“Imaginemos un laboratorio. En este laboratorio una materia prima. En
esta materia prima un big-bang. Y en el interior de este big-bang una cadena de
reacciones químicas de una violencia extraordinaria. Las moléculas que se
deshacen… otras se forman… un proceso formidable, si de fisión, combustión,
reconstrucción, combustión corpuscular al término del cual aparecen productos
de síntesis de carácter inédito. ¿Quién en 1920, preveía la síntesis de lo
“nacional” y de lo “social”? ¿Quién antes de Barres podía imaginar el
encuentro, el sólo encuentro, de dos términos? Pues bien, en eso estamos.
Europa “mutatis mutandis”, está en este punto. No regresa, inventa. No rumia,
improvisa. No repite fórmulas antiguas: las quema, las hace astilla y de sus fragmentos
combinados locamente, hace de ellos nuevos productos nunca antes conocidos.
Aquí está el nacionalismo, ciertamente. Y fragmentos del populismo. Restos de
antisemitismo. Y un poco del viejo buen comunismo, menos muerto de lo que
parece. Pero todo esto mezclado, pasado por la prueba del big-bang. En el
corazón del tumulto, incluso muy improbable como lo fue en su tiempo la
síntesis fascista, un monstruo que la nueva Europa resquebraja bajo nuestros
ojos aunque por ahora lo hace a nuestras espaldas. Aún no tiene nombre este
monstruo. Ni cara. La hipótesis es sólamente que existe. O que deberá existir
un día”. (B.H. Levy, “Penser L’Europe” en “Le Monde des debats 1993″).
En el verano de 1993, la gran prensa descubrió lo que ella llama la
tentación o el peligro nacional-bolchevique. De París a Moscú, nuestros
periodistas parecen descubrir un fenómeno nuevo, su flagrante incultura no les
ha permitido conocer la notable tesis sobre el nacional-bolchevismo del
profesor Louis Dupeux, escrita ya hace quince años (1).
De “Liberation” (París) a “Soir” (Bruselas), pasando por “Le Monde”, que
abrió un verdadero debate sobre el tema, se multiplican los artículos, a menudo
contradictorios sobre el tema de nacional-bolchevismo o de la fusión entre
nacionalistas y comunistas. Así “Liberation” titula sobre la “Galaxia
nacional-bolchevique” y habla de la “extraordinaria convergencia ideológica”
que “se ha producido estos últimos meses entre algunos intelectuales comunistas
y de extrema derecha”. Subraya el “acercamiento en nombre de un mismo odio por
la izquierda socialista, América o el sionismo” (2). “Soir” por su parte, habla
de una “alianza entre pardos y rojos” y subtitula “¿Ficción política o política
sin ficción?” (3).
Ya, más allá de su primera expresión política entre las dos guerras
mundiales, el nacional-bolchevismo se había convertido en una realidad política
europea a mediados de la década de los 60 con Jeune Europe de Jean Thiriart y
su evolución a partir de 1965 hacia las tesis nacional-comunistas (4). Desde
los años 80 con el Parti Communautarie National-Européen (P.C.N) (5), el
nacional-bolchevismo encontrará una nueva expresión política: Hoy, junto al ya
citado P.C.N., numerosas corrientes como Nouvelle Résistance en Francia, Orion
en Italia, Alternativa Europea en España o el Frente Nacional-Bolchevique en
Moscú, se postulan tesis que auspician la fusión ofensiva del nacionalismo
revolucionario y del comunismo leninista contra el Sistema, el Nuevo Orden
Mundial y la hegemonía americana.
La gran prensa se ha interesado, por otro lado, por los aspectos
marginales del fenómeno nacional-bolchevique, en el caso francés el camino
común de intelectuales comunistas y de extrema derecha, subrayando a su vez el
proyecto político en Rusia de militantes comunistas y nacional-revolucionarios.
El nacional-bolchevismo es mucho más, sobre todo es una voluntad política de
superar los esquemas de Derecha o Izquierda, de antifascismo y anticomunismo
mantenidos por el Sistema para dividir la oposición y la voluntad real de
ofrecer una alternativa política a la decadencia del mundo contemporáneo. Tales
son los diferentes aspectos de lo que “Liberation” llama la “galaxia
nacional-bolchevique”.
Anteriormente enfrentados a tales fenómenos políticamente
incalificables, los especialistas del “prét-â-penser” y del conformismo
intelectual, habían preferido incluirlo en un caldero muy cómodo para ellos,
bajo el nombre genérico de “extrema derecha”, mostrando con ello su falta de
cultura histórica y política y su incapacidad de considerar la realidad de hoy
en día fuera de los esquemas tradicionales en los cuales está enmarcado y
reducido el pensamiento socio-político.
EL NACIMIENTO DEL NACIONAL-BOLCHEVISMO
El nacional-bolchevismo, independientemente de sus precursores, sobre los
que volveremos y al frente de los cuales se halla Georges Sorel, nació
históricamente en Alemania con el shock del derrumbe del II Reich en 1918 y de
la crisis consiguiente a la creación de la Rusia bolchevique en 1917. Desde su
nacimiento el nacional-bolchevismo alemán presenta las dos tendencias que ya
habíamos subrayado, por una parte la colaboración entre intelectuales
nacionalistas y comunistas y por otra un auténtico movimiento
nacional-revolucionario que unía la ideología leninista a un contenido nacionalista.
El nacional-bolchevismo nació para superar el orden internacional impuesto tras
Versalles cuyas víctimas fueron principalmente la Rusia Soviética y Alemania,
así como Italia. Más allá de las opciones ideológicas, el peso del orden creado
en Versalles, dictado por los EE.UU. del presidente Wilson, va a imponer una
situación pareja a los nacionalistas alemanes y comunistas rusos. Antes de
edificar una construcción teórica o una construcción política revolucionaria,
el nacional-bolchevismo alemán será, sobre todo, el encuentre de la frustración
alemanas y rusas frente al orden de Versalles. Frente al saqueo y el
desmembramiento de Alemania y de Rusia por parte de los vencedores de 1918,
frente a las exigencias desmesuradas de los vencedores de 1918, numerosos
intelectuales alemanes declararon abiertamente que el régimen bolchevique
recientemente implantado en Rusia, era preferible a la humillación y a la ruina
impuesta a su patria alemana.
“El pretendido bolchevismo nacional nace de la fiebre, del encuentro de
dos miedos, pero en circunstancias objetivamente desfavorable…, solución
heroica, reductora para una minoría de idealistas, hunde sus raíces en una
tradición reaccionaria auténticamente “alemana”, desborda, así, el cuadro de
una simple combinación de circunstancias y es por esto por lo que la
“tentación” debería sobrevivir y manifestarse en el momento en el que la
situación interna o externa ofreciera la perspectiva de una radical pérdida de
legitimidad, de un orden concreto, a los ojos de la extrema derecha,
perteneciente al Occidente vencedor” (6).
El gran germanista Eltzbacher, profesor de derecho en Berlín, será el
primero que teorizará esta posición en abril de 1919 en Berlín en una proclama
que constituye la primera manifestación doctrinal coherente del
nacional-bolchevismo. Las ideas del profesor Paul Eltzbacher encontraron un ojo
avizor en el campo soviético, Karl Radek, encargado por la Internacional
Comunista -el Komitern- de la preparación de la revolución en Alemania,
auspiciará la alianza entre reaccionarios alemanes y comunistas rusos.
En noviembre de 1919, Radek declaraba “He aquí porqué los nacionalistas
honestos como Eltzbacher que, disgustados por la paz de Versalles han buscado
la unión con la Rusia Soviética, lo que han llamado bolchevismo nacional, han
quedado hoy completamente aislados”. EL NACIONAL-COMUNISMO HAMBURGUÉS.
A esta primera convergencia intelectual nacional-bolchevique, habría de
responder rápidamente aquella que es la esencia propia y auténtica del bolchevismo,
la fusión entre nacionalismo y comunismo leninista en una formación política
común.
Desde 1919 ésta debía encarnarse en una corriente nacional-bolchevique
desarrollada a partir de Hamburgo por los dirigentes de la revolución soviética
en esta ciudad Heinrich Laufenberg y Friedrich Wolfheim (7) que derivaron a
posiciones nacional-comunistas radicales en alianza con la de marcada tendencia
nacional. En 1919-20 Wolfheim y Laufenberg aniamor tanto en Alemania como en el
seno de la Internacional una corriente nacional-bolchevique que rivalizaba con
las posiciones de los espartaquistas que abogaban por construir el Partido
Comunista Alemán, el K.P.D.
Expulsados en octubre de 1919 de este partido, fundaron inmediatamente
un partido comunista disidente, el K.A.P.D., Partido Comunista Obrero Alemán
(8). En este partido, que estará representado hasta el 1922 en el Komitern,
Wolfheim y Laufenberg defendían la idea de crear un Ejército Rojo Alemán para
reiniciar lo guerra contra los vencedores de Versalles.
Tras la victoria del nacional-socialismo en 1933, ciertas estructuras
nacional-bolcheviques llegaron con todo a subsistir en el aparato político e
intelectual del III Reich. En particular el Fichte-Bund, creado en Hamburgo
siguiendo la línea del K.A.P.D., llegará a integrarse y a sobrevivir en el seno
del III REich. Dirigido por el profesor Kessemaier de Hamburgo, este movimiento
universitario e intelectual tuvo muchos paralelos en Europa. Entre ellos, un
joven de Lieja salido de las filas de la extrema izquierda comunista, un tal
Jean Thiriart, sobre el que volveremos más adelante…”.
EL NACIONAL-BOLCHEVISMO ALEMÁN DE LOS
AÑOS 20-30
A partir de la mitad de los años 20, hasta la llegada del
nacional-socialismo en 1933, el nacional-bolchevismo se convertirá en una parte
importante del panorama intelectual de la República de Weimar. Numerosos fueron
los intelectuales que abrazaron posiciones nacional-bolcheviques.
En primer lugar hay que nombrar a Ernst Niekisch, que será el más
célebre y el principal representante de la corriente nacional-bolchevique
alemana. Proveniente de la corriente socialista alemana, Niekisch, evolucionará
hacia posiciones nacional-bolcheviques y neo-nacionalistas, en particular a
través de la revista que él animó: “Widerstand” (Resistencia) que tendrá una
influencia considerable particularmente sobre los movimientos juveniles
alemanes anteriores a 1933. La corriente de Niekisch estaba conformada por
ex-socialdemócratas y sindicalistas a los que se sumaron numerosos
representantes de la corriente neonacionalista. Tras 1933, Niekisch se
posicionará cada vez con más fuerza en posiciones anti-hitlerianas, lo que
provocará la clausura de la revista y su internamiento en un campo de
concentración del cual saldrá en 1945.
