viernes, 13 de marzo de 2015

LA REBELIÓN PARA LA REVOLUCIÓN



 

Durante bastante tiempo, la gente joven ha intentado encontrar salidas y soluciones tanto en la izquierda como en la derecha más radical desde posiciones dogmáticas que obligaban a "tragar" con todo lo que había en el sector elegido, incluso con todo lo que no es positivo hoy porque tampoco lo fue ayer.

La insumisión ante esta situación hace que diversas agrupaciones y colectivos de las más antagónicas procedencias confluyan en un espacio geopolítico totalmente desertizado, el rechazo hacia todos los esquemas vigentes y más todavía si son de carácter partidista, la acuñación de una personalidad propia sin ser solución de continuidad de nada preexistente, la aceptación, comprensión y aplicación de los diversos periodos revolucionarios y de sus protagonistas, así como la condición social trabajadora de los que formamos estos colectivos nos hace tomar una actitud consciente de rebeldía que toda la juventud obrera militante practica de forma inconsciente al servicio de los santones de la vieja política. Por eso nadie debe leer estas páginas esperando encontrarse con un etiquetaje político concreto y ajustado a su idea, pues de todos asumimos y rechazamos algo, en cuanto al término socialista profusamente empleado en esta editorial nada tiene que ver con el significado habitual que se le da y sí mucho con un estado de ánimo totalmente nuevo, joven y distinto.

Barricada de Octubre es así el inicio de una era de redefiniciones en cuanto a teorías, organizaciones y trabajo a las que en mayor o menor medida, no escapa formación alguna, pues las posiciones de un partido o fracción implican las de otros en cuanto como adversarios, referentes o aliados potenciales. De esta manera intentamos reconstruir el valor de cada sector, para a modo de conclusión, concretar los rasgos generales de la producción ideológica en una formación alternativa a todas las demás compuestas por lo mejor y más capaz de éstas.

Pero no queremos el "apoyo moral" por mucho que se nos ofrezca desde los burdeles políticos donde cualquier persona honrada solo puede sentir náuseas. Queremos que tú que estás leyendo ésto tomes parte en la lucha, que te responsabilices del trozo de frente que te corresponde en esta guerra popular contra la explotación, el imperialismo y por la libertad de todos los pueblos de Europa. Hay infinidad de puestos por ocupar, las radios libres en su intento por llevar la verdad a todos, los comités anti-OTAN y contra el imperialismo soviético, para echar a los invasores de nuestro suelo, las asambleas de trabajadores en defensa de sus reivindicaciones, en el seno de los sindicatos para conducir a éstos a un proceso revolucionario, en los grupos ecologistas, en los círculos culturales, en todos los lugares donde se pueda manifestar la protesta contra el actual estado de cosas que los jóvenes hemos heredado. Hay que arrancarles de las manos las organizaciones obreras que los ahijados del capitalismo y la burguesía tengan en sus manos. Pero pobre y sin sentido sería forjar un movimiento sobre la base del simple racionalismo economicista y físico, por muy heterodoxo y disidente que éste fuera. Por el contrario, y siguiendo las geniales ideas de uno de los filósofos que más nos han influenciado, Georges Sorel, nosotros no venimos a pelear solamente por una solución a la vida material de todos y cada uno de nosotros, sino a hacer que ésta sea la proyección de una metafísica superior, el socialismo ético, el Mito de la Europa unida sobre cualquier utopía, el socialismo heterodoxo, voluntarista y aristocrático. El socialismo no necesita de ese racionalismo acabado tal como muchos lo entienden, pues según un discípulo de Sorel la revolución socialista es un acto de fe.

Pero todo lo anterior se define con una consigna: la rebelión para la revolución. Por rebelión entendemos la lucha contra el poder al que estamos sometidos, la disconformidad y el espíritu crítico como una constante de lucha. El esfuerzo para ser libres frente a una multitud de factores que nos impiden ser nosotros mismos. La lucha por no ser dominados por slogans, consignas, propagandas, y publicidad que machaconamente ofrecen los "mass media" del sistema.

La rebeldía que nace en nosotros es distinta a la violencia aun cuando ambas no tengan más remedio que unirse con frecuencia. No nos podemos quedar tan solo con un no a las cosas que no nos gustan, sino que somos conscientes de luchar por algo. No queremos ser la juventud apática que se conforma con quedarse en desencanto o el estar convencidos, pero no decidirse a luchar por miedo. La pasividad es nuestro peor enemigo y equivale a una vida desocupada y exenta de responsabilidades, nosotros reclamamos la necesidad de crear el futuro superando la continuidad degenerada de esta sociedad y de sus supuestos opositores.

A aquellos que pretendan dominarnos se lo vamos a poner muy difícil; ya pasó la época de protestar sin más y es hora de ir creando nuestra propia convivencia y nuestras propias formas de vida. En 1988 y de cara al futuro, tenemos el deber más que el derecho de la rebeldía, y si la juventud es rebelde por naturaleza, los jóvenes de hoy deben serlo más que los de otro tiempo y no porque hayan cambiado sustancialmente, sino porque ha cambiado el mundo en el que vivimos. Es por eso que queremos encontrar un sentido a la historia colectiva (nuestra situación vital) que nos ha tocado vivir en unas condiciones que no hemos deseado pero que nos han venido dadas.

Nuestra actitud no es la del asustado, ni la del débil de espíritu, sino bien al contrario la de aquellos que queremos vivir, y hacerlo de forma intensa y peligrosa, es aquella de los que sufrimos la realidad, pero no soportamos la injusticia, que jugamos con sus reglas pero haciendo trampas y combatiéndolas a la vez. En resumen se trata de destruir el presente que nos ofrecen como única forma de construir el futuro que queremos. Nosotros nos sentimos llenos de creyente responsabilidad frente a la historia, frente a nuestro pueblo y frente a toda Europa. Por ello y creyendo que Europa será reconstruida por aquellos pueblos que primero se sobrepongan al delirio de las masas para retornar al principio de la personalidad, no podemos dejar de poseer un profundo sentimiento socialista, única garantía de la justicia y de la nueva nación europea. Para nosotros ser socialista significa subordinar el yo al tu, sacrificar egolatría en pos de la comunidad. Socialismo es, en su sentido más profundo, servicio, privación para el individuo y desafío para todos, es el puente que va de derecha a izquierda o viceversa, sobre el que los dispuestos al sacrifico y al combate caminan para encontrarse. A ambos lados hay mucha masa estúpida. Pero algunos pocos, los mejores, están a la cabeza, solo ellos encontrarán la solución. Para ellos queremos ser puentes, poner nuestras anchas espaldas para que los demás tengan un camino.

Pero este abandono provocará la destrucción de los partidos. De los que se llaman socialistas. De los que se llaman socialistas, ninguno de ellos tiene derecho a hablar de socialismo, le han vendido en el intercambio comercial, los créditos financieros y los contratos que han firmado son el certificado de defunción de su redención socialista de la que tanto alardeaban. Y de los que se llaman nacionales o de derecha y no son más que instrumentos de destrucción de todo lo que pueda significar justicia, madrigueras de burgueses cobardes que no dudan en proclamar a los cuatro vientos que el pueblo gobierna, para correr a esconderse de la responsabilidad y lapidar a aquel que le hace frente a esta hipocresía. Si el trabajador fuera consciente de la fuerza que podría alcanzar su solidaridad, entonces nadie podría negarle su derecho a la vida. La clase trabajadora es siempre derrotada por su debilidad.

Editorial de Barricada de Octubre, 1,11-1988, pp. 1-2

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