Por Alexandr Dugin
1. El descubrimiento de Evola en Rusia
La obra de Evola ha sido descubierta en Rusia en los años 60 por un pequeño grupo
de intelectuales disidentes anticomunistas, llamados "los disidentes de
derecha". Fue un pequeño círculo de personas que rechazaron
intencionalmente la participación en la vida cultural soviética y
eligieron la existencia clandestina. Contestaron radicalmente la
realidad soviética y buscaron los principios fundamentales que habrían
podido explicar las raíces de este juicio negativo absoluto. Y sobre
estas bases de rechazo del comunismo descubrieron trabajos de autores
antimodernos y tradicionalistas: sobre todo las obras de Réné Guénon y
Julius Evola. Dos personajes centrales animaron este grupo: el filósofo
musulmán Geidar Djemal y el poeta no conformista Evgeni Golovin. Gracias
a ellos, los "disidentes de derecha" han conocido los nombres y las
ideas de estos grandes tradicionalistas de nuestro siglo. En los años 70
se hicieron las primeras traducciones de los textos de Evola ("La
Tradición Hermética", siempre en el marco del mismo círculo y han sido
distribuidas bajo forma de samizdat. La calidad de las primeras
traducciones fue muy ordinaria porque fueron ejecutadas por apasionados
poco competentes, en los márgenes del grupo de los intelectuales
tradicionalistas específicamente. En el 1981 apareció en el mismo
entorno la traducción de "Heidnische Imperialismus", el único libro
disponible en la Biblioteca Lenin de Moscú. Esta vez la distribución por
samizdat había sido muy amplia y la calidad de la traducción mejoró.
Poco a poco se había ido formado la verdadera corriente de los
tradicionalistas cuyos puntos de referencia iban del anticomunismo a la
antimodernidad, extendiendo el rechazo total de la realidad soviética al
mundo moderno en cuánto tal, coherentemente con la visión
tradicionalista integral. Hace falta señalar que las ideas de los
tradicionalistas en cuestión en aquella época estuvieron muy lejanas de
las otras ramas de los "disidentes de derecha", cristianos ortodoxos,
monárquicos y nacionalistas. Evola arraigó más entre las personas que se
interesaron, en general, por el espiritualismo, el yoga, el teosofismo,
el psiquismo, etc.
En
el curso de la perestroika todas las formas de disidencia anticomunista
pudieron manifestarse la luz del sol y, a partir de los "disidentes de
derecha", se creó la corriente ideológica, cultural y política de la
Derecha nacionalista, nostálgica, antiliberal y
antioccidental. En este contexto y siguiendo el desarrollo
específicamente de la glastnost, las ideas tradicionalistas, los nombres
de Guénon y Evola se han introducido en el complejo cultural de Rusia.
Los
primeros textos de Evola han aparecido en los años 90 en la llamada
prensa "patriótica" o "conservadora" de gran tirada y el argumento del
tradicionalismo se ha vuelto el tema de polémicas virulentas y muy
animadas en el campo de la derecha rusa en el sentido más extenso del
término. Las revistas "Elementy", "Nach Sovremennik", "Mily Anguel",
"Den" etc. empezaron a publicar fragmentos de los escritos de Evola o
artículos inspirados en sus obras donde su nombre fue muchas veces
citado. Poco a poco, el campo de los "conservadores" fue estructurado
ideológicamente y se produjo la separación entre la Derecha arcaica,
nostálgica, monárquica y la otra Derecha más abierta, no conformista y
"ortodoxa", un tipo de "novye pravye" en ruso, que se puede traducir
como "nueva derecha", pero precisando que se trata de un fenómeno muy
original y muy diferente de la ND europea occidental. Este partido de
los "patriotas" se podría calificar como "terzaforzisti",
"nazional-revolucionarios" etc. La línea de ruptura pasa precisamente
por la aceptación o el rechazo de las ideas de Evola o ante el espíritu
de la obra de Evola que no se puede calificar solamente como
"conservadora" o "reaccionaria" sino como “Revolución Conservadora”, tal
como la "Revuelta contra el Mundo Moderno". El primer libro "Heidnische
Imperialismus" ha sido publicado con una tirada en 50.000 copias. Un
programa del primer canal de TV estuvo dedicado a Evola. Así puede
decirse que Evola entró en Rusia por la puerta grande. Lo que fue un
núcleo intelectual extremadamente marginal antes de la perestroika se ha
vuelto un fenómeno ideológico y político importante. Pero es evidente
que Evola escribió sus libros y formuló sus ideas en un contexto
temporal, cultural, histórico y étnico muy diferente. Por eso es lícito
plantear el problema sobre ¿qué hay de válido en la obra de Evola para
la Rusia actual y qué parte de su obra tiene que ser adaptada o
rechazado en las actuales condiciones? Por eso vale la pena realizar al
menos un breve análisis de las divergencias y las convergencias entre el
tradicionalismo de Evola y la tradición sagrada y política rusa.
