Por Javier Iglesias
POSTMARXISMO REVOLUCIONARIO
Debe destacarse, por otra parte,
que el "tercerismo" peronista no implica necesariamente
"equidistancia" con respecto al capitalismo y al comunismo. En ello
es igualmente diáfano Perón: "Pensamos que tanto el capitalismo como el
comunismo son sistemas ya superados por el tiempo. Consideramos al capitalismo
como la explotación del hombre por el capital y al comunismo como la
explotación del individuo por el Estado. Ambos 'insectifican' a la persona
mediante sistemas distintos. Creemos más; pensamos que los abusos del capitalismo
son la causa y el comunismo el efecto. Sin capitalismo el comunismo no tendría
razón de ser, creemos igualmente que, desaparecida la causa, se entraría en el
comienzo de la desaparición del efecto."
Es decir: el objetivo del Peronismo
no es otro que hacer desaparecer el capitalismo -la "causa" de todos
los problemas económicos, políticos y sociales- lo que, por si mismo, impedirá
que surja un "efecto" indeseado: el capitalismo estatal
"insectificante" comunista. Esta distinción es enormemente importante
porque hoy, ante el pase de las burocracias ex-comunistas de la URSS y Europa
del Este al bando capitalista encabezado por los archibandidos yanquis, no faltan
pícaros supuestamente "peronistas" que declaran "superada"
la Tercera Posición y "recomiendan" la "aceptación del triunfo
capitalista". A esos proveedores de coartada de la claudicación y el más
infame renunciamiento, les conviene repasar las luminosas enseñanzas de Perón y
la compañera Evita: "El peronismo no puede confundirse con el capitalismo,
con el que no tiene ningún punto de contacto. Eso es lo que vió Perón, desde el
primer momento. Toda su lucha se puede reducir a esto: en el campo social,
lucha contra la explotación capitalista."
El Peronismo, por lo tanto, se
enfrenta implacablemente al capitalismo más allá de si el comunismo existe o
no. Su rivalidad con el marxismo es en el terreno de la eficacia
revolucionaria: ver quién consigue derribar finalmente al injusto sistema
capitalista. De ahí las precisas orientaciones del General Perón: "Nosotros
somos la cabeza del movimiento nacional revolucionario. A ningún partido o
movimiento se le debe permitir colocarse en una actitud más 'revolucionaria'
que la nuestra. El día que eso ocurriera, habríamos perdido nuestra 'razón de
ser' como movimiento, al ser reemplazados en la conducción popular. A los
justicialistas que se coloquen en actitudes 'conformistas' o 'conciliadoras'
para con el sistema imperante en nuestra patria, hay que expulsarlos del
Movimiento sin miramientos. Son enemigos del pueblo y por lo tanto, enemigos nuestros."
La deserción de las cúpulas
marxistas -ya sean socialdemócratas o comunistas- del frente revolucionario al
que supuestamente pertenecían, resuelve en la práctica el pleito entre
Peronismo y marxismo al probar que el único anticapitalismo y antiimperialismo
posible en la actualidad es el corporizado en Movimientos Nacional-Populares y Terceristas
de Liberación: auténtico Peronismo argentino, bolivarianos de Venezuela,
fundamentalismo revolucionario islámico de las naciones y pueblos musulmanes,
resistencia armada torrijista panameña, etc. Los escasos núcleos que, con
mejores deseos que resultados, aún intentan seguir aferrados a la vieja
liturgia tradicional comunista, antes o después abandonarán las marchitas y
superadas banderas del comunismo para integrarse lisa y llanamente a las
pujantes fuerzas del nacionalismo popular revolucionario y de la Tercera
Posición.