Antes de su muerte participó en el nacimiento de la República
Democrática alemana en la que veía la exaltación de los valores comunistas y
prusianos que siembre fueron los suyos.
KARK RADEK Y EL “VIAJERO DE LA NADA”
“En el año 1923 recuerdo haber presenciado una nueva gran oleada de
nacional-bolchevismo, en el sentido vago y vulgar del contactos entre
nacionalistas y comunistas. El origen de esta oleada, en realidad muy
pendenciera, es la línea de Schlageter en medio de la cual el Partido Comunista
Alemán (K.P.D.) intenta “ganarse las clases medias en vías de proletarización”
usando deliberadamente el tema patriótico. En el curso de esta campaña se pudo
ver a los líderes del partido comprometidos e incluso buscar el debate con los
elementos calificados como “fascistas” o “fascistizantes”. Los socialdemócratas
y los partidos “burgueses” relanzaron de nuevo la vieja acusación de
convergencia de los extremos… el heraldo de la nueva línea era Radek” (9).
El nacional-bolchevismo alemán de inicios de los años 20 es indisociable
de la figura de la Internacional Comunista Karl Radek. Encargado por el
Komitern de organizar y de coordinar la revolución bolchevique en Alemania,
Radek llegó a comprender (10) todo el provecho que podía sacar del fenómeno
nacional-bolchevique y jamás dejó de favorecerlo. Cuando en 1925 los ejércitos
francés y belga ocuparon la cuenca del Rhur, como respuesta a la falta de pago
de las reparaciones de guerra por parte de una Alemania desangrada, se organizó
un importante movimiento de resistencia por parte de los Cuerpos Francos
nacional-revolucionarios.
El jefe de uno de éstos, Leo Schlageter fue capturado y ajusticiado por
el ejército francés, Schlageter se convirtió en el primer héroe del
nacional-socialismo (11). Con ocasión de su muerte Karl Radek le rindió
homenaje en un sorprendente discurso, ante los representantes de la
Internacional Comunista reunidos en Moscú, Karl Radek anunció : “La mayoría del
pueblo alemán se compone de hombres que trabajan y que se consagran a la lucha
contra la burguesía alemana. Si los ambientes patrióticos de Alemania no se
deciden a hacer suya la causa de esta mayoría de la nación y a constituir así
un frente contra el capital de la Entente y el capital alemán, entonces el
camino abierto por Schlageter será el camino de la nada”.
En este mismo discurso pronunciado en Moscú el 20 de junio de 1923,
Radek habla también de Schlageter como el “viajero de la nada” en relación al
título de una novela de la época (12).
El discurso de Radek tendrá una enorme repercusión en Alemania.
Constituiría el origen de numerosos contubernios y debates entre intelectuales
alemanes de extrema derecha y dirigentes comunistas con Radek a la cabeza.
Una situación que no puede por menos que hacernos pensar en el actual
debate en curso que se está llevando a cabo particularmente en Francia y que en
el verano de 1993 la gran prensa denuncia con el nombre de
“nacional-comunismo”.
Warner Lerner, biógrafo de Karl Radek, evoca de modo impresionante la
acción de este último: “En 1923 Karl Radek intenta utilizar el recién creado
partido nazi para destruir la República de Weimar y favorecer la revolución
comunista. Radek suministró a los nazis su primer héroe, Schlageter, fusilado
por los franceses en el Rhur, y hace en su memoria el célebre discurso,
aprobado por Stalin y Zinoviev. Radek expresaba la convicción, compartida por
los jefes del Komitern que la aplastante mayoría de las masas nacionalistas no
pertenecen al campo de los nacionalistas, sino al de los obreros, que
centenares de Schlageter se unirían al campo de la Revolución. Por su parte
Hitler confiaba a sus camaradas la convicción de que un comunista podía siempre
convertirse en un buen nazi, pero que un socialdemócrata no lo sería jamás”
(13).
EL RESURGIR DEL NACIONAL-COMUNISMO EN
LOS AÑOS 60: JOVEN EUROPA” Y JEAN THIRIART
Para ver aparecer una nueva corriente de tendencia nacional-comunista
debemos mirar a los años 60, con la organización transnacional europea Joven
Europa y el trabajo de Jean Thiriart. El actual clima intelectual se
caracteriza por un manso conformismo. Una de las manifestaciones más estúpidas
de esto es la marcada voluntad de darle a cada corriente política una etiqueta
que la sitúe en uno de los compartimentos convencionales que van de la extrema
derecha a la extrema izquierda. Y cuando un movimiento revolucionario se sitúa
fuera de este sistema de clasificación “rien ne va plus”. Llegan las
pseudo-explicaciones acerca de la “convergencia de los extremos” y otras
fantasías provenientes de lo no-político o simplemente de la deshonestidad
intelectual.
La organización Joven Europa no escapó a este fenómeno y ha sido
catalogada durante más de 30 años como de extrema derecha, o sea fascista,
despreciando cualquier realidad objetiva. Si por el contrario se estudia esta organización
europea a través de su historia real, sus publicaciones, la realidad es otra:
nos encontramos ante un movimiento revolucionario original e inclasificable,
que se sitúa fuera del conformismo de “derecha” o de “izquierda”” y que recoge
para sus posiciones tanto político-sociales como de política exterior la
síntesis nacional-comunista o nacional-bolchevique de los años 20 y 30 (14).
“Organización para la formación de un cuadro político”, partido
revolucionario de vanguardia, Joven Europa, recuerda al partido bolchevique
posterior a 1903, por sus métodos y su proyecto político: “Una revolución exige
la conjunción de diversos factores: tener una ideología global ( y no solamente
un pequeño programa electoral) ser un grupo determinado, organizado, homogéneo,
disciplinado, es decir un partido de lucha; finalmente encontrar una coyuntura
de crisis,… La ideología la tenemos, el grupo estructurado lo preparamos, la
coyuntura la esperamos” (15).
Ex-militante stalinista al inicio de su carrera política anterior a la
guerra (16). Jean Thiriart, fundador y principal teórico de Joven Europa,
estructuró su movimiento siguiendo los principios de la más estricta ortodoxia
organizativa leninista y su jerarquización deriva directamente del “centralismo
democrático”. Además en diversas ocasiones Thiriart reconocerá abiertamente la
influencia que en este terreno ejerció sobre él Lenin (17).
A partir de 1960 la doctrina del movimiento, el “Comunitarismo
Nacional-Europeo”, cuyo carácter social se afirma desde el inicio , deriva
hacia posiciones nacional-comunistas. Si en los primeros años del movimiento,
Thiriart debe contar con un ala “derechista” (fundamentalmente franco-belga)
que alimenta un virulento anticomunismo, desde 1960 afirma las posiciones
ideológicas que están en línea directa con las que defenderá a partir de los
años 80 con el nombre genérico de “Escuela Eurosoviética”: creación de una Gran
Europa de Dublín a Vladivostok, Nacional-Comunismo y colaboración entre la
U.R.S.S. y Europa Occidental. En 1962 Thiriart escribía: “A mi parecer, existen
muchas posibilidades de que en los próximos veinticinco años se formen los
siguientes bloques: Las dos Américas (posteriormente volverá sobre la idea de
ver una América Latina liberada de los yankees), el bloque asiático China-India
y el bloque Europa-África-U.R.S.S. Lo que nos permite no escribir más “e Brest
a Bucarest” sino de “Brest a Vladivostok”. La geopolítica diseña ya este
porvenir” (18).
Después de la definitiva eliminación del ala derechista de la organización
en 1964, Thiriart conducirá a Joven Europa en una dirección donde dominan dos
orientaciones: por una parte un radical anti-americanismo, por otro un
progresivo acercamiento a posiciones nacional-comunistas. Thiriart ve el
comunitarismo como una superación del comunismo y no como su adversario, ésta
es una típica postura nacional-bolchevique. En 1965 definía el comunitarismo
como “un socialismo nacional-europeo” y añadía que “en medio siglo, el
comunismo se convertirá, queriéndolo o no , en comunitarismo” (19). Aquí la
historia ha tenido que darle la razón porque antes de la caída del bloque
soviético, las correcciones económicas que se introducen en Hungría o en
Rumanía llevaban la economía comunista hacia el comunitarismo (20). En 1984
Thiriart, especificará claramente que el comunitarismo es un “comunismo europeo
desmarxistizado” (21).
Esta evolución ideológica se traducirá en los hechos en dos modos
diferentes. De una parte una visión siempre más prosoviética que llevará en
1981 a la creación de la Escuela Doctrinal Euro-Soviética. De otra a un
acercamiento de la organización a los regímenes del este de Europa, de forma
particular a la Yugoslavia de Tito y a la Rumanía de Ceaucescu. En un artículo
titulado “Tablero de ajedrez mundial y nacional-comunismo” (22). Thiriart
afirma que “el concepto revolucionario en los próximos años será la creación de
una Europa socialista de tipo revolucionario, nuestra Europa comunitarista en
cuya construcción los cuadros y militantes de Europa del este debe jugar un
papel importantísimo”.
En el verano de 1966, Thiriart viajará a Rumanía y Yugoslavia,
multiplicando sus contactos oficiales. En agosto de 1966, la revista
diplomática oficial del gobierno yugoslavo “Medunarodna Politika” publicará en
lengua serbo-croata un largo artículo de Thiriart con el título “Europa do
Bresta do Bucaresa (23). Es l visible del interés, al más alto nivel, de las
tesis europeas nacional-comunistas de Joven Europa. El más espectacular de
todos estos contactos a alto nivel será el encuentro entre Chou En Lai y Jean
Thiriart, organizado por los servicios de Ceauscescu con ocasión de la visita
del Primer Ministro chino a Bucarest en verano de 1966 (24).
A pesar de estos éxitos tácticos, la organización se romperá en 1969,
con la retirada de Thiriart de la política militante por más de 10 años. Las
razones de este fracaso serán fundamentalmente la ausencia de un terreno
político revolucionario en estos años de los “Dorados Sesenta” así como el
agotamiento humano, material y financiero de los cuadros dirigentes de la
organización.
Son, por otra parte, en gran medida las alianzas de la organización y
sus posibilidades de éxito práctico lo que ha llevado a Thiriart a consagrar
una parte importante de su pensamiento doctrinal al papel que podrían jugar los
regímenes comunistas del este de Europa y la U.R.S.S. misma en el proceso de
unificación europeo. Una postura que recuerda a la de los nacional-bolcheviques
de los años 20 que esperaban de la Unión Soviética un decisivo papel
revolucionario en Alemania, así como un impulso para la revancha contra los
países de la Entente.
