El 7 de enero de 1951, un musulmán de nombre Abdel
Wahed-Yahia moría pronunciando el nombre de Alá. Aquel hombre había nacido
el 15 de noviembre de 1886 en Francia, recibiendo el bautismo católico y el
nombre de René, René Guenon. Entre el recién nacido bautizado en el rito
católico y el cuerpo sin vida de El Cairo, que iba a ser enterrado según el
rito coránico, quedaba encerrada toda una vida sugestiva, extraña y
extraordinaria.
Para algunos autores, notablemente cristianos integristas,
hablar de Guenon es tocar un tema tabú: "¿Guenon? se trata de un
masón", sin embargo había escrito artículos en "La France
anti-maçonique". Otros militantes nacional-revolucionarios desprecian la
obra de Guenon en la medida en que no adopta posturas políticas: sin embargo,
es evidente que el conjunto guenoniano, objetivamente considerado, tiene una
importancia política en nuestro mundo similar al que desempeña "el
Capital" entre el comunista; alguna enciclopedia de prestigio ha definido
a Guenon como un "orientalista", pero Guenon era consciente de que
había nacido en Occidente y que era en esta parte del globo en donde debía
librar sus batallas. No fue cristiano porque quiso ir más allá de las
interpretaciones facilonas y superficiales del cristianismo; fue, en cambio,
musulmán porque vio allí una tradición viva y operante. Todos estos rasgos
nos pueden dar a entender cuán contradictoria y sugestiva podía ser la
personalidad de Rene Guenon. Algún imbécil ha dicho que el "hitlerismo
es el guenonismo más las divisiones panzer", lo cual no deja de ser una
frase publicitaria y vacía de sentido, pero que indica hasta qué punto
algunos autores antifascistas consideran peligroso a Guenon.
Los orígenes familiares de Guenon nada especial hacían
presagiar. Así como Gautama Shidarta Buda, el vigésimosexto Buda, nació en
una familia noble, Guenán lo hizo en el seno de la alta burguesía provinciana
de Francia. Si Buda hubiera estado predestinado a regir un reino, Guenon muy
bien podría haberse dedicado a administrar el patrimonio familiar. No fue
así. El reconocimiento de una vida espiritual más allá de la materia, la
conciencia de que tal vida podía ser vivida e intuida aun permaneciendo en el
mundo de lo contingente, un cierto desencanto hacia la moralina cristiana, le
llevaron a buscar ya desde los primeros años del siglo nuevas vías a la
espiritualidad. Va a buscar esta vía en el hermetismo. Es iniciado en la
escuela esoterista de "Papus", que no tarda en abandonar desencantado
por su teoricismo. Del hermetismo pasará a la Iglesia Gnóstica, con el nombre
de "Palingenius" (el que renace, René, su nombre francés). Colabora
con el "patriarca" Sinesio, conductor de dicha iglesia especialmente
en la fundación de la revista "La Gnosis". Estamos en 1909. La
aventura gnóstica durará hasta 1912 y a lo largo de la misma
Guenon-Palingenius empezará a escribir artículos sobre filosofía tradicional
y metafísica.
En 1912 empieza sus andanzas en la masonería, concretamente
en la Gran Logia de Francia, Rito Escocés Antiguo y Aceptado. ¿Qué le indujo
a afiliarse a la franc- masonería? En primer lugar, el desengaño de sus
anteriores experiencias. En efecto, ni Papus ni los gnósticos pasaban de ser
reductos de individuos impresionables de escasa calidad humana, Por el
contrario, Guenon encuentra en la franc-masonería otro tipo de gente, un
esoterismo más serio, una tradición más auténtica. Durante años Guenon,
obsesionado por la idea de restaurar la tradición en Occidente, pensará que
los vehículos de tal restauración no podían ser más que la Iglesia
Católica y la franc-masonería. Sólo más adelante advertirá que la Iglesia
Católica ha terminado por transformar su rito en costumbre, en una especie de
repetición desprovista de cualquier sentido. No en vano los textos védicos
hindues anunciaban que uno de los síntomas de la "Edad sombría"
sería que los hombres realizarían abluciones sin contenido benefactor (desprovistas
de sentido), Y en cuanto a la franc-masonería, Guenon, después de estudiarla
desde dentro, concluyó que todo lo que de esotérico y de tradicional había
en esta organización se debía a meras reminiscencias del período
"operativo" y que la masonería "especulativa", sólo por
serlo, no podía pasar de ser un mero diletantismo burgués. Pero antes de
llegar a estas conclusiones debió pasar por un largo periplo en distintas
logias masónicas, lo cual ha hecho que algunos autores (notablemente Pierre
Virion, véase "La Iglesia y la francmasonería") lo incluyan entre
los autores masónicos.