PROCESO DE SOCIALIZACIÓN
Siendo el General Perón el
conductor de un proceso revolucionario real y no un utopista de gabinete, es
lógico que el grueso de su producción teórica más que dedicarse a teorizar
sobre la sociedad futura se concentre en los problemas prácticos de un gobierno
de liberación nacional y social o, tras la contrarrevolución oligárquica de
1955, en la lucha concreta para la recuperación del poder por parte del pueblo
argentino. Eso no significa que el proceso de socialización por el propugnado
sea tan a largo plazo que se convierta en una simple e inoperante expresión de
deseos o fórmula retórica. De hecho el máximo dirigente justicialista expone en
forma constante y repetida las fórmulas específicas que, a su juicio, revestirá
ese proceso de socialización no estatista. Un interesante aporte doctrinario en
ese sentido es el vertido en una larga conferencia concedida en 1970 al
periodista uruguayo Carlos María Gutiérrez, corresponsal de Prensa Latina. Ante
la pregunta "¿usted cree que además habría de ir, en el caso de la toma
del poder, a la destrucción de ese tipo de estructuras burguesas; digamos, de
la libre empresa, para emplear el término corriente? ¿Ir más allá de lo que se
fue entre 1950 y 1955?", Perón responde sin la menor duda:
"Nosotros lo estábamos haciendo, pero lo
estábamos haciendo a través de un sistema. Que ya había empresas... Las
cervecerías del país estaban todas en manos de una cooperativa del sindicato de
cerveceros. Yo pensaba hacer lo mismo con los ferrocarriles, en cuanto
suprimiera el déficit; entregarlos al sindicato de los ferrocarriles. Y había
fábricas, como... De la Lanera del Sur... la... no me acuerdo cómo se llama,
que ya estaban sobre ese sistema. La concepción es ésta: un promotor de empresa
emplea cien millones para promover una empresa. Hasta que él ha retirado esos
cien millones más su interés, esa empresa debe ser exclusivamente de él. Pero
cuando ha retirado su capital, más un interés razonable, esa empresa ya no es
de él; es de todos los que la trabajan. Esa es la concepción cooperativista de
la empresa. Por ese sistema, usted va llevando todo hacia cooperativas;
cooperativas donde trabajan patrones, obreros y todos, pero que trabajan en la
producción. Ahora, si eso no se hace en todas las empresas, el Estado, al final
tendrá que hacerse cargo de aquellas donde no se ha realizado."
Se trata de una cita tan extensa
como instructiva que nos muestra un modo (no el único propuesto por Perón) de
llegar gradual e incruentamente a la entrega de los bienes de producción a los
trabajadores; recalca la concepción cooperativista-sindical de ese proceso de socialización
y, a la vez, recuerda ejemplos concretos con los que el Peronismo en el poder
avanzó en ese sentido.
COOPERATIVAS Y PERONISMO
La concepción de las formas
cooperativistas de propiedad como uno de los medios principales de
socialización no estatista de la economía es lógica "porque -como recalca
Perón- es un ideal justicialista que todo el proceso económico quede en manos
de los 'hombres que trabajan' y el sistema cooperativo tiende a ello."
Que no se trata de una mera
declaración retórica salta a la vista si comparamos, por ejemplo, las cifras
relativas al cooperativismo argentino entre 1946 y 1951. Entre esas fechas, el
número de cooperativas pasa de 1.299 a 2.400, el número de asociados de 500.000
a 800.000, el capital suscrito (en millones de m$n) de 95 a 350, y las
operaciones efectuadas (también en m$n) de 361 a 2.000. O dicho sea de otro
modo: en apenas cinco años el sector cooperativo aumenta en un 100% en su
número, en un 60% en asociados, en un 260% del capital suscrito, y en un 440
por ciento de las operaciones realizadas.
Este gigantesco salto se
profundiza aún más a partir de 1952 y, sobre todo, con la promulgación del
Segundo Plan Quinquenal. En su exposición del 1º de mayo de ese año, el General
Perón muestra esa línea estratégica en lo económico:
"Las cooperativas agrarias
han merecido nuestro total apoyo, como que ellas son, en la economía social de
la doctrina peronista, unidades de acción económica que realizan el acceso de
los hombre que trabajan a la posesión total del instrumento y del fruto de sus
esfuerzos. La ayuda crediticia a las cooperativas alcanzó en el quinquenio a la
suma de 1.000 millones de pesos y va en progresivo aumento.
Señalo como norma tendida hacia
el futuro la de preferir en el crédito a las organizaciones cooperativas sobre las
empresas de carácter individual. Llegaremos progresivamente a dejar en manos de
la organización cooperativa agraria todo el proceso económico de la producción.
No debe haber en el país un sólo agricultor que no sea cooperativista, porque
la organización cooperativa es al trabajador agrario lo que la organización
sindical es al trabajador industrial, sin que esto signifique que la industria
no pueda organizarse en forma cooperativa."
La
cooperativización-socialización total de los medios de producción es, por lo
tanto, un objetivo explícito del Peronismo. Esa cooperativización se concentra
en un principio sobre todo en el terreno agrario, por ser ésta un área económica
de más fácil socialización y donde, además, existe una notable tradición de
organizaciones cooperativas previa al Justicialismo, pero se expande hasta
lograr el fin señalado por Juan Domingo Perón: las "cooperativas como unidades
básicas justicialistas para la organización nacional de la producción, la
industria y el comercio."
