“Haced de la causa del
pueblo la causa de la nación, y la causa de la nación será la
causa del pueblo”.
LENIN
LENIN
Este texto está
dedicado a:
Nanni de Angelis, asesinado por la policía política italiana.
Jacques Arthuys, muerto en un campo de concentración alemán.
Nicola Bombacci, asesinado por las milicias de la “resistencia” italiana.
Roger Coudroy, caído en combate en la Palestina ocupada.
Hans Formis, asesinado por la Gestapo,
Manuel Hedilla, condenado a treinta años de prisión por el Frente Popular Español, condenado a muerte por la reacción franquista.
Francesco Mangiameli, asesinado por la policía política italiana.
José Pérez de Cabo, asesinado por la reacción franquista.
Haro Schultze-Boysen, condenado a muerte y decapitado por orden de la reacción hitleriana,
Georges Valois, muerto en un campo de concentración.
Fritz Wolfheím, muerto en campo de concentración.
Francis Parker Yockey, asesinado por el FBI.
Y a todos aquellos que cayeron por la causa del pueblo y de la nación.
Nanni de Angelis, asesinado por la policía política italiana.
Jacques Arthuys, muerto en un campo de concentración alemán.
Nicola Bombacci, asesinado por las milicias de la “resistencia” italiana.
Roger Coudroy, caído en combate en la Palestina ocupada.
Hans Formis, asesinado por la Gestapo,
Manuel Hedilla, condenado a treinta años de prisión por el Frente Popular Español, condenado a muerte por la reacción franquista.
Francesco Mangiameli, asesinado por la policía política italiana.
José Pérez de Cabo, asesinado por la reacción franquista.
Haro Schultze-Boysen, condenado a muerte y decapitado por orden de la reacción hitleriana,
Georges Valois, muerto en un campo de concentración.
Fritz Wolfheím, muerto en campo de concentración.
Francis Parker Yockey, asesinado por el FBI.
Y a todos aquellos que cayeron por la causa del pueblo y de la nación.
“Todas las fuerzas revolucionarias dentro de un mismo estado están ligadas invisiblemente, a pesar de su mutua oposición. El orden es su enemigo común”.
ERNST JÜNGER
“Somos un pequeño grupo compacto, seguimos un camino escarpado y difícil, cogiéndonos fuertemente de las manos. En todas partes estamos rodeados de enemigos, y tenemos que caminar casi siempre bajo el fuego. Nos hemos unido en virtud de una decisión tomada libremente, para combatir al enemigo y no sucumbir al fango de al lado, cuyos huéspedes, desde el principio, nos acusaron de haber formado un grupo aparte y haber preferido la vía de la lucha a la vía de la reconciliación”.
LENIN
“En adelante es imposible justificar el nacionalismo en el marco capitalista de la sociedad. Hoy no puede haber nacionalismo, es decir, conciencia de la viva continuidad de la nación, que no sea al mismo tiempo revolucionario”.
THIERRY MAULNIER
“No somos ni derecha ni izquierda, pero si hace falta situarnos en términos parlamentarios, reiteramos que estamos a medio camino entre la extrema derecha y la extrema izquierda, por detrás del presidente, dando la espalda a la Asamblea”.
ARNAUD DANDIEU
“Ser de izquierda o de derecha es elegir una de las innumerables maneras que tiene el hombre de ser un imbécil; ambas son formas de hemiplejia moral”.
JOSÉ ORTEGA Y GASSET
Introducción
Un proyecto nacional-revolucionario para Europa comporta un análisis global de la situación del mundo, que debe constituir la base de nuestra estrategia y orientar nuestras perspectivas.
Balance internacional.
Durante el último decenio, la evolución del mundo se ha producido de una manera realmente inesperada. El hundimiento del bloque comunista europeo y la disgregación de la URSS, han ocasionado la casi desaparición de los países revolucionarios del Tercer Mundo. El Nuevo Orden Mundial impuesto por el sistema, protagonizado por el gobierno yanqui, parece haber triunfado para un largo período y ha sabido aplastar a sus pocos adversarios legitimando este aplastamiento en nombre de la moral (Panamá, Irak).
La desaparición del bloque comunista europeo no hace sino que presagiar, por lo que parece, la generalización de una economía liberal o paraliberal (con todas sus consecuencias: explotación, pobreza, paro, etc.) en la totalidad de Eurasia.
El panorama está muy negro, pero no hay que perder la esperanza. En primer lugar, la caída del comunismo nos ha demostrado que ninguna situación política, por fosilizada que parezca, es inevitable. Dos fenómenos de idéntica reacción ligados a la tierra y a la sangre (los verdes y los neonacionalistas) han conservado -o reencontrado- en el conjunto de Europa (aunque también en otras partes del globo) el apoyo de una parte importante de la población. Ello tiene una gran importancia, aun cuando estas reacciones tienen tendencia a dirigirse a callejones sin salida (nacionalismo reaccionario o agresivo, integrismo religioso, etc.), pues un porcentaje nada despreciable de la población se ocupa de valores próximos a los nuestros, pudiendo así obstaculizar la dominación del sistema.
¿Quiénes somos? ¿Por qué luchamos?
1.- Nuestro enemigo: el sistema occidental.
El sistema occidental es el resultado de una homogeneización ideológica a nivel planetario. Los valores de la sociedad de consumo, de la democracia liberal y del espíritu burgués se han convertido en la única referencia a la vez política, ética y cultural mundial. No hay un “director de orquesta desconocido” o “una mano escondida que dirige”, sino castas dirigentes políticas, económicas, religiosas, mediáticas, que defienden los mismos conceptos ideológicos, bases de su dominación. Estos conceptos son además aceptados (en mayor o menor medida según el nivel de desarrollo económico de cada país) por un amplio sector de la población, sea de manera consciente, sea bajo la influencia de los medios de comunicación (de este modo la creencia en la “mayoría silenciosa” o en el “país real” sustituye al delirio político).
Si las primeras manifestaciones de la ideología burguesa y consumista se remontan a la Edad Media, y aumentan con las revoluciones burguesas inglesas y francesas y con la declaración de independencia americana, sin embargo, la victoria total del sistema es muy reciente. Se trata del hecho de la colonización progresiva del conjunto del planeta por los intereses yanquis. Una colonización a veces militar, pero la mayoría de veces cultural, bajo múltiples formas: sectas neoprotestantes, productos culturales dirigiendo la ideología occidental (películas, cómics, dibujos animados, fast foods, etc.), élites del Tercer Mundo formadas en las universidades occidentales y adaptadas a sus valores y modo de vida, etc. El repentino hundimiento del bloque comunista ha fortalecido notablemente el poder del sistema occidental, que es ahora el único modelo posible.
Deben considerarse como vectores del sistema todas las estructuras internacionales (ONU, FMI, Interpol, OTAN…), todas las empresas multinacionales, todos los gobiernos del Gran Occidente y todos sus lacayos (incluyendo los partidos políticos).
Además hay que ser consciente de que la gran fuerza de este sistema se basa en su infinita capacidad para recuperar a sus adversarios. La eventualidad de gratificaciones conlleva el reciclaje natural de algunos (los ex-maoístas de Rotary, por ejemplo), los otros ven su lucha canalizada hacia ghettos políticos donde se organizan las protestas, jugando a la vez un papel de válvula de seguridad y de reserva de provocadores y de espantapájaros (esta es la triste suerte de casi todos los grupúsculos de derecha o de izquierda, que puede provocar que las fuerzas se anulen gracias a la oposición de los extremistas…).
2.- Nuestra historia. Orígenes.
No es el momento de hacer un profundo estudio de los orígenes históricos de nuestra lucha. Aun cuando tiene raíces más profundas, puede decirse que aparece en Europa durante la segunda mitad del siglo XIX con la fusión ideológica de las corrientes nacionalista y socialista-revolucionaria. En consecuencia, somos los herederos ideológicos de los “bras-nus” de 1.893, de Blanqui y de Proudhon, de Barres, de la Cocarde y del Círculo Proudhon. Aunque también de los “inconformistas de los años 30″, de Valois, del Hedillismo y Ramirismo en España, del futurismo y de los manifiestos de Verona y del Santo Sepulcro en Italia, así como del nacionalismo-revolucionario y del nacional-bolchevismo alemán. En Francia nuestra corriente tomó forma -de manera más o menos perfecta- desde principios de los años 60, en organizaciones como la Federación General de los Estudiantes Europeos, Joven Europa, la Organización Lucha del Pueblo, el Partido Comunitario Nacional Europeo y los Partisanos Europeos.
Es evidente que nuestra corriente doctrinal es universal y se encuentra bajo diversas formas en casi todos los países extranjeros. Los ejemplos más conocidos son Argentina con el peronismo y los Países Árabes con el nasserismo y el baassismo.
Nuestras Propuestas
A. Democracia
1.- Contra la democracia representativa.
Políticamente, la forma de gobierno adoptada por la sociedad occidental es la “democracia” representativa: el “pluralismo” de las facciones, la partitocracia antipopular.
Parlamentarismo y electoralismo constituyen los principales medios utilizados por el sistema para neutralizar los movimientos de protesta popular. Mediante su casta parasitaria de intermediarios políticos, el parlamentarismo alimenta la ilusión de una posibilidad de “cambio” sin atacar al sistema en su totalidad. Las numerosas elecciones organizadas por el Estado no sirven más que para designar entre las diferentes facciones aquellas que se encargarán de asumir la dirección oficial del régimen.
