lunes, 27 de abril de 2015

AMÉRICA LATINA Y LA OPORTUNIDAD DEL MULTIPOLARISMO


Por Tiberio Graziani


Para los países emergentes el multipolarismo constituye una oportunidad para incrementar sus propios espacios de libertad en la arena internacional. Las clases dirigentes de importantes países como Brasil, Rusia, India y China han entendido que el proceso de integración en varios niveles, desde el económico al específicamente político, es preferible para la consecución de los específicos intereses nacionales. la nueva política internacional de estos países que se agrupan en el cluster geoeconómico que lleva el nombre de BRICS, incide cada vez más en la estructuración del nuevo panorama multipolar que se va delineando bajo forma de grandes agregados continentales. Por lo que se refiere a la masa eurasiática las tentativas de integracióm continental proceden con un cierto éxito; un ejemplo lo representa seguramente la recién creada Unión Euroasiática entre Bielorusia, Rusia y Kazakhistan. Asimismo la posibilidad que también las naciones de la América centro meridional se transformen en protagonistas del nuevo orden mundial parece haber suscitado el interés de los más importantes liderazgos latinoamericanos para la implementación del proceso de unificación del proprio subcontinente.

El fenómeno de aceleración de los procesos de agregación a nivel regional o continental, sean de carácter político o económico, en varios ámbitos del tablero mundial, es la “respuesta” geopolítica (y geoeconómica) al proceso de fragmentación del llamado sistema unipolar que se ha puesto en acto. Este fenómeno, probablemente incrementará en el próximo futuro el nivel de tensión que existe entre los partidarios del viejo sistema unipolar occidental-céntrico y aquellos países cuyas tendencias multipolares influencian cada vez más sus decisiones por lo que concierne los aspectos políticos y económicos internacionales. Bajo este aspecto hay que considerar una especie de contramedida unipolar que tiene por objetivo el de retardar y condicionar el proceso de multipolaridad en acto, la propuesta planteada recientemente, el 11 de febrero de 2013, por el United States–European High Level Working Group on Jobs and Growth1, y oficialmente reiterada por el presidente Obama el día siguiente, de querer realizar una especial sociedad transatlántica, el Transatlantic Trade and Investment Partnership.2

Por lo que se refiere a la masa euroasiática, las agregaciones a escala continental están aumentando el nivel de cohesión interna, aunque en medio de dificultades debido principalmente a la presencia de cuatro elementos:

a) La crisis económica y financiera global;
b) La, naturalmente, opositiva política exterior yankee hacia estos procesos “continentales”:
c) Algunas prioridades “nacionales” que aún no se combinan bien con los procesos de integración;
d) La resistencia ofrecida por algunas organizaciones internacionales como la ONU, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. 

Sin embargo, en la América centro meridional  se observa una nueva fase3 de los procesos de integración. La razón de lo que podríamos definir un revival de la tendencia “continental” latinoamericana es muy probable que sea debida a un conjunto de factores internos, entre ellos hay que considerar principalmente:

a) una mayor estabilidad de toda el área con relación al reciente pasado;
b) una incrementada sintonía entre los varios gobernantes de las naciones suramericanas en materia de política continental;
c) una mayor atención de parte de las clases políticas y empresariales latinoamericanas hacia algunas naciones euroasiáticas (Rusia, China, Irán, India).
 
La relativa estabilidad regional se debe a los nuevos liderazgos, generalmente de inspiración democrático-progresista, que consiguen equilibrar con mayor eficacia que los anteriores las exigencias contrastantes – populares, modernistas, conservadoras – planteadas por las respectivas clases nacionales. Con anterioridad estos contrastes que se verificaban en los países suramericanos “minaban” la cohesión social y en algunos casos hasta aquella nacional, haciendo vana toda tentativa de política exterior nacional finalizada a la integración continental. Esta mayor estabilidad depende, además de una relativa y más homogénea cultura política, generalmente, como se ha referido con anterioridad, democrático-progresista de las directivas latinoamericanas, también de las políticas económicas adoptadas por éstas últimas en sus respectivos países, las cuales, aún privilegiando las clases económicas mayormente dinámicas, sin embargo demuestran ser más sensibles a una más ecuánime gestión de la riqueza nacional y en cualquier caso mayormente predispuestas a la consolidación del estado social. Se trata de una dinámica general y a largo plazo en la que no debería influenciar de modo negativo la prematura desaparición del presidente venezolano Hugo Chávez.