Perteneció a la
Orden Martinista (otra secta masónica) que, según la revelación hecha por
Guenon, debía de servir de antecámara a una organización superior y más
elitista, la Hermetic Brotherhood of Luxor. Del martinismo y presentado por
él, pasó a contactar con dos logias masónicas, La Logia Simbólica Humanidad
no.240 del Rito Nacional Español, y el Capítulo del Temple INRI del Rito
Primitivo y Original, de la que llega a ser Gran Maestre del Gran Oriente,
recibiendo el cordón negro de Caballero Kadosh. En el Congreso Masónico de
1908 fue secretario de la mesa presidencial. Pero todo esto empezaba a
desencantar a Guenon, le parecía... poco serio. Con los elementos más
válidos de estas organizaciones pasa a constituir una cierta "Orden del
Temple", que tras distintos avatares se disuelve, y más tarde ingresa en
la Logia Tebas. Todo esto durará hasta 1914. En esa época Guenon escribía:
"La masonería ha sufrido una degeneración: el principio de esta
degeneración está en la transformación de la masonería operativa en
masonería especulativa, aunque no se pueda hablar de discontinuidad; incluso
si hubo "cisma", la filiciación no se interrumpió por esto y a
pesar de todo; la incomprensión de sus adheridos e incluso de sus dirigentes
no altera en nada el valor propio de los ritos y de los símbolos de los cuales
permanece depositaria".
En 1909 Guenon
inició la publicación de artículos y colaboración en dos revistas de corte
anti-masónico, dirigidas por el publicista católico Clarin de la Rive:
"la France antimasonique" y "La france Chrétienne". Ambas
publicaciones seguían las directrices de Leo Taxil, campeón del anti-masonismo
por aquellos años. Rive partía de la base de la existencia de grupos
luciferinos y satánicos, es decir, grupos que se esforzaban conscientemente en
desprestigiar a las organizaciones y los símbolos tradicionales y que
constituían una "Alta Masonería Luciferina", situada por encima y
más allá de la masonería normal. Como la mayoría de escritores
anti-masónicos, Leo Taxil había caido en innumerables exageraciones y
provocado un confusionismo absoluto sobre el tema. Guenon entiende que si debe
colaborar con la "France Anti-maçonique" no es en tanto que
solidario con este combate sino para poner los puntos sobre las íes,
denunciando excesos del anti-masonismo taxiliano. En la "Revista
Internacional de las Secas y Sociedades Secretas", es decir, situada en
las antípodas del anti-masonisrno, Guenon se preocupó más tarde de denunciar
los excesos y las confusiones del antimasonismo y de sus profesionales.
En 1914 es declarado
inútil para el servicio de las armas, con lo que se libra de ser actor y
testigo del drama de la guerra europea, En 1917 tendrá los primeros contactos
con el Islam, siendo profesor en Argelia. Regresa a Francia y sigue dando
clases de filosofía hasta que regresa a París en 1921. Tiene 35 años: a
partir de ahora escribirá sus más atrayentes páginas.
El Islam. ¿Por qué
se convirtió en "El servidor del único"? A nuestro modo de ver, dos
fueron las razones que le indujeron a dar semejante paso: la primera, la
realidad misma del Islam, entendida como una de las tres tradiciones vivas en
el siglo XX (las otras dos, el budismo y el hinduismo especialmente) y la
segunda, el hecho de que no pudiera acceder al hinduismo en razón del cerrado
sistema de castas. El Islam se presentaba y se presenta todavía hoy como una fe
popular capaz de suscitar entusiasmo (véase el caso de los chiitas en Irán),
con un esoterismo vivo y operante que delineaba una sociedad tradicional. A
estas razones se añadían sin duda otras de índole práctico que no son el
caso.