2. Contra el occidente moderno
Inicialmente
hace falta precisar que el rechazo del mundo moderno profano y
desacralizado que se manifiesta en la civilización occidental del fin de
ciclo es común a Evola y a toda la tradición intelectual eslavófila.
Autores rusos como Homyakov, Kirievsky, Aksakov, Leontiev, Danilevsky,
entre los filósofos y Dostoevsky, Gogol, Merejkovsky entre los
escritores, casi critican el mundo occidental en los mismos términos de
Evola. En ellos encontramos la misma aversión al reino de la cantidad,
al sistema de la democracia moderna, al deterioro espiritual y a al
mundo profano. A menudo se ven correspondencias sorprendentes entre la
definición de las raíces del mal moderno -masonería profana, judaismo
extraviado, llegada de las masas, endiosamiento de la razón- en Evola y
en la cultura "conservadora" rusa. De algún modo, la tendencia
reaccionaria es común, pues la crítica del occidente por parte de Evola
es completamente comprensible y aceptable en la línea general de los
conservadores rusos. Además de esto se encuentra a menudo en Evola la
crítica formulada en un modo más próximo a la mentalidad rusa que a la
europea -el mismo gusto por la generalización, la evocación frecuente de
motivos místicos y mitológicos, el vivo sentimiento del mundo
espiritual interior a partir del que se percibe orgánicamente la
realidad inmediata moderna como perversión y desviación. En general,
para la tradición conservadora rusa el estilo de la explicación
mitológica de los acontecimientos históricos y también contemporáneos es
casi obligatorio. La llamada al nivel supra-racional o no racional se
entiende perfectamente en Rusia dónde la excepción consiste en
argumentar de forma racional. Además puede notarse la influencia
ejercida por los conservadores rusos sobre Evola: en sus obras
Dostoevsky es citado a menudo; Merejkovsky, al que, por otra parte,
conoció personalmente, y algunos otros autores rusos. De otro lado,
estas frecuentes referencias a Malynsky y a León de Poncins lo hacen
parcialmente regresar en la tradición contra-revolucionaria típica del
este europeo. También pueden citarse sus referencias a Serge Nilus, el
editor de los famosos "Protocolos" que Evola reedito en Italia.
Al
mismo tiempo es evidente que Evola conoció muy mal la cultura
conservadora rusa en su conjunto que, por otra parte, no lo interesó
particularmente a causa de su idiosincrasia anticristiana. A propósito
de la tradición ortodoxa solo dijo algunas palabras poco significativas.
La afinidad entre su posición respecto a la crisis del mundo moderno y
el antimodernismo de los autores rusos es debida a la comunidad de las
reacciones orgánicas, excepcional e individual en el caso de Evola y
tradicionales en el caso de los rusos. Pero gracias a la espontaneidad
de las convergencias antimodernas, el testimonio de Evola aún más se
pone interesante y más precisa. Sea como fuere, esta parte crítica de
Evola regresa perfectamente en el marco de la corriente ideológica de la
Derecha rusa y aporta mucho a esta visión de la decadencia histórica,
dando fórmulas nuevas a veces más completas, más radicales y más
profundas. Bajo este aspecto las ideas de Evola son muy positivamente
comentadas en la Rusia actual donde el antioccidentalismo es un factor
ideológico y político extremadamente potente.