El “pluralismo” y la “democracia” representativa son ante todo la dictadura malolienta de un partido único: el partido del sistema que se extiende desde la extrema derecha a la extrema izquierda del espectro político.
2.- Por una democracia directa, total y descentralizada: el poder político, los medios de comunicación y la producción han de pasar a manos del pueblo.
Contra todos los totalitarismos, defendemos una concepción popular del poder y de su organización. Esta concepción se traduce en la democracia directa que permite al pueblo participar en todas las decisiones y ser dueño de su destino, sin intermediarios. Nada de soluciones a medias, la democracia directa debe ser total, a todos los niveles y debe concernir a toda la población. Debe conllevar una verdadera descentralización de las responsabilidades, las iniciativas y la dirección de las empresas, municipios y regiones, y todas las estructuras, tanto sociales como económicas, que intervengan en la vida del pueblo.
Poner en cuestión la actual “democracia” usurpadora y prevaricadora no es rechazar la democracia. El sistema ha conseguido que su modelo democrático sea siempre presentado como el único modelo viable, mientras que no se trata más que de una desviación de la democracia auténtica. La democracia liberal occidental es un medio de confiscación del poder de decisión, ejecución y gestión por parte de una oligarquía de espaldas al pueblo. La democracia directa afirma, contra todas las oligarquías y todos los sistemas de opresión, la primacía de la comunidad popular.
3.- Contra el sistema de partidos
Los partidos políticos actuales son, en su casi totalidad, las distintas ramas de un partido único -el Partido del Sistema- que va de la extrema izquierda a la extrema derecha. La “democracia” representativa pretende dejar expresarse a varios partidos y ceder la palabra al pueblo (o más bien representar su voluntad, pues es a partir de esta noción de representación cuando se impone el mecanismo de usurpación del poder), pero en realidad se trata de un partido único que monopoliza el poder.
El sistema no es más que una forma de hegemonía oligárquica extranjera sobre los intereses reales del pueblo. Los partidos políticos desempeñan el papel de pantalla entre la voluntad popular y el poder, distorsionándola en su provecho. En una verdadera sociedad democrática el pueblo debe poder participar sin intermediarios en todas las decisiones que afecten a la comunidad.
4.- Por la instauración de consejos populares, por la autogestión y la federación de las comunidades.
El modo de organización más específicamente popular y democrático es el poder de los consejos. Este tipo de organización política es conocido en Europa desde la aparición de los indoeuropeos y surge espontáneamente en cada período revolucionario.
El poder de los consejos, que camina a la par con la democracia directa y la descentralización, debe expresarse en el seno de toda la comunidad del pueblo mediante actos de decisión colectivos y asambleas generales cuyos delegados, cualesquiera que sean las estructuras afectadas, permanecen revocables por aquellos que los han nombrado. De esta forma, no existe divorcio entre el poder político y la sociedad civil.
Los consejos y las realidades sociales y territoriales que representan (empresas, universidades, comunidades, etc.) deben federarse libremente, al igual que autogestionarse de forma autónoma y solidaria.
5.- Por la elección democrática y la revocabilidad inmediata de todos los delegados políticos.
La situación actual de la sociedad muestra que la casta en el poder no está realmente escogida por todo el pueblo. No hay ninguna sanción que castigue sus faltas, sus abusos y sus crímenes.
El poder de los consejos y la práctica democrática directa imponen una nueva forma de dirección y de delegación política y social: elecciones democráticas reales, mandatos imperativos y revocabilidad inmediata, a todos los niveles, de todos los delegados que haya; es lo que reivindicamos.
B. Socialismo
1.- Contra el capitalismo y la dominación burguesa
El capitalismo es la forma económica antipopular por excelencia. Bajo cualquiera de sus formas, el modo de producción capitalista es siempre el mismo. Cualquier distinción entre un capitalismo nacional y un capitalismo internacional, o entre un capitalismo francés y anglosajón, debe rechazarse por ser un razonamiento hipócrita. Ya sea bajo formas liberales o bajo la forma, hoy en vías de extinción, del capitalismo burocrático de Estado, el capitalismo se basa en la explotación del hombre por el hombre, la sumisión de los intereses populares, tanto colectivos como individuales, a los mecanismos del capital, las coaliciones financieras y el sistema mercantil.
Las masacres, el terrorismo de estado, el deterioro general de las condiciones de vida, al igual que todas las explotaciones y alienaciones son manifestaciones inseparables de un capitalismo que ha conseguido el nivel planetario de su desarrollo.
El capitalismo genera el pensamiento burgués, es decir, la referencia obligada al dinero y a su poder, sea cual sea el nivel de riqueza del “burgués”.
Contra el capitalismo hay que construir el verdadero socialismo. Éste supone obligatoriamente una democratización total de la sociedad, la socialización de los medios de producción, la redistribución de la riqueza, la expropiación y el desmantelamiento de las coaliciones financieras antipopulares.
2.- Por empresas de talla humana y por la organización en consejos de los trabajadores.
Las empresas de tipo artesanal o familiar, las cooperativas de producción, deben proponerse convertirse en verdaderas comunidades de trabajo.
Las empresas de tipo capitalista deben ser gestionadas y dirigidas directamente por los trabajadores organizados en consejos. La emancipación de los trabajadores de la esclavitud capitalista sólo pueden llevarla a cabo los trabajadores mismos.
En las empresas, en el seno de la producción, en todos los lugares de trabajo, la emancipación significa organización en consejo y fin de las concepciones burguesas del trabajo.
Los diferentes responsables de las empresas de corte capitalista deben ser elegidos directamente, a todos los niveles, por los trabajadores, y ser sustituibles en cualquier momento. Las decisiones que afecten a la organización y las condiciones de trabajo deben tomarlas los consejos. Debe establecerse un plan de producción, pero los trabajadores deben poder determinar ellos mismos la política de su empresa en materia de fabricación, de reparto de las inversiones necesarias y de remuneración económica.
3.- Por la autogestión de las empresas y los organismos sociales.
La organización de los trabajadores en consejos permitirá la autogestión de todas las empresas. Esta autogestión debe extenderse igualmente a todos los organismos sociales.
En contraposición a la asistencia social controlada por el Estado-providencia, todos los organismos sociales deberían poder gestionarse y dirigirse por sus contribuyentes. Todos estos organismos deberían, pues, desnacionalizarse y liberarse de los feudos estatales y sindicales para pasar a manos de los trabajadores. La propiedad, la gestión y la dirección de todos los organismos sociales deben entregarse al pueblo.
4.- Por una sociedad solidaria y comunitaria.
Frente a la sociedad de exclusión contemporánea (en la que cada vez más sectores de la población se marginan e ignoran), conviene contraponer una sociedad de integración, solidaria y comunitaria. El objetivo de la democracia directa, de la descentralización y de los consejos es precisamente la integración de todos en la vida de la comunidad popular.
Nuestro proyecto comunitario se basa en la participación y rechaza la explotación. La realización de este proyecto necesita rupturas y luchas. Es necesario denunciar el espejismo de la “justicia social”, término utilizado a menudo para esconder posiciones reaccionarias y para evitar poner en cuestión radicalmente el orden capitalista, la dominación burguesa y la sociedad de consumo. La realización del socialismo es inseparable de la liquidación del capitalismo y de la burguesía, al igual que de la puesta en marcha de la autogestión, la creación de consejos y la revalorización de la conciencia y las solidaridades comunitarias. C. Liberación
1.- Contra la presencia militar norteamericana en Europa.
La política imperialista de EEUU afecta también a Europa, que está sometida, por medio de la OTAN, a una ocupación militar en toda regla bajo la apariencia de “colaboración” militar. La OTAN es el bastón de mando de la política imperialista yanqui en Europa. Con la bendición de la Alianza Atlántica, EEUU han acelerado su producción de armas químicas, que constituyen una amenaza terrible para la población civil, armas que no dudarán en utilizar si es necesario en el territorio europeo, ya que EEUU, potencia talasocrática, está seguro de no tener jamás que afrontar una guerra en su propio territorio.
Además, la OTAN, ese instrumento de ocupación y de dominación yanqui en Europa, está principalmente subvencionada por la esclava Europa.
Los nacional-revolucionarios exigen la expulsión de todas las tropas norteamericanas actualmente asentadas en Europa, la retirada de la OTAN de todos los países europeos que forman parte de ella, y el fin de la colaboración militar con EEUU.
2.- Contra el neo-colonialismo norteamericano.
EEUU no tiene oficialmente colonias; en los mapas ninguna frontera marca los límites del imperio yanqui. Sin embargo, se trata de un imperio de vocación mundial que basa su poder en la coacción, las maniobras, los tratados militares, las presiones económicas y el chantaje mediante las armas. En este imperio norteamericano su aliado natural y lógico, el estado-terrorista sionista, juega un papel primordial.
Ya sea a nivel económico o a nivel político, cultural o militar, el imperialismo de EEUU está omnipresente, directamente o por medio de sus hombres de paja (el Partido Americano), desde la extrema derecha hasta la extrema izquierda.
El imperialismo yanqui es la expresión activa y brutal de un bloque formado junto al capitalismo. Combatir al uno es combatir al otro.
Los EEUU son una potencia imperialista, una potencia de explotación y de colonización. Los intereses reales de Europa y sus pueblos son fundamental e irremediablemente incompatibles con los de los EEUU. Los partidarios de la unidad europea deben estar convencidos, si son sinceros, de la siguiente evidencia: no podrá haber unificación europea total y verdadera sin una previa liberación, condición imprescindible para conseguirla. Europa se levantará contra Washington expulsando las tropas de ocupación, expropiando todas las multinacionales norteamericanas presentes en nuestro suelo que protegen del peligro a sus marionetas europeas.