Con relación a la mayor sintonía entre los varios jefes de Estado de la región suramericana en materia de política continental, observamos que está atestiguada por los recientes e innumerables encuentros que han llevado a cabo los diversos jefes de Estado, los cuales están  encaminados a articular la unidad regional con criterios diversificados de tipo económico, regional y continental. Algunas organizaciones como Mercosur, Comunidad Andina y Celac parecen haber encontrado en Unasur un primer contenedor “político” de sus particulares exigencias4, por otra parte bien apropiado, según nuestro parecer, para el actual proceso de transición uni-multipolar.

De las muchas fechas significativas concernientes la reanudación de la tendencia “neocontinental” latinoamericana, seguramente hay que incluir la del 10 de marzo de 2009, cuando se reúne, en el contexto de las propuestas de la Unasur, el Consejo Suramericano de Defensa. Según el parecer de M. Ángel Barrios, “esta organización puede permitirle a Suramérica sustituir la injerencia exterior mediante la introducción de concepciones estratégicas propias. “Entre estas – continua Barrios – resalta la conciencia que para ser protagonistas del nuevo contexto internacional hay que ser un Estado continental e industrial y que, por consiguiente, la integración estratégica es necesaria para Suramérica sin que por ello tenga que recurrir a la cancelación de los estados que la conforman”5.

Esta nueva fase de las políticas encaminadas hacia la integración de América Latina fueron también posibles gracias a un factor externo y fundamentalmente geopolítico: en otras palabras, fue debido al relativo “desinterés” norteamericano hacia esta área. Los EE.UU se han proyectado cada vez más hacia el Asia-Pacífico, región por muchos juzgada de carácter estratégico para Washington (la America’s strategic pivot del siglo XXI), en los últimos años los norteamericanos de una manera u otra han aflojado el asa de lo que siempre han definido el propio “patio de la casa”.

El despertar “continental” de las naciones suramericanas parece haber encontrado mayor fuerza gracias a las políticas encaminadas por los principales gobiernos suramericanos (y por sus clases económico-productivas más dinámicas de cada país) hacia algunas naciones de la masa continental euroasiática, algunas de las cuales persiguen análogas iniciativas integradoras. Se puede hipotetizar con una cierta certeza que – basándonos en la experiencia positiva de Brasil en el ámbito del BRICS, del ASPA y del IBAS – tales relaciones, por el momento generalmente bilaterales, serán confirmadas y sucesivamente desarrolladas incluso en el sector de las agregaciones supranacioanles de parte de los otros países suramericanos.

Notas

1. High Level Working Group on Jobs and Growth, Final Report, February 11, 2013, http://www.ustr.gov/about-us/press-office/reports-and-publications/2013/final-report-us-eu-hlwg
2. Statement from United States President Barack Obama, European Council President Herman Van Rompuy and European Commission President José Manuel Barroso, February 13, 2013.
3. El geopolítico argentino define esta nueva fase  “continental” como “etapa de latinoamericanización”, Miguel Ángel Barrios, I fondamenti geopolitici dell’UNASUR, IsAG, 2013, Roma, p. 5.
4. Francesco G. Leone, Dalla “Patria Chica” fino alla formazione di una nuova identità sudamericana: l’UNASUR, Report IsAG, n. 6/2013.
5. Miguel Ángel Barrios, I fondamenti geopolitici dell’UNASUR, IsAG, 2013, Roma, p.

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