Por Suárez Pola
El análisis del Fascismo como fenómeno social siempre
se ha realizado desde las diferentes posiciones ideológicas, de manera que se
han creado diferentes opiniones subjetivas que nos han impedido comprender el
total que este movimiento representa. El ejemplo práctico de este análisis
subjetivo como también de la desinformación se encuentra en el estudio de la economía
fascista.
El Fascismo surge como un movimiento cultural que se
gesta alrededores de principios del Siglo XX y que luego encontrará las
condiciones necesarias para que se transforme en acción política. ¿Pero qué es
lo que se genera alrededor de 1900?
Para empezar, es preciso hacer un breve resumen de lo
que ocurre a partir de la Revolución Francesa. Las revoluciones liberales
suponen la ruptura con la sociedad anterior, sociedad basada en estamentos, en
los que se clasificaban las personas. Durante un largo periodo de tiempo, va
surgiendo desde el pueblo llano un nuevo grupo que se consolida económicamente
pero que carece de privilegios políticos, este grupo es la burguesía. Es clave
entender esto ya que hay bastantes análisis que clasifican a estas revoluciones
como revoluciones burguesas, que si bien también estaba presente el pueblo, la
burguesía también formaba parte del mismo en lo que llamamos como el Tercer
Estado. El triunfo de las ideas liberales, pone en marcha un nuevo tipo de
sociedad que se entiende como el conjunto de individuos desde una posición no
colectiva, el individuo como eje central del cuál deriva todo lo demás.
Políticamente, se van abriendo paso nuevas fórmulas de poder en las que el rey
como la nobleza pierden privilegios. Económicamente, se va produciendo un gran
avance debido a la aparición de las fábricas, de las industrias. Esto supone un
traspaso de capital humano desde los campos, donde la mejora de la tecnología
aumentó la producción, a la ciudad, que es donde se concentraban las fábricas,
por lo que nos encontramos con un nuevo tipo de sociedad que se desarrolla en
un nuevo espacio: la ciudad. Nos encontramos con el Capitalismo, basado en la
propiedad privada de los medios de producción a través del capital. Poco a poco,
todos estos engranajes rupturistas con el Antiguo Régimen se van complementando
unos con los otros y configuran un mundo nuevo. En sus inicios, suponen un gran
aumento en la tecnología así como en la producción, pero va a dar lugar a las
mayores injusticias. La nueva sociedad se va dividiendo en dos clases sociales:
la primera es la gran beneficiada de la revolución liberal, la burguesía, la
segunda clase es la consecuencia directa de todo lo producido anteriormente, el
proletariado. Fueron las nuevas relaciones de producción las que proletarizaron
a la masa obrera. Esta nueva división dio lugar a grandes masas asalariadas que
no disponían de las mejores condiciones de trabajo y que pronto empezarían a
reclamar lo que les pertenecía. Las teorías marxistas analizaron esto con
bastante éxito y pusieron énfasis en la lucha del proletariado contra la
burguesía, la lucha de la clase obrera. Pero estos análisis de la sociedad van
a encontrar un obstáculo cuando el liberalismo de sufragio restringido se
transforma en democracia liberal y con un sufragio más amplio que tendrá como
consecuencia el acceso de las clases bajas a los procesos democráticos.
Las predicciones de Marx no parecen
cumplirse y el proletariado consigue acceso a las mejoras de condiciones, por
lo que se produce un nuevo cambio. Estas clases bajas van teniendo acceso a la
alfabetización, a la escuela, a la cultura y a la toma de decisiones, por lo
que se produce una transformación de la conciencia; se va dejando de lado el
énfasis puesto por teóricos anteriores en la lucha proletaria de clase para
transformarse en un acercamiento del proletariado a la nación, de manera que
poco a poco se va nacionalizando.