3.- Por una solidaridad activa con todos los pueblos en lucha por su libertad y su soberanía.
La lucha de los pueblos es una lucha de liberación. Cualquier lucha de liberación nacional, social o étnica, es por esencia una lucha anti-imperialista, y todos los luchadores anti-imperialistas son solidarios. Esta solidaridad de los pueblos oprimidos debe ser también la base de toda acción internacional de los nacional-revolucionarios.
4.- Por un Frente cuatricontinental contra el imperialismo.
Palestina, Cuba, Panamá, Libia, Granada, Irak, Tíbet… La lucha de los pueblos contra el imperialismo es mundial. Los frentes anti-imperialistas de América (incluidos los internos de EEUU y Canadá), Asia, África y Europa deben unirse solidaria y activamente frente al enemigo común.
Bases militares de ocupación, capitalismo explotador de los pueblos, lavados de cerebro mediante los medios de comunicación del sistema, dominación del dólar, desposesión cultural, explotación capitalista del entorno y recursos naturales, burguesías y partidos políticos colaboracionistas, etc.: el imperialismo es un fenómeno mundial que debe combatirse mundialmente.
Esta lucha implica la revolución. La liberación de los pueblos no podrá llevarse a término si no es por medio de grandes cambios políticos, culturales, económicos y militares. El Nuevo Orden Mundial no puede realizarse más que de manera mundial con la unión de todos los pueblos oprimidos. La revolución en un único país está condenada al fracaso. La ruptura, como la lucha, debe ser mundial.
5.- Por la autodeterminación y el libre acceso a la independencia de las últimas posesiones coloniales francesas.
Frente al imperialismo norteamericano y su empresa de esclavitud y disgregación de los pueblos, debe reivindicarse sin cesar el derecho de los pueblos. Los últimos vestigios del colonialismo francés deben poder acceder libremente a la independencia. Estos departamentos y territorios anexionados y conservados mediante métodos más o menos violentos deben, si así lo desean, poder convertirse en naciones libres y soberanas.
Hay que ir más lejos todavía y no dudar en poner en cuestión “la unidad sagrada” del artificial Estado-Nación francés, el mito de la “república única e indivisible” que ha consagrado la opresión de demasiadas comunidades populares: Bretaña, Córcega, Provenza, País Vasco, Flandes, Cataluña, Occitania, Alsacia, todavía hoy oprimidas por un estado centralista, deben poder disponer de un derecho incondicional a la autodeterminación y a reafirmar sin obstáculos sus identidades específicas.
D. Identidad
1.- Contra la nivelación mundial
El mundo occidental-capitalista, sometido al imperialismo norteamericano y a la dominación de la burguesía, es el peor enemigo de los pueblos. Supone su muerte lenta, la disolución de todas las identidades en un nuevo orden planetario. Ideológica, cultural y políticamente la “civilización” occidental despliega una estrategia de erradicación de las culturas. Esta estrategia es el mundialismo.
El mundialismo es una concepción reductora del hombre y de la humanidad, prevista como una futura clase mundial indistinta de productores-consumidores (y además electores) al servicio del capital. El mundialismo es un comportamiento económico “liberal” y uniforme, que pretende regir como una ley suprema los comportamientos humanos. Este sistema económico se basa en la superproducción y el superconsumo. El mundialismo es una concepción del Estado, servilmente sometido a los intereses financieros. El sistema mundial es el rodillo compresor capitalista a escala planetaria, y los estados burgueses que le sirven de turnos nacionales no son más que sus engranajes.
No obstante, la uniformización mundialista no es inevitable. Cualquier pueblo puede rechazar la uniformización, afirmar y defender su identidad y sus derechos a la soberanía. Escoger ser UNO MISMO.
2.- Contra la inmigración, forma nueva de esclavitud
La inmigración es una de las consecuencias de la dominación mundial del sistema mercantil: se necesitan trabajadores capaces de aceptar empleos por un salario miserable. Así permiten mantener los salarios poco elevados, disminuir la resistencia de los trabajadores autóctonos y abaratar los gastos sociales y de formación.
La inmigración no es sólo la del Tercer Mundo hacia los países ricos, si no que incluye también los desplazamientos de población por motivos similares en el interior de Europa.
Las agresiones contra los inmigrantes deben denunciarse enérgicamente. El enemigo no es el inmigrante, sino el sistema capitalista que importa nuevos esclavos. La expresión de orden “vivir y trabajar en el país” conlleva una lucha por un reparto geográfico y harmónico de los medios de producción y por una ayuda al desarrollo de los países de donde han salido los inmigrantes.
El retorno de estos a su país necesita el respeto de sus idiomas, sus culturas, sus costumbres y sus creencias. Debe otorgárseles una autonomía religiosa, cultural y escolar.
Luchar por la integración es luchar contra los inmigrantes, afirmar la superioridad de la cultura occidental sobre las suyas y querer hacer de ellos un nuevo grupo de consumidores del gran occidente. Rechazar esta integración significa aportar nuestra ayuda en la defensa de lo que son, supone permitirles elegir ser ELLOS MISMOS.
3.- Por la renovación de todas las identidades populares.
Luchar contra el mundialismo, por las identidades populares, obliga a rechazar las demagogias racistas y xenófobas. Situarse en la perspectiva de una renovación de todas las identidades populares constituye el rechazo de los discursos de odio contra “el otro”. La amenaza mundialista afecta a todos los pueblos, y a todas las minorías, y la solidaridad de los pueblos y de las minorías contra la nivelación mundial es tan vital como la solidaridad luchadora anti-imperialista.
4.- Por una Europa federal de pueblos y regiones
Ningún proyecto político, revolucionario o no, puede llevar a término la economía del desarrollo unitario europeo y de la reorganización continental. Se trata de saber conjugar una indispensable unidad de espacio central necesario en toda independencia real con el respeto a todas las identidades. La estructura que conjuga mejor las aspiraciones democráticas, las necesidades de la descentralización, la indispensable construcción unitaria y la conciencia de identidad, es la estructura federal del IMPERIO. El principio esencial en que se basa la organización federal es la coordinación de una pluralidad de comunidades populares independientes y solidarias, de manera que el poder europeo central ejerce su autoridad particular únicamente en los temas estrictamente indispensables para el mantenimiento de la federación, mientras que las comunidades populares federadas se encargan del resto de tareas (principio de subsidiaridad). La atribución al poder central de todas las competencias relativas a la política exterior y militar debe permitir que se consideren definitivamente caducas las fronteras militares entre las diferentes comunidades populares.
La voluntad de ver a Europa constituirse bajo la forma de una federación de pueblos y regiones se opone a las concepciones antipopulares de los Estados-nación centralistas. Si ha podido representar, bajo determinadas condiciones, una fuerza de gran valor cualitativo desde el punto de vista revolucionario, en la Europa contemporánea el Estado-nación no representa más que una fuerza política, económica y militar que intenta homogeneizar definitivamente todas las comunidades existentes en su territorio, mediante la sumisión al nuevo orden planetario. Ello se opone a la concepción federalista. Los actuales Estados-nación occidentales son, cualesquiera que sean sus apariencias políticas respectivas, fundamentalmente totalitarios, reductores y opresivos. El federalismo está en contra de los Estados-nación, pues no son más que miembros dominadores del sistema mundial.
E. Ecología
1.- Contra la sociedad de consumo y su lógica del despilfarro.
El sistema capitalista rige actualmente las economías de casi todos los países del globo. El modelo universal de “desarrollo” es el de la sociedad de consumo y de expansión industrial, su lógica es la del despilfarro, la alienación de la población y la polución del medio ambiente. Esta situación comporta sin cesar nuevos desequilibrios que toman un cariz cada vez más dramático e incluso inevitable.
Conviene olvidar la noción de desarrollo cuantitativo y de crecimiento incesante, y adoptar el principio cualitativo. Hay que condenar por esta necesidad vital, entre otras, la noción de moda y superconsumo, propios de las sociedades “avanzadas” de Occidente, que se encuentran entre las mayores causas de despilfarro. Oponerse a la sociedad de consumo significa oponerse al sistema mundial. Para el mundialismo, la sociedad de consumo es a la vez un medio y un objetivo, puesto que la estandarización de los comportamientos no se realiza solamente para someter a la población al neocolonialismo cultural y económico norteamericano, si no también para aumentar los beneficios de los trusts multinacionales.
2.- Contra la explotación y la degradación de los recursos naturales y del entorno.
La actuación a favor de las especies animales y vegetales amenazadas, la denuncia del despilfarro y los peligros del superconsumo, la mejora del nivel de vida del pueblo, conllevan poner en cuestión los métodos actuales de explotación de los recursos naturales.