Guenon opinaba que
"Si la religión es necesariamente una, como la Verdad, las religiones no
pueden ser más que desviaciones de la doctrina primordial" y así lo
podemos ver colaborando sinceramente con "La France Antí-Masonique"
y adhiriéndose no menos sinceramente al Islam: el elemento moral prevaleció
siempre en Guenon sobre el elemento ritual, pero como quiera que el ritual
religioso debe de estar vivo y provisto de sentido para ser eficaz, Guenon
valoró más positivamente al Islam que al cristianismo.
En 1912 publicaba su
primer libro importante, tras una serie de artículos y trabajos en distintos
órganos esotéricos, masónicos, antimasónicos y gnósticos:
"Introducción general al estudio de las doctrinas hindues". En él
tocará un tema que será constante a lo largo de toda su obra. Se volverá a
repetir en "Oriente y Occidente", e incluso en "La crisis del
mundo moderno" se creerá obligado a dedicarle un capítulo. En efecto,
gran parte de los esfuerzos de Guenon a lo largo de su vida estuvieron consagrados
a superar la aparente contradicción entre Oriente y Occidente. Para él tal
oposición no ha sido una constante de la historia y, si bien hoy es una
realidad -aun cuando Oriente está abandonando su tradicional modo de ser para
imitar el modo de vida occidental, en otro tiempo, cuando Occidente no estaba
hipermaterializado, compartía con Oriente una misma realidad: la realidad de
la Tradición universal y única, como universal y única es la Verdad. Si se
quiere reconocer una diferencia entre Oriente y Occidente, en su forma pura y
tradicional, habrá que admitir que Occidente ha otorgado siempre una mayor
importancia a la acción sobre la contemplación, mientras que en Oriente ha
ocurrido justamente lo contrario. Pero también es necesario admitir que las
dos vías de ascesis tradicional son precisamente éstas: la acción y la
contemplación (Evola enlaza con Guenón en este punto haciendo hincapié en la
Edad Media gibelina y en su organización social).
A la
"Introducción general..." seguirá "El Teosofismo", obra
de carácter documental dedicada a desenmascarar las absurdas patrañas de una
aventurera rusa Mme. Blavatsky y de su excéntrica organización
pseudoiniciática, "La sociedad teosófica". Libro abrumador por su
documentación, en ocasiones confidencial hasta el momento de la publicación
del libro, "El teosofismo" no fue obra exclusivamente atribuible a
Guenon; en su redacción y especialmente en el acopio de documentación,
participaron algunos "informadores" hindues dispuestos a denunciar la
pseudo religión de la Blavatsky y sus métodos de embaucadora profesional. Al
"Teosofismo" seguirá otro libro-denuncia, "El error
espiritista". Medio perfectamente conocido por Guenon, los ambientes
espiritistas reunían a gentes impresionables, bribones vulgares, auténticos
mediums y un alto porcentaje de burgueses medios con ganas de emociones
fuertes. Los distintos centros espiritistas que florecieron a principios de
siglo, las sectas satánicas, etc., representaban un turbio submundo que era preciso
combatir tanto ayer como hoy día en que experimentan una nueva renovación. Es
precisamente en este libro en el que se encuentran algunas de las páginas más
famosas de Guenon, especialmente las dedicadas a los fenómenos de inmortalidad
y supervivencias, a la comunicación con los muertos, a la reencarnación, etc;
algunos de estos temas son posteriormente ampliados por Evola en "Rostro y
máscara del espiritualismo contemporáneo", libro que va por la misma
senda que el que nos referimos de Guenon y que representa una actualización y
revisión de algunos criterios guenonianos.
Cronológicamente
hablando, "Oriente y Occidente" aparece más tarde, hacia 1924.
Aunque ya hemos hecho una breve reseña de la temática del libro, hace falta
decir que fue acogido particularmente con simpatía en los medios católicos,
especialmente en "Acción Francesa". Leon Daudet le dedicó unas
críticas elogiosas afirmando que coincidían con el ideario maurrasiano. Y
así era en efecto: Guenon, como Maurras, partía de que el mayor descalabro de
la historia de Occidente era la Revolución Francesa y, aunque a partir de
aquí cada uno hacía su construcción particular (uno hacia la tradición
integral y otro hacia el nacionalismo integral), ambos coincidían en individualizar
los males de la civilización occidental: materialismo y alejamiento y divorcio
con la forma de ser tradicional.
