Por Francesco Boco
Ya en Jean Thiriart: Europa como
Revolución hemos afrontado la teoría geopolítica de Thiriart resumible
en “Europa unida de Dublín a Vladivostok”, sin embargo, todavía no hemos tocado
un tema que hoy se impone necesariamente a nuestra atención.
La doctrina geopolítica
gran-europea (o eurasiática si preferimos llamarla así), además de
incomprensible, casi inadecuada a las exigencias futuras si no se asocia con
una revalorización, una actualización de aquellos valores atemporales de tipo
tradicional los cuales, solos, son capaces de restituir a los pueblos de
Eurasia y la Tierra los principios verdaderos y más profundo de una vida según
la Justicia y la Armonía.
No es de una importancia
secundaria entonces considerar como puede acomodarse la visión tradicionalista
de Julius Evola con la geopolítica eurasianista.
Dugin tiene en consideración este
tema en un párrafo de su artículo “Julius Evola y tradicionalismo ruso” (el cual hemos publicado en Pueblo Indómito
N.d.T). Veamos brevemente este punto.
En “Imperialismo Pagano” , emerge la casi ninguna estima en la que Evola
tiene a los pueblos eslavos, de los cuales dice que no conocen la Tradición,
viendo quizás en el Este una tierra bárbara, enemiga natural de las tradiciones
centroeuropeas. La visión geopolítica evoliana, ni Occidente (capitalismo
americano) ni Oriente (comunismo soviético): Europa, coincide
consustancialmente con la visión geopolítica inicial de Jean Thiriart, ni
Occidente, ni Oriente: Europa Imperial.
En Evola entonces “la evaluación
del socialismo como algo esencialmente anti-tradicional va de la mano con la
estimación más baja de la sociedad eslava”. (1)
En Thiriart el socialismo no es
ya un enemigo, eso presenta aspectos positivos. “El ha reconocido en el sistema
socialista soviético más afinidad que en el mundo capitalista”. (2)
En el momento en el que Thiriart
lanza el lema “Europa de Dublín a Vladivostok”, afirma de facto la
compatibilidad del tercerposicionismo europeo con la orientación eurasiática
socialista.
Sin abandonar su aversión a los
sistemas comunistas: “tras medio siglo, el comunismo se transformará quiera o
no en un comunitarismo”. (3) Esta frase está tomada de un texto de los años 60:
la predicción no se equivoca.
Thiriart vio en el
nacional-comunismo, es decir, un comunismo desprovisto de dogmatismo marxista y
enriquecido con un sentimiento de pertenencia nacional, un aliado y un sistema
político viable.
Con la individualización del
enemigo único en los EEUU “el campo socialista ha sido percibido más bien como
un posible aliado”. (4) Con la nueva teoría geopolítica del Imperio
Euro-Soviético, Eurasia hoy en día, la fórmula se convierte de facto en Oriente
contra Occidente, eurasianismo contra euroatlantismo.
Colapsados lo regímenes
comunistas marxistas –el nacional-comunismo es un comunitarismo de dimensión
imperial-continental – la teoría thiriartiana del Imperio Euro-Soviético
actualiza coherentemente la revuelta contra el mundo moderno evoliana. Hablamos
de una revolución en el sentido originario debido a que es una revuelta contra
todo lo que representa el mundo moderno en cada uno de sus aspectos.
El problema principal que Evola pone al hombre
diferenciado “es de carácter interno: realzarse, resurgir interiormente, darse
una forma, crear en sí mismo un orden y una rectitud […] reconstruir lentamente
un hombre nuevo que esté animado mediante un espíritu determinado y una visión
correcta de la vida”. (5)
“El Imperio euro-soviético de
Dublín a Vladivostok, el campo de la revuelta de los paradójicos rojipardos en busca del Regnum se opone
totalmente a la modernidad – a esta modernidad que se concretiza
escatológicamente en el dominio absoluto del capital e en la mentalidad
semítico-mercantil, en la llegada final de la clase social que no pertenece ni
a la tercera ni a la cuarta casta tradicional indoeuropea- todo esto se puede
deducir de la lectura “rusa” de Evola, de la lectura “revolucionaria” de Evola
que desmorona la escolástica tradicionalista impotente, académica y alienta y
revive su espíritu que, por otra parte, no está muerto”. (6)
Dugin y la corriente eurasiática
hablan de Imperium (7) Eurasiático, un contacto con la doctrina evoliana (8) y
solidamente presente también en este caso. Además, el anti-modernismo radical
inherente a la teoría geopolítica eurasiática, así como la idea gibelina,
emergen revaluadas.