3. Roma y Tercera Roma
El
otro aspecto del pensamiento evoliano advertido por los rusos como un
tema íntimo, extremadamente importante, es su exaltación de la idea
imperial. Roma es para Evola el punto crucial de su Weltanschauung. Esta
fuerza sagrada, viviente e inmanente que se manifiesta por el Imperio
ha constituido para Evola la esencia de la herencia tradicional del
occidente. Los restos del edificio de Nerón y las antiguas
construcciones romanas han sido percibidas por él como el testimonio
directo del carácter sagrado orgánico y concreto cuya unidad y
continuidad ha sido desmigajada por el "castillo" kafkiano del Vaticano o
católico güelfo. Su fórmula gibelina está clara: el imperio contra la
Iglesia, Roma contra el Vaticano, el carácter sagrado orgánico e
inmanente contra las abstracciones devocionales y sentimentales de la
fe, implícitamente dualista y farisea. Pero un complejo parecido se
encuentra naturalmente en los rusos, cuya suerte histórica está
intensamente ligada al imperio. Esta noción ha sido fijada
dogmáticamente en el concepto ortodoxo del starets Philophe ("Moscú -
Tercera Roma"). Hace falta notar que la "primera Roma" en esta visión
cíclica ortodoxa no es la Roma cristiana sino la Roma imperial, porque
la "segunda Roma" o "nueva Roma", fue para la cristiana Constantinopla,
la capital del imperio cristiano. La idea misma de "Roma" corresponde a
los ortodoxos rusos la comprensión del carácter sagrado como inmanencia
de lo Sagrado, como "sinfonía" necesaria e inseparable entre autoridad
espiritual y poder temporal. Para los tradicionalistas ortodoxos la
separación católica entre el Rey y el Papa no es concebible y revela la
herejía, llamada precisamente "herejía latina".
En esta concepción
ruso-ortodoxa se encuentra el ideal puramente gibelino en que el imperio
es teológicamente tan cotizado que no se puede concebir la Iglesia sino
como algo de extraño. Este centralidad del carácter sagrado del Regnum
en la tradición ruso-ortodoxa se basa en la epístola de Pablo dónde se
trata del "katehon", "el que sustenta”, identificado precisamente con el
Sacro Imperio, el último obstáculo contra la irrupción de los "Hijos"
de la Perdición, equivalentes a los Gog y Magog bíblicos. Pues la
concepción de Moscú como Tercero Roma, de algún modo consubstancial al
pensamiento tradicional ruso, corresponde perfectamente al ideal
evoliano gibelino. Además, la denuncia del catolicismo y de su papel
funesto en la decadencia del occidente es casi idéntico en Evola a las
acusaciones de los cristianos ortodoxos contra la "herejía latina".
También en esta ocasión se percibe la convergencia perfecta entre la
doctrina de Evola y la aptitud "normal" del pensamiento conservador
ruso. Y una vez más, la exaltación espiritual y brillante del imperio en
los libros de Evola resulta inestimable para los rusos a la búsqueda de
su identidad auténtica y tradicional. "El imperialismo sinfónico" de
los rusos ortodoxos reconoce fácilmente la misma imagen en el
"imperialismo pagano" o "gibelino" de Julius Evola. Aún puede añadirse
un detalle importante. Se sabe que el autor de "El Tercer Reich", Arthur
Mueller van den Bruck, ha sido intensamente influido por los escritos
de Dostoevsky en los que la idea de la Tercera Roma fue central. Se
halla cerca de van den Bruck la misma visión escatológica del imperio
Final, en correspondencia simbólica con las ideas "paracléticas" de los
montanistas y con las profecías de Joachim de Fiore. Mueller van den
Bruck, cuyas ideas han sido evocadas a veces por Evola, ha adaptado la
concepción de Tercera Roma de la tradición ruso-ortodoxa a Alemania,
elaborando el proyecto político-espiritual retomado sucesivamente por
los nacional-socialistas. Detalle interesante: ¡Erich Müeller, discípulo
de Nikisch, muy inspirado por van den Bruck, ha sugerido que si el
Primer Reich alemán fue católico, el Segundo Reich protestante, el
Tercer Reich habría tenido que ser precisamente ortodoxo!
Evola
participó en los debates intelectuales del círculo de la revolución
conservadora alemana, el "Herrenklub" de von Gleichen, del que fue
miembro; este círculo fue la continuación del “Juniklub” fundado por
Mueller van den Bruck, en cuyos trabajos aparecieron argumentos
similares vivamente controvertidos. He aquí la otra vía intelectual que
une a la corriente conservadora rusa con el pensamiento de Evola.
Evidentemente no puede hablarse aquí de concepciones idénticas, pero es
evidente que existe una afinidad extraordinaria y aproximaciones
"naturales" sorprendentes, explican además la facilidad de asimilación
del mensaje de Evola en Rusia dónde sus vistas aparecen menos
extravagantes que en Europa dónde el conservadurismo tradicional parece
reservado en su mayor parte a católicos y nacionalistas en el sentido
moderno del término y muy raramente imperial y ligado a lo Sagrado.