ESTADO REVOLUCIONARIO
La defensa que el Peronismo hace
del modelo cooperativo de organización económica, no puede ni debe confundirse
con las fantasías reformistas que sobre las cooperativas tienen grupos
pequeñoburgueses como los diversos desprendimientos del Partido Socialista del
reputado gorila Juan B. Busto. El Movimiento Nacional de Liberación creado por
Perón, al contrario que dichos grupos socialdemócratas, sabe que, aunque
parezca una perogrullada recordarlo, el sistema capitalista está creado para
que triunfen los capitalistas y, por tanto:
“Los fracasos del cooperativismo,
en tiempos de la economía capitalista, son explicables y perfectamente lógicos:
una cooperativa, exponente perfecto de economía social, no podía conciliar sus
intereses ni podía enfrentarse con los monopolios del capitalismo." Para
evitar eso hace falta un ordenamiento político y social, un Estado, que cambie
las "reglas de juego" capitalistas y las sustituya por otras de tipo
revolucionario, popular, anticapitalista y pro-cooperativista, ya que indudablemente
el movimiento cooperativo no puede ir adelante sin el apoyo del Gobierno. En
todas las partes del mundo las cooperativas han fracasado cuando han tenido en
contra al Gobierno." En concreto, ello implica:
1º) Arrebatar a la oligarquía el
control sobre los sectores claves de la economía. Según la Constitución
Justicialista de 1949, en su artículo 40, esos sectores clave son la
importación y exportación, minerales, caídas de agua, yacimientos de petróleo,
de carbón y de gas, y las demás fuentes naturales de energía, con excepción de
los vegetales, así como los servicios públicos. Corresponde su propiedad, en un
principio, al Estado aunque, como ya vimos, a medida que avanza el proceso
revolucionario parte de esas actividades pueden pasar a manos de los
trabajadores del sector por medio de sus cooperativas obreras o sindicatos. Es
posible también, como muestra el caso de SEGBA, la existencia de formas intermedias
de cogestión obrero-estatal así como empresas con conducción tripartita: Estado-trabajadores-usuarios.
2ª) Una planificación indicativa
que, sin caer en los errores centralistas burocráticos de la planificación de
tipo estatista-comunista, impida que con el viejo cuento del "mercado
libre" acaben manipulando la economía un puñado de grandes empresas
extranjeras o nativas: "La cacareada 'libertad de la economía' no ha
pasado nunca de ser una ficción, desde que, a la economía o la dirige el Estado
o la hacen, en su lugar, los grandes consorcios capitalistas, con la diferencia
de que el primero puede hacerlo en beneficio del pueblo; en cambio, los
segundos lo hacen generalmente en su perjuicio."
3º) Formas de apoyo directo del
Estado a las cooperativas y empresas sindicales, lo que incluye desde apoyo
crediticio preferencial hasta la contratación directa por parte del Estado en
aquellas tareas que éste suele descargar en las empresas capitalistas. Aquí
conviene recordar una directísima afirmación del General Perón ante miembros
del Comité Central y delegados regionales de la CGT que visitaron la Residencia
Presidencial de Olivos el 9 de agosto de 1950: "El Gobierno está dispuesto
a dar a las cooperativas obreras la oportunidad para que hagan negocios que les
permitan ganar mucho dinero; en lugar de dárselos, como se hacía antes, a
entidades capitalistas.".
4º) El combate en el terreno
ideológico contra las supervivencias de la mentalidad individualista burguesa,
fomentando el conocimiento de las formas de economía social y cooperativista,
especialmente entre la juventud. El Segundo Plan Quinquenal, por ejemplo, en su
apartado IV.G.14 sostiene: "La difusión de los principios del
cooperativismo y la constitución de cooperativas escolares y estudiantiles
serán auspiciadas por el Estado a fin de contribuir a la formación de la
conciencia nacional cooperativista y prestar servicios útiles a los
alumnos."
SOCIALIZACIÓN INTEGRAL
Cuando anteriormente recordábamos
que para el General Perón las cooperativas debían tender a convertirse en las
"unidades básicas justicialistas para la organización nacional de la
producción, la industria y el comercio", queda claro que la
socialización-cooperativización que el Peronismo propugna no se reduce al nivel
de cada empresa o unidad económica de producción. Esto es así porque si bien la
entrega de todas las empresas a sus propios técnicos y trabajadores autoorganizados
en cooperativas, impide tanto la explotación del hombre por el hombre
(capitalismo), como la explotación del hombre por el Estado (comunismo) no por
ello resuelve todos los problemas de la economía. Para empezar, no asegura la
igualdad de oportunidades puesto que existen sectores económicos más
productivos que otros y, dentro de cada sector económico, empresas más grandes
y más chicas, más modernas y más atrasadas, etc. Tampoco se garantiza una real
solidaridad nacional desde el momento en que si esas empresas cooperativizadas
se desenvuelven en el marco de una economía de mercado necesariamente se
provocará una brutal competencia entre las empresas, considerando cada
colectivo obrero o cooperativa un rival en la búsqueda del beneficio a los
otros colectivos obreros cooperativos.
