Por Tiberio Graziani
Para los países emergentes el multipolarismo
constituye una oportunidad para incrementar sus propios espacios de libertad en
la arena internacional. Las clases dirigentes de importantes países como
Brasil, Rusia, India y China han entendido que el proceso de integración en
varios niveles, desde el económico al específicamente político, es preferible
para la consecución de los específicos intereses nacionales. la nueva política
internacional de estos países que se agrupan en el cluster
geoeconómico que lleva el nombre de BRICS, incide cada vez más en la
estructuración del nuevo panorama multipolar que se va delineando bajo forma de
grandes agregados continentales. Por lo que se refiere a la masa eurasiática
las tentativas de integracióm continental proceden con un cierto éxito; un
ejemplo lo representa seguramente la recién creada Unión Euroasiática entre
Bielorusia, Rusia y Kazakhistan. Asimismo la posibilidad que también las
naciones de la América centro meridional se transformen en protagonistas del
nuevo orden mundial parece haber suscitado el interés de los más importantes
liderazgos latinoamericanos para la implementación del proceso de unificación
del proprio subcontinente.
El fenómeno de aceleración de los procesos de
agregación a nivel regional o continental, sean de carácter político o
económico, en varios ámbitos del tablero mundial, es la “respuesta” geopolítica
(y geoeconómica) al proceso de fragmentación del llamado sistema unipolar que
se ha puesto en acto. Este fenómeno, probablemente incrementará en el próximo
futuro el nivel de tensión que existe entre los partidarios del viejo sistema
unipolar occidental-céntrico y aquellos países cuyas tendencias multipolares
influencian cada vez más sus decisiones por lo que concierne los aspectos
políticos y económicos internacionales. Bajo este aspecto hay que considerar
una especie de contramedida unipolar que tiene por objetivo el de retardar y
condicionar el proceso de multipolaridad en acto, la propuesta planteada
recientemente, el 11 de febrero de 2013, por el United States–European High
Level Working Group on Jobs and Growth1, y oficialmente reiterada
por el presidente Obama el día siguiente, de querer realizar una especial
sociedad transatlántica, el Transatlantic Trade and Investment Partnership.2
Por lo que se refiere a
la masa euroasiática, las agregaciones a escala continental están aumentando el
nivel de cohesión interna, aunque en medio de dificultades debido
principalmente a la presencia de cuatro elementos:
a) La crisis económica y financiera global;
b) La, naturalmente, opositiva política
exterior yankee hacia estos procesos “continentales”:
c) Algunas prioridades “nacionales” que aún no se
combinan bien con los procesos de integración;
d) La resistencia ofrecida por algunas
organizaciones internacionales como la ONU, el Banco Mundial y el Fondo
Monetario Internacional.
Sin embargo, en la América centro
meridional se observa una nueva fase3 de los procesos de
integración. La razón de lo que podríamos definir un revival de la
tendencia “continental” latinoamericana es muy probable que sea debida a un
conjunto de factores internos, entre ellos hay que considerar principalmente:
a) una mayor estabilidad de toda el área con
relación al reciente pasado;
b) una incrementada sintonía entre los varios
gobernantes de las naciones suramericanas en materia de política continental;
c) una mayor atención de parte de las clases
políticas y empresariales latinoamericanas hacia algunas naciones euroasiáticas
(Rusia, China, Irán, India).
La relativa estabilidad regional se debe a los
nuevos liderazgos, generalmente de inspiración democrático-progresista, que
consiguen equilibrar con mayor eficacia que los anteriores las exigencias
contrastantes – populares, modernistas, conservadoras – planteadas por las
respectivas clases nacionales. Con anterioridad estos contrastes que se
verificaban en los países suramericanos “minaban” la cohesión social y en
algunos casos hasta aquella nacional, haciendo vana toda tentativa de política
exterior nacional finalizada a la integración continental. Esta mayor
estabilidad depende, además de una relativa y más homogénea cultura política,
generalmente, como se ha referido con anterioridad, democrático-progresista de
las directivas latinoamericanas, también de las políticas económicas adoptadas
por éstas últimas en sus respectivos países, las cuales, aún privilegiando las
clases económicas mayormente dinámicas, sin embargo demuestran ser más
sensibles a una más ecuánime gestión de la riqueza nacional y en cualquier caso
mayormente predispuestas a la consolidación del estado social. Se trata de una
dinámica general y a largo plazo en la que no debería influenciar de modo
negativo la prematura desaparición del presidente venezolano Hugo Chávez.
