Por Juantxo García
Un buen día
los estrategas de Yorklandia deciden que en Bananalandia el gobierno
“populista” ha llegado demasiado lejos y que es hora de cortar por lo sano.
Con
conexiones en el ejército bananalandés, los servicios secretos de Yorklandia
deciden sentar las bases de un golpe de Estado, a ser posible con la cabeza del
líder “populista” en bandeja de plata. Los capitostes de la burguesía local
están encantadísimos con la propuesta de apartar a la “mugre” del poder.
El día D
llega tras una agitada campaña de la prensa burguesa que acusa a los
“populistas” de “vendidos a Rusia” y “narcotraficantes”. El líder “populista”
es asesinado pero la cosa, como no podía ser de otra manera, se presenta como
un suicidio. Asume el poder en Bananalandia una junta
“gorila” que, desde el primer minuto, se endeuda con la metrópoli, con los
amos; esto es, con Yorklandia.
Tras un par
de años de creciente impopularidad “gorila”, quienes desde Yorklandia
planificaron la caída de los “populistas”, deciden que ha llegado el momento de
aplicar un plan a la inversa: “democratizar” al gobierno “gorila” en tres
fases: A) período aperturista. B) legalización de los partidos políticos
prohibidos por la junta “gorila”. C) elecciones generales.
Así sucede
con precisión de reloj suizo.
Y el poder
pasa del “gorila” López al “democristiano” o “socialdemócrata” (valga la
redundancia) Martínez. Bananalandia se ha endeudado hasta lo indecible. Los
ciudadanos bananalandeses deben hasta el aire que respiran, pero el
“democristiano” o “socialdemócrata” (valga la redundancia) Martínez, en su
primera declaración pública (a la que asiste el presidente de Yorklandia),
procede a “tranquilizar los mercados”, a “asumir los compromisos adquiridos” y,
¡faltaría más!, a “estrechar los lazos de amistad con ese gran país, luz y guía
de la humanidad, que es Yorklandia”.
¿A quién le
van a endosar la deuda las nuevas autoridades “democráticas” de Bananalandia?
¿Al ex gobierno “gorila”? No, los “gorilas” cambiaron el gorro de plato por la
guayabera de colorines y ahora residen en las playas de Miami, tomando el sol
entre daiquiri y daiquiri. La deuda la tiene que pagar el pueblo y, además, la
tiene que pagar con sangre, sudor, lágrimas y desorbitados intereses.
Democráticamente, “of course”.
Fuente: Patria Sindicalista
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