Para evitar esos posibles efectos
negativos el General Perón impulsa no cooperativas aisladas sino "la universalización
de la organización cooperativa" mediante la Federación de Cooperativas de
cada rama de producción. Éstas, estructuradas democráticamente y desde abajo
hacia arriba, permiten que cada empresa sea gestionada de un modo directo y sin
burocracias externas por sus propios técnicos y trabajadores, pero, a la vez,
crea canales solidarios de redistribución de los beneficios generales para
apoyar a aquellas cooperativas obreras asociadas que, por diversas razones,
tienen que sufrir desventajas objetivas ajenas al trabajo o la gestión de su
colectivo laboral: implantación en provincias alejadas del circuito comercial,
catástrofes naturales...
Hay que resaltar que, como
detalla Perón el 13 de octubre de 1952 en una exposición ante representantes de
las cooperativas agropecuarias, esas Federaciones de Cooperativas no engloban
sólo a una rama económica sino que participan de un modo directo en todo el
proceso productivo y de comercialización. En el caso de esas mismas cooperativas
agrarias, Perón propugna concretamente los siguientes campos de acción:
"El gobierno aspira a que
las cooperativas agropecuarias constituyan las unidades básicas de la economía
social agraria y participen, primero: en el proceso colonizador y en la acción
estatal tendiente a lograr la redistribución de la tierra en unidades
económicas sociales adecuadas. Segundo: que participen en el proceso productivo
mediante la utilización racional de los elementos básicos del trabajo
agropecuario: maquinaria agrícola, galpones ferroviarios, silos, elevadores de
granos, semillas, etc., etc. Tercero: que participen también en el proceso
interno de comercialización de las cosechas de sus asociados, para lo cual el
Estado auspiciará el acceso de los productores organizados a los centros de
consumo, mercados oficiales, proveedurías, etc. Cuarto: que participen en el
proceso de la industrialización regional primaria de la producción agropecuaria
de sus asociados. Sexto: que participen en la acción estatal tendiente a
suprimir toda intermediación comercial innecesaria. Séptimo: que participen en
la fijación de precios básicos y precios diferenciales que se fijarán a favor
de las cooperativas agropecuarias. Octavo: que participen en la redistribución
de los márgenes de utilidad que se obtengan con motivo de la comercialización.
Noveno: que participen en la acción social directa a cumplirse en forma
integral en beneficio de los productores agropecuarios; y, décimo: el Estado
auspicia la organización de un sistema nacional unitario de cooperativas de
productores agropecuarios que represente a todos los productores del país y
defienda sus intereses económicos y sociales."
Se trata, por lo tanto, de una
estructuración integral de la economía que, partiendo de las cooperativas
autónomas y descentralizadas, engloba el proceso de producción en su conjunto,
racionalizando ese mismo proceso productivo, abaratando costos e impidiendo que
cada sector de la cadena productiva y de comercialización compita con los
otros.
Con decir que para el Líder
Justicialista "el gobierno está dispuesto a prestar la ayuda más
extraordinaria para que las cooperativas instalen sus propias fabricaciones de
herramientas y maquinarias agrarias", está todo dicho. Cada Federación de
Cooperativas o "Sistema Nacional Unitario de Cooperativas" además de
englobar a todas las cooperativas de ese sector económico, coordina el proceso
de producción en su conjunto: desde la producción propiamente dicha a la
comercialización, pasando por el transporte y hasta la fabricación de bienes y
elementos necesarios.
EMPRESAS SINDICALES
Las cooperativas federadas no son
el único método de socialización impulsado por el Peronismo. En la antes citada
entrevista concedida por el General Perón a Carlos María Gutiérrez, el creador
del Peronismo menciona un tipo especial de cooperativas: la cooperativa de
sindicatos. En éstas, la coordinación de las distintas empresas
cooperativizadas se da mediante la organización sindical que, de un modo
natural, alcanza a toda la rama de producción. Se alcanza así la vieja tesis
del sindicalismo revolucionario, que tanta influencia tuviera en el Movimiento
Obrero pre-peronista, y que desde la Carta de Amiens (1916) había proclamado
que "el sindicato actualmente nada más que un grupo de resistencia, será
en el futuro responsable de la producción y distribución, bases de la
organización social". Como ese modelo de cooperativización sindicalista es
más fácil de aplicar en la industria, sector más importante de la economía argentina,
es por ello lógico que sea ese mismo modelo el que tienda a predominar en el
ideario peronista de tal manera que Perón llega a definir al Estado Peronista
futuro como un "Estado Sindicalista".