JEAN THIRIART Y EL NACIONAL-BOLCHEVISMO
Indiscutiblemente, Jean Thiriart aparece como un continuador de las
diversas corrientes nacional-bolcheviques y nacional-comunistas alemanas de los
años 20 y 30. Ciertamente, existen diferencias que son en gran medida debidas a
la evolución del contexto político e internacional de antes de la II Guerra
Mundial y el posterior a los años 60.
La diferencia que puede aparecer como fundamental es la del elemento
nacional. Thiriart rechaza por completo el pequeño nacionalismo alemán y
defiende la idea de un nacionalismo paneuropeo y comunitario. Añadir que el
pensamiento de Thiriart deriva directamente de la teoría de los “grandes espacios”
que ven en la construcción de grandes bloques económicos una respuesta al
desafío de los tiempos presentes. Thiriart es igualmente un partidario de los
bloques económicos autárquicos y autocentrados, cuyo profeta fue el alemán
Friedrich List. Hay que poner en relación esta posición con la de una parte de
la corriente nacional-bolchevique, y en particular con Niekisch, que proponía
la constitución de un “bloque germano-eslavo de Vladivostok a Flessing”.
Thiriart propone la creación de una “Gran Europa de Reykjavik a Vladivostok”.
La diferencia de posiciones deriva principalmente del carácter anti-latino y
anti-romano, pues en éstos ve Niekisch la potencia de la Entente y por lo tanto
culpables de la decadencia y ruina que sufrían Alemania y la Unión Soviética.
En un estudio publicado en 1982 y titulado “L’Unione Sovietica nel
pensiero di Jean Thiriart”, José Cuadrado Costa respondía también positivamente
al hecho de adscribir a Thiriart a la corriente nacional-bolchevique de los
años 20 y 30. Cuadrado añadía: “Thiriart, guiado por su pragmatismo y su
voluntad revolucionaria ha definido en los últimos números de “La Nación
Europea” las líneas esenciales de lo que denominaríamos como
nacional-bolchevismo de dimensión europea” (25).
Es este pensamiento el que estará en el origen del nacimiento de una
nueva corriente política y doctrinal nacional-bolchevique al inicio de los 80.
EL ASÍ LLAMADO “NAZI-MAOÍSMO”: LA
REALIDAD MÁS ALLÁ DE LA INJURIA
No se puede hablar de la síntesis nacional-comunista sin recordar
aquello que los grandes periódicos han llamado de manera impropia e injusta el
“nazi-maoísmo”.
El 27 de abril de 1978, el órgano “bien pensante” “L’Unitá”, periódico
del Partido Comunista Italiano, publicaba en primera página con el título “El
lenguaje de Freda y de las Brigadas Rojas” un extracto del opúsculo escrito por
el teórico de la “Desintegración del Sistema”, Franco Freda, en 1968 (26).
“L’Unitá” reencontraba en este texto expresiones que parecían sacadas de
uno de los numerosos comunicados de las Brigadas Rojas” y revelaba “pasajes
verdaderamente impresionantes por la identidad de lenguaje del jefe de un grupo
subversivo de la época con el de los jefes subversivos de hoy” (27).
Un bonito ejemplo de lo que la prensa dio en llamar “nazi-maoísmo”.
Hagamos saber que este término de nazi-maoísmo, deriva más del insulto que de
la ciencia política, se debe únicamente a los periodistas. En ningún momento,
las corrientes políticas incluidas en este vocablo lo han reivindicado como
propio. Veamos pues a que se refiere realmente.
La, así llamada, corriente nazi-maoísta se encarna principalmente a
través de las diversas fracciones de “Lutte du Peuple” que derivan directamente
de los restos de Joven Europa de la que recogen parte de la doctrina. “Jean
Thiriart… no es propiamente el maestro, pero es aún un referente muy serio para
todo lo que concierne a Europa” (28).
Lutte du Peuple nació con su fracción italiana Lotta di Popolo. Esta
organización salió de la fusión de resto de Giovane Europa, representante de
Thiriart en Italia, con diversos grupos estudiantiles. Rápidamente se crearon
organizaciones hermanas en España, Alemania y Francia.
La fracción francesa, la más importante después de la italiana, la
“Organisation Lutte du Peuple” (O.L.P.) se funda en 1971 con algunos
nacionalists de izquierda provinientes de “Ordre Noveau” y de socialistas
europeos de “Pour une Jeune Europe” (no confundir con la Jeune Europe de
Thiriart con la que no tenían ningún vínculo). Su líder era entonces Yves
Battaille. “En Italia toman contacto con diversos grupos extraparlamentarios,
pero más en particular con los elementos más avanzados del nacionalismo
europeo, éstos últimos… crean la organización “Lotte di Popolo”. De regreso a
Francia, los nuevos militantes europeos han puesto las bases de un nuevo
movimiento: no es más que la réplica de “Lotta di Popolo”. La fracción francesa
de la O.L.P. había nacido” (29).
La fracción alemana es la “N.R.A.O”, la National Revolutionare Aufbau
Organisation.
La ideología de las diversas facciones de la O.L.P. presentan una mezcla
de las tesis de Thiriart con un maoísmo a la europea. Si la reivindicación de
una Europa unida y comunitaria viene directamente de Joven Europa, la O.L.P.
presenta una importante variación ideológica: el maoísmo que para Thiriart era
un simple aliado táctico, se convierte en un modelo político a seguir, en un
ejemplo.
Como insiste Yannick Sauveur, autor de uno de los raros y serios
estudios socio-políticos sobre la O.L.P.: “Si, en definitiva, se admite la
realidad de una corriente nazi-maoísta, debemos decir que no es simplemente la
transposición del nacional-bolchevismo, no siendo el nazi-maoísmo el
nacional-bolchevismo de los años 70.
Ha cambiado la dimensión nacional. No es ya Alemania sino Europa. Del
mismo modo tampoco el bolchevismo es el mismo que el de los años 30. Ahora es
Mao, cuyo aporte ideológico, práctico… es indiscutiblemente considerable.
Finalmente, la Europa comunitaria y unitaria que quiere realizar la O.L.P. un
es ni más ni menos que la transpolación de la obra de Mao adaptada al cuadro
europeo y al a mentalidad del pueblo europeo” (30).
Las diversas facciones de la O.L.P., desaparecen sin dejar herederos a
mitad de los años 70 sin resucitar jamás ni desembocar en alternativa política,
la francesa por debilidad, la italiana bajo los golpes de un poder
ultra-represivo.
LA ACTUAL SÍNTESIS NACIONAL-COMUNISTA
Después de la desaparición de Joven Europa en 1969 y de las sucesivas
desapariciones de sus epígonos franceses e italianos, se necesitará mirar a los
años 80 para ver resucitar las ideas de Thiriart y una nueva corriente política
que se puede calificar como nacional-comunista o nacional-bolchevique.
En junio de 1984 se funda en Charleroi el Partido Comunitario Nacional
Europeo, el P.C.N. Desde su fundación este partido rechaza categóricamente las
calificaciones de “derecha” e “izquierda” y ofrece una síntesis que se puede
llamar nacional-comunista (31).
Resaltan en este nuevo partido, tanto la personalidad de sus fundadores
como la firme voluntad de fusión entre europeísmo y socialismo.
El nuevo partido, desde su fundación, asume la totalidad de las posiciones
doctrinales de Joven Europa posteriores a 1965 (época a la que se refiere el
P.C.N., con su nuevo nombre, y con el de su revista “La Nación Europea”) y
defiende las tesis comunitaristas en materia de Europa unitaria y comunitaria.
El partido concurre a las elecciones legislativas belgas de 1985 y no es
por casualidad que la única entrevista publicada del presidente del partido
aparecida en los periódicos con ocasión de estas elecciones fue en el diario
socialista de Charleroi “Le Peuple”, entrevista favorable, con el título
“L’Europe jusqu a Vladivostok” (32).
A partir del 1988, el P.C.N. continúa desarrollando su proyecto unitario
anti-sistema acercándose a la asociación Europe-Ecologie.
En las elecciones legislativas belgas de noviembre de 1991, el partido
continuará su camino y volverá a presentar bajo sus siglas un cartel electoral
abierto tanto a formaciones de extrema derecha como la “Liga Le Pen” o los
restos del “P.F.N.” de Bruselas como a nacionalistas de izquierda de la
“Alliance Republicaine Nationaliste Wallone” o la “Association Europe-Ecologie”
(33).
Los periodistas honestos que se han ocupado de esta original formación
no han dejado de subrayar la extrañeza de ésta a las tradicionales
clarificaciones políticas.
Después de que C. Boursellier en su libro “Les ennemis du systeme”
consagrase un largo espacio a la corriente nacional-comunista (34), Manuel
Abramovicz describirá las posiciones anti-sistema del partido en un artículo
del mensuar “République” (35).
También los adversarios del “P.C.N.” reconocen su carácter atípico. Así
el “Antisemitism World Report” de 1993, publicado por el “Instituto de Asuntos
Hebreos” escribe “el P.C.N. no es una organización de extrema derecha…” (36).
Igualmente característico de las posiciones nacional-bolcheviques es la
marcada orientación al este del nuevo partido. La revista que servirá como
principal medio de expresión del “P.C.N.” “Conscience Européenne” en 1983
incluirá un suplemento bilingüe francés y ruso, titulado “Rusia también es Europa”.
Desde su fundación el partido defenderá la idea de una fusión entre las dos
europas, la occidental y la formada entonces por el bloque soviético. El
partido defenderá la teoría según la cual las fronteras orientales interiores
de la U.R.S.S. son también las de Europa.
Del trabajo doctrinario desarrollado por Jean Thiriart y por el P.C.N.,
desde 1983, tomaron forma las principales corrientes actuales
nacional-comunistas o nacional-bolcheviques. Así en Rusia la revista “Elementy”
o el Frente Nacional-Bolchevique hacen referencia a las ideas de Thiriart”
(37). En Francia el movimiento Nouvelle Résistance, nacido de una escisión
nacional-revolucionaria decidida a romper con la extrema derecha del movimiento
Troisiéme Voie, hará importantes referencias a Thiriart y al trabajo del P.C.N.
(38). Estos defienden más que nunca las posiciones anti-sistema y la voluntad
de una síntesis nacional-comunista que fueron sus metas desde el momento de su
fundación, de forma particular a través de la voluntad de crear un “Frente
Unido Negro/Verde/Rojo” que agrupe a nacional-revolucionarios,
nacional-comunistas y ecologistas en un movimiento unitario anti-sistema
(39).En Italia es la revista “Orion” la que asume explícitamente el
nacional-comunismo. Representantes oficiales en Italia de las fuerzas de la
oposición rusa, Partido Comunista incluido, mantienen contactos regulares de
intercambio y de colaboración con grupos de la izquierda revolucionaria y del
Partido de la Refundación Comunista, alguno de cuyos exponentes colaboran
regularmente en Orion. En España, esta corriente está representada por la
asociación “Alternativa Europea” que publica la revista “Tribuna de Europa”.