4. Evola visto por Izquierda
En
Evola hay otro aspecto muy interesante que se manifiesta en los
estrenos y en las últimas etapas de su vida. Califícado a veces como
"anarquismo de derecha", evidente en sus obras artísticas de juventud y
sobre todo en "Cabalgar la tigre". Al mismo tiempo, su posición
antiburguesa coherente y permanente lo aisla considerablemente de la
Derecha convencional occidental. De otra parte, también en el seno de la
Tradición, siempre fue atraído por los dominios poco usuales que
remiten, más o menos, a la perspectiva de la Vía de la Mano Izquierda.
Indudablemente, en el conjunto de sus escritos es muy evidente lo que se
podría llamar la "izquierda" del mensaje evoliano. El
anticonformismo total hacia la realidad moderna occidental, la
contestación radical de los valores burgueses acercan Evola a ciertas
ramas de la izquierda. Este fenómeno no es la manifestación de su
naturaleza personal. Hay aquí un lado sintomático extremadamente
importante. La Revuelta evoliana contra el mundo moderno posee aspectos
destructivos como resulta evidente en toda su obra. Su radicalismo
intransigente lo empuja a la rotura con el conservador habitual que
defiende por inercia los valores de ayer contra los valores de hoy. Para
Evola el "ayer" no es completamente ideal. Su orientación va mucho más
lejos, hacia el mito primordial, hacia lo Hiperbórea perdida, hacia la
Transcendencia, hacia el eterno Presente. Esta búsqueda de lo absoluto
aquí y ahora, obliga a superar los límites convencionales y también a
desmoronar las formas secundarias de la Tradición conformadas con el
kali-yuga. Evola no acepta una parte de lo Sagrado, lo quiere Todo,
enseguida. Este Retorno le hace tomar "partido", denegar la legitimidad
de las formas tradicionales vaciadas de vida. De otra parte, en este
orden de ideas explica la posición auténtica del adepto de los Tantras,
en "El Yoga de la Potencia". Pero paradójicamente la misma antinomia es
propia de la corriente de izquierda radical y a la fenomenología
existencial y estética de las dos revueltas, que, aun siendo diferentes,
las une casi perfectamente en algunos casos. La revolución, la guerra,
la crisis, el vuelco social, siempre provocan un trauma profundo que
necesariamente obliga el ser humano a encontrar la realidad ontológica
profunda que supera los clisés profanos de la vida "normal". Ernst
Jünger, sobre el que Evola se interesó mucho, desarrolló en sus novelas y
escritos políticos este problema del reencuentro del hombre moderno,
intensamente ajeno, con la realidad superior en las situaciones de
crisis extrema.
De
en otra parte, Evola atravesó períodos de crisis personal que le
llevaron al límite del suicidio. ¡Pues la sed de lo absoluto está en
lógica relación con las experiencias "negativas" y a veces también
"antinómicas". Estas consideraciones también explican el interés de
Evola por algunos personajes juzgados por los otros tradicionalista,
Guénon, Burkhardt, etc., como claramente "contra-iniciáticos", Alaister
Crowley, Juliano Kremmerz, Gustav Meyrink, etc. ++A. estraga, sobre todo
a lo extrema izquierda, encuéntrate fácilmente el mismo complejo, la
misma pasión, la misma exaltación de la experiencia traumática y en el
mismo tiempo el mismo ifiuto del conformismo, la misma aversión visceral
en relación a las normas y a las convenciones, la misma vuelve contra
lo habitual. De otra parte, la cultura ideológica de la "izquierda
revolucionaria" es no priva de acercamientos esotéricos que a veces son
como los mismos en el caso de los tradicionalista y la "revolución
conservadora". Citamos a título de ejemplo a Theodore Reusse, activista
de izquierda y promotor a la masonería del mismo Guénon! El extenso
"accidente" de Evola vuelve a llamar la paradoja política de la Rusia
actual dónde los neocomunisti, antiliberali hacen frente común con los
conservatorios ruso-ortodoxos. Cosa que se puede pensar también de
ciertos aspectos del bolchevismo ruso histórico en que se han
desarrollado por calles heterodoxas y contradictorias las tendencias
profundas del carácter sagrado ruso-ortodoxo - la aversión por el mundo
occidental burgués, la búsqueda del Regnum, los factores escatológicos,
la experiencia directa, revolucionaria e inmediata de la Verdad. Más
ancla, fue al alba de la corriente comunista ronca acercamientos
esotéricos extremadamente curiosos con los representantes de las
corrientes espirituales locales y europeas. Usted puede decir que entre
Evola y Rusia existen no sólo las correspondencias a nivel de corriente
ideológica "conservadora", "de derecha", pero también ciertos lados de
la "izquierda" rusa, en su dimensión profunda y paradójica, pueden ser
comparados con los escritos de Evola y también aclarados gracias a su
método de búsqueda de la estructura de los fenómenos traumáticos. El
hecho mismo que el comunismo les haya vencido en el país más conservador
y más tradicionalista que Europa nos obliga a volver a ver los esquemas
habituales conservatorios a propósito de la naturaleza profana y
moderna del comunismo, como tapa avance del degrado actual civilización.