Las cooperativas o empresas
sindicales han sido denominadas a veces también como "Empresas
Comunitarias". En "Fundamentos de Doctrina Nacional
Justicialista", texto de la "Escuela Superior de Conducción Política
del Movimiento Nacional Justicialista" (entidad nada sospechosa de
"desviaciones izquierdistas") se define de la siguiente forma a la
Empresa Comunitaria:
"Considerada en su aspecto
funcional, la empresa es una comunidad jerarquizada de productores,
diversamente especializados, que aúnan esfuerzos para fabricar determinado
artículo o prestar determinado servicio, valiéndose para ello de las
herramientas o máquinas que impone la técnica moderna.
Considerada, por el contrario, en
su aspecto legal, esta misma empresa no pasa, hoy en día, de un mero capital que
compra máquinas, materias primas y trabajo. Pura ficción. Pues si con un golpe
de varita mágica se suprimieran los dueños del capital, la empresa seguiría
funcionando sin la menor perturbación, mientras que pararía y desaparecería si
se eliminasen los productores.
No basta, por lo tanto, mejorar
el nivel de vida del proletariado. No basta dar al productor el lugar que le corresponde
en la Comunidad. No resuelve nada cambiar el sistema capitalista sustituyendo
la oligarquía burguesa por una oligarquía burocrática. Lo que hace falta es
suprimir el salariado, devolviendo a la empresa, aprehendida en su realidad
orgánica, la posesión y, de ser posible, la propiedad de su capital, así como
la libre disposición del fruto de su trabajo.
Cualquier ente social -individuo,
grupo o comunidad- tiene el derecho natural de poseer los bienes que le son imprescindibles
para subsistir y realizarse plenamente. El municipio, por ejemplo, tiene
naturalmente derecho a la propiedad de la vía pública o de la red de alumbrado.
El municipio en sí, no la suma de sus habitantes. Cuando alguien viene a
instalarse en una ciudad, no tiene que comprar su parte de calle ni de usina;
ni la vende cuando se va. La empresa es también un ente social independiente de
sus integrantes individuales del momento. Es ella la que tiene que ser dueña de
su capital, al que encontrará y usufructuará el productor entrante y dejará
para sucesor el productor saliente. Esto vale tanto para la empresa industrial
como para la empresa agropecuaria. Los reformistas pequeños burgueses que quieren
lotear las unidades orgánicas de nuestro campo fomentan el minifundio y la
miseria. La tierra debe ser de quienes la trabajan, como las máquinas de
quienes trabajan con ellas. Tal principio no supone, en absoluto, el parcelamiento
de la propiedad de los instrumentos de la producción, sino la supresión de la
propiedad individualista de bienes que otros -individuos o grupos- necesitan. O
sea la supresión del parasitismo en todas sus formas. Eliminado el parasitismo
capitalista, las clases desaparecerán 'ipso facto'. No habrá más burgueses ni
proletarios, sino productores funcionalmente organizados y jerarquizados en sus
empresas.
El gremio perderá entonces el
carácter clasista que le ha impuesto una lucha necesaria cuya responsabilidad
no lleva y volverá a convertirse en una federación de empresas comunitarias,
con el patrimonio asistencial que necesita y los poderes legislativo y judicial
que definirán sus fueros. En cada gremio, un banco distribuirá el crédito entre
las empresas, dentro del marco de la planificación y conducción económica del
Estado nacional.
La Revolución Justicialista no
busca, pues, llegar a una componencia entre capitalismo individualista y
capitalismo estatal, ni 'mejorar las relaciones entre capital y trabajo'.
Repudia íntegramente cualquier forma de explotación del hombre por el hombre y
quiere volver, en todos los campos, al orden social natural. Es éste el sentido
de nuestra Tercera Posición."
Las cooperativas sindicales o
empresas comunitarias, por lo tanto, coinciden con las cooperativas
"tradicionales" en que la propiedad no pertenece a un capitalista
individual burgués o al Estado-patrono, pero, a la vez, se diferencian de esas
mismas cooperativas en que la propiedad no es divisible ya que pertenece
íntegramente a la comunidad laboral de técnicos y trabajadores que las
componen. Además, volvemos a recalcarlo, la solución peronista no es sólo a
nivel microeconómico (socialización de la empresa) sino también a nivel macroeconómico
(socialización global de la economía).
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