lunes, 16 de marzo de 2015

LA EXTREMA DERECHA CONTRA MADURO Y PODEMOS O CÓMO HACER EL IMBÉCIL A CAMBIO DE NADA



Por Juantxo García


La incapacidad política de la extrema derecha española (probablemente la extrema derecha más analfabeta del continente) está alcanzando estas últimas semanas cotas de estupidez inauditas, señal inequívoca de que siempre puede caer a niveles más bajos de los que, en principio, se le supone.

Partiendo del manoseado "no somos de derechas ni de izquierdas" (aunque indefectiblemente siempre acaben abrevando como mansos corderitos en la derecha) y el hecho no haber leído ni una sola línea del gran pensador prusiano Carl Schmitt (¿para qué?), nuestros aprendices de "maidanes" locales se han lanzado a una cruzada (virtual, todo hay que decirlo) contra Maduro, el presidente de Venezuela, y la nueva formación política Podemos, a sus ojos las dos representaciones más torvas de Mefistófeles en este valle de lágrimas.

Antes de nada quisiera decir que ni Maduro es mi tipo (no tuvo Dios de su mano a Hugo Chávez a la hora de elegir delfín) ni los trotskistas reconvertidos a no-se-sabe-muy-bien-qué de Podemos son la gente con la que yo me iría de copas un sábado por la noche. O mucho me equivoco, o al señor que se le aparecen los pajaritos bolivarianos le quedan muy pocos telediarios, y a Podemos le espera mucha mejor suerte pero, que nadie se engañe, estos no nos los "guardias rojos" de Mao que nos pinta Aznar (el héroe de Perejil), sino una versión "hipster" de una enfermedad que ya hemos padecido en España: la socialdemocracia felipista de primeros de la década de los ochenta.

Una cosa es discrepar del bolivarianismo (ya sea en versión caribeña, ya en versión carpetovetónica), y otra cosa bien distinta es hacerle el juego a los buitres de derechona española, que es como decir hacerle la ola a Washington y Tel-Aviv.

Jugar a ser "democratillas" está bien para el "ABC" y "La Razón", portavoces de la burguesía adinerada y todopoderosa. Sus buenos cuartos les ha costado tener eso que se llama "credibilidad". Pero que un puñado de postfranquistas levante la bandera del tirano-malo-pueblo-oprimido resulta un auténtico sarcasmo, incluso para los lectores de "ABC" y "La Razón".

Lo que se está ventilado en Venezuela (como lo que se está ventilando en Donbass o Siria o el Mar de China o no a mucho tardar en la Patagonia) no son banalidades para entretenimiento de bobos que sueñan con ser el Capitán Trueno, sino cuestiones geoestratégicas de un enorme calado.

Señores y señoras de la extrema derecha española, meteos una cosa en vuestros cerebritos: al Pentágono le importa una mierda la democracia en Venezuela. Lo mismo le da el hebreo Capriles Radonski que cualquier gorila-echao-p'alante. Lo que a los norteamericanos les ocupa y preocupa son dos cuestiones para ellos medulares:

A. Cómo robar el petróleo venezolano, a ser posible con un gran baño de sangre para que las "nuevas autoridades" tengan mucho qué deberle al Tío Sam y, por supuesto, que en ese gran baño de sangre los cadáveres los pongan los propios venezolanos.

B. Cómo avanzar en la deconstrucción del proceso de emancipación de las Repúblicas iberoamericanas de los dictados de Washington, con el objeto de volver a hilvanar el "patio trasero"; esto es, el "interland" norteamericano por excelencia.

Al acribillar (virtualmente, insisto) la extrema derecha a Maduro y a Podemos, la extrema derecha no se ha embarcado en una causa santa ni ha enarbolado una límpida bandera justiciera, sino que se ha sumado (inconscientemente, por supuesto) a una acción ajena y, por ajena, nacida para desembocar en la frustración. Porque, vamos a ver, señoras y señores de la extrema derecha española, ¿en qué es mejor la Libia del caos de hogaño a la Libia de Muamar el Gadafi? ¿En que el petróleo se lo endosan las compañías petroleras norteamericanas? ¿Dónde queda la "democracia" que la OTAN iba a implantar en Libia? ¿Qué futuro le espera a Libia? Es más, ¿existe aún Libia?

Harían bien los chiquilicuatres del "paña-paña-paña", en lugar de perder miserablemente el tiempo oyendo al radiopredicador Jiménez Losantos y jugando a salvadores de Occidente, en bajarse de internet la "doctrina Le Pen" sobre política internacional del Frente Nacional francés, traducirla y, en caso de no asimilarla (lo más probable), dejarse de poses y rodeos "fachillas", y afiliarse directamente al PP, CDs, VOX, UPyD o cosas por el estilo.

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