De en otra parte, las previsiones de los conservatorios y
contra-revolucionarios, como Léon de Poncin, concernenti la necesidad de
la victoria de la cuarta casta proletaria en todo el planeta son
desmentidas por el triunfo actual de la civilización burguesa, presunta
tercera casta, en Rusia postsovietica. El mismo Evola cometió el mismo
error aceptando la posición radicalmente antisocialista y anticomunista,
propia de los conservadores reaccionarios con los que, a nivel
metafísico, él estuvo en lleno desacuerdo, debido a la diferencia
profunda entre la Calle de la Mano Izquierda que le fue propia y la
Calle de la Mano Derecha que, a veces, indirectamente y parcialmente
inspira los conservatorios convencionales. En otras palabras la
"izquierda metafísica" en Evola no ha podido encontrar a la
manifestación doctrinal coherente a nivel político y el extenso
"anarquista" y "esotérico" quedan de algún modo sobrepuestos muy
contradictoriamente a su fidelidad a la "reacción" política. La misma
equivocación existe en sus relaciones con el fascismo y con el
nazional-socialismo dónde él criticó el aspecto político de izquierda y
al mismo tiempo intentó reforzar el aspecto "metafísico de izquierda",
por ejemplo insistiendo sobre el paganismo contra las relaciones con el
Vaticano. Usted historia política de los años 80-90 exhibición que el
comunismo no fue la última forma de decadencia de las castas. Pues Evola
se equivocó en predecir la victoria de los soviéticos y por
consiguiente de tomar partido partido radicalmente partido y de no
reconocer el lado paradójico y de algún modo tradicional de la
Revolución. A pesar de su interés particular para "El obrero" de Junger,
Evola ha identificado falsamente, siguiendo la lógica de la Derecha no
revolucionaria, las castas tradicionales con las clases de la
civilización occidental. A este propósito, se puede volver a llamar la
advertencia extremadamente importante de George Dumezil relativo el
hecho que en la sociedad tradicional indoeuropea, pues aria, los
trabajadores pertenecen a la tercera casta y no a la cuarta. Además de
eso, los mercante, (es decir los jefe de tipógrafo*-capitalistas, no
pertenecen completamente al sistema de las castas en tal sociedad y
todas las funciones de distribución de los bienes y el dinero he sido
renta anual de los guerreros, de los kshatryas. Eso significa que la
clase de los mercante no corresponde absolutamente a la estructura de la
sociedad aria y es sobrepuesta históricamente a ella con la mezcla
cultural y racial. Pues la lucha antiborghese de los socialistas posee
implícitamente a la dimensión tradicional e indoeuropea, cosa que
explica perfectamente las tendencias "antigiudaiche", hasta antisemita,
de un gran número de teóricos socialistas a partir de Fourrier, Marx y
hasta Stalin. Esta consideración enseña la justificación del elemento
socialista, e incluso nazional-comunista, en las corrientes de la
Revolución Conservadora - especialmente en Spengler, Sombart, van den
Bruck, junger y hasta Nikisch. Y' fuera de duda que con este entorno
alemán de anteguerras Evola tuvo óptimas relaciones intelectuales, cosa
que ay de mí, no lo ha ayudado a esfumar sus posiciones y a rectificar a
sus calles doctrinales y tradicionalista. Esta contradicción en Evola
es notable si se enfrentan "Orientaciones" y "Los Hombres y las Ruinas"
de un lado, y "Cabalgar la Tigre" del otro. "Evola de izquierda" no es
descubierto todavía y reconocido. Pero una vez más - Rusia y su historia
conservadora y revolucionaria, paradójico y reveladora, antigua y
moderna nos ayuda a comprender Evola en sus ideas explícitas y sobre
todo el sentido implícito de su mensaje que queda que descubrir y
asimilar. No sólo en Rusia, pero en este último aspecto también en
Occidente.