En 1925 publica su
obra cumbre desde el punto de vista doctrinal. Si "La crisis del mundo
moderno" es su trabajo crítico más conocido e importante, "El
hombre y su porvenir según el vedenta" es su obra más conseguida desde
el punto de vista del rigor doctrinal. El vedenta es la escuela más puramente
metafísica de la doctrina hindú cuyo meollo es la doctrina de la Identidad Suprema,
es decir, la posibilidad del ser humano sometido a la vida contingente de
integrarse y. ser una misma cosa con la divinidad. Por primera vez apareció en
Occidente una obra lo suficientemente comprensible para el lector medio y lo
suficientemente erudita como para no ser un texto de mera divulgación que
exponía los secretos y las realidades más sublimes del hinduismo. A este
libro siguió otro de carácter historicista, "El esoterismo de
Dante". Para Guenon, la "Divina Comedia" de Dante no es un mero
divertimento o crítica social, representa la clave de la procedencia
ideológica de su autor: el gibelinismo y sus grupos de iniciados. Dante en la
"Divina Comedia" toca todas las ciencias tradicionales, de la
alquimia a la ciencia de los números, de la teoría de los ciclos cósmicos a
la astrología.
Y en 1927, "La
crisis del mundo moderno", a la que seguiría tras la guerra mundial y a
modo de complemento "El reino de la cantidad y los signos de los
tiempos". ¿Qué representan ambas obras en el contexto del pensamiento
tradicional y de la intelectualidad de la "otra Europa"? Ante todo un
intento -exitoso por cierto, de situar al mundo moderno en el lugar que le
corresponde: a saber, como último subproducto degenerado de la historia de la
humanidad, un mundo que vive de aquello que todas las demás civilizaciones
desecharon o abandonaron. Pero no se trata sólo de una exposición crítica,
sino que pretende ser también "operativo" en la medida de lo
posible. Y es en este punto en el que Guenon ha suscitado más vivas polémicas
en los ambientes nacionalrevolucionarios. Guenon consideraba que una eventual
restauración de la tradición en Occidente no podía realizarse como algunos
pretendían -y como hoy pretenden todavía algunos círculos nacional-revolucionarios
franceses y canadienses- recuperando el "celtismo", considerado por
estos mismos elementos como la quintaesencia de la tradición occidental; y
esto por una sencilla razón: porque el celtismo está hoy, como estaba hace
cincuenta años, muerto y enterrado y no existe ni la más mínima
supervivencia. Dicha restauración tradicional necesitaba de un
"vehículo" y ¿en que instituciones existían todavía resabios
tradicionales? Guenon los advertía en dos organizaciones tan contrapuestas como
la masonería y la iglesia católica. Deberemos de recurrir a Evola para
aclarar algo más este punto. En "El mito del Grial y la tradición
gibelina del imperio”, Evola en su último capítulo -"Una inversión del
gibelinismo"- habla sobre la masonería en estos términos:
"Sorprende encontrar en un autor como Guenon la afirmación de que, junto
al "compañerismo", la masonería sería casi la única organización
existente hoy en Occidente que, pese a su degeneración, "puede reivindicar
un origen tradicional auténtico y una transmisión iniciática regular".
Más o menos explícitamente duda del diagnóstico justo de la masonería como
sincretismo pseudoiniciático impulsado por fuerzas subterráneas de
contraindicación, formulable precisamente sobre la base de los puntos de vista
de Guenon. "Efectivamente, la masonería no solamente conserva unos pocos
elementos tradicionales -y estos de carácter básicamente simbólico y
ornamental, sino que en su fondo es completamente antitradicional". Veamos
algunos ejemplos: en la fórmula del Grado 30 del rito escocés, titulado
"El desquite de los templarios", se dice: "La venganza se
abatió sobre Felipe el Hermoso, no el día en que sus restos fueron arrojados
entre los desechos de Saint Denis por una plebe delirante (... ), sino el día
en que la constituyente francesa proclamó, frente a todos los tronos, los
derechos del hombre y del ciudadano". ... es decir las fuentes de las
constituciones burguesas. Y más aún: para la masonería moderna, la "Era
de la Luz" (justo lo contrario del kali-yuga, la edad de las tinieblas)
aparece en 1945 con la "Declaración Universal de Derechos Humanos"
emitida por las Naciones Unidas...