EL EMERGER DEL NACIONAL-BOLCHEVISMO EN
RUSIA
El actual debate en los grandes periódicos sobre el
nacional-bolchevismo, ha nacido en gran parte del emerger de una corriente
nacional-bolchevique en Rusia. No es casualidad que está hoy en un primer
plano, por una parte, debido a la profunda crisis por la que atraviesa
actualmente Rusia después del estallido de la Unión Soviética, y por las
maniobras del Imperialismo apoyados por Gorbachov y Yeltsin que han conducido
al pueblo ruso a apoyar soluciones radicales que aún no son posibles en Europa
Occidental y por otra parte porque el terreno político está propicio a una
unión de la oposición al sistema, ya sea nacional-revolucionaria o
nacional-comunista, frente a un adversario común y frente a las graves amenazas
que se ciernen sobre el futuro de Rusia.
Era normal que las fuerzas que personificaban el orden, el progreso y el
futuro reaccionaran juntas contra el cosmopolitismo y la dominación
imperialista. De esta forma los grandes periódicos han podido hacer llamativos
titulares sobre la alianza entre los “pardos” y los “rojos” y artículos
tendenciosos destinados a tergiversar la realidad.
La realidad política rusa es un notable ejemplo de dos aspectos de lo
que actualmente se ha dado en llamar la “tentación nacional-bolchevique”. En
primer lugar una colaboración entre nacional-revolucionarios, extrema derecha y
fuerzas del viejo aparato comunista, éste es el único aspecto que actualmente
subrayan los periodistas del Sistema. Esta colaboración encontró su expresión
política en la creación del Frente de Salvación Nacional.
El segundo rasgo de la realidad nacional-bolchevique, verdadera esencia
de esta corriente política encontró también su consecución pública en mayo de
1993 con la construcción del Frente Nacional-Bolchevique dirigido por Aleksander
Dugin y Edward Limonov.
El manifiesto fundacional de este movimiento recoge las profundas
preocupaciones de la corriente nacional-bolchevique en Europa. También hay que
remarcar el hecho de que se subraya el papel de precursor de joven Europa en la
difusión de las ideas nacional-comunistas en la Europa de hoy: “La lucha
política en Rusia ha llegado a un punto crítico. La fase de resistencia está
agotada, así pues la oposición tradicional (puramente emotiva y de protesta) ha
quedado caduca. El periodo de resistencia ha terminado, se inicia el periodo de
salvación nacional. La nueva etapa exige nuevos métodos, nuevas formas y nuevos
instrumentos de lucha. Es por esto que consideramos necesario y urgente la
creación de una estructura política e ideológica radical de tipo nuevo que
responda a las exigencias de la Historia. Esto será el nacional-bolchevismo”
(40).
Este manifiesto precisa las preocupaciones del nuevo movimiento, que son
las mismas que las de la corriente nacional-bolchevique en Europa: “¿Qué es el
nacional-bolchevismo? Es la confluencia de las formas más radicales de la lucha
social y de la lucha nacional, eso el es el nacional-bolchevismo. Hasta ahora
las dos ideologías, nacional y social se han podido entender mediante
compromisos y uniones temporales y pragmáticas: en el nacional-bolchevismo se
unirán en una entidad inseparable. Tentativas de unión de las dos corrientes ya
se han dado en el pasado, desde los jacobinos pasando por Ustrialov, Niekisch,
hasta la Joven Europa de Thiriart. Nosotros tenemos la determinación de
realizar esta convergencia sumamente importante. La revolución social es
sinónimo de revolución nacional y la revolución nacional es sinónimo de
revolución social” (41).
Con este manifiesto se cierra el círculo. Del precursor Niekisch a
Thiriart, el Frente Nacional-Bolchevique, constituido por el Partido
Nacional-Radical, el Frente de Acción Nacional-Revolucionario, el Movimiento de
la Nueva Derecha, el Movimiento de Apoyo a Cuba y la Unión de la Juventud
Comunista, realiza en Rusia las esperanzas nutridas en los años 20 por algunos
pensadores e ideólogos de vanguardia.
NACIONAL-BOLCHEVISMO Y FASCISMO
Es preciso recordar las relaciones existentes entre el
nacional-bolchevismo y el fascismo, nacidos ambos en la misma época histórica.
Decididamente rechazamos la historiografía marxista que, por razones
esencialmente de táctica al inicio de los 20 y posteriormente por motivos de
propaganda hace del fascismo una ideología burguesa y reaccionaria.
Es seguro que el fascismo, así como el nacionalismo-revolucionario, el
nacional-bolchevismo o el marxismo-leninismo, pertenece a la escuela socialista
y en particular nació como el leninismo, de la corriente blanquista del siglo
XIX.
El fascismo de hecho, nació en la izquierda con Mussolini, y bajo la
influencia de Georges Sorel. Es, de hecho, el resultado de una revisión del
marxismo y del socialismo, donde el papel jugado por la clase trabajadora en la
lucha de clases queda reemplazado por la nación. Será, por otra parte, el
típico camino que llevó del socialismo al fascismo en los años 30 el que
tomaron Marcel Deat o H. de Man.
No hay que caer en los análisis sumarios sobre el fascismo, que tienden
a relegarlo como un movimiento de extrema derecha. En particular, no hay que
dejarse engañar por la recuperación de la simbología fascista realizada por
ciertos movimientos reaccionarios de extrema derecha. El ejemplo de la España
franquista es revelador. Antes de la Guerra Civil de 1936-39, la Falange
Española de José Antonio Primo de Rivera es calificada por la derecha española
como “bolchevismo de derechas”. Una vez terminada la guerra civil, la derecha
reaccionaria franquista se apropió de la Falange, dejando morir a José Antonio
bajo las balas de un pelotón de ejecución republicano.
Vaciada de su contenido revolucionario y social, los restos de Falange,
reducidos a un mero decore externo, no sirvieron más que de excusa a un régimen
reaccionario que se apoyaba principalmente en la Iglesia y el Ejército.
Por otro lado el fascismo difiere fundamentalmente del
nacional-bolchevismo. Si los dos son una alianza de una ideología social y otra
nacional, su diferencia fundamental estriba en su relación con el marxismo.
Para el movimiento fascista, el marxismo es un rival en el camino que lleva a
la revolución. Por lo tanto es necesario neutralizarlo y abatirlo de ahí la
importancia dada al anti-comunismo en la ideología fascista. Para el
nacional-bolchevismo, al contrario, el marxismo o el comunismo no son rivales,
son como mínimo aliados y como máximo tendencias que es necesario integrar en
un movimiento unitario. Este es el sentido profundo de la fusión
nacional-comunista que quiere realizar el nacional-bolchevismo. Este es el
recorrido político y doctrinal de los nacional-bolcheviques y
nacional-comunistas, tanto en los años 20 y 30 como hoy.
NACIONAL-BOLCHEVISMO Y
NACIONAL-SOCIALISMO: DOS OPOSICIONES IRREDUCTIBLES
Es necesario recordar la relación entre el nacional-bolchevismo y el
nacional-socialismo, ya que ambos nacieron en la Alemania de Weimar, a inicio
de los años 20. Lo que hemos dicho de las relaciones entre fascismo y
nacional-bolchevismo, vale también para este caso.
Hay que referirse también a la distinción clásica hecha por el
historiador italiano Renzo de Felice (42) que sitúa claramente a la izquierda
los orígenes del fascismo italiano y a la derecha los del nacional-socialismo
alemán. Estos dos movimientos habrían iniciado, desde un extremo diferente el
mismo camino, para llegar a una solución similar: la realización de una
ideología de tipo socialista y nacional.
La marca de la extrema derecha sobre el nacional-socialismo es
innegable, cuando se examina su contenido racista. Esta claro que los
fundamentos del pensamiento de la extrema derecha pangermanista y racista del
siglo XIX están presentes desde el principio en el seno del
nacional-socialismo. Son éstos los que hacen diverger profundamente al
nacional-bolchevismo y al nacional-socialismo. Esta práctica racista, que
consiste en particular en rechazar al mundo eslavo y ver en el este de Europa
un territorio de expansión vital para el germanismo, llevaron obviamente al
nacional-socialismo y al nacional-bolchevismo a posturas totalmente opuestas.
Después del advenimiento del III Reich, los nacional-bolcheviques se
colocaron claramente en la oposición al nacional-socialismo. La mayor parte de
ellos fueron perseguidos y encarcelador. Wolffheim morirá en un campo de
concentración, mientras que Niekisch saldrá en penosas condiciones en 1945.
Bajo el III Reich los nacional-bolcheviques estaban en una oposición declarada
al régimen. Serán éstos, en particular los que apoyaron la red de espionaje
filo-soviética, impropiamente llamada “Orquesta Roja”, apelativo totalmente
impropio referido a quien no fue comunista sino nacional-bolchevique.
Algunos nacional-bolcheviques se hicieron un espacio en el III Reich y
continuaron defendiendo, en la medida de sus posibilidades la teoría de una
apertura al este. Serán en particular el caso del Frente Bund, dirigido en
Hamburgo por el doctor Hessemaier, del que ya hemos hablado.
Será sobre todo el caso de Joseph Goebbels, ex-militante
nacional-bolchevique, quien mirará al movimiento socialista pensando en
realizar la pendiente revolución social. En el III Reich, el doctor Goebbels
mantendrá marcadas simpatías hacia la U.R.S.S., y al final de la guerra, cuando
la mayor parte de los dirigentes alemanes intentaron una paz separada con los
anglosajones para seguir la guerra en el este, Goebbels intentará hacer
tentativas en el sentido opuesto. A propósito no se puede dejar de citar
sorprendentes palabras, extraídas de su diario de 1925: “Ningún zar ha
comprendido nunca al pueblo ruso como lo ha hecho Lenin. Ha dado al ciudadano
ruso aquello que éste ha visto siempre en el bolchevismo: la libertad y la
propiedad” (43). Para después añadir: “El ligamen con occidente significa
renuncia para siempre. Nosotros nos ponemos por lo tanto al lado de Rusia en la
lucha por la libertad” (44).
MARXISMO-LENINISMO Y
NACIONAL-BOLCHEVISMO
Es necesario recordar las relaciones entre el marxismo-leninismo, en
cuanto ideología política, y el nacional-bolchevismo. Si dirigentes comunistas,
como Karl Radek, mostraron su interés por el nacional-bolchevismo, la escuela
oficial marxista-leninista rechazó esta tendencia. Desde el 1919, los
espartaquistas, corriente oficial representada en la Internacional, habían
comenzado a expulsar de sus cargos a los nacional-bolcheviques. Éste fue el
origen de la escisión en el K.A.P.D., ya recordada a propósito del grupo
hamburgués de Laufenberg y Wolffheim. Después de 1920, éstos fueron excluidos
del propio partido, el K.A.P.D. El nacional-bolchevismo se debió desde entonces
y hasta el inicio de los años 30, convertirse en Alemania en una tendencia
proviniente únicamente del campo nacionalista.
