Por Alexandr Dugin
Bajo el capitalismo, los capitalistas gobiernan. Bajo el
socialismo, son los representantes de la clase obrera, el proletariado, quienes
gobiernan. Bajo el nazismo y el fascismo, gobierna la élite nacional o racial.
Bajo la Cuarta Teoría Política, quien debe gobernar es el Pueblo (“Narod” en
ruso, semejante al “Volk” alemán: no es lo mismo que la “población”).
La Rusia moderna tiene el capitalismo. Por lo tanto, es
gobernada por el capitalismo y por lo tanto no por el “Narod”. Para construir
una Rusia en la cual gobernará el “Narod”, es necesario lograr una revolución
anti-capitalista (o, al menos, anti-oligárquica). Los magnates financieros
deben ser excluidos del poder político. Y eso es lo principal. Cada uno debe
elegir – el poder o el dinero. Elija el dinero – olvide el poder. Elija el
poder – olvide el dinero.
La revolución debe lograrse en tres etapas:
1 Ultimátum a todos los grandes oligarcas (un centenar
tomado de una lista de Forbes, más otro centenar que se oculta, pero que todos
sabemos quiénes son) a jurar lealtad a los activos rusos (todos los activos
estratégicos extranjeros y nacionales estarán ahora controlados por cuerpos
especiales).
2 Nacionalización de todas las propiedades privadas de
importancia estratégica.
3 Conversión de los grandes representantes del capital a la
categoría de funcionarios con la transferencia voluntaria de sus propiedades al
Estado. Supresión de los derechos civiles (incluyendo aquí el derecho al voto,
la participación en campañas electorales, etc.) para aquellos que prefieran
preservar el capital en escala no estratégica, pero significativa.
El Estado debe convertirse en el instrumento del pueblo.
Este sistema debería ser llamado, de esta forma, Laocracia, literalmente, “el
poder del pueblo (“Laos” es “pueblo” en griego).
En la sangrienta batalla por Ucrania, vemos el verdadero
rostro del capital – el gran negocio ucraniano (oligarcas como Poroshenko,
Kolomoisky, Akhemetov, etc.)- liderar el genocidio contra el pueblo; oligarcas
rusos traicionan al pueblo al involucrarse en un acuerdo criminal con sus
compañeros de clase ucranianos. Y todo esto siguiendo los intereses de la
oligarquía global – el sistema capitalista mundial, centrado en los Estados
Unidos.
Esto expone actualmente toda la incompatibilidad de Rusia y
el capitalismo. Es o el capitalismo o Rusia. Eso ha sido perfectamente comprendido por los líderes de la
Nueva Rusia. Ellos, al estar a la vanguardia de todo el pueblo ruso, en
realidad han comenzado esta Revolución del Pueblo Ruso. Es por esto por lo que
son ellos los que tan furiosamente atacan tanto a los devotos mercenarios de la
Junta en las filas de los cerdos fascistas ucranianos, como a los elementos
capitalistas liberales en las quintas y sextas columnas de Rusia. Y, más
importante aún, se han convertido en enemigos existenciales del gobierno
mundial y de los EE.UU. Strelkov, Gubarev, Purgin, Pushilin, Mozgovoy – todos
ellos desafiaron al capital global. Y lo hicieron en beneficio del Pueblo. En
este caso, en beneficio del pueblo ruso. Pero si los partidarios del pueblo
ucraniano fueron coherentes, serían aliados de esta revolución, y no meros
capataces del capital mundial – como lo son ahora. Pasando al lado de la Nueva
Rusia, los ucranianos se volverían no tanto hacia Rusia, ni incluso hacia la
parte rusa, sino al lado del Pueblo, del Pueblo con mayúscula, que lucha una
batalla mortal contra el mundo del capital, al lado, finalmente, de la
Laocracia.
De este modo, la campaña por venir contra Kiev no será sólo
una venganza o una campaña de liberación de las antiguas tierras rusas, será
una campaña en favor de la Laocracia, el poder del Pueblo, para un Estado del
Pueblo.
Y no creo que la oligarquía rusa apoye esto, ella no puede
comprender que sus días están contados. Esta es la razón por lo cual grita
histéricamente “no envíen tropas”, ya que la victoria de la Nueva Rusia
significará, inevitablemente, la resurrección de la propia Rusia, el despertar
del Pueblo. Esta es la razón de los intentos desesperados por traicionar a la
Nueva Rusia – esta es la agonía de la oligarquía rusa y de sus capataces
públicos. Su tarea es destruir a los héroes de la Revolución de la Nueva Rusia
– que es no sólo popular sino también social – y destruirla mientras que sigua
siendo un capullo de flor.
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