5. La cuestión cristiana
Lo
que pone los mayores problemas en la asimilación de los escritos de
Evola en Rusia es resueltamente su impostación anticristiana. Según él
la entera tradición cristiana es la expresión de la degeneración
cíclica, una raíz de la decadencia del occidente tradicional y la
"subversión" del espíritu del Sur, de la mentalidad "semítica"
proyectada al Norte a europeo arriano. Está' en esta cuestión que hay
aspectos inaceptables de su mensaje por el contexto del tradicionalismo
ruso. Aquí hace falta cuanto menos distinguir dos aspectos diferentes
del problema. 1, de un extenso Evola conoció sobre todo la forma
católica de la tradición cristiana - la que fue propia al occidente.
Aquí la crítica severa de Evola del papel del cristianismo occidental en
el proceso de caída de la civilización europea es muy justa, aunque no
sin ciertas generalizaciones algo fundáis. además de este en la óptica
de la Iglesia Ortodoxa, y sobre todo en la óptica de la Iglesia rusa
después de la caída doy Constantinopla y la adhesión del Patriarcado de
Constantinopla a la unidad Católica, se encuentran a menudo los mismos
motivos en la denuncia dell' "herejía latina". El devozionismo, el
racionalismo escolar y el papismo del Vaticano son los objetos de
crítica constante de la ortodoxia contra el catolicismo con más o menos
las mismases conclusiones riguardanti la responsabilidad de la
"desviación católica" en el desacralizzazione del conjunto europeo que
ha llegado al rechazo casi total de la tradición y a la llegada de la
era laica. La tradición cristiana ortodoxa difiere mucho de la tradición
católica en los puntos esenciales dogmáticos, rituales y, lo que es más
importante en nuestro caso, metafísicos. El espíritu ortodoxo es
contemplativo, apofantico, esicastico, comunitario y resueltamente
anti-individualista. El objetivo claramente declarado de la ortodoxia es
la "deificación" del hombre por vía ascética descrita en los términos
puramente esotéricos y utilizando los procedimientos iniciáticos. Esta
calle de la deificación es absolutamente otra cosa con respecto del
misticismo exoterico occidental donde se exalta el humanismo. se trata
de la visión tradicional de la realización metafísica. En otras palabras
la ortodoxia no es la religión entendida en el sentido de Guénon,
(retomado sucesivamente por Evola), porque no contempla a la "salud del
alma individual", pero a la realización puramente espiritual y a
metafísica - pues sovraindividuale y sovrapsichica. La ortodoxia no es
el exoterismo necessitante de la existencia de sociedad iniciáticos
exteriores para llegar a la completa realización espiritual, la ausencia
histórica de sociedades iniciáticas fuera de la Iglesia en los países
ortodoxos lo testimonia en una manera sorprendente. Y' antes la
tradición completo inglobante esoterismo y exoterismo como en el caso
del Islam. L`esempio más cerca de este particular de la Iglesia Oriental
se encuentra en el shiísmo iraní donde no hay más distinción neta entre
el dominio esotérico y exoterico, a este propósito ver a Henri Corbin
"Él homme del lumiere". Usted diferencia esencial entre la tradición
católica y aquella ortodoxa devuelve la posición anticattolica y
"antiguelfa" de Evola plenamente comprensible y aceptable. Además de
eso, algunas objeciones formuladas por Evola contra la insuficiencia
metafísica de la aptitud de la Iglesia Occidental ayudan mucho los
ortodoxos a encontrarse conscientemente en la misma tradición, cosa que
falta fatalmente al catolicismo. 2, el otro aspecto de este problema
consiste en el rechazo de parte de Evola de la tradición cristiana
primordial, en su desprecio por la naturaleza del cristianismo de los
orígenes que él siempre calificó como "plebeyo", "semítico", y pre
"antitradizionale". Él se inscribe definitivamente en la tradición
romana precristiana y anticristiana repitiendo en los rasgos generales
las acusaciones a la Iglesia de parte de los filósofos paganos y
neoplatónicos. Ciertos elementos los ha sacado de los manantiales
anticlericales masónicos por Arturo Reghini etc. Él tiende a identificar
la tradición cristiana con la tradición judeo-cristiana cosa que sólo
es exigida en parte e históricamente se aplica sobre todo
específicamente al origen y a la particularidad de la tradición a
católica, tanto que la Iglesia oriental o las Iglesias Orientales, deben
ser calificadas como heleno-cristianismo. Un análisis excelente de esta
diferencia fundamental se encuentra entre los autores rusos como
Nikolaev "V poiskah sabe Bojestvom", V.Lossky "Theologie mystique" y más
recientemente en autores francesas como Jean Bies "Voyage au monte
Athos" y Michel Fromaget "Corps, ame, esprit". La tradición de la
devoción pasiva, de la búsqueda de la salvación individual, el
igualitarismo póstumo, etc., caracterizan, contrariamente, la esencia de
la Tradición Cristiana en las afirmaciones de Evola. Pero es un
argumento demasiado complejo para ser tratado en este escrito. Se trato aquí
sólo de constatar que a los ojos de los cristianos orientales no sólo
este aspecto de la crítica de Evola no es aceptable, pero es algo
comprensible, porque los motivos específicamente judeo-cristianos son
muy raros y marginales en la ortodoxia. La Iglesia bizantina y tras su
caída, la Iglesia rusa han heredado la parte más sublime de la tradición
helénica incorporándola en el conjunto armónico de la Revelación
evangélica. En la Iglesia oriental los apóstoles "gnósticos" y
contrajudaicos son particularmente venerados: San Pablo, el Apóstol San
Juan, Andrés (patrón de la Iglesia rusa), etc. Por el contrario, San
Pedro o Santiago, polos judeo-cristianos del cristianismo de los
orígenes, tienen papeles secundarios. El espíritu de la Iglesia oriental
está muy caracterizado por el marcionismo o monofisismo implícito.
