miércoles, 24 de diciembre de 2014

JEAN THIRIART Y JULIUS EVOLA: ¿UNA RECONCILIACIÓN POSIBLE?

Por Francesco Boco

Ya en Jean Thiriart: Europa como Revolución hemos afrontado la teoría geopolítica de Thiriart resumible en “Europa unida de Dublín a Vladivostok”, sin embargo, todavía no hemos tocado un tema que hoy se impone necesariamente a nuestra atención.

La doctrina geopolítica gran-europea (o eurasiática si preferimos llamarla así), además de incomprensible, casi inadecuada a las exigencias futuras si no se asocia con una revalorización, una actualización de aquellos valores atemporales de tipo tradicional los cuales, solos, son capaces de restituir a los pueblos de Eurasia y la Tierra los principios verdaderos y más profundo de una vida según la Justicia y la Armonía.

No es de una importancia secundaria entonces considerar como puede acomodarse la visión tradicionalista de Julius Evola con la geopolítica eurasianista.

Dugin tiene en consideración este tema en un párrafo de su artículo “Julius Evola y tradicionalismo ruso” (el cual hemos publicado en Pueblo Indómito N.d.T). Veamos brevemente este punto.

En “Imperialismo Pagano” , emerge la casi ninguna estima en la que Evola tiene a los pueblos eslavos, de los cuales dice que no conocen la Tradición, viendo quizás en el Este una tierra bárbara, enemiga natural de las tradiciones centroeuropeas. La visión geopolítica evoliana, ni Occidente (capitalismo americano) ni Oriente (comunismo soviético): Europa, coincide consustancialmente con la visión geopolítica inicial de Jean Thiriart, ni Occidente, ni Oriente: Europa Imperial.

En Evola entonces “la evaluación del socialismo como algo esencialmente anti-tradicional va de la mano con la estimación más baja de la sociedad eslava”. (1)

En Thiriart el socialismo no es ya un enemigo, eso presenta aspectos positivos. “El ha reconocido en el sistema socialista soviético más afinidad que en el mundo capitalista”. (2)

En el momento en el que Thiriart lanza el lema “Europa de Dublín a Vladivostok”, afirma de facto la compatibilidad del tercerposicionismo europeo con la orientación eurasiática socialista.

Sin abandonar su aversión a los sistemas comunistas: “tras medio siglo, el comunismo se transformará quiera o no en un comunitarismo”. (3) Esta frase está tomada de un texto de los años 60: la predicción no se equivoca.

Thiriart vio en el nacional-comunismo, es decir, un comunismo desprovisto de dogmatismo marxista y enriquecido con un sentimiento de pertenencia nacional, un aliado y un sistema político viable.

Con la individualización del enemigo único en los EEUU “el campo socialista ha sido percibido más bien como un posible aliado”. (4) Con la nueva teoría geopolítica del Imperio Euro-Soviético, Eurasia hoy en día, la fórmula se convierte de facto en Oriente contra Occidente, eurasianismo contra euroatlantismo.

Colapsados lo regímenes comunistas marxistas –el nacional-comunismo es un comunitarismo de dimensión imperial-continental – la teoría thiriartiana del Imperio Euro-Soviético actualiza coherentemente la revuelta contra el mundo moderno evoliana. Hablamos de una revolución en el sentido originario debido a que es una revuelta contra todo lo que representa el mundo moderno en cada uno de sus aspectos.

El problema principal que Evola pone al hombre diferenciado “es de carácter interno: realzarse, resurgir interiormente, darse una forma, crear en sí mismo un orden y una rectitud […] reconstruir lentamente un hombre nuevo que esté animado mediante un espíritu determinado y una visión correcta de la vida”. (5) 

“El Imperio euro-soviético de Dublín a Vladivostok, el campo de la revuelta de los paradójicos rojipardos en busca del Regnum se opone totalmente a la modernidad – a esta modernidad que se concretiza escatológicamente en el dominio absoluto del capital e en la mentalidad semítico-mercantil, en la llegada final de la clase social que no pertenece ni a la tercera ni a la cuarta casta tradicional indoeuropea- todo esto se puede deducir de la lectura “rusa” de Evola, de la lectura “revolucionaria” de Evola que desmorona la escolástica tradicionalista impotente, académica y alienta y revive su espíritu que, por otra parte, no está muerto”. (6)

Dugin y la corriente eurasiática hablan de Imperium (7) Eurasiático, un contacto con la doctrina evoliana (8) y solidamente presente también en este caso. Además, el anti-modernismo radical inherente a la teoría geopolítica eurasiática, así como la idea gibelina, emergen revaluadas.