Se insiste regularmente en la crisis que vive la agricultura en el conjunto de los países del mundo. Por una parte, se produce demasiado y los agricultores se arruinan por el hundimiento de precios y la destrucción de los excedentes. Por otra parte, no se produce suficiente y hay que afrontar el hambre. Todos estos desequilibrios tienen un mismo origen: el modo de explotación industrial contemporáneo, la división internacional del trabajo, la organización capitalista mundial. Los teóricos liberales siempre han explicado a quienes les han querido escuchar, que hacía falta modernizar los métodos agrícolas, favorecer el rendimiento, destruir las antiguas estructuras agrarias consideradas arcaicas, orientarse hacia un tipo único de producción con el fin de adaptarse a la mundialización, efectuar una reestructuración de las tierras, favorecer las grandes concentraciones… En resumen, adoptar el modo de explotación capitalista motivado por la búsqueda del beneficio a corto plazo y el sacrificio del interés comunitario por las pretendidas leyes del mercado. El resultado ya lo conocemos: tierras abandonadas, desaparición de los campesinos, en beneficio de los trusts agrarios, endeudamiento de los explotadores, destrucción de los paisajes rurales, polución de las aguas subterráneas debido a la utilización excesiva de abonos y pesticidas inadecuados para el ecosistema, desequilibrio alimenticio, interdependencia económica fuente de esclavitud política, etc. En los países no industrializados esta política ha conducido al hambre y la búsqueda de las materias primas.
Nuestra posición es muy clara: no a la explotación incontrolada de los recursos naturales. No a las concepciones económicas liberales -el primer objetivo de la producción debe ser satisfacer las necesidades reales de la población, en lugar de alimentar las multinacionales-. No a la degradación del medio ambiente, pues la vida de la población va ligada a la calidad de su entorno, que garantiza su salud y su futuro.
3.- Por una nueva administración de la energía.
El problema energético es un problema crucial que afecta al funcionamiento de toda la sociedad. Francia ha entrado desde hace varias décadas en una lógica nuclearización. El Estado francés ha tomado este rumbo de tal manera que somos actualmente superproductores y este excedente debe exportarse. Este mercado es muy lucrativo para los intereses financieros, y a largo o corto plazo conducirá a una situación crítica.
Una actuación ecologista realista y eficaz debe exigir, antes de hablar de la desaparición pura y simple de lo nuclear, la reducción y la limitación de ésta, y cuidar de que no sea sustituido por centrales térmicas, que también son extremadamente contaminantes y destructoras del ecosistema. Conviene promocionar otras energías: la energía hidráulica (evitando favorecer una política de creación de grandes presas), la energía maremotriz, las energías solares y eólicas, las nuevas energías, etc. Estas medidas son importantes por su aplicación a niveles precisos en el marco de una política de energía.
4.- Por una ecología global, democrática y revolucionaria.
Global: Porque ni el hombre, ni el entorno, ni la vida en toda su diversidad pueden aislarse los unos de los otros. Todos los elementos que forman parte de nuestro mundo están en constante interacción, y sabemos que las modificaciones del equilibrio ecológico afectan directamente a la vida de la población, su salud y su futuro.
Democrática: el pueblo debe participar al completo en la lucha contra las amenazas ecológicas. La información debe ser general, y la participación y el control popular deben constituirse en norma.
Revolucionaria: Porque la ecología no está separada de la sociedad. Cualquier actuación ecologista eficaz debe expresar una crítica radical al sistema. Este crea amenazas y desequilibrios a nivel criminal, por lo que atacar sus consecuencias no es suficiente; hay que atacar, sobre todo, las causas.
F. Resistencia
1.- Contra los viejos hábitos y las oposiciones inútiles que funcionan para beneficio del sistema.
Conviene rechazar categóricamente la falsa dialéctica derecha/izquierda y todo lo que comporta como división de fuerzas potencialmente revolucionarias, de odios fratricidas, de enfrentamientos inútiles, de sumisión a reglas establecidas por el sistema para su propio provecho. No solamente hay que rechazar estas falsas oposiciones, si no también cualquier relación con los viejos campos políticos burgueses.
2.- Para acabar con los dogmatismos que paralizan la actuación revolucionaria.
En el campo radical de la derecha, las posiciones revolucionarias son inexistentes (no se puede afirmar que se hayan abortado, puesto que han evitado desarrollarlas). La extrema derecha es por naturaleza esencialmente reaccionaria y está bien integrada en el sistema, del que constituye una de las armas más eficaces. Se fundamenta en la negación de la mayoría de identidades comunitarias legitimas, en el rechazo de las luchas de liberación nacional (tanto en Europa como en el Tercer Mundo), en la negativa a atacar concretamente al capitalismo y el orden burgués (que a veces ataca verbalmente, pero que en la práctica defiende), en la glorificación del orden establecido y de la seguridad, en un anticomunismo visceral extraído de las realidades geopolíticas y sociales, en el conformismo moralista, etc.
La capacidad revolucionaria del bando opuesto -la extrema izquierda- ha sido neutralizada desde hace tiempo mezclándose con la calumnia pseudo-facha, el apoyo a las formaciones políticas burguesas (social-democracia colaboracionista y formaciones pseudo-progresistas), las reivindicaciones sociales únicamente consumistas, la difusión de los mitos del desarrollo y del subdesarrollo, consagrando la sumisión del Tercer Mundo al orden capitalista mundial, incluso en el social-liberalismo y en la apología de la subcultura norteamericana.
Extrema derecha/Extrema izquierda = gorro blanco/blanco gorro. Los militantes revolucionarios deben rechazar totalmente la influencia de las alas extremas del sistema y cualquier asimilación con ellas, así como tener presente que su único papel es el de cuidar los márgenes del sistema, de modo que puedan desarticular todas las tentativas subversivas.
3.- Contra los partidos, por una lucha del pueblo, por el pueblo y con el pueblo.
La comunidad militante agrupada alrededor de estas propuestas se opone a la concepción de un partido apartado del pueblo, poseedor de la verdad única y amo de la ley. Defiende la actuación, en tanto que agrupación de hombres y mujeres sumergidos en la vida real y en las luchas populares. La creación de consejos, la autogestión, la democracia directa, deben expresar la consecución directa y soberana del porvenir comunitario por el propio pueblo.
4.- Por un apoyo crítico a todas las actuaciones de oposición al sistema.
En todas partes, en cualquier momento, se llevan a cabo actuaciones de oposición, conscientes o inconscientes. La tarea de todo militante revolucionario es aportar su apoyo crítico a estas actuaciones, coordinarlas en la medida de lo posible y favorecer la aparición y el desarrollo de un verdadero espíritu de resistencia.
5.- Por la protesta de todo el sistema.
Las luchas concentradas en una critica particular del sistema forman parte de la lucha a emprender, pero deben siempre situarse en un marco general, el de poner en cuestión la totalidad del sistema. El capitalismo, el mundialismo, el imperialismo y las alienaciones que las acompañan forman un todo cuyos elementos están unidos por una misma lógica de opresión.
Por una estrategia alternativa ¿Qué revolución?
Ya que no es previsible ningún cambio revolucionario a largo o corto plazo (aunque quién hubiera pensando en una revolución francesa en 1.788 o en una revolución rusa en 1.913), es nuestro deber actuar para prepararlo. Las fuerzas conservadoras razonan a corto plazo y con la ilusión de una expansión absoluta y mundial del sistema capitalista productivista. Las fuerzas de cambio deben razonar a largo plazo, para preparar las transiciones y las mutaciones.
Son posibles dos esquemas: la caída del sistema del interior o un enfrentamiento violento (estos dos esquemas pueden mezclarse para convertirse en uno).
1.- Crear zonas liberadas para contribuir al cambio de la mayoría cultural.
Una revolución “suave” puede significar un cambio de mayoría cultural, es decir, que una población que ya no se identifica con su sistema lo elimina como quien escupe un hueso (es lo que ha ocurrido recientemente en algunos países de la Europa del Este).
Esta situación supone una tarea muy ardua y la creación de valores sustitutivos. Para una estructura política y culturalmente de tipo ultraminoritario, como la nuestra, el trabajo es enorme. Debe pasar por:
- una propaganda intensiva para dar a conocer nuestra simple existencia y nuestras posiciones
– un compromiso plural de los militantes en las luchas habituales (sindicatos, ecología, regionalismo, etc…) que les conduzca a ser reconocidos como “ciudadanos activos”.
– la creación de “zonas liberadas”, verdaderas vitrinas de nuestra concepción del mundo. Estas estructuras serán controladas por nuestros miembros sean del tamaño que sean.
2.- A partir de un pulmón exterior, ejercer la acción revolucionaria.
Una toma de poder tras un enfrentamiento directo (un octubre NR o una “marcha sobre Roma”) o tras una guerra popular prolongada, no es previsible si no existe previamente un movimiento político muy estructurado y dotado de gran poder, apoyado además por un Piémont europeo (fue el Piémont quien unificó las armas y la diplomacia de Italia), o por estados extra-europeos que puedan ser el pulmón exterior de dicha actividad.
3.- Por los contra-poderes y por la alianza de los disidentes.
Nueva Resistencia ha tomado la opción de una estrategia de contra-poder destinada a la transformación de las estructuras del régimen. Para ello, NR preconiza la constitución de un Frente Unido Anti-Sistema y la creación, en la medida en que se pueda, de zonas liberadas y de utopías concretas. De esta manera, Nueva Resistencia permanece atenta a las evoluciones políticas internacionales susceptibles de hacer aparecer un Piémont o un pulmón exterior.
Construir un Frente Unido Anti-Sistema.
El movimiento Nueva Resistencia no tiene la exclusiva de la oposición al sistema y reconoce de buen grado la presencia en diferentes sectores cuyos intereses son comunes de otras fuerzas de oposición radicales o más moderadas: movimientos autonomistas, ecologistas radicales, militantes etnisistas, luchadores anti-imperialistas, socialistas patriotas, etc.