Aquí, Cristo es sobre todo Pantokrator y el Zar, el Dios de la Segunda
Llegada terrible y omnipotente. Es también el espíritu aristocrático y
ascético activo y heroico. El punto culminante de la afirmación
consciente de esta naturaleza de la Iglesia oriental fue la
santificación de San Gregorio de Palama, el eminente esoterista
cristiano cuyo doctrina esicástica de la Luz Increada y la deificación
ha escandalizado mucho más a los católicos que el sector filocatólico de
la ortodoxia. Ese mismo esicasmo está presente en la mayoría de los
santos rusos (San Serge de Radohej, San Nil Sorsky, etc), hasta en los
artistas de los iconos (Iría Rubliev recientemente canonizado san como
del concilio de la Iglesia Ortodoxa). En el rechazo absoluto del
cristianismo en cuánto tal, Evola pone un serio obstáculo a su
asimilación por parte del tradicionalismo ruso. La aceptación literal un
retorno al paganismo sólo daría efectos ridículos a causa de la
ausencia total en Rusia de restos de la tradición eslava precristiana.
La adaptación del anticristianismo de Evola a la realidad rusa puede
realizarse por la aceptación de su crítica del catolicismo, del espíritu
judeo-cristiano con la búsqueda simultánea de los aspectos positivos
-heroicos y viriles- al interior mismo de la tradición ortodoxa y sobre
todo en el dominio esotérico de ésta, en el simbolismo de los iconos, en
el esicasmo, en los procedimientos iniciáticos de la deificación. Se
puede estar de acuerdo con el rechazo del espíritu "semítico" y con la
alabanza del espíritu "ario" y "helénico". Pero en Rusia todo eso está
obligado a quedar en el marco de la ortodoxia cristiana, dado que tales
son las condiciones históricas y "geográfico-sacras" de la civilización
rusa.
5. Las raíces hiperbóreas de los eslavos
Hay
en Evola un aspecto extremadamente importante concernente a los
orígenes hiperbóreos de la Tradición. Se encuentra la misma idea en
otros tradicionalistas, sobre todo en Guénon y en B.G Tilak y también en
el ensayista alemán Hermann Wirth. De en otra parte, Evola habla de
Guénon y Wirth, como dos de los tres personajes que lo han influenciado
más que otros, siendo el tercero Guido de Giorgio. Tal es el punto
fundamental de su doctrina. El gran mérito de Evola consiste en el hecho
que intentó reanimar el mito hiperbóreo, proponerlo como realidad
espiritual concreta como la orientación por excelencia, no sólo en las
búsquedas esotéricas, sino también como factor metapolitico y casi
existencial. Esta reactivación del argumento hiperbóreo es el aspecto
más sorprendente de su Weltanschauung. Una vez más, esta idea de Evola
aparece extremadamente próxima al tradicionalismo ruso, porque el pueblo
ruso siendo un pueblo indoeuropeo, esto es ario, tiene necesariamente que tomar
conciencia de su más lejano pasado para reafirmar su identidad y
encontrar en sí mismo la esencia espiritual. Hace falta reconocer que, a
pesar de su importancia fundamental, tal cuestión no fue casi nunca
planteada seriamente en el tradicionalismo ruso, salvo algunas
intuiciones muy vagas de ensayistas pre-revolucionarios que se ocuparon
de los orígenes de los eslavos. La visión tradicional de los orígenes
presupone el conocimiento de las leyes cíclicas y las correspondencias
cósmicas. En este caso, la obra de Evola nos provee de muchas
informaciones preciosas sobre este tema. Evola se interesó bastante por
el estudio de las influencias hiperbóreas en la Europa occidental y en
el Cercano Oriente, aplicando los métodos de Guénon, de Bachofen y de
Wirth para reconstruir la tipología cíclica de las civilizaciones a
partir de la edad del oro hasta hoy en día ("Revuelta contra el mundo
moderno"). En sus obras dedicadas al problema de las "razas
espirituales", ha concretado algunos datos tradicionales sobre los tipos
de hombres europeos con sus particularidades físicas, psíquicas y
espirituales. En todas estas obras subrayó la centralidad del tipo
"hiperbóreo", "norteño", "apolíneo". Estas búsquedas ayudan a comprender
las relaciones que existen entre la dinámica histórica, incluida en la
perspectiva tradicional y el status quo crítico de nuestra situación
moderna. Dibujó las grandes líneas del itinerario de las corrientes
hiperbóreas en correspondencia con las etnias y las regiones europeas.