Después de repasar esta nuevas condiciones, se produce
inevitablemente un revisionismo del marxismo hasta ahora conocido, un
revisionismo antimaterialista y antirracionalista que pondrá en duda las bases
económicas marxistas. El sindicalismo revolucionario de George Sorel es el que
realizará esta tarea. Es decir, la izquierda se plantea lo que hasta ahora no
se habían planteado, significando esto la creación de un nuevo componente que
estará presente en el Fascismo, de ahí que sean cada vez más personas las que
le atribuyan al Fascismo indudablemente su origen de izquierdas. Debemos tener
en cuenta que el nuevo revisionismo revolucionario soreliano se gesta
alrededores de principios del Siglo XX, lo que viene a afirmar que los
componentes del Fascismo no surgen de la nada sino que se desarrollan en cadena
a partir de unas circunstancias anteriores a los Fasci de Combattimento. Otro
componente del Fascismo es un nuevo nacionalismo rupturista con el que se
produce a partir de la Revolución Francesa. Las revoluciones burguesas
concebían la sociedad, como hemos visto anteriormente, como un conjunto agregado
de individuos independientes, mientras que el nuevo nacionalismo, en el que
Maurice Barrès se presenta como teórico, entiende a la colectividad como un
conjunto orgánico nacional que antepone los intereses de la colectividad a los
intereses de los individuos, todo existe para completar los intereses de la
colectividad. También es imprescindible destacar como teórico nacionalista
italiano a Enrico Corradini. Este teórico del nacionalismo italiano llama al
pacto de solidaridad entre todas las clases italianas al mismo tiempo que
emplea en 1910 el término de socialismo nacional. Sin embargo, da también lugar
a lo que se conoce como Naciones Proletarias: ''es necesario, ante todo, que
los italianos comprendan que su país constituye, material y moralmente, una
nación proletaria; es preciso, enseñarles la necesidad de la guerra
internacional del mismo modo que el socialismo enseña a los obreros los
principios de la lucha de clases, es preciso en definitiva, establecer la paz
entre el proletariado y la nación.''. De este nuevo concepto llamado Nación
Proletaria, hablará también Mussolini como contrapeso de las Naciones
Plutocráticas. Cierto es que Corradini no renuncia a la violencia como motor de
la historia, pero cambia del marxismo la violencia de clases por la violencia
internacional, siendo para ello necesario la reconciliación de los grupos
dentro de la nación que hasta ahora eran antagónicos. Es curioso cómo a la vez
que se produce una reconciliación entre clases, se destaca la nueva concepción
de la Nación como una nación proletaria, siendo esto hasta el momento
totalmente nuevo. Resultaría difícil escuchar a un burgués hablar de este tipo
nuevo de nación. El proletariado había rechazado a la nación ya que ésta estaba
dirigida por burgueses, siendo éstos los verdaderos propietarios de ella, pero
este nuevo nacionalismo cambiará esa relación. En definitiva, tenemos presente
un nuevo movimiento que nace de la izquierda y presenta una nueva síntesis
hasta ahora desconocida, la síntesis de lo nacional con lo social. Sin embargo, no es preciso destacar esta
nueva concepción de reconciliación de clases como fin último de la economía
fascista.
Si bien es cierto que existe este nuevo socialismo
nacional basado en la idea de la nación como conjunto colectivo superior a
intereses individuales y que nos habla de la reconciliación de clases, esto no
es lo primero a destacar cuando surgen los Fasci Italiani di Combattimento.
Este nuevo movimiento presentó en su programa, claramente de izquierdas, el
problema de la lucha de clases y posibles soluciones. Aquí algunos puntos
económicos del programa interesantes:
Control de las tierras por parte de los campesinos,
jornada legal de ocho horas, participación de los obreros en el desarrollo de
las empresas y en sus beneficios, eliminación de la banca especulativa,
administración de las industrias y servicios públicos por parte de las
organizaciones proletarias, fuerte impuesto sobre el capital con carácter
progresivo que tenga la forma de una verdadera expropiación de todas las
riquezas, la confiscación de todos los bienes de las congregaciones religiosas
y la abolición de todas las bulas episcopales que constituyen una enorme
responsabilidad para la nación y un privilegio para unos pocos y la
nacionalización de todas las fábricas de armas y explosivos.