¿Y el cristianismo?,
mejor ¿y la Iglesia Católica? Bien, era evidente en 1927 que la Iglesia
Católica conservaba un cierto ritual tradicional e incluso su estructura misma
presentaba -al igual que la de la masonería- una organización jerarquizada y
ciertos rasgos de iniciación (la tonsura, por ejemplo). Pero esto no debe
apartarnos de su fondo, y su fondo fue el impreso por Pablo en su predicación
en los arrabales de Roma entre los esclavos, los judíos disidentes de las
sinagogas y los patricios traidores a su casta. Una prédica esencialmente
subversiva, en la que se aconsejaba desertar de las legiones romanas ("no
matarás a tu hermano"). Bien es cierto que, una vez en el poder, tras el
edicto de Constantino, todo esto cambió, el cristianismo se convirtió en la
religión del poder de tal forma que en el primer Concilio, se anunció la
excomunión para los desertores de las legiones... Y como en el caso de la
masonería, Evola ha puesto nuevamente el punto sobre la i: quien es católico
tradicionalista sólo es tradicionalista a medias. El catolicismo es
excesivamente sectario, no reconoce el origen común de las tradiciones,
considera cualquier otra tradición como un culto naturalista y pagano. Hoy,
cuando el "aggiornamento" progresista parece remitir ciertamente,
cuando la embestida del catolicismo tradicional -especialmente en Latinoamérica-
tiene caracteres de verdadera ofensiva triunfante, es evidente que nos
encontramos frente a una nueva etapa de la Iglesia en la que, si bien puede
recuperar un ritmo positivo y tradicional, parece muy difícil que sea capaz de
servir como vehículo a una eventual restauración de la Tradición Primordial
en Occidente.
El éxito de "La
crisis..." no detuvo la prodigiosa capacidad de Guenon para estudiar y
sintetizar, adaptándolas al vocabulario occidental, las distintas formas
tradicionales. En 1931 publicó "El simbolismo de la cruz" y los
"Estados múltiples del ser", siguió colaborando con algunas
revistas de estudios tradicionales y mención especial merecen sus dos
artículos publicados en la revista árabe "El Marifah " ("El
conocimiento").
En mayo de 1929 decide trasladarse definitivamente a El
Cairo. Anteriormente había estado allí en busca de textos sufíes difíciles
de encontrar en Occidente. Ya instalado en "Villa Fatma", nombre de
su casa en Egipto, se casará nuevamente en 1934 con la hija de un jeque de la
que tendrá tres hijos. La guerra europea bloqueó durante casi diez años la
publicación de nuevos libros, aprovechando este período para meditar y
estudiar las doctrinas islámicas. Adoptó la religión islámica y se hizo bautizar
Abdel Wahed-Yahia (El servidor del único). Todavía tuvo tiempo de publicar
dos libros importantes junto a docenas de artículos: "La gran
tríade" y "Ojeadas sobre la iniciación", de carácter
esencialmente metafísico. Su colaboración en la revista por él fundada,
"Etudes Traditionales", cuya sede se encuentra todavía hoy frente al
Sena, a cincuenta metros de Notre-Dáme, fue ininterrumpida hasta su muerte.
El 7 de enero de 1951, hacia las 23 horas, expiró. Murió
pronunciado el nombre de Alá. Una hora antes había dicho: "El alma se
va". Su cuerpo fue enterrado en el panteón de su suegro con el rostro
vuelto hacia La Meca. Hoy todavía su obra perdura. Ahí están las reediciones
de sus obras, la revista de "Etudes Traditionales", la gran cantidad
de autores posteriores a los que ha inspirado y los muchos lectores que han
encontrado en sus páginas y en el ejemplo de su vida el verdadero sentido de
su vida.
Extraído del libro Thule. La cultura de la Otra Europa.
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