“Su fórmula gibelina está clara: el imperio contra la Iglesia, Roma contra el Vaticano, el carácter sagrado orgánico e inmanente contra las abstracciones devocionales y sentimentales de la fe […] Para los tradicionalistas ortodoxos la separación católica entre el Rey y el Papa no es concebible y revela la herejía, llamada precisamente "herejía latina". En esta concepción ruso-ortodoxa se encuentra el ideal puramente gibelino en que el imperio es teológicamente tan cotizado que no se puede concebir la Iglesia sino como algo de extraño.” (9)

Y entonces: Tercera Roma – Tercer Reich – Tercera Internacional. Eurasia.

A pesar de la aversión evoliana a los pueblos eslavos, está se disipa en cuanto a la tradición religiosa: “según él, toda la tradición cristiana es la expresión de la degeneración cíclica, una raíz de la decadencia del Occidente Tradicional y la subversión del espíritu del sur, de la mentalidad semítica proyectada al norte europeo ario”. (10)

Dugin escribe: “el devocionismo y el papismo del Vaticano son objetos de crítica constante de la Ortodoxia al Catolicismo, […] El espíritu ortodoxo es contemplativo, apofántico, hesicástico, comunitario y resueltamente anti-individualista. El fin netamente delcarado de la Ortodoxia es la deificación del hombre por la vía ascética descrita en los términos puramente esotéricos y utilizando los procesos iniciáticos”. (11)

Jean Thiriart ha influenciado profundamente la visión eurasianista, de la cual hoy el portavoz más conocido es Alexandr Dugin; unir la teoría geopolítica euroasiática al tradicionalismo evoliano da una dimensión mística sólida y espiritual a aquello que de lo contrario, no sería nada más que el pragmatismo político.

Nos encontramos de frente con una visión del mundo imperial, comunitaria, radicalmente anti-modernista. Si Jean Thiriart, por jacobino y pragmático, no toma en consideración la dimensión espiritual en sus escritos, Evola a su vez no da una dimensión geopolítica definida a sus estudios sobre la Tradición. Su visión política termina con definir a USA como el “mal menor” durante el periodo de la Guerra Fría (12), con elogiar a la Arabia Saudita wahabita, prefiriéndola al Egipto revolucionario y socialista de Nasser (13), así como elogiar la eficiencia militar de la entidad sionista como avanzadilla de la “civilización occidental” en Oriente Medio.

En pocas palabras, hoy hemos tocado poco las posiciones políticas de Evola, lo que hoy nos interesa es una actualización de las doctrinas tradicionales que el estudió, algo que el Imperium Eurasia intenta hacer a escala continental.

Notas

1.- Alexandr Dugin, Julius Evola y el Tradicionalismo ruso, Ediciones Nuovi Orizzonti Europei, pág. 10
2.- A. Dugin, op. cit. pág.  11
3.- Jean Thiriart, La Gran Nación Europea, SEB, pág. 50
4.- A. Dugin, op. cit. pág.  11
5.- Julius Evola, Orientaciones, Ediczioni di Ar, pág. 19
6.- A. Dugin, op. cit. pág.  12
7.- J. Evola, op. cit. pág. 25
8.- J. Evola, Imperium, nº2, junio 1950.
9.- A. Dugin, op. cit. pág.  3
10.- A. Dugin, op. cit. pág.  7
11.- A. Dugin, op. cit. pág.  7
12.- J. Evola, op. cit. pág. 24
13.- Claudio Mutti, Evola y Nasser en La Nación Eurasia, año 1, nº 6, julio 2004.

Traducido por: Pueblo Indómito

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