Como vemos, este nuevo programa, del que cabe destacar
también su posición republicana, tiende a la mejora de condiciones de la clase
proletaria y a la participación en los beneficios de las empresas rompiendo así
con las relaciones capitalistas de producción. Anteriormente, el capitalista
era el que repartía salarios fijados a los trabajadores mientras el beneficio
común le pertenecía a él por ser el propietario del capital. Este nuevo ascenso
del proletariado al control de las industrias y al acceso de los beneficios
producidos lo elevarán de la condición de simple asalariado para incorporarlo
directamente a la producción. Claramente, un burgués nunca podría defender un
programa como éste. Los análisis del Fascismo como reacción de la burguesía
ante el avance del movimiento obrero quedan en evidencia cuando se profundiza
en los orígenes del movimiento fascista. El Fascismo como movimiento
revolucionario supo adaptarse a las circunstancias en el momento que le tocó
actuar y presentó ser un movimiento más fuerte que otros que se disputaban la
conquista del poder. Cierto es que para el desprestigio del Fascismo, existe
posteriormente a sus inicios, una alianza indudable con los elementos
reaccionarios venidos de la derecha que ven al Fascismo como ariete contra los
adversarios de sus privilegios. Vamos a explicar esto, para ello, tomaremos el
programa del Partido Nacional Fascista como también sus principales puntos
ideológicos y lo compararemos con aquel programa socialista de los Fasci di
Combattimento:
Aceptación a la monarquía de la Corona de
los Saboya y el Rey Víctor Manuel III , férrea defensa de la clase obrera y el
campesinado, control corporativo de los empresarios y trabajadores para cubrir
sus necesidades, mantenimiento de las propiedades privadas y acuerdo de
industriales con la clase obrera.
Vemos un cambio muy profundo en las
medidas que se pretenden tomar. Donde antes estaba la defensa de una República,
ahora vemos la aceptación de la Corona, donde antes veíamos el acceso del
proletariado al control de las industrias y servicios públicos, ahora vemos el
control corporativo de los empresarios y trabajadores como también la defensa
de la propiedad privada. Lo único destacable es un punto en el que se señala la
defensa férrea de la clase obrera y el campesinado, como condicionante a lo
nuevo que se presenta. ¿Hay dudas de que este cambio de pensamiento no es
forzado? Creemos que no. Este cambio es forzado por elementos reaccionarios
como condición necesaria para que el Fascismo llegue al poder. Este nuevo
programa basado en la colaboración de clases si responde al nuevo nacionalismo
del que hablamos anteriormente. Y es que la mayoría de los análisis del
Fascismo toman como regla económica el corporativismo cuando en realidad el
corporativismo es la base del Fascismo para un nuevo orden social posterior.
Mussolini trabajando en la campaña del trigo (1938)
El corporativismo económico se basa en la
organización de la producción en corporaciones y en la creación de una nueva
situación basada en la colaboración de clases para servir a la colectividad. En
este sistema, cada grupo va a defender sus posiciones teniendo como juez al
Estado que velará por la colectividad. Esto se resume en la reunión de
empresarios, trabajadores y como manda más, el Estado. Es una manera de
apropiarse de los elementos beneficiosos del capitalismo para servir a la
nación, pero este tiene también sus consecuencias. El corporativismo no eliminó
el capitalismo sino que redujo sus efectos negativos. Seguían existiendo unos
hombres que tenían el capital pero que vivían a base del esfuerzo de otros que
aportaban el trabajo. La burguesía había sido derrotada cuando caen las
instituciones burguesas pero seguían manteniendo poderes a través del capital.
De ahí que los elementos reaccionarios de los diferentes países europeos fueran
partidarios del Estado Corporativo y fuerte. Pero sin embargo, a pesar de que
esta situación estaba presente, se defendía la nueva organización por ser más
justa, más social, que la de otras naciones que también tenían sus revoluciones
conseguidas. Así vemos las declaraciones de Nicola Bombacci, uno de los
fundadores del Partido Comunista Italiano:
''El fascismo ha hecho una grandiosa revolución
social, Mussolini y Lenin. Soviet y Estado fascista corporativo, Roma y Moscú.
Mucho tuvimos que rectificar, nada de qué hacernos perdonar, pues hoy como ayer
nos mueve el mismo ideal: el triunfo del trabajo (…) ¡Roma ha vencido!... Moscú
materialista semi-bárbara, con un capitalismo totalitario de Estado-Patrono,
quiere unirse a marchas forzadas (planes quinquenales), llevando a la miseria más
negra a sus ciudadanos, a la industrialización existente en los países que
durante el siglo XIX siguieron un proceso de régimen capitalista burgués. Moscú
completa la fase capitalista. ... Roma es bien otra cosa. ... Moscú, con la
reforma de Stalin, se retrata institucionalmente al nivel de cualquier Estado
burgués parlamentario. Económicamente hay una diferencia sustancial, porque,
mientras en los Estados burgueses el gobierno está formado por delegados de la
clase capitalista, el gobierno está en manos de la burocracia bolchevique, una
nueva clase que en realidad es peor que esa clase capitalista porque sin
control alguno dispone del trabajo, de la producción y de la vida de los
ciudadanos...'' A lo que más tarde, en la última etapa de su vida, ya
entrada la República Social Italiana, añadía: ''Fascismo como única
verdadera revolución y realización del triunfo del trabajo'' ''¡Que viva Mussolini!, ¡Que viva el
socialismo!''