El objetivo de los dirigentes y militantes de NR debe ser, bajo cualquier circunstancia, velar por la creación puntual de Frentes (circunstanciales) Unidos Anti-Sistema que materializan en la lucha la posibilidad de unión de los verdaderos contrarios al sistema. Esta voluntad confirmada debe caminar pareja a la denuncia sin tregua de todas las formaciones reformistas que intentan moderar las luchas o recuperarlas para el bien del sistema.
1.- Por utopías concretas materializar nuestra lucha y crear zonas liberadas.
Aquí y ahora deben crearse zonas liberadas, económica y culturalmente independientes, del sistema mercantil, federadas entre ellas y que practiquen la estrategia del Rhizoma. Estas zonas liberadas deben basarse en proyectos de utopías concretas y de revoluciones minúsculas: artesanos y pequeños comercios, cooperativas de producción, comunidades agrícolas, etc.
Su rentabilidad financiera debe permitir una independencia de las familias y de los militantes, su éxito debe servir de ejemplo de que es posible otro mundo. Por ultimo, estas estructuras deben constituir una contra-sociedad o un poder alternativo.
2.- Actuar para la creación de un Piémont o un pulmón exterior.
La lucha de los militantes nacional-revolucionarios no queda delimitada en una entidad geográfica o administrativa concreta. Presente en los frentes de lucha popular en Francia, el movimiento Nueva Resistencia tiene pensado, en caso de un fracaso, actuar con las otras facciones regionales del FEL, para apoyar (ya sea en Francia o exportando sus militantes, su material o sus fondos) la posible creación de un Piémont o de un pulmón exterior. Las fuerzas NR deben poder concentrarse rápidamente en los débiles muelles del sistema, donde sea que estén situados. Es por ello que Nueva Resistencia otorga una importancia prioritaria a las relaciones europeas e internacionales, y al apoyo activo a todas las resistencias antisistema en el extranjero.
Nueva Resistencia
Un proyecto nacional-revolucionario para Europa comporta un análisis global de la situación del mundo, que debe constituir la base de nuestra estrategia y orientar nuestras perspectivas.
Balance internacional.
Durante el último decenio, la evolución del mundo se ha producido de una manera realmente inesperada. El hundimiento del bloque comunista europeo y la disgregación de la URSS, han ocasionado la casi desaparición de los países revolucionarios del Tercer Mundo. El Nuevo Orden Mundial impuesto por el sistema, protagonizado por el gobierno yanqui, parece haber triunfado para un largo período y ha sabido aplastar a sus pocos adversarios legitimando este aplastamiento en nombre de la moral (Panamá, Irak).
La desaparición del bloque comunista europeo no hace sino que presagiar, por lo que parece, la generalización de una economía liberal o paraliberal (con todas sus consecuencias: explotación, pobreza, paro, etc.) en la totalidad de Eurasia.
El panorama está muy negro, pero no hay que perder la esperanza. En primer lugar, la caída del comunismo nos ha demostrado que ninguna situación política, por fosilizada que parezca, es inevitable. Dos fenómenos de idéntica reacción ligados a la tierra y a la sangre (los verdes y los neonacionalistas) han conservado -o reencontrado- en el conjunto de Europa (aunque también en otras partes del globo) el apoyo de una parte importante de la población. Ello tiene una gran importancia, aun cuando estas reacciones tienen tendencia a dirigirse a callejones sin salida (nacionalismo reaccionario o agresivo, integrismo religioso, etc.), pues un porcentaje nada despreciable de la población se ocupa de valores próximos a los nuestros, pudiendo así obstaculizar la dominación del sistema.
¿Quiénes somos? ¿Por qué luchamos?
1.- Nuestro enemigo: el sistema occidental.
El sistema occidental es el resultado de una homogeneización ideológica a nivel planetario. Los valores de la sociedad de consumo, de la democracia liberal y del espíritu burgués se han convertido en la única referencia a la vez política, ética y cultural mundial. No hay un “director de orquesta desconocido” o “una mano escondida que dirige”, sino castas dirigentes políticas, económicas, religiosas, mediáticas, que defienden los mismos conceptos ideológicos, bases de su dominación. Estos conceptos son además aceptados (en mayor o menor medida según el nivel de desarrollo económico de cada país) por un amplio sector de la población, sea de manera consciente, sea bajo la influencia de los medios de comunicación (de este modo la creencia en la “mayoría silenciosa” o en el “país real” sustituye al delirio político).
Si las primeras manifestaciones de la ideología burguesa y consumista se remontan a la Edad Media, y aumentan con las revoluciones burguesas inglesas y francesas y con la declaración de independencia americana, sin embargo, la victoria total del sistema es muy reciente. Se trata del hecho de la colonización progresiva del conjunto del planeta por los intereses yanquis. Una colonización a veces militar, pero la mayoría de veces cultural, bajo múltiples formas: sectas neoprotestantes, productos culturales dirigiendo la ideología occidental (películas, cómics, dibujos animados, fast foods, etc.), élites del Tercer Mundo formadas en las universidades occidentales y adaptadas a sus valores y modo de vida, etc. El repentino hundimiento del bloque comunista ha fortalecido notablemente el poder del sistema occidental, que es ahora el único modelo posible.
Deben considerarse como vectores del sistema todas las estructuras internacionales (ONU, FMI, Interpol, OTAN…), todas las empresas multinacionales, todos los gobiernos del Gran Occidente y todos sus lacayos (incluyendo los partidos políticos).
Además hay que ser consciente de que la gran fuerza de este sistema se basa en su infinita capacidad para recuperar a sus adversarios. La eventualidad de gratificaciones conlleva el reciclaje natural de algunos (los ex-maoístas de Rotary, por ejemplo), los otros ven su lucha canalizada hacia ghettos políticos donde se organizan las protestas, jugando a la vez un papel de válvula de seguridad y de reserva de provocadores y de espantapájaros (esta es la triste suerte de casi todos los grupúsculos de derecha o de izquierda, que puede provocar que las fuerzas se anulen gracias a la oposición de los extremistas…).
2.- Nuestra historia. Orígenes.
No es el momento de hacer un profundo estudio de los orígenes históricos de nuestra lucha. Aun cuando tiene raíces más profundas, puede decirse que aparece en Europa durante la segunda mitad del siglo XIX con la fusión ideológica de las corrientes nacionalista y socialista-revolucionaria. En consecuencia, somos los herederos ideológicos de los “bras-nus” de 1.893, de Blanqui y de Proudhon, de Barres, de la Cocarde y del Círculo Proudhon. Aunque también de los “inconformistas de los años 30″, de Valois, del Hedillismo y Ramirismo en España, del futurismo y de los manifiestos de Verona y del Santo Sepulcro en Italia, así como del nacionalismo-revolucionario y del nacional-bolchevismo alemán. En Francia nuestra corriente tomó forma -de manera más o menos perfecta- desde principios de los años 60, en organizaciones como la Federación General de los Estudiantes Europeos, Joven Europa, la Organización Lucha del Pueblo, el Partido Comunitario Nacional Europeo y los Partisanos Europeos.
Es evidente que nuestra corriente doctrinal es universal y se encuentra bajo diversas formas en casi todos los países extranjeros. Los ejemplos más conocidos son Argentina con el peronismo y los Países Árabes con el nasserismo y el baassismo.
Nuestras Propuestas
A. Democracia
1.- Contra la democracia representativa.
Políticamente, la forma de gobierno adoptada por la sociedad occidental es la “democracia” representativa: el “pluralismo” de las facciones, la partitocracia antipopular.
Parlamentarismo y electoralismo constituyen los principales medios utilizados por el sistema para neutralizar los movimientos de protesta popular. Mediante su casta parasitaria de intermediarios políticos, el parlamentarismo alimenta la ilusión de una posibilidad de “cambio” sin atacar al sistema en su totalidad. Las numerosas elecciones organizadas por el Estado no sirven más que para designar entre las diferentes facciones aquellas que se encargarán de asumir la dirección oficial del régimen.
El “pluralismo” y la “democracia” representativa son ante todo la dictadura malolienta de un partido único: el partido del sistema que se extiende desde la extrema derecha a la extrema izquierda del espectro político.
2.- Por una democracia directa, total y descentralizada: el poder político, los medios de comunicación y la producción han de pasar a manos del pueblo.
Contra todos los totalitarismos, defendemos una concepción popular del poder y de su organización. Esta concepción se traduce en la democracia directa que permite al pueblo participar en todas las decisiones y ser dueño de su destino, sin intermediarios. Nada de soluciones a medias, la democracia directa debe ser total, a todos los niveles y debe concernir a toda la población. Debe conllevar una verdadera descentralización de las responsabilidades, las iniciativas y la dirección de las empresas, municipios y regiones, y todas las estructuras, tanto sociales como económicas, que intervengan en la vida del pueblo.
Poner en cuestión la actual “democracia” usurpadora y prevaricadora no es rechazar la democracia. El sistema ha conseguido que su modelo democrático sea siempre presentado como el único modelo viable, mientras que no se trata más que de una desviación de la democracia auténtica. La democracia liberal occidental es un medio de confiscación del poder de decisión, ejecución y gestión por parte de una oligarquía de espaldas al pueblo. La democracia directa afirma, contra todas las oligarquías y todos los sistemas de opresión, la primacía de la comunidad popular.
3.- Contra el sistema de partidos
Los partidos políticos actuales son, en su casi totalidad, las distintas ramas de un partido único -el Partido del Sistema- que va de la extrema izquierda a la extrema derecha. La “democracia” representativa pretende dejar expresarse a varios partidos y ceder la palabra al pueblo (o más bien representar su voluntad, pues es a partir de esta noción de representación cuando se impone el mecanismo de usurpación del poder), pero en realidad se trata de un partido único que monopoliza el poder.