La escuela marxista-leninista estaba (y estará siempre) extremadamente a
disgusto con el nacional-bolchevismo. En efecto, le parecía una carencia en su
propia doctrina. El Komitern, la Internacional Comunista entonces dirigido por
Lenin, a propósito de la revolución mundial desarrolló en efecto dos tácticas
diferentes. Para los países desarrollados se trataba de lanzar una revolución
de tipo soviético a partir de las fuerzas proletarias. Para los países
colonizados o semi-colonizados, que hoy llamaríamos en vías de desarrollo, la
Internacional y el propio Lenin desarrollaron por el contrario una estrategia
de tipo nacional-revolucionario o nacional-comunista. Se trataba de buscar la
unidad entre revolucionarios nacionalistas y comunistas. Mao debía dar a esta
teoría su pleno desarrollo y darle una inesperada posteridad histórica.
Nación desarrollada y capitalista, la Alemania de los años 20 no podía,
evidentemente entrar en esta categoría leninista.
La posición de los primeros nacional-bolcheviques en el enfrentamiento
con el comunismo es también múltiple. El nacional-comunismo hamburgués, por
ejemplo, representa una auténtica fusión entre los valores nacionalistas y una
ideología leninista. Los nacional-bolcheviques llegados de otros ambientes,
como por ejemplo Niekisch, habrían por el contrario desarrollado tendencias
políticas que tendrían a la unidad de revolucionarios nacionalistas y
comunistas en un camino unitario contra la República de Weimar, y en política
exterior auspiciaban una unión entre Alemania y la U.R.S.S. contra las
potencias de la Entente con una voluntad de revancha y de renacimiento de la
patria alemana.
Habría que hablar de la corriente del profesor Friedrich Lenz, con su
revista “Der Vorkampfer” para ver reaparecer una auténticamente
nacional-comunista. El profesor Lenz entre 1930 y 1933, en efecto desarrolló
una síntesis original que fundirá la ideología marxista y nacionalista. A
partir de conceptos marxistas desarrolló en particular una interesante teoría
económica, que partía tanto de las teorías de Marx y las de Friedrich List, el
gran teórico alemán del “nacionalismo económico”.
En particular Lenz escribió “Tenemos por objetivo, como dice Hegel,
ceñir nuestra época mediante el pensamiento, para adquirir conocimiento de las
bases sistemáticas, es decir a partir de la teoría, tener la capacidad de
ordenar políticamente las contradicciones sociales. En esta síntesis, Hegel
será complementado con Lenin y List con Marx. Ningún análisis de las
transformaciones internacionales de estructura puede escaparse a tales guías”
(45).
Este es, después de los trabajos del grupo hamburgués, un típico ejemplo
de fusión entre el marxismo y el nacionalismo-revolucionario. A propósito de
las teorías de Marx, Lenz afirmó en particular que “su análisis científico de
la realidad económica es un arma indispensable también para el nacionalismo”
(46).
Se distinguen por lo tanto dos tendencias divergentes a propósito del
marxismo-leninismo en el seno de la que comúnmente se llama la corriente
nacional-bolchevique.
De una parte una tendencia a no ver en él más que un aliado táctico.
Este fue el sentido del debate entre intelectuales de extrema derecha y
comunistas tanto en los años 20 como hoy. Estos intelectuales de extrema
derecha permanecieron, no obstante fundamentalmente opuestos al marxismo.
La segunda tendencia, que se dio en el grupo hamburgués de Wolffheim y Laufenberg
así como el del profesor Lenz, es la que intenta una fusión doctrinal
utilizando los conceptos comunes tanto a la ideología nacionalista como al
marxismo-leninismo.
Los trabajos doctrinales de Jean Thiriart desde comienzos de los años 80
y los desarrollados desde el mismo período por el P.C.N. asumen esta última
tendencia. A este propósito, este partido debió presentar al Comunitarismo como
una “ideología de síntesis que quiere fundir ideologías marxista-leninistas y
nacional-revolucionarias. En una síntesis doctrinal ofensiva: el socialismo del
siglo XXI” (47).
REVOLUCIÓN CONSERVADORA Y
NACIONAL-BOLCHEVISMO
Las relaciones entre la Revolución Conservadora y el
nacional-bolchevismo deben ser aclaradas. El término Revolución Conservadora
designa en efecto a una corriente política presente en la Alemania de Weimar y
se le llamó así debido al estudio que le consagró Armin Mohler en 1950 (48). La
expresión fue usada anteriormente por Arthur Moeller Van Den Bruck, uno de los
teóricos de la época.
El profesor Louis Dupeux, en su tesis sobre el nacional-bolchevismo
dedica gran parte al análisis de las relaciones entre esta corriente y la
Revolución Conservadora a la que calificó como sustento ideológico del
nacional-bolchevismo” (49). Es esto la principal crítica que se le puede hacer
a su obra. Para el profesor Dupeux el nacional-bolchevismo es una tendencia
radical de la Revolución Conservadora. Esta relación la establece a partir de
cierto número de convergencias en símbolos y de vocabulario común que se dan en
ambas tendencias. Sin embargo esta asimilación es totalmente inadecuado.
En efecto la Revolución Conservadora, en cuyo primer plano encontraremos
el pensamiento de Moeller Van Der Bruck (50) o de Spengler (51) se basa
principalmente en un rechazo fundamental del bolchevismo y en una visión
romántica e idealizada de una pasada edad de oro. Y estas, además de las
características de los movimientos conservadores en Europa y en particular en
Francia.
En oposición a ésta, el nacional-bolchevismo es no sólo una ideología
revolucionaria, que busca la alianza o la fusión doctrinal con el bolchevismo,
sino que además las tesis nacional-bolcheviques son de una sorprendente
actualidad (nunca miran al pasado) ya sean las tesis a favor de la economía autárquica
de los grandes espacios de la economía de potencia, de la definición del Estado
o de la glorificación de la técnica.
Así pues la cuestión de la convergencia de vocabulario o las relaciones
entre individuos no nos deben engañar por poner un ejemplo, no porque los
social-demócratas y los bolcheviques se refieren ambos al marxismo son de una
misma escuela política.
Basta, por otra parte, ver las actuales posiciones de los herederos del
nacional-bolchevismo y de los de la Revolución Conservadora. Hoy, los
principales corrientes nacional-comunistas en Europa se definen como enemigos
declarados de la extrema derecha conservadora, y lo hacen expresamente
partiendo de las mismas posiciones de sus antecesores de los años 20 y 30 (52).
NACIONALISMO-REVOLUCIONARIO Y
NACIONAL-BOLCHEVISMO: DOS CORRIENTES DE UNA MISMA FAMILIA
Es asimismo indispensable precisar las relaciones entre el nacionalismo
revolucionario y el nacional-bolchevismo. El nacionalismo revolucionario, fue
una importante corriente política presente en la mayor parte de los países
europeos en los años 20. En la Alemania de Weimar, y en particular con los
hermanos Jünger y su “neo-nacionalismo” representó una corriente intelectual y
política que tuvo una importante resonancia.
El nacional-bolchevismo se debe situar a la vez dentro y fuera de esta
corriente, de la que representa la expresión más revolucionaria. Por otra parte
es el nacional-comunista Laufenberg quien usa por primera vez la expresión de
“Nacionalismo Revolucionario”: “Dentro del Partido Nacional Alemán comienza la
reparación de los ambientes más activamente idealistas de la intelectualidad
que siempre habían sido los grandes defensores de la idea nacial y entre los
cuales, su vanguardia reconoce hoy que en las actuales condiciones generales de
los objetivos nacionales, éstos no pueden realizarse más que con medios
revolucionarios. Así los laboratorios intelectuales son atraídos hacia los
movimientos comunistas… El movimiento nacional-revolucionario y el movimiento
social-revolucionario se aproximan uno al otro: no tienen una organización
común, pero su encuentro político se realiza en la práctica” (53).
En la época actual las dos corrientes políticas van siempre
estrechamente ligadas. Los actuales nacional-comunistas se sitúan ellos mismos
dentro del campo nacional-revolucionario. Este es, por ejemplo, el camino del
movimiento Nouvelle Résistance en Francia, del Frente Nacional-Bolchevique en
Rusia, de Orion en Italia o de Alternativa Europea en España que se presentan
abiertamente como una síntesis de las ideologías nacional-comunistas y
nacional-revolucionarias.
Conviene también precisar las relaciones entre estas dos corrientes. El
nacional-comunismo es de hecho un desarrollo radical y ultra-revolucionario del
nacionalismo revolucionario propio. El nacionalismo-revolucionario mantiene en
efecto ciertas aprensiones en su relación con el marxismo-leninismo, al que
considera todo lo más como un simple aliado.
El nacional-comunismo, realiza, una fusión ofensiva entre dos corrientes
ideológicas, en una síntesis dinámica.
NACIONAL-BOLCHEVISMO Y “NAZISMO DE
IZQUIERDA”
Es preciso analizar lo que se ha dado en llamar el “nazismo de
izquierda”, cuyas figuras más destacadas fueron los hermanos Otto y Gregor
Strasser, representantes del ala socialista y revolucionaria del movimiento
nacional-socialista. Éstos se opusieron a Hitler desde el inicio del
movimiento. Gregor fue asesinado durante la purga del 30 de julio de 1934 (la
célebre “noche de los cuchillos largos”) mientras que su hermano Otto animará
un movimiento nacional-socialista de izquierdas de resistencia al régimen
hitleriano, el “Schwarze Front” (Frente Negro) (54).
Al inicio de los años 60, y esto es lo que más nos interesa en este
estudio, Otto Strasser, conquistado para la causa unitaria europea (55),
concederá dos entrevistas a las publicaciones de Joven Europa, hacia las que
manifestará sus simpatías (56).
El nazismo de izquierda no fue sin embargo parte de la corriente
nacional-bolchevique. Como éste hace prueba de una voluntad de apertura al este
y se opone a todas las “cruzadas” contra la U.R.S.S. (en esto se opone a las
teorías hitlerianas de la “Drang nach Osten”) manifiesta también una notable
voluntad socialista. Pero sus posiciones en la relación con el
marxismo-leninismo le alejan fundamentalmente del nacional-bolchevismo. En
efecto, para los nacional-socialistas strasserianos, se trataba de sacar a las
masas proletarias del marxismo, para llevarlas al campo del
nacional-socialismo. No se trata por lo tanto de una voluntad de alianza con
los comunistas o de fusión con ellos.