Mussolini puso en práctica todo lo
aprendido anteriormente de aquellos sindicalistas revolucionarios que décadas
antes rompieron con los dogmas establecidos de una manera contundente y eficaz
en la práctica.
No hay duda de que las alianzas con las
fuerzas reaccionarias están presentes en un primer momento, pero estas alianzas
no convierten al Fascismo en un movimiento reaccionario, sino que le incorpora
elementos extraños al mismo. Los análisis marxistas del Fascismo se equivocan
en la cuestión de reacción. El Marxismo parte de que el Fascismo surge como
reacción de la burguesía para frenar al movimiento obrero, pero aquí
enfocaremos la situación de otra manera. El Fascismo modificado, ya que en sus
principios se presentaba de otra manera, en los instantes antes de llegar al
poder y en la práctica en una primera etapa, es la reacción de la burguesía no
ante el supuesto movimiento obrero sino la reacción al ascenso del Fascismo,
incorporando a éste aspectos no propios del mismo por circunstancias ligadas al
contexto. Pero al Marxismo le interesa que se tenga esta visión del movimiento
social fascista para mantener a la masa obrera bajos sus banderas
internacionalistas ante una nueva fuerza revolucionaria que se presenta mucho
más fuerte. Todos estos elementos que se adhieren al Fascismo no son
propiamente fascistas, son ajenos a él, y que en última instancia serán
eliminados.
Resumiendo esta primera etapa, nos
encontramos con un Fascismo que destruye las instituciones propias de las
democracias burguesas y al mismo tiempo se desmarca de los dogmas establecidos.
Un Fascismo que tiene que reducir su impacto revolucionario ante elementos
reaccionarios pero que sin duda, pone en práctica un nuevo sistema que será
mucho más justo que todo lo conocido hasta ahora, un sistema que ni mucho menos
es el fin de la economía fascista como nos han hecho creer. Como dijo Mussolini
en el año 1933: '' El Corporativismo es un punto de partida, no de llegada''.
Lo que nos deja la siguiente pregunta en el aire. ¿Dónde está ese punto de
llegada? No lo sabemos. El Fascismo fue derrotado militarmente y no pudo
terminar su obra. Pero sí que nos podemos acercar a este punto de llegada si
tenemos en cuenta un periodo que para muchos pasa como insignificante y que no
vale la pena destacar, mientras que para otros es un momento del Fascismo que
no se puede ignorar. Llegamos a la República Social Italiana en el año 1943. La
República Social Italiana representa al Fascismo revolucionario de los inicios,
identificado en los Fasci Italiani di Combattimento del año 1919. A este nuevo
contexto nos debemos de acercar a través del Manifiesto de Verona y del Decreto
de Ley de Socialización de Empresas.
Cabe destacar algunos puntos del
Manifiesto de Verona que son importantes: ''Sea convocada la Asamblea
Constituyente, poder soberano, de origen popular, que
declara la dejación
de la Monarquía, condena
solemnemente al último rey como traidor y prófugo, proclama la República Social
y nombra al jefe de ésta. Abolición del sistema capitalista interno y lucha contra
las plutocracias mundiales. La
propiedad privada, fruto del trabajo y del ahorro individual, complemento de la
personalidad humana será garantizada por el Estado. Sin embargo, la propiedad
no debe convertirse en desintegradora de la personalidad física o moral de
otros hombres, por medio de la explotación laboral. En la economía nacional
todo aquello que, por dimensión o función, exceda el interés individual para
entrar en el interés colectivo, pertenecerá a la esfera de acción que le es
propia al Estado. Los servicios públicos y, por lo general, la industria
militar deberán ser gestionados por el Estado, a través de entidades
para-estatales. En cada empresa (industrial, privada, para-estatal o estatal)
los representantes de los técnicos y de los obreros cooperarán estrechamente (a
través de un conocimiento directo de la gestión) en la equitativa fijación de
los salarios; así como al reparto equitativo de los beneficios, entre el fondo
de reserva, la renta del capital accionarial y la participación en los