El sistema no es más que una forma de hegemonía oligárquica extranjera sobre los intereses reales del pueblo. Los partidos políticos desempeñan el papel de pantalla entre la voluntad popular y el poder, distorsionándola en su provecho. En una verdadera sociedad democrática el pueblo debe poder participar sin intermediarios en todas las decisiones que afecten a la comunidad.
4.- Por la instauración de consejos populares, por la autogestión y la federación de las comunidades.
El modo de organización más específicamente popular y democrático es el poder de los consejos. Este tipo de organización política es conocido en Europa desde la aparición de los indoeuropeos y surge espontáneamente en cada período revolucionario.
El poder de los consejos, que camina a la par con la democracia directa y la descentralización, debe expresarse en el seno de toda la comunidad del pueblo mediante actos de decisión colectivos y asambleas generales cuyos delegados, cualesquiera que sean las estructuras afectadas, permanecen revocables por aquellos que los han nombrado. De esta forma, no existe divorcio entre el poder político y la sociedad civil.
Los consejos y las realidades sociales y territoriales que representan (empresas, universidades, comunidades, etc.) deben federarse libremente, al igual que autogestionarse de forma autónoma y solidaria.
5.- Por la elección democrática y la revocabilidad inmediata de todos los delegados políticos.
La situación actual de la sociedad muestra que la casta en el poder no está realmente escogida por todo el pueblo. No hay ninguna sanción que castigue sus faltas, sus abusos y sus crímenes.
El poder de los consejos y la práctica democrática directa imponen una nueva forma de dirección y de delegación política y social: elecciones democráticas reales, mandatos imperativos y revocabilidad inmediata, a todos los niveles, de todos los delegados que haya; es lo que reivindicamos.
B. Socialismo
1.- Contra el capitalismo y la dominación burguesa
El capitalismo es la forma económica antipopular por excelencia. Bajo cualquiera de sus formas, el modo de producción capitalista es siempre el mismo. Cualquier distinción entre un capitalismo nacional y un capitalismo internacional, o entre un capitalismo francés y anglosajón, debe rechazarse por ser un razonamiento hipócrita. Ya sea bajo formas liberales o bajo la forma, hoy en vías de extinción, del capitalismo burocrático de Estado, el capitalismo se basa en la explotación del hombre por el hombre, la sumisión de los intereses populares, tanto colectivos como individuales, a los mecanismos del capital, las coaliciones financieras y el sistema mercantil.
Las masacres, el terrorismo de estado, el deterioro general de las condiciones de vida, al igual que todas las explotaciones y alienaciones son manifestaciones inseparables de un capitalismo que ha conseguido el nivel planetario de su desarrollo.
El capitalismo genera el pensamiento burgués, es decir, la referencia obligada al dinero y a su poder, sea cual sea el nivel de riqueza del “burgués”.
Contra el capitalismo hay que construir el verdadero socialismo. Éste supone obligatoriamente una democratización total de la sociedad, la socialización de los medios de producción, la redistribución de la riqueza, la expropiación y el desmantelamiento de las coaliciones financieras antipopulares.
2.- Por empresas de talla humana y por la organización en consejos de los trabajadores.
Las empresas de tipo artesanal o familiar, las cooperativas de producción, deben proponerse convertirse en verdaderas comunidades de trabajo.
Las empresas de tipo capitalista deben ser gestionadas y dirigidas directamente por los trabajadores organizados en consejos. La emancipación de los trabajadores de la esclavitud capitalista sólo pueden llevarla a cabo los trabajadores mismos.
En las empresas, en el seno de la producción, en todos los lugares de trabajo, la emancipación significa organización en consejo y fin de las concepciones burguesas del trabajo.
Los diferentes responsables de las empresas de corte capitalista deben ser elegidos directamente, a todos los niveles, por los trabajadores, y ser sustituibles en cualquier momento. Las decisiones que afecten a la organización y las condiciones de trabajo deben tomarlas los consejos. Debe establecerse un plan de producción, pero los trabajadores deben poder determinar ellos mismos la política de su empresa en materia de fabricación, de reparto de las inversiones necesarias y de remuneración económica.
3.- Por la autogestión de las empresas y los organismos sociales.
La organización de los trabajadores en consejos permitirá la autogestión de todas las empresas. Esta autogestión debe extenderse igualmente a todos los organismos sociales.
En contraposición a la asistencia social controlada por el Estado-providencia, todos los organismos sociales deberían poder gestionarse y dirigirse por sus contribuyentes. Todos estos organismos deberían, pues, desnacionalizarse y liberarse de los feudos estatales y sindicales para pasar a manos de los trabajadores. La propiedad, la gestión y la dirección de todos los organismos sociales deben entregarse al pueblo.
4.- Por una sociedad solidaria y comunitaria.
Frente a la sociedad de exclusión contemporánea (en la que cada vez más sectores de la población se marginan e ignoran), conviene contraponer una sociedad de integración, solidaria y comunitaria. El objetivo de la democracia directa, de la descentralización y de los consejos es precisamente la integración de todos en la vida de la comunidad popular.
Nuestro proyecto comunitario se basa en la participación y rechaza la explotación. La realización de este proyecto necesita rupturas y luchas. Es necesario denunciar el espejismo de la “justicia social”, término utilizado a menudo para esconder posiciones reaccionarias y para evitar poner en cuestión radicalmente el orden capitalista, la dominación burguesa y la sociedad de consumo. La realización del socialismo es inseparable de la liquidación del capitalismo y de la burguesía, al igual que de la puesta en marcha de la autogestión, la creación de consejos y la revalorización de la conciencia y las solidaridades comunitarias. C. Liberación
1.- Contra la presencia militar norteamericana en Europa.
La política imperialista de EEUU afecta también a Europa, que está sometida, por medio de la OTAN, a una ocupación militar en toda regla bajo la apariencia de “colaboración” militar. La OTAN es el bastón de mando de la política imperialista yanqui en Europa. Con la bendición de la Alianza Atlántica, EEUU han acelerado su producción de armas químicas, que constituyen una amenaza terrible para la población civil, armas que no dudarán en utilizar si es necesario en el territorio europeo, ya que EEUU, potencia talasocrática, está seguro de no tener jamás que afrontar una guerra en su propio territorio.
Además, la OTAN, ese instrumento de ocupación y de dominación yanqui en Europa, está principalmente subvencionada por la esclava Europa.
Los nacional-revolucionarios exigen la expulsión de todas las tropas norteamericanas actualmente asentadas en Europa, la retirada de la OTAN de todos los países europeos que forman parte de ella, y el fin de la colaboración militar con EEUU.
2.- Contra el neo-colonialismo norteamericano.
EEUU no tiene oficialmente colonias; en los mapas ninguna frontera marca los límites del imperio yanqui. Sin embargo, se trata de un imperio de vocación mundial que basa su poder en la coacción, las maniobras, los tratados militares, las presiones económicas y el chantaje mediante las armas. En este imperio norteamericano su aliado natural y lógico, el estado-terrorista sionista, juega un papel primordial.
Ya sea a nivel económico o a nivel político, cultural o militar, el imperialismo de EEUU está omnipresente, directamente o por medio de sus hombres de paja (el Partido Americano), desde la extrema derecha hasta la extrema izquierda.
El imperialismo yanqui es la expresión activa y brutal de un bloque formado junto al capitalismo. Combatir al uno es combatir al otro.
Los EEUU son una potencia imperialista, una potencia de explotación y de colonización. Los intereses reales de Europa y sus pueblos son fundamental e irremediablemente incompatibles con los de los EEUU. Los partidarios de la unidad europea deben estar convencidos, si son sinceros, de la siguiente evidencia: no podrá haber unificación europea total y verdadera sin una previa liberación, condición imprescindible para conseguirla. Europa se levantará contra Washington expulsando las tropas de ocupación, expropiando todas las multinacionales norteamericanas presentes en nuestro suelo que protegen del peligro a sus marionetas europeas.
3.- Por una solidaridad activa con todos los pueblos en lucha por su libertad y su soberanía.
La lucha de los pueblos es una lucha de liberación. Cualquier lucha de liberación nacional, social o étnica, es por esencia una lucha anti-imperialista, y todos los luchadores anti-imperialistas son solidarios. Esta solidaridad de los pueblos oprimidos debe ser también la base de toda acción internacional de los nacional-revolucionarios.
4.- Por un Frente cuatricontinental contra el imperialismo.
Palestina, Cuba, Panamá, Libia, Granada, Irak, Tíbet… La lucha de los pueblos contra el imperialismo es mundial. Los frentes anti-imperialistas de América (incluidos los internos de EEUU y Canadá), Asia, África y Europa deben unirse solidaria y activamente frente al enemigo común.
Bases militares de ocupación, capitalismo explotador de los pueblos, lavados de cerebro mediante los medios de comunicación del sistema, dominación del dólar, desposesión cultural, explotación capitalista del entorno y recursos naturales, burguesías y partidos políticos colaboracionistas, etc.: el imperialismo es un fenómeno mundial que debe combatirse mundialmente.
Esta lucha implica la revolución. La liberación de los pueblos no podrá llevarse a término si no es por medio de grandes cambios políticos, culturales, económicos y militares. El Nuevo Orden Mundial no puede realizarse más que de manera mundial con la unión de todos los pueblos oprimidos. La revolución en un único país está condenada al fracaso. La ruptura, como la lucha, debe ser mundial.