Con relación a la mayor sintonía entre los varios
jefes de Estado de la región suramericana en materia de política continental,
observamos que está atestiguada por los recientes e innumerables encuentros que
han llevado a cabo los diversos jefes de Estado, los cuales están
encaminados a articular la unidad regional con criterios diversificados de tipo
económico, regional y continental. Algunas organizaciones como Mercosur,
Comunidad Andina y Celac parecen haber encontrado en Unasur un primer contenedor
“político” de sus particulares exigencias4, por otra parte bien
apropiado, según nuestro parecer, para el actual proceso de transición
uni-multipolar.
De las muchas fechas significativas concernientes
la reanudación de la tendencia “neocontinental” latinoamericana, seguramente
hay que incluir la del 10 de marzo de 2009, cuando se reúne, en el contexto de
las propuestas de la Unasur, el Consejo Suramericano de Defensa. Según el
parecer de M. Ángel Barrios, “esta organización puede permitirle a Suramérica
sustituir la injerencia exterior mediante la introducción de concepciones
estratégicas propias. “Entre estas – continua Barrios – resalta la conciencia
que para ser protagonistas del nuevo contexto internacional hay que ser un
Estado continental e industrial y que, por consiguiente, la integración
estratégica es necesaria para Suramérica sin que por ello tenga que recurrir a
la cancelación de los estados que la conforman”5.
Esta nueva fase de las políticas encaminadas
hacia la integración de América Latina fueron también posibles gracias a un
factor externo y fundamentalmente geopolítico: en otras palabras, fue debido al
relativo “desinterés” norteamericano hacia esta área. Los EE.UU se han proyectado cada vez más hacia el
Asia-Pacífico, región por muchos juzgada de carácter estratégico para
Washington (la America’s strategic pivot del siglo XXI), en los
últimos años los norteamericanos de una manera u otra han aflojado el asa de lo
que siempre han definido el propio “patio de la casa”.
El despertar “continental” de las naciones
suramericanas parece haber encontrado mayor fuerza gracias a las políticas
encaminadas por los principales gobiernos suramericanos (y por sus clases
económico-productivas más dinámicas de cada país) hacia algunas naciones de la
masa continental euroasiática, algunas de las cuales persiguen análogas
iniciativas integradoras. Se puede hipotetizar con una cierta certeza que –
basándonos en la experiencia positiva de Brasil en el ámbito del BRICS, del
ASPA y del IBAS – tales relaciones, por el momento generalmente bilaterales,
serán confirmadas y sucesivamente desarrolladas incluso en el sector de las
agregaciones supranacioanles de parte de los otros países suramericanos.
Notas
1.
High Level Working Group on Jobs and Growth, Final Report, February 11, 2013, http://www.ustr.gov/about-us/press-office/reports-and-publications/2013/final-report-us-eu-hlwg
2.
Statement from United States President Barack Obama, European Council President
Herman Van Rompuy and European Commission President José Manuel Barroso,
February 13, 2013.
3. El geopolítico argentino define esta nueva
fase “continental” como “etapa de latinoamericanización”, Miguel
Ángel Barrios, I fondamenti geopolitici dell’UNASUR, IsAG, 2013, Roma,
p. 5.
4. Francesco G. Leone, Dalla “Patria Chica”
fino alla formazione di una nuova identità sudamericana: l’UNASUR, Report
IsAG, n. 6/2013.
5. Miguel Ángel Barrios, I fondamenti
geopolitici dell’UNASUR, IsAG, 2013, Roma, p.
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