beneficios mismos por parte de los trabajadores. En algunas empresas esto podrá
darse con una extensión de las prerrogativas de las actuales comisiones de
fábrica, compuestas por técnicos y obreros, con un representante del Estado; en
otras incluso, en forma de cooperativa para-sindical. En la agricultura, la
iniciativa privada del propietario encontrará sus límites, allí donde la propia
iniciativa faltare. La expropiación de
las tierras no cultivadas y de las explotaciones agrícolas mal gestionadas,
podrá llevar a la partición de las mismas en lotes entre los jornaleros, para
convertirlos en agricultores autónomos, o
a la constitución de cooperativas para-sindicales o para-estatales. Según
varíen las exigencias de la economía agrícola. Esto, por otra parte está
previsto por las leyes vigentes, a cuya aplicación, el Partido y las
asociaciones sindicales están imprimiendo el impulso necesario. Está plenamente
reconocido a los agricultores autónomos, a
los artesanos, a los profesionales y a los artistas, ofrecer y ejercer las
propias actividades productivas individuales por familias y por sociedades, salvo las obligaciones de consignar y someter al
control las tarifas de las prestaciones. El trabajador será inscrito de oficio
en el sindicato del gremio,
sin que ello le impida
transferirse a otro sindicato, cuando cumpla los requisitos. Los sindicatos
convergen en una única confederación que comprende a todos los trabajadores,
técnicos y profesionales, con exclusión de propietarios que no sean directores
o técnicos. Llamada Confederación General del Trabajo, de la Técnica y de las
Artes. Los trabajadores dependientes de las industrias del Estado y de los
servicios públicos conforman sindicatos gremiales como cualquier otro
trabajador. Todas las imponentes providencias sociales realizadas por el
régimen fascista en un ventenio permanecerán íntegras."La Carta del
Trabajo" constituye en su letra la consagración, así como constituye en su
espíritu el punto de partida para continuar el camino. ‘‘
Como vemos, el Fascismo vuelve de lleno a
sus orígenes, se deshace de todos los elementos reaccionarios que incluso
manifestaron su molestia con el Duce acusándole de haber tenido una desviación
marxista. Esta nueva etapa Fascista la complementa los Decretos de Ley de
Socialización de Empresas, desarrollados por auténticos revolucionarios
socialistas como Nicola Bombacci. En ellos se establecen que: ''La gestión
de la empresa, ya sea del Estado o de la propiedad privada, queda socializada.
En ello toma parte directa el trabajo.‘‘ Esto significa que los
trabajadores tienen acceso a la gestión de la producción y a la gestión de los
beneficios de las empresas en forma de cogestión. Hay que aclarar algunas cosas
sobre esto que pueden crear confusión. La propiedad privada se permite como
bien hemos visto antes, pues esto no es incompatible con la socialización. La
propiedad privada queda en un aspecto más bien jurídico que funcional. La
socialización complementa a la propiedad privada en el momento en el que todos
los que forman la empresa la dirigen de manera conjunta y acceden a los
beneficios de manera conjunta y equitativa, en contraposición con la empresa
capitalista en la que son los capitalistas los que controlan los beneficios,
reparten los salarios y dirigen la empresa, estando el trabajo aquí en un
segundo plano. La socialización lo que pretende es eliminar a la
clase parasitaria que vive a base del esfuerzo de todos, como se dice en el
Manifiesto de Verona, eliminar el capitalismo interno que todavía estaba
presente con la economía corporativa. Todo esto tiende a lo que ya nos advertía
el programa fascista de 1919, al control de las industrias y servicios públicos
por las organizaciones proletarias. Es una prueba de que si bien el Fascismo no
tiene el dogma de las clases como motor de lucha, no es menos consciente de
ello, al revés, es tan consciente que le pone solución en el momento en el que
se desprende de todos los elementos reaccionarios que se habían interpuesto en
el desarrollo del Fascismo.