5.- Por la autodeterminación y el libre acceso a la independencia de las últimas posesiones coloniales francesas.
Frente al imperialismo norteamericano y su empresa de esclavitud y disgregación de los pueblos, debe reivindicarse sin cesar el derecho de los pueblos. Los últimos vestigios del colonialismo francés deben poder acceder libremente a la independencia. Estos departamentos y territorios anexionados y conservados mediante métodos más o menos violentos deben, si así lo desean, poder convertirse en naciones libres y soberanas.
Hay que ir más lejos todavía y no dudar en poner en cuestión “la unidad sagrada” del artificial Estado-Nación francés, el mito de la “república única e indivisible” que ha consagrado la opresión de demasiadas comunidades populares: Bretaña, Córcega, Provenza, País Vasco, Flandes, Cataluña, Occitania, Alsacia, todavía hoy oprimidas por un estado centralista, deben poder disponer de un derecho incondicional a la autodeterminación y a reafirmar sin obstáculos sus identidades específicas.
D. Identidad
1.- Contra la nivelación mundial
El mundo occidental-capitalista, sometido al imperialismo norteamericano y a la dominación de la burguesía, es el peor enemigo de los pueblos. Supone su muerte lenta, la disolución de todas las identidades en un nuevo orden planetario. Ideológica, cultural y políticamente la “civilización” occidental despliega una estrategia de erradicación de las culturas. Esta estrategia es el mundialismo.
El mundialismo es una concepción reductora del hombre y de la humanidad, prevista como una futura clase mundial indistinta de productores-consumidores (y además electores) al servicio del capital. El mundialismo es un comportamiento económico “liberal” y uniforme, que pretende regir como una ley suprema los comportamientos humanos. Este sistema económico se basa en la superproducción y el superconsumo. El mundialismo es una concepción del Estado, servilmente sometido a los intereses financieros. El sistema mundial es el rodillo compresor capitalista a escala planetaria, y los estados burgueses que le sirven de turnos nacionales no son más que sus engranajes.
No obstante, la uniformización mundialista no es inevitable. Cualquier pueblo puede rechazar la uniformización, afirmar y defender su identidad y sus derechos a la soberanía. Escoger ser UNO MISMO.
2.- Contra la inmigración, forma nueva de esclavitud
La inmigración es una de las consecuencias de la dominación mundial del sistema mercantil: se necesitan trabajadores capaces de aceptar empleos por un salario miserable. Así permiten mantener los salarios poco elevados, disminuir la resistencia de los trabajadores autóctonos y abaratar los gastos sociales y de formación.
La inmigración no es sólo la del Tercer Mundo hacia los países ricos, si no que incluye también los desplazamientos de población por motivos similares en el interior de Europa.
Las agresiones contra los inmigrantes deben denunciarse enérgicamente. El enemigo no es el inmigrante, sino el sistema capitalista que importa nuevos esclavos. La expresión de orden “vivir y trabajar en el país” conlleva una lucha por un reparto geográfico y harmónico de los medios de producción y por una ayuda al desarrollo de los países de donde han salido los inmigrantes.
El retorno de estos a su país necesita el respeto de sus idiomas, sus culturas, sus costumbres y sus creencias. Debe otorgárseles una autonomía religiosa, cultural y escolar.
Luchar por la integración es luchar contra los inmigrantes, afirmar la superioridad de la cultura occidental sobre las suyas y querer hacer de ellos un nuevo grupo de consumidores del gran occidente. Rechazar esta integración significa aportar nuestra ayuda en la defensa de lo que son, supone permitirles elegir ser ELLOS MISMOS.
3.- Por la renovación de todas las identidades populares.
Luchar contra el mundialismo, por las identidades populares, obliga a rechazar las demagogias racistas y xenófobas. Situarse en la perspectiva de una renovación de todas las identidades populares constituye el rechazo de los discursos de odio contra “el otro”. La amenaza mundialista afecta a todos los pueblos, y a todas las minorías, y la solidaridad de los pueblos y de las minorías contra la nivelación mundial es tan vital como la solidaridad luchadora anti-imperialista.
4.- Por una Europa federal de pueblos y regiones
Ningún proyecto político, revolucionario o no, puede llevar a término la economía del desarrollo unitario europeo y de la reorganización continental. Se trata de saber conjugar una indispensable unidad de espacio central necesario en toda independencia real con el respeto a todas las identidades. La estructura que conjuga mejor las aspiraciones democráticas, las necesidades de la descentralización, la indispensable construcción unitaria y la conciencia de identidad, es la estructura federal del IMPERIO. El principio esencial en que se basa la organización federal es la coordinación de una pluralidad de comunidades populares independientes y solidarias, de manera que el poder europeo central ejerce su autoridad particular únicamente en los temas estrictamente indispensables para el mantenimiento de la federación, mientras que las comunidades populares federadas se encargan del resto de tareas (principio de subsidiaridad). La atribución al poder central de todas las competencias relativas a la política exterior y militar debe permitir que se consideren definitivamente caducas las fronteras militares entre las diferentes comunidades populares.
La voluntad de ver a Europa constituirse bajo la forma de una federación de pueblos y regiones se opone a las concepciones antipopulares de los Estados-nación centralistas. Si ha podido representar, bajo determinadas condiciones, una fuerza de gran valor cualitativo desde el punto de vista revolucionario, en la Europa contemporánea el Estado-nación no representa más que una fuerza política, económica y militar que intenta homogeneizar definitivamente todas las comunidades existentes en su territorio, mediante la sumisión al nuevo orden planetario. Ello se opone a la concepción federalista. Los actuales Estados-nación occidentales son, cualesquiera que sean sus apariencias políticas respectivas, fundamentalmente totalitarios, reductores y opresivos. El federalismo está en contra de los Estados-nación, pues no son más que miembros dominadores del sistema mundial.
E. Ecología
1.- Contra la sociedad de consumo y su lógica del despilfarro.
El sistema capitalista rige actualmente las economías de casi todos los países del globo. El modelo universal de “desarrollo” es el de la sociedad de consumo y de expansión industrial, su lógica es la del despilfarro, la alienación de la población y la polución del medio ambiente. Esta situación comporta sin cesar nuevos desequilibrios que toman un cariz cada vez más dramático e incluso inevitable.
Conviene olvidar la noción de desarrollo cuantitativo y de crecimiento incesante, y adoptar el principio cualitativo. Hay que condenar por esta necesidad vital, entre otras, la noción de moda y superconsumo, propios de las sociedades “avanzadas” de Occidente, que se encuentran entre las mayores causas de despilfarro. Oponerse a la sociedad de consumo significa oponerse al sistema mundial. Para el mundialismo, la sociedad de consumo es a la vez un medio y un objetivo, puesto que la estandarización de los comportamientos no se realiza solamente para someter a la población al neocolonialismo cultural y económico norteamericano, si no también para aumentar los beneficios de los trusts multinacionales.
2.- Contra la explotación y la degradación de los recursos naturales y del entorno.
La actuación a favor de las especies animales y vegetales amenazadas, la denuncia del despilfarro y los peligros del superconsumo, la mejora del nivel de vida del pueblo, conllevan poner en cuestión los métodos actuales de explotación de los recursos naturales.
Se insiste regularmente en la crisis que vive la agricultura en el conjunto de los países del mundo. Por una parte, se produce demasiado y los agricultores se arruinan por el hundimiento de precios y la destrucción de los excedentes. Por otra parte, no se produce suficiente y hay que afrontar el hambre. Todos estos desequilibrios tienen un mismo origen: el modo de explotación industrial contemporáneo, la división internacional del trabajo, la organización capitalista mundial. Los teóricos liberales siempre han explicado a quienes les han querido escuchar, que hacía falta modernizar los métodos agrícolas, favorecer el rendimiento, destruir las antiguas estructuras agrarias consideradas arcaicas, orientarse hacia un tipo único de producción con el fin de adaptarse a la mundialización, efectuar una reestructuración de las tierras, favorecer las grandes concentraciones… En resumen, adoptar el modo de explotación capitalista motivado por la búsqueda del beneficio a corto plazo y el sacrificio del interés comunitario por las pretendidas leyes del mercado. El resultado ya lo conocemos: tierras abandonadas, desaparición de los campesinos, en beneficio de los trusts agrarios, endeudamiento de los explotadores, destrucción de los paisajes rurales, polución de las aguas subterráneas debido a la utilización excesiva de abonos y pesticidas inadecuados para el ecosistema, desequilibrio alimenticio, interdependencia económica fuente de esclavitud política, etc. En los países no industrializados esta política ha conducido al hambre y la búsqueda de las materias primas.
Nuestra posición es muy clara: no a la explotación incontrolada de los recursos naturales. No a las concepciones económicas liberales -el primer objetivo de la producción debe ser satisfacer las necesidades reales de la población, en lugar de alimentar las multinacionales-. No a la degradación del medio ambiente, pues la vida de la población va ligada a la calidad de su entorno, que garantiza su salud y su futuro.
3.- Por una nueva administración de la energía.
El problema energético es un problema crucial que afecta al funcionamiento de toda la sociedad. Francia ha entrado desde hace varias décadas en una lógica nuclearización. El Estado francés ha tomado este rumbo de tal manera que somos actualmente superproductores y este excedente debe exportarse. Este mercado es muy lucrativo para los intereses financieros, y a largo o corto plazo conducirá a una situación crítica.
