, que no comprendía
el pueblo, sirvió para sembrar el
odio entre los mismos elementos de la
clase popular. Esos odios ancestrales
transmitidos de padres a hijos han servido
únicamente a la oligarquía. Mientras los
pobres pelean, los ricos gobiernan en su
propio provecho. El pueblo no entendía la
política de los ricos, pero toda la
rabia que sentía por no poder comer
ni poder estudiar, por sentirse enfermo,
sin casa, sin tierra y sin trabajo,
todo ese rencor lo descargaban los
liberales pobres contra los conservadores pobres
y los conservadores pobres contra los
liberales pobres. Los oligarcas, los culpables
de la mala situación de los pobres,
miraban felices los toros desde la barrera,
ganado dinero y dirigiendo el país.
Lo único que dividía a los oligarcas
liberales de los oligarcas conservadores
era el problema de la repartición del
presupuesto y de los puestos públicos. El
presupuesto nacional, las rentas públicas,
no alcanzaban para dejar satisfechos a los
oligarcas conservadores y liberales reunidos.
Por eso peleaban para llegar al poder;
para saldar las cuentas electorales dándole
puestos públicas a los gamonales adictas
y repartirse el presupuesto excluyendo totalmente a las del
otro bando político.
Cuarenta
años los liberales no tuvieron puestos
y después les sucedió, otro tanto a
los conservadores durante 16 años. Las
diferencias políticas y religiosas ya habían
cesado. Ya no se peleaba entre los oligarcas
sino por la plata del gobierno y por
los puestos públicos. Mientras tanto, el
pueblo se daba cuenta de que su lucha
por el partido liberal o por los
partidos conservadores lo hundía cada vez
más en la miseria. Los ricos no
se daban cuenta que el pueblo estaba
harto de ellos. Cuando apareció Jorge
Eliécer Gaitán enarbolando la bandera de la
restauración moral de la República, lo hizo
tanto en contra de la oligarquía
liberal como de la conservadora. Por eso
las dos oligarquías fueron antigaitanistas.
La oligarquía liberal se volvió gaitanista
después que la oligarquía conservadora mató
a Gaitán en las calles de Bogotá.
Ya
iniciada en el camino de la violencia
para conservar el poder, la oligarquía no
parara en el uso de esa violencia.
Puso a los campesinos liberales a que
se mataran con los conservadores. Cuando
la agresividad, el odio y el rencor
de los pobres se desbordaron en una
lucha entre los necesitados de Colombia,
la oligarquía se asustó y propició el
golpe militar. El gobierno militar tampoco
sirvió en forma suficientemente eficaz a
los intereses de la oligarquía. Entonces el
jefe de la oligarquía liberal, doctor
Alberto Lleras Camargo, y el jefe de
la oligarquía conservadora, doctor Laureano
Gómez, se reunieron para hacer un
examen de conciencia y se dijeron:
"Por estar peleando por el reparto
del presupuesto y del botín burocrático
casi perdemos el poder para la
oligarquía. Dejémonos de pelear por eso
haciendo un contrato, dividiéndonos el país
como quien se divide una hacienda, por
mitad, entre las dos oligarquías. La
paridad y la alternación nos permiten un
reparto equitativo y así podemos formar un
partido nuevo, el partido de la oligarquía".
Así nació el Frente Nacional como el
primer partido de clase, como el
partido de la oligarquía colombiano.
El
pueblo vuelve a ser engañado y
concurre a las elecciones a votar el
plebiscito, a votar por Alberto Lleras,
por el Frente Nacional. El resultado,
naturalmente, fue peor: Ahora era la
oligarquía unida la que gobernaba en contra
del pueblo. Por eso todo lo que
esperaban los colombianos salió al contrario.
El Frente Nacional ofreció paz y los
campesinos siguen siendo asesinados; se
realizaron matanzas obreras de los azucareros
y de Santa Bárbara, se invadieron las
Universidades y se aumentó el presupuesto
de guerra. El Frente Nacional dijo que
remediaría la situación financiera, y
duplicó la deuda externa produciendo tres
devaluaciones (hasta ahora) y con ellas la
miseria del pueblo colombiano por varias
generaciones. El Frente Nacional dijo que
haría la reforma agraria, y no hizo
sino dictar una ley que garantiza los intereses
de los ricos en contra de los derechos de los pobres. Le impuso
al país un candidato inepto para la
Presidencia de la República. El Frente
Nacional logró la mayor abstención electoral
de nuestra historia y ahora, ante su
fracaso total, ¿qué está haciendo la oligarquía?
Vuelve a recurrir a la violencia.
Declara el Estado de Sitio. Legisla
por decreto. Vende el país a los
Estados Unidos. Se reúne en un lujoso
hotel y decide sobre el próximo Presidente.
Desde los salones resuelven sobre el
país entero. Están completamente ciegos. Como último grito de
alarma quiero decirles:
Señores
oligarcas el pueblo ya no les cree
nada a ustedes. El pueblo no quiere
votar por ustedes. El pueblo está
harto y desesperado. El pueblo no quiere
ir a las elecciones que ustedes que
organicen. El pueblo no quiere a Carlos
ni Alberto Lleras ni a ninguno de
ustedes. El pueblo está sufriendo y
resuelto a todo. El pueblo sabe que
ustedes también están resueltos a todo. Por
eso les pido que sean realistas y
que si quieren engañar al Pueblo con
nuevas componendas políticas, no vayan a
creer que el Pueblo le va a tener
fe. Ustedes saben que la lucha ira
hasta las últimas consecuencias. La experiencia
ha sido tan amarga que el Pueblo
ya está decidido a echar el todo por
el todo. Desgraciadamente los oligarcas
aislados, ciegos y orgullosos parecen no
querer darse cuenta de que la revolución
de las masas populares colombianas no
parará ahora sino hasta lograr la conquista del
poder para el Pueblo.
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