El profesor Dupeux escribió en este sentido: “No es correcto asimilar a
Otto Strasser al nacional-bolchevismo como muchos hicieron en su época y
todavía hoy hacen muchos autores” y añade: “Si la izquierda nacional-socialista
se refería sinceramente a la lucha de clases y buscaba la cohesión de las masas
proletarias su objetivo implícito era el consolidamiento o más bien el
advenimiento de las clases medias” (57).
La expulsión de los hermanos Strasser del partido nacional-socialista
(N.S.D.A.P.) no impedirá que ciertos nacional-socialistas de izquierda se
hicieran una posición en el partido. Será en particular el Doctor Goebbels,
ex-secretario de Gregor Strasser, quien se convertirá en Ministro de Propaganda
y de Cultura Popular, sin renunciar sin embargo a sus orientaciones socialistas
y revolucionarias.
NI IZQUIERDA NI DERECHA: EL
NACIONAL-BOLCHEVISMO CONTRA EL SISTEMA
A propósito del nacional-bolchevismo, el profesor Dupeux escribió: el
nacional-bolchevismo es ciertamente la mas ambigua de las creaciones del
vocabulario político de la República de Weimar” (58). Y las dudas asaltaron
tanto al historiador como al periodista cuando trata de caracterizar las
posiciones nacional-bolcheviques. “¿Se trata de la extrema derecha, de la
extrema izquierda o de la extrema izquierda de la extrema derecha?”.
En 1960, el primer libro importante consagrado a esta realidad por Otto
Ernst Schuddekop fue titulado “Liben leute von rechts” que se puede traducir
como “gente de izquierdas de la derecha” (59). Un título que revela todo la
ambigüedad del fenómeno cuando se intenta explicar con las categorías
tradicionales del tablero político de los regímenes occidentales de la época
moderna. ¿Los nacional-bolcheviques son los fascistas de extrema izquierda o
los bolcheviques de la extrema derecha?.
Lo absurdo de la pregunta y de los vocablos utilizados muestra
claramente que la clasificación política derecha/izquierda es totalmente
incapaz de reflejar la realidad de ideologías revolucionarias y atípicas como
lo son las ideologías nacional-bolchevique o nacional-comunista.
Y no se puede dejar de pensar en la célebre cita del gran filósofo
español Ortega y Gasset, citada frecuentemente por los nacional-bolcheviques
contemporáneos: “Ser de izquierdas o ser de derechas son dos formas que se
ofrecen al hombre para ser imbécil, ambas son dos formas de hemiplejia moral”
(60).
El nacional-bolchevismo o la “convergencia de los extremos, el pasar de
uno al otro, la fusión entre los representantes de ambos” son fenómenos
explicables para quien razone con las clasificaciones políticas clásicas del
régimen que van de la extrema derecha a la extrema izquierda donde derecha o
izquierda se presentan como campos opuestos e irreductibles. Fascismo o
Estalinismo, bolchevismo o extrema derecha no pueden encontrarse jamás y toda
convergencia aparece, a los ojos de los especialistas del “prêt a penser” conformista,
como contranatura.
El escritor polaco Malynske opone la unidad de acción entre los extremos
al compromiso histórico y denuncia claramente la coincidencia de interés que
unen a la burguesía y la burocracia de partidos y sindicatos de régimen: “Contra
este bloque de la insolencia democrática, de la rapacidad financiera y de la
dominación, debe surgir el bloque de la extrema izquierda y de la extrema
derecha” (61). Pone igualmente el acento sobre una “cierta afinidad profunda
entre los que se llaman extrema derecha y extrema izquierda, pues por extraño
que parezca son precisamente las dos partes del tablero social contemporáneo
entre los cuales si no se mira superficialmente, no existen en realidad
intereses irreductibles, ni antítesis de aspiraciones. Al contrario, esta
irreductibilidad y esta antítesis existen necesariamente entre las dos partes
en el enfrentamiento de la burguesía” (62).
UN PRECURSOR: GEORGES SOREL
No se puede recordar los diferentes corrientes nacional-bolcheviques o nacional-comunistas,
ya sean de los años 30 o de la época actual, sin recordar la figura de Georges
Sorel, el gran teórico del socialismo y del sindicalismo revolucionario (63).
Georges Sorel es una figura casi única en la intelectualidad francesa de finales
del siglo XIX y principios del XX.
A partir de 1907, Georges Sorel, opositor al régimen demoplutocrático
burgués y al sistema liberal dominante en Francia, será el alma de un
acercamiento entre los que desde la extrema derecha y la extrema izquierda rechazaban
al sistema, es decir, los nacionalistas, cuya figura emblemática era Maurice
Barrés, los monárquicos de Charles Maurras, y los sindicalistas revolucionarios
provinientes de la corriente blanquista de izquierda (64).
A través de las revistas, la “Revue critique des idées et des livres”
(1907), “La cité francaise” (1910) y después “L’Independence” (1911-1913).
Georges Sorel será el artesano de una importante agitación intelectual en la
que participarán tanto los teóricos del nacionalismo integral monárquico
maurrasiano como los nacional-revolucionarios como Maurice Barres, los
pre-fascistas como Georges Valois, así como también numerosos sindicalistas y
teóricos de la extrema izquierda, en particular Edouard Berth y Daniel Halevy.
La influencia y la repercusión de Sorel en Europa, es frecuentemente
reconocida sobre Lenin. Mussolini reconocerá siempre su deuda con este gran
teórico socialista. El provenía de los cuadros del socialismo revolucionario de
inicios de siglo. Después de la guerra, la influencia de Georges Sorel se
dejará sentir también en el movimiento fascista francés de Georges Valois. Pero
sobre todo, sus teorías encontraron una importante prolongación en las
tendencias nacional-revolucionarias y nacional-bolcheviques que aparecieron en
la Alemania de los años 20 y 30 (65).
Sorel fue el teórico de la “huelga general” en la que veía el medio para
derribar el régimen burgués. No se puede dejar de aproximar sus concepciones a
la de los nacional-comunistas hamburgueses Wolffheim y Laufenberg, para los que
la acción parlamentaria debía desaparecer ante la “huelga de masas” capaz de
obligar al estado burgués a retirarse progresivamente hasta que el proletariado
ejerciera definitivamente su dictadura.
Georges Sorel no llegó a ver los importantes efectos de su influencia
doctrinal, morirá en 1922 sin ver el desarrollo de la U.R.S.S. ni la victoria
de Mussolini en Italia. El mismo día de su muerte el Gobierno Bolchevique del
nuevo Estado Soviético y el Estado Fascista Italiano intentaron ocuparse de su
entierro. La imagen final de un destino sorprendente que muestra como las
nociones de “derecha” e “izquierda” poco representan para un pensador
revolucionario.
En particular, Sorel fue con Georges Valois, el animador del “Círculo
Proudhon” y agrupaba a monárquicos, nacionalistas y sindicalistas
revolucionarios.
Un camino que no puede sino recordar al de la actual oposición
patriótica rusa que agrupa tanto a comunistas como nacionalistas-revolucionarios
y monárquicos rusos. A este respecto es particularmente relevante el número 1
de la revista “Elementy” animada, por Aleksander Duguin, que muestra las tres
banderas de la oposición patriótica unida en la bandera roja comunista, la
bandera tricolor (66) con el águila bicéfala de los monárquicos y la bandera
negra de los nacional-revolucionarios (67).
DEL CONFORMISMO AL INSULTO: EL ACTUAL
“DEBATE” EN LA PRENSA
En la introducción a este artículo hemos recordado el fenómeno
periodístico que en el verano de 1993 ha propiciado el nacional-bolchevismo. Un
pseudo-debate se ha abierto en los grandes periódicos franceses, desde
“Liberation” (67) a “Le Monde” (68), “Globe” (69) y “L’Evenement de Jeudi” (70)
y que luego a pasado a periódicos de otros países como Bélgica, Italia y España
(71). Este debate surgió como un ajuste de cuentas interno de Georges Marchais
a la cabeza del partido. Ha tenido también origen en una campaña de prensa
surgida meses antes en Alemania a propósito de un gran escándalo político
surgido por el encuentro de uno de los vice-presidentes del Partido de la
Democracia Socialista, el P.D.S. (nuevo nombre del Partido Comunista Alemán)
con uno de los responsables de Ofensiva Nacional, una formación clasificada
como de extrema derecha.
A propósito de esto, los periodistas alemanes hablan de
nacional-bolchevismo y denuncian la “tentación” que en este sentido existe en
Alemania. en especial “Der Spiegel” le consagró varios artículos.
Este debate alemán tuvo también eco hace algún tiempo con ocasión de la
publicación de un artículo titulado “National-Bolchevisme, un spectre allemand”
en el número 87 de la revista “Les dossiers de l’Historie” (72). Contrariamente
a los artículos ya recordados, este artículo representa un estudio un poco más
serio, habiendo claramente atendido a la tesis del profesor Louis Dupeux,
aunque sin citarla nunca. Este artículo sin embargo carece de profundidad
histórica, pues solo ven en el nacional-bolchevismo una tentativa alemana, ya
sea la de los años 29-30 o la de hoy en día los autores del artículo ignoran
visiblemente la expansión del fenómeno nacional-bolchevique en la Europa de los
años 60 y en particular la actual realidad de varios países de Europa.
El pseudo-debate en los grandes periódicos se ocupa solamente con un fin
polémico, se ocupó solamente con un fin polémico (visiblemente de uso interno
en el Partido Comunista Francés, donde permite un argumento contra las
facciones opuestas) de la convergencia entre ciertos intelectuales de la nueva derecha,
como Alain de Benoist y los intelectuales comunistas. Desde estos artículos
también se “acusa” a algunas revistas no conformistas como “Le Choc du Mois” o
“L’Idiot International” publicado en París por el valiente no conformista
dotado de un especial talento Jean-Eden Hailler (73) donde escriben tanto
pensadores clasificados de “comunistas” como escritores de extrema derecha.
Sea por ignorancia, por voluntad de censura, los periodistas que
escriben estos artículos evitan continuamente hablar de la otra realidad del
fenómeno nacional-comunista a finales de este siglo XX, es decir de las
diferentes realidades políticas como las organizaciones integradas en el Frente
Europeo de Liberación.
La falta de dignidad de la mayorías de estos artículos no merece perder
el tiempo con ello visto y caen fácilmente en el insulto y la injuria política.