“Su fórmula gibelina está clara:
el imperio contra la Iglesia, Roma contra el Vaticano, el carácter sagrado
orgánico e inmanente contra las abstracciones devocionales y sentimentales de
la fe […] Para los tradicionalistas ortodoxos la separación católica entre el
Rey y el Papa no es concebible y revela la herejía, llamada precisamente
"herejía latina". En esta concepción ruso-ortodoxa se encuentra el
ideal puramente gibelino en que el imperio es teológicamente tan cotizado que
no se puede concebir la Iglesia sino como algo de extraño.” (9)
Y entonces: Tercera Roma – Tercer
Reich – Tercera Internacional. Eurasia.
A pesar de la aversión evoliana a
los pueblos eslavos, está se disipa en cuanto a la tradición religiosa: “según
él, toda la tradición cristiana es la expresión de la degeneración cíclica, una
raíz de la decadencia del Occidente Tradicional y la subversión del espíritu
del sur, de la mentalidad semítica proyectada al norte europeo ario”. (10)
Dugin escribe: “el devocionismo y
el papismo del Vaticano son objetos de crítica constante de la Ortodoxia al
Catolicismo, […] El espíritu ortodoxo es contemplativo, apofántico, hesicástico,
comunitario y resueltamente anti-individualista. El fin netamente delcarado de
la Ortodoxia es la deificación del hombre por la vía ascética descrita en los
términos puramente esotéricos y utilizando los procesos iniciáticos”. (11)
Jean Thiriart ha influenciado
profundamente la visión eurasianista, de la cual hoy el portavoz más conocido
es Alexandr Dugin; unir la teoría geopolítica euroasiática al tradicionalismo
evoliano da una dimensión mística sólida y espiritual a aquello que de lo
contrario, no sería nada más que el pragmatismo político.
Nos encontramos de frente con una
visión del mundo imperial, comunitaria, radicalmente anti-modernista. Si Jean
Thiriart, por jacobino y pragmático, no toma en consideración la dimensión
espiritual en sus escritos, Evola a su vez no da una dimensión geopolítica
definida a sus estudios sobre la Tradición. Su visión política termina con
definir a USA como el “mal menor” durante el periodo de la Guerra Fría (12),
con elogiar a la Arabia Saudita wahabita, prefiriéndola al Egipto
revolucionario y socialista de Nasser (13), así como elogiar la eficiencia
militar de la entidad sionista como avanzadilla de la “civilización occidental”
en Oriente Medio.
En pocas palabras, hoy hemos
tocado poco las posiciones políticas de Evola, lo que hoy nos interesa es una
actualización de las doctrinas tradicionales que el estudió, algo que el
Imperium Eurasia intenta hacer a escala continental.
Notas
1.- Alexandr Dugin, Julius Evola y el Tradicionalismo ruso,
Ediciones Nuovi Orizzonti Europei, pág. 10
2.- A. Dugin, op. cit. pág. 11
3.- Jean Thiriart, La Gran Nación Europea, SEB, pág. 50
4.- A. Dugin, op. cit. pág. 11
5.- Julius Evola, Orientaciones, Ediczioni di Ar, pág. 19
6.- A. Dugin, op. cit. pág. 12
7.- J. Evola, op. cit. pág. 25
8.- J. Evola, Imperium, nº2, junio 1950.
9.- A. Dugin, op. cit. pág. 3
10.- A. Dugin, op. cit. pág. 7
11.- A. Dugin, op. cit. pág. 7
12.- J. Evola, op. cit. pág. 24
13.- Claudio Mutti, Evola y Nasser en La Nación Eurasia, año
1, nº 6, julio 2004.
Traducido por: Pueblo Indómito
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