Estas nuevas medidas en materia social superan tanto
al capitalismo de Estado, que existía en otros países socialistas, como al
individualismo liberal que absorbía los beneficios en el individuo. Es un
programa revolucionario que hasta el momento no había existido. Muchos
militantes socialistas de otros tiempos estaban convencidos de que el Fascismo
representaba en forma práctica el auténtico socialismo por el que tanto habían
luchado. Hay que entender bien este momento y para ello vamos a poner discursos de la época por el propio
Mussolini:
Este discurso es clave para entender todo lo que hemos
visto anteriormente en este artículo sobre el Fascismo y los elementos
reaccionarios que lo modifican. Como hemos señalado, el Fascismo nace desde la
izquierda, siendo la burguesía la que se escuda en él a la vez que se protege
de los cambios que este trae que son perjudiciales para ella misma. Mussolini,
en vísperas de su muerte, nos lo advierte desde una manera sencilla y clara. La
lucha contra el capitalismo por mucho que nos quieran hacer ver lo contrario,
está presente en el Fascismo hasta el momento de la derrota:
''Nuestros programas son definitivamente
iguales a nuestras ideas revolucionarias y ellas pertenecen a lo que en régimen
democrático se llama ''izquierda"; nuestras instituciones son un resultado
directo de nuestros programas y nuestro ideal es el Estado de Trabajo. En este
caso no puede haber duda: nosotros somos la clase trabajadora en lucha por la
vida y la muerte, contra el capitalismo. Somos los revolucionarios en busca de
un nuevo orden. Si esto es así, invocar ayuda de la burguesía agitando el
peligro rojo es un absurdo. El espantapájaros auténtico, el verdadero peligro,
la amenaza contra la que se lucha sin parar, viene de la derecha. No nos
interesa en nada tener a la burguesía capitalista como aliada contra la amenaza
del peligro rojo, incluso en el mejor de los casos ésta sería una aliada
infiel, que está tratando de hacer que nosotros sirvamos a sus fines, como lo
ha hecho más de una vez con cierto éxito. Ahorraré palabras ya que es
totalmente superfluo. De hecho, es perjudicial, porque nos hace confundir los
tipos de auténticos revolucionarios de cualquier tonalidad, con el hombre de
reacción que a veces utiliza nuestro mismo idioma.''
22 de Abril de 1945
Este discurso, pone de manifiesto el
programa revolucionario que trae el Fascismo con la Socialización, superando al
individualismo liberal y al capitalismo de Estado. Programa que molestará a muchos reaccionarios derechistas
desencantados con el nuevo rumbo del Fascismo cuando se pone en práctica la
socialización de las empresas burguesas:
''Desde el punto de vista social, el
programa del Fascismo Republicano no es más que la lógica continuación de los
años que van desde la Carta del Trabajo a la conquista del Imperio. La
naturaleza no se desarrolla a saltos, ni siquiera la economía. Precisa
establecer las bases con leyes sindicales y organismos corporativos para
alcanzar la ulterior fase de socialización (...) Respecto a la ley de
socialización, el interés que ha suscitado en el mundo ha sido verdaderamente
grande, y hoy, en todas partes, incluso en Italia, dominada y torturada por los
angloamericanos, todo programa político contiene el postulado de la
socialización.
Los trabajadores, un tanto escépticos al
principio, han terminado por entender su importancia. Su efectiva realización
está en marcha. Ahora, la semilla está echada. Cualquier cosa que ocurra, esta
semilla está destinada a germinar. Es el principio que inaugura lo que ocho
años antes vaticiné en Milán, frente a ciento cincuenta mil personas que me
aclamaban, el ''siglo del trabajo'', en el cual el trabajador surge de su
condición económico moral de asalariado para asumir la de productor,
directamente interesado en el desarrollo de la economía.
La socialización fascista es la solución
lógica y racional que evita, por un lado, la burocratización de la economía a
través del capitalismo de Estado y, por otro, supera el individualismo de la
economía liberal que fue un eficaz instrumento de progreso en los comienzos de
la economía capitalista.(...)Por medio de la socialización, los mejores
elementos procedentes de las clases trabajadoras realizarán su experimento.''
Extracto del discurso en el Teatro Lírico
de Milán, Pronunciado el 16 de Diciembre de 1944
Después de concluido el período de
fascistización del Estado, habrá un número cada vez mayor de militantes que
exigirán el retorno a las fuentes, que denunciarán las alianzas dudosas, los
compromisos vergonzantes con la derecha burguesa, clerical o monárquica. Este retorno a las fuentes viene dado sin duda con la
llegada República Social Italiana, con unos pocos de jóvenes que lucharon
contra el mundo entero.
Finalmente, vemos que siempre se puede tener otro
punto de vista alternativo a los que nos imponen desde la televisión o los tópicos
de siempre. El Fascismo ha perdido su significado y se utiliza como insulto
contra todo aquello que no nos gusta. No se analiza como fenómeno político y
social que agrupó a las masas en las
calles bajo la bandera nacional y con un mismo destino común, por lo que ha
perdido significado. Pero siempre habrá personas que quieran descubrir la
verdad sobre un momento histórico en el que las ideas movieron el mundo y lo
cambiaron, tal y como lo conocíamos, para siempre.
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