En este sentido es necesario todavía revelar una “perla”. En el semanal
“Globe” del 7 de julio de 1993, un tal Laurent Dispot dirige una carta abierta
panfletaria a Georges Marchais, calificándolo como “comunista nacional
Messerschmit” (74) y se refugia en el refrito de la vieja fábula del “partido
de los fusilados” (el autor ignora sin duda que la colaboración fue también, y
en gran medida, un asunto de la izquierda y la extrema izquierda, comunistas
incluidos). Dispot propone, como remedio al peligro “nacional-comunista” que él
denuncia, la unión europea y lo que el llama “un socialismo europeo”. Es verdaderamente
notable que en artículos que se pretenden bien informados, un periodista
simplemente ignora que la mayoría de los movimientos nacional-comunistas
contemporáneos, desde Lisboa a Moscú, defienden esta construcción europea en
línea con Joven Europa y en un sentido mucho más profundo que no los tímidos
avances de la social-democracia europea presentados como panacea universal. Es
cierto que el autor no ha oído sin duda hablar nunca ni de Jean Thiriart, ni de
la Escuela Euro-Soviética.
El tono general de esta campaña de prensa se pone en evidencia al ver
citar en repetidas ocasiones como obra de referencia “Los lenguajes
totalitarios” de Jean Pierre Faye, publicado en 1972 (75) y redactado sobre la
base de una documentación incompleta y a menudo interesada, obra llena de
errores que el profesor Louis Dupeux denunció ya en su tesis. Es sintomático
que esta última obra de consulta, la única existente hasta ahora, no se cita ni
una sola vez en los numerosos artículos aparecidos en la prensa durante el verano
de 1993.
Es revelador también que no se citen ni un sola vez en estos artículos
el nombre de los nacional-comunistas hamburgueses de 1918, Wolffheim y
Laufenberg. Es cierto que estos fueron auténticos comunistas, que estuvieron en
el origen del primer movimiento nacional-comunista en Alemania y Europa. Es
también cierto que la trayectoria de Laufenberg dentro de la corriente
doctrinal comunista es importante y extremadamente incómoda para los
especialistas conformistas del prêt a penser, como subraya Louis Dupeux: “Vemos
como la tesis de la “aplastante mayoría del pueblo” adoptado por Laufenberg,
será recogida -y por dos veces- por los comunistas ortodoxos” (76).¡Una tesis
que será la base del trabajo de los juristas constitucionales soviéticos hasta
hoy en día! (77).
La otra característica principal de este debate intelectual es su
excesiva positividad. Los numerosos artículos son en efecto consagrados a
algunas figuras de los ambientes intelectuales parisinos (los pocos autores
rusos citados, lo son para contribuir al debate del microcosmos parisino). La
dimensión europea del nacional-bolchevismo contemporáneo, su verdadera
dimensión política más allá de cualquier cenáculo de intelectuales parisinos,
es totalmente ignorada en esta campaña de prensa.
LA ALTERNATIVA NACIONAL-BOLCHEVIQUE
El fracaso del sistema político dominante es cada día más sorprendente.
La economía mundial capitalista, bajo la hegemonía de EE.UU., ha proclamado su
victoria sobre el sistema comunista, pero al mismo tiempo ha llegado al estadio
final de su decadencia. La economía a escala mundial no es posible. La
imposibilidad de apertura de nuevos mercados conduce inevitablemente a la
formación de gigantes económicos y a la guerra entre ellos.
La dialéctica nacional-bolchevique es de hecho una respuesta a la
degradación de la situación social, económica y política actual, al fracaso del
sistema educativo, a la incapacidad de asegurar el pleno empleo, al crecimiento
de la pobreza y del desempleo, al retorno de la miseria social, que cada día
señalan el fracaso del sistema capitalista y de la partitocracia de los
pseudo-demócratas que la encarnan. La alternativa nacional-bolchevique es la
respuesta al fracaso del modelo americano, con su pretensión de dominar la
economía mundial y su voluntad de jugar el papel de gendarme del mundo.
CONTRA EL DESBOCAMIENTO DE LA OPOSICIÓN
AL SISTEMA. LA DIALÉCTICA NACIONAL-BOLCHEVIQUE
La oposición al Sistema, en toda Europa, está atomizado desde el final
de la Segunda Guerra Mundial. Las reacciones son a menudo locales, regionales
de tipo “poujadista”, es decir, sin voluntad revolucionaria, sin cohesión, sin
planificación. Esto es lo que hasta hoy ha salvado al Sistema. La oposición al
Sistema que comprende un amplio arco político-social, comprende tanto a la
oposición nacional (en la extrema derecha), como a la oposición comunista (en
la extrema izquierda), la oposición neo-poujadista de las clases medias o la
oposición de las diferentes corrientes ecologistas, no desemboca en ninguna
amenaza real hacia el Sistema. Estando estas oposiciones enfrentadas entre
ellos, y no habiendo coordinación entre los mismos, son reabsorbidos por el
Sistema movimiento a movimiento, contestación a contestación.
La dialéctica nacional-bolchevique quiere responder al fracaso de las
oposiciones aislados, un fracaso que revela claramente que en la oposición al
Sistema falta más cerebro que corazón. Y como ha subrayado Lenin, Gramsci y
Thiriart, un partido revolucionario. Sin partido revolucionario, no hay
revolución, sin unificación revolucionaria, política, organizativa y teórica,
nada de unificación de la oposición. La cuestión clave de esta unidad de la
oposición al Sistema y de su estructuración es el centro del debate abierto por
el nacional-bolchevismo, tanto a comienzos de los años 20 como en este final
del siglo XX.
¿ALIANZA PARDO/ROJA O FRENTE UNIDO
NEGRO/ROJO/VERDE?
La prensa del Sistema, con la intención de desacreditar la alternativa
nacional-bolchevique, ha elaborado grandes titulares sobre la alianza de los
sediciosos “pardos” y “rojos”, alejados de toda realidad política. Es evidente
para cualquier observador lúcido, o simplemente honesto, que el punto central
del nacional-bolchevismo no es en absoluto una alianza entre sediciosos
neonazis y comunistas arcaicos, sino la unidad de las fuerzas dinámicas de la
oposición al Sistema: los “pardos”, los nostálgicos neonazis, no tienen ningún
puesto en esta unión y no son más que simples marionetas animadas por los
servicios secretos de Washington o Tel Aviv, para sembrar en Europa el odio y
la división.
Hoy la finalidad de la estrategia nacional-bolchevique es organizar la
revuelta, canalizar el descontento. Es cierto que cuando los pseudo-movimientos
de oposición situados en la extrema derecha (como el Frente Nacional francés o
el M.S.I -hoy Alianza Nacional-) o los ecologistas, hayan dado prueba de su
incapacidad para organizar esta revuelta y de convertirse en una alternativa al
Sistema, el camino estará ya por fin abierto a un movimiento auténticamente revolucionario.
Será la hora del nacional-bolchevismo. En este sentido el ejemplo de la
Revolución Rusa de 1917 está lleno de significado histórico. Después de los
liberales de febrero, después de Kerensky, llegaron los bolcheviques y la
Revolución de Octubre.
HOY, EN TODA EUROPA, LOS MILITANTES NACIONAL-BOLCHEVIQUES PREPARAN SU
OCTUBRE
NOTAS
(1) Louis Dupeux, “Strategie Comuniste
et dynamique conservatrice sur les differents sens de l’expression
“National-Bolchevisme” en Allemagne, sous la Republique de Weimar (1919-1933)”,
tesis presentada en la Universidad de Paris 1 el 28 de noviembre de 1974, Ed.
Libreire Honoré Champion, Paris 1976.
(2) “Les compagnos de route de la galaxie national-bolchevique” en “Liberation”, Martes, 29 de junio de 1993.
(2) “Les compagnos de route de la galaxie national-bolchevique” en “Liberation”, Martes, 29 de junio de 1993.
(3) Pol Mathil,
“Fiction politique ou politique sans fiction? L’alliance
des bruns et des rouges” en “Le Soir”, 3/4 de julio de 1993.
(4) Sobre Joven Europa: Yannick Sauveur
“Jean Thiriart et le National-Communitarisme europeén”, tesis presentada en la
Universidad de Perugia en 1978. Tercera edición en cuatro volúmenes, Ed.
Machiavel, Charleroi 1985 y “Dossier Jean Thiriart” en “Vouloir” nº 97,
enero-marzo de 1993.
(5) Sobre el Partido Comunitario
Nacional-Europeo y su discurso político y doctrinal, consultar una breve y
honesta síntesis de Manuel Abramowicz, “L’etrange P.C.N.” en “Republique” nº 5,
octubre de 1992.
(6) Louis Dupeux, op. cit, capítulo III
“Chantage au bolchevisme et bolchevisme allemand au printemps 1919″ p. 67.
(7) El 6 de noviembre de 1918 estalla
la revolución comunista en Hamburgo. Militante de extrema izquierda, Wolffheim
juega un papel de primer plano, tomando la cabeza de soldados y mineros
amotinados. Es en Hamburgo donde se proclama la República Socialista por
primera vez en Alemania. Un “Consejo provisional de obreros y soldados toma el
mando de la revolución. Laufenberg, también él militante comunista, es elegido
presidente del Consejo.
(8) Durante el congreso clandestino del
K.P.D. en Heidelberg, en octubre de 1919, la dirección spartakista (Levi)
obtiene fraudulentamente la exclusión del grupo hamburgués, opuesto a la
dirección del Partido. Los excluidos hamburgueses se llevan a la mayoría de los
adheridos al K.P.D. que rápidamente pierde más de la mitad de sus 100.000 afiliados.
En abril de 1920 se creó el K.A.P.D., del cual Wolffheim y Laufenberg fueron
brevemente los líderes. Ante la importancia de la escisión el Komitern, a pesar
de su estatuto, debe aceptar la adhesión de este segundo partido comunista a la
Internacional. Ésta se convirtió en un escenario donde se enfrentaron el K.P.D.
y el K.A.P.D., el primero de los cuales fue el que finalmente prevaleció y se
quedó sólo.
(9) L. Dupeux, op. cit., capítulo IV
“1923, La crise de la Rhur et la ligne Schlageter del Partido Comunista
Alemnán” p. 207.
(10) La posición de Radek frente al
nacional-bolchevismo evolucionó rádicalmente. En 1919, es un adversario
declarado de los nacional-comunistas hamburgueses. Cuatro años más tarde, en el
seno del Komitern defiende la política de la mano tendida a los nacionalistas.
(11) El 9 de mayo de 1923, el consejo
de guerra francés de Dusserldorf condena a muerte al lugarteniente Schlageter,
jefe de los cuerpos francos, por sabotaje. Schlageter ajusticiado, es el
primero. Este hecho tendrá una fuerte repercusión en Alemania. Hitler hizo de
Schlageter el primer martir de su causa.
(12) “Der wanderer ins nichts”, novela
de F. Fresa que pone en escena la muerte de un lugarteniente de los cuerpos
francos contra los comunistas espartaquistas.
(13) “Warren
Lerner, Karl Radek, the lasts internationalist”, Standord, 1970.