Una actuación ecologista realista y eficaz debe exigir, antes de hablar de la desaparición pura y simple de lo nuclear, la reducción y la limitación de ésta, y cuidar de que no sea sustituido por centrales térmicas, que también son extremadamente contaminantes y destructoras del ecosistema. Conviene promocionar otras energías: la energía hidráulica (evitando favorecer una política de creación de grandes presas), la energía maremotriz, las energías solares y eólicas, las nuevas energías, etc. Estas medidas son importantes por su aplicación a niveles precisos en el marco de una política de energía.
4.- Por una ecología global, democrática y revolucionaria.
Global: Porque ni el hombre, ni el entorno, ni la vida en toda su diversidad pueden aislarse los unos de los otros. Todos los elementos que forman parte de nuestro mundo están en constante interacción, y sabemos que las modificaciones del equilibrio ecológico afectan directamente a la vida de la población, su salud y su futuro.
Democrática: el pueblo debe participar al completo en la lucha contra las amenazas ecológicas. La información debe ser general, y la participación y el control popular deben constituirse en norma.
Revolucionaria: Porque la ecología no está separada de la sociedad. Cualquier actuación ecologista eficaz debe expresar una crítica radical al sistema. Este crea amenazas y desequilibrios a nivel criminal, por lo que atacar sus consecuencias no es suficiente; hay que atacar, sobre todo, las causas.
F. Resistencia
1.- Contra los viejos hábitos y las oposiciones inútiles que funcionan para beneficio del sistema.
Conviene rechazar categóricamente la falsa dialéctica derecha/izquierda y todo lo que comporta como división de fuerzas potencialmente revolucionarias, de odios fratricidas, de enfrentamientos inútiles, de sumisión a reglas establecidas por el sistema para su propio provecho. No solamente hay que rechazar estas falsas oposiciones, si no también cualquier relación con los viejos campos políticos burgueses.
2.- Para acabar con los dogmatismos que paralizan la actuación revolucionaria.
En el campo radical de la derecha, las posiciones revolucionarias son inexistentes (no se puede afirmar que se hayan abortado, puesto que han evitado desarrollarlas). La extrema derecha es por naturaleza esencialmente reaccionaria y está bien integrada en el sistema, del que constituye una de las armas más eficaces. Se fundamenta en la negación de la mayoría de identidades comunitarias legitimas, en el rechazo de las luchas de liberación nacional (tanto en Europa como en el Tercer Mundo), en la negativa a atacar concretamente al capitalismo y el orden burgués (que a veces ataca verbalmente, pero que en la práctica defiende), en la glorificación del orden establecido y de la seguridad, en un anticomunismo visceral extraído de las realidades geopolíticas y sociales, en el conformismo moralista, etc.
La capacidad revolucionaria del bando opuesto -la extrema izquierda- ha sido neutralizada desde hace tiempo mezclándose con la calumnia pseudo-facha, el apoyo a las formaciones políticas burguesas (social-democracia colaboracionista y formaciones pseudo-progresistas), las reivindicaciones sociales únicamente consumistas, la difusión de los mitos del desarrollo y del subdesarrollo, consagrando la sumisión del Tercer Mundo al orden capitalista mundial, incluso en el social-liberalismo y en la apología de la subcultura norteamericana.
Extrema derecha/Extrema izquierda = gorro blanco/blanco gorro. Los militantes revolucionarios deben rechazar totalmente la influencia de las alas extremas del sistema y cualquier asimilación con ellas, así como tener presente que su único papel es el de cuidar los márgenes del sistema, de modo que puedan desarticular todas las tentativas subversivas.
3.- Contra los partidos, por una lucha del pueblo, por el pueblo y con el pueblo.
La comunidad militante agrupada alrededor de estas propuestas se opone a la concepción de un partido apartado del pueblo, poseedor de la verdad única y amo de la ley. Defiende la actuación, en tanto que agrupación de hombres y mujeres sumergidos en la vida real y en las luchas populares. La creación de consejos, la autogestión, la democracia directa, deben expresar la consecución directa y soberana del porvenir comunitario por el propio pueblo.
4.- Por un apoyo crítico a todas las actuaciones de oposición al sistema.
En todas partes, en cualquier momento, se llevan a cabo actuaciones de oposición, conscientes o inconscientes. La tarea de todo militante revolucionario es aportar su apoyo crítico a estas actuaciones, coordinarlas en la medida de lo posible y favorecer la aparición y el desarrollo de un verdadero espíritu de resistencia.
5.- Por la protesta de todo el sistema.
Las luchas concentradas en una critica particular del sistema forman parte de la lucha a emprender, pero deben siempre situarse en un marco general, el de poner en cuestión la totalidad del sistema. El capitalismo, el mundialismo, el imperialismo y las alienaciones que las acompañan forman un todo cuyos elementos están unidos por una misma lógica de opresión.
Por una estrategia alternativa ¿Qué revolución?
Ya que no es previsible ningún cambio revolucionario a largo o corto plazo (aunque quién hubiera pensando en una revolución francesa en 1.788 o en una revolución rusa en 1.913), es nuestro deber actuar para prepararlo. Las fuerzas conservadoras razonan a corto plazo y con la ilusión de una expansión absoluta y mundial del sistema capitalista productivista. Las fuerzas de cambio deben razonar a largo plazo, para preparar las transiciones y las mutaciones.
Son posibles dos esquemas: la caída del sistema del interior o un enfrentamiento violento (estos dos esquemas pueden mezclarse para convertirse en uno).
1.- Crear zonas liberadas para contribuir al cambio de la mayoría cultural.
Una revolución “suave” puede significar un cambio de mayoría cultural, es decir, que una población que ya no se identifica con su sistema lo elimina como quien escupe un hueso (es lo que ha ocurrido recientemente en algunos países de la Europa del Este).
Esta situación supone una tarea muy ardua y la creación de valores sustitutivos. Para una estructura política y culturalmente de tipo ultraminoritario, como la nuestra, el trabajo es enorme. Debe pasar por:
- una propaganda intensiva para dar a conocer nuestra simple existencia y nuestras posiciones
– un compromiso plural de los militantes en las luchas habituales (sindicatos, ecología, regionalismo, etc…) que les conduzca a ser reconocidos como “ciudadanos activos”.
– la creación de “zonas liberadas”, verdaderas vitrinas de nuestra concepción del mundo. Estas estructuras serán controladas por nuestros miembros sean del tamaño que sean.
2.- A partir de un pulmón exterior, ejercer la acción revolucionaria.
Una toma de poder tras un enfrentamiento directo (un octubre NR o una “marcha sobre Roma”) o tras una guerra popular prolongada, no es previsible si no existe previamente un movimiento político muy estructurado y dotado de gran poder, apoyado además por un Piémont europeo (fue el Piémont quien unificó las armas y la diplomacia de Italia), o por estados extra-europeos que puedan ser el pulmón exterior de dicha actividad.
3.- Por los contra-poderes y por la alianza de los disidentes.
Nueva Resistencia ha tomado la opción de una estrategia de contra-poder destinada a la transformación de las estructuras del régimen. Para ello, NR preconiza la constitución de un Frente Unido Anti-Sistema y la creación, en la medida en que se pueda, de zonas liberadas y de utopías concretas. De esta manera, Nueva Resistencia permanece atenta a las evoluciones políticas internacionales susceptibles de hacer aparecer un Piémont o un pulmón exterior.
Construir un Frente Unido Anti-Sistema.
El movimiento Nueva Resistencia no tiene la exclusiva de la oposición al sistema y reconoce de buen grado la presencia en diferentes sectores cuyos intereses son comunes de otras fuerzas de oposición radicales o más moderadas: movimientos autonomistas, ecologistas radicales, militantes etnisistas, luchadores anti-imperialistas, socialistas patriotas, etc.
El objetivo de los dirigentes y militantes de NR debe ser, bajo cualquier circunstancia, velar por la creación puntual de Frentes (circunstanciales) Unidos Anti-Sistema que materializan en la lucha la posibilidad de unión de los verdaderos contrarios al sistema. Esta voluntad confirmada debe caminar pareja a la denuncia sin tregua de todas las formaciones reformistas que intentan moderar las luchas o recuperarlas para el bien del sistema.
1.- Por utopías concretas materializar nuestra lucha y crear zonas liberadas.
Aquí y ahora deben crearse zonas liberadas, económica y culturalmente independientes, del sistema mercantil, federadas entre ellas y que practiquen la estrategia del Rhizoma. Estas zonas liberadas deben basarse en proyectos de utopías concretas y de revoluciones minúsculas: artesanos y pequeños comercios, cooperativas de producción, comunidades agrícolas, etc.
Su rentabilidad financiera debe permitir una independencia de las familias y de los militantes, su éxito debe servir de ejemplo de que es posible otro mundo. Por ultimo, estas estructuras deben constituir una contra-sociedad o un poder alternativo.
2.- Actuar para la creación de un Piémont o un pulmón exterior.
La lucha de los militantes nacional-revolucionarios no queda delimitada en una entidad geográfica o administrativa concreta. Presente en los frentes de lucha popular en Francia, el movimiento Nueva Resistencia tiene pensado, en caso de un fracaso, actuar con las otras facciones regionales del FEL, para apoyar (ya sea en Francia o exportando sus militantes, su material o sus fondos) la posible creación de un Piémont o de un pulmón exterior. Las fuerzas NR deben poder concentrarse rápidamente en los débiles muelles del sistema, donde sea que estén situados. Es por ello que Nueva Resistencia otorga una importancia prioritaria a las relaciones europeas e internacionales, y al apoyo activo a todas las resistencias antisistema en el extranjero.
Nueva Resistencia
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