(14) Sobre la obra revolucionaria de
Joven Europa: “De Joven Europa a las Brigadas Rojas”, ed. Alternativa Europea,
1995.
(15) Jean Thiriart, “Vers una paralyse
du Régime” en “Jeune Europe” nº 22, junio de 1965, pag. 2
(16) En partiular en 1975, declaraba en
una entrevista a la revista universitaria “Les Cahiers du C.D.P.U” nº 12: “He
comenzado, muy joven, como sabéis un “camino”, mi “busca del Graal político” en
el Partido Comunista. Era en los tiempos de Stalin”.
(17) Ver la reflexión de Marcel
Ponthier, titulada “Influences” en “La gran nation. L’Europe de Brest a
Bucarest”, Bruselas, octubre de 1965.
(18) Jean Thiriart, con el seudónimo
Tisch, “L’Europe et l’U.R.S.S., un Rapallo européen: porquoi pas?” en “Nation
Belguique/Jeune Europe” nº 85, 2 de marzo de 1962.
(19) Jean Thiriart, “La grande nation,
l’Europe unitaire de Brest a Bucarest”, op. cit., pag. 60.
(20) Sobre las relaciones entre el
Comunitarismo y la economía socialista: Luc Michel “Le avenir du Socialisme, le
Socialisme de l’avenir: le Communautarisme national-européen” en Jean Thiriart
y L. Michel, “Le socialisme communautaire” nº especial de “Conscience Européenne.
nº 4, 1985.
(21) Jean
Thirirat, “106 questions sur l’Europe. Entretiens avec le
journaliste espagnol B. G. Mugarza”, Ed. Machiavel, 1985.
(22) Jean Thiriart, “Echiquier mondial
et national-communisme”, en “La nation européenne”, nº 11, 15 de noviembre de
1966, p. 13.
(23) Revista “Medunarodna Politika”
Belgrado nº 392/393, Agosto 1966.
(24) “De Joven Europa a las Brigadas
Rojas” op. cit. y J. Cuadrado y L. Michel, “Revolution Européene ou Tradition?”
nº especial de “Conscience Européene” nº 12.
(25) ?
(26) ?
(27) Claudio Mutti, notas
complementarias a la segunda edición de “La Desintegración del Sistema” de G.
Freda, ed. Alternativa Europea. pp. 53-54.
(28) Yannick Sauveur, “L’Organisation
Lutte du Peuple, un mouvement national-bolchevik?”, Conferencia de ciencia
política París, sin fecha, pag. 11.
(29) Ibid, pag. 3.
(30) Ibid, pag. 22.
(31) Sobre la trayectoria del P.C.N.
cfr.: Manuel Abramovicz, “Le longe marche du P.C.N.” en “Extreme droite et
antisemitisme en Belgique de 1945 a nous jours”. Editions EPO, Bruselas, 1993.
pp 45-49 y Thierry Mudry, “Quand un homme classé a l’extreme droite utilize le
corpus doctrinal marxiste-leniniste. La notion de Parti historique
révolutionnaire au P.C.N.” en “Vouloir”, nº 32, otoño 1986.
(32) L. Michel, “P.C.N. européen
jusqu’a Vladivostok”, entrevista en el diario socialista “Le Peuple” 13 y 15 de
septiembre de 1985.
(33) Cfr. “L’extreme droite francophone
face aux elections du 24 novembre 1991″ en “Courrier Hebdomadaire du CRISP”, nº
1350, mayo 1992 y “Droit de réponse du P.C.N.” suplemento del “Courrier du
CRISP” nº 1353, mayo 1992.
(34) C. Boursellier, “Des
nationalistes… prosovietiques” en “Les enemies du systeme” Ed. R. Laffent,
Paris 1989 y “National.communisme: le socialisme sans lutte des clases” en
“Extreme droit, l’enquete”, ed. F. Bounin, Paris, 1992.
(35) Manuel
Abramowicz, op. cit.
(36) “Belgium”
en “Antisemitism World Report 1993″, Institute of Jewish Affairs, 1993.
(37) “Comunicato nº 1 sulla
constituziones del Fronte Nazional-Bolscevico” en “Orion”, nº 106, p. 32.
(38) C. Bouchet, “Résistance
européenne, la retour de Jean Thiriart”, en “Nationalisme et République”, julio
1993.
(39) Cfr. L. Michel, “On va
l’opposition nationale-européene?” nº especial de “Nation Europe”, julio 1993.
(40) “Comunicato nº 1 sulla
constituzione del Fronte Nazional Bolscevisco” en “Orion” nº 106 p. 32.
(41) Ibid.
(42) Renzo de Felize “Cles pour
comprendre le Fascisme”. Editions Seghers, Bruselas.
(43) J. Goebbels en
“Nationalsozialistische Briefe” 15 de octubre de 1925.
(44) Ibid.
(45) L. Dupeux, op. cit. cap. XVII
“Entre Bismarck et Karl Marx, le Vorkämfer” p. 433.
(46) Ibid.
(47) “Actes du IIéme Congrés du
P.C.N.”, junio de 1986, Charleroi, 1986.
(48) Armin Mohler, “La Rivoluzione
Conservatrice”, Akropolis, 1990.
(49) L. Dupeux, op. cit. , cap. I, “La
revolution conservatrice arnere plan ideologique du national-bolchevisme”.
(50) Arthur Moelle van den Bruck es en
particular el autro de un libro de gran repercusión en la República de Weimar
titulado “El III Reich”, una de las obras de referencia de la Revolución
Conservadora. Después de 1933 Hitler se apropió de esa esta expresión y le dio
otro significado.
(51) Sobre los teóricos de la
Revolución Conservadora (y también del nacional-socialismo) cfr. E. Vermeil,
“Doctrinaires de la Revolution Allemande”, N.E.C., Paris.
(52) “Sobre la lucha de los
nacional-comunistas de hoy contra la extrema derecha” cfr. “Droit de réponde du
P.C.N., en “Le Soir”, mayo de 1993.
(53) Citado por L. Dupeux, op. cit.
(54) Otto Strasser,
“Le Front Noir contre Hitler”, Ed. Marbout, Verviers, 1972.
(55) Strasser era en particular el
autor de un libro titulado “Europaische Föderation. Die Schweiz als Vorbild
Europas”, publicado en 1936, Reso-Verlag, Zürich, donde auspicia el modelo suizo
como referente para la unificación europea.
(56) “Nation Europe”, 4 de marzo de
1962 y “La Nation Européene” nº 13, 15 de enero de 1967.
(57) L. Dupeux,
op. cit. cap. XX “Otto Strasses e’fait-il national-bolcheviste?” pag. 493.
(58) L. Dupeux,
op. cit. cap. I.
(59) Otto-Ernst
Schuddenkopf, “Linke leute von rechsts. Die national-revolutionäre minderheiten
un der kommunismus in der Weimarer Republik, Stuttgart, 1960.
(60) José Ortega y Gasset, “La rebelión
de las masas”.
(61) E. Malynski, “L’empreiinte
d’Israel”, Paris, p. 38-41.
(62) Ibid.
(63) Sobre Sorel cfr. Fernand Rossignol
“Pour connaitre la pensée de G. Sorel”, Bordas, Paris, 1948.
(64) Cfr. Zeev Sternhell, “La droite
revolutionnaire, 1885-1914″, Sevil, Paris, 1973.
(65) Cfr. M.
Freund, “Georges Sorel. Der Revolutionäre Konservatismus”, ed. Vittorio
Klostermann, Frankfurt/Main, 1972.
(66) En cuanto a la bandera tricolor
usada por los nacional-bolcheviques en Rusia no es la blanca azul y roja,
diseñada por el zar Pedro I en 1667, partidario de una occidentalización de
Rusia, sino la negra, amarilla y blanca deseñada en tiempos del zar Alejandro
III por un primer ministro alemán y que representó de 1858 a 1883 al Imperio
Ruso. También aparece en las manifestaciones nacional-bolcheviques junto a ésta
última y la bandera soviética, otra representando a la Rusia anteiroa a 1667,
la llamada “Bandera de San Andrés” blanca cruzada por dos aspas azules. cfr:
Diario ABC, 27 de diciembre de 1991.
(67) “Elementy”, nº 1, 1992.
(68) Francois Bonnet, “Les Compagnons
de route de la galaxie national-bolchevik” y “Entrevista con Didier Daeninckx,
De fortes convergences ideologiques” en “Liberation”, 29 de junio de 1993.
(69) “Le Monde” ha publicado una serie
de artículos y entrevistas sobre eltema desde el 26 de junio de 1993.
(70) Elie Leo y René Monzat, “Quand
l’extreme gauche flirte avec l’extreme droite. L’affaire du national-communisme
á la françcaise” y M. N. “Rouges et bruns: una veille historie d’amour” en
“Globe” nº 21, 30 de junio de 1993 y Dossier especial “La resucée du
national-communisme, des apprentis Hitler?” en “Globe”, nº 22, 7 de julio de
1993.
(71) Karl Laske y René Monzart, “Au
dessus d’un n id de cocos mutants” en “L’Evenemetn du Jeudi” nº 453, 8 de julio
de 1993. El artículo es presentado con la siguiente “introducción”: “En los
comités de redacción rojo-pardos y en los coloquios de recomposición política,
el nacionalismo de izquierdas busca tímidamente su camino, la nueva derecha le
tiende la mano”.
(72) Pol Mathil, op. cit. en “Le Soir”
3/4 de julio de 1993.
(73) “National-bolchevisme: un spectre
allemand” en “Dossier: les neo-nazis aujour’hui” “Les Dossiers de l’Historie”,
nº 87, 1993.
(74) Jean-Edern Hallier, polemista y
escritor de talento, lleva una valerosa lucha contra la mafia “socialista” de
los Tapio, Mitterrand, Long y Fabius. Le ha valido un escandaloso proceso donde
el especulador Tapie intenta arruinarle, con la complicidad de una magistratura
adormecida, en particular por haber publicado el fichero judiciario real aunque
prescrito por anmistía de Tapie. La revista de Hallier “L’idiot International”
ávida de libertad individual y de no-conformismo, e igualmente vigorosamente
comprometida contra el imperialismo y su Nuevo Orden Mundial.
(75) Laurent
Dispot, “Lettre ouverte á monsieru Marchais communiste national Messerschmitt”
en “Globe”, nº 7, op. cit.
(76) Jean Pierre Faye, “Los lenguajes
totalitarios”, Madrid 1974.
(77) Louis Dupeux, op. cit.
(78) Sobre el argumento cfr. José
Cuadrado Costa, “Reflexions sur les ouvres de Clausewitz et Carl Schmitt,
Actualité de Clausewitz” en “Conscience Europénne”, nº 16/17, mayo-junio de
1987
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