Evidentemente, todo eso se aplica sobre todo a la realidad
europeo-occidental o mediterránea. Los espacios étnicos y geográficos de
Eurasia Norte-oriental quedan fuera del marco de sus investigaciones.
Pero el método y los principios de la búsqueda elaborados por Evola, tal
como el ejemplo de su aplicación a la realidad concreta, nos dan la
posibilidad de cumplir un trabajo parecido en relación a Rusia y a sus
uniones con las tendencias hiperbóreas. Se puede afirmar que Evola se
interesa por esta cuestión extremadamente importante para Rusia porque
abre las vías de la investigación de los orígenes primordiales que
fueron desconocidos antes de él y resultaban casi impensables. Tal es la
otra razón del gran interés de Evola por Rusia, que
inspira en gran medida los "estudios hiperbóreos" relacionados con
Rusia y Eurasia. Como ejemplo puede citarse a A. Dughin, "Rusia y el
Misterio del Eurasia", Madrid, Grupo 88, 1992, dónde se intentan definir
las líneas del estudio "hiperbóreo" de Eurasia.
6. Evola y el imperio euro-soviético de Jean Thiriart
La
adaptación de las ideas de Evola a Rusia y al descubrimiento mediante
su método tradicional del carácter sagrado ruso, plantea en general una
serie de cuestiones interesantes sobre la doctrina de la Tercera Vía,
sea a nivel metafísico como a nivel geopolítico y político. Estos dos
niveles siempre están en realidad íntimamente atados y la misma vida de
Evola testimonia la importancia absoluta de descubrir esta
correspondencia "natural" y sagrada que el mundo moderno siempre tiende a
negar o a esconder. En el empeño político de Evola no hay nada casual o
convencional. Sus ideas esotéricas y sus opiniones políticas están en
perfecta armonía. És un extraordinario ejemplo de coherencia y firmeza
de espíritu frente el caos moderno que trata siempre de desviar a los
hombres en su búsqueda de la verdad.
Puede
decirse que hay una lógica notable entre el tradicionalismo metafísico
de Evola y su defensa de la idea política imperial, antimoderna,
"hiperbórea" y europea. Su posición ideológica despega directamente de
la identificación de dos formas del deterioro espiritual de occidente en
el capitalismo americano, el polo occidental, y en el comunismo
soviético, el polo oriental. Políticamente está contra el mundo burgués y
el mundo socialista, geopoliticamente él está contra el extremo
Occidente (Estados Unidos) Francia, Inglaterra, pues los países
atlantistas, y contra el oriente comunista, el bloque euroasiático
socialista. De eso deriva lógicamente una simpatía innegable, aunque
matizada, por el fascismo y el nacional-socialismo a nivel político y
por la defensa de la Europa central germánica a nivel geopolítico. En
esta visión muy coherente, Rusia y el mundo eslavo, políticamente,
geopolíticamente, e incluso racialmente, ocupan la posición hostil, de
ahí la afirmación extrema de que "los eslavos no tuvieron nunca la tradición" ("Heidnischer Imperialismus").
Puede
suponerse que esta visión geopolítica le fue inspirada por los
fundamentos en la geografía sagrada o por cierta versión de la geografía
sagrada propia del occidente imperial primero helénico, luego romano y
por fin germánico, que vio en los espacios eurasiáticos las tierras de
la barbarie, pobladas por los "untermenschen" eslavo-tártaros. Esta
misma concepción ha sido retomada por la catolicidad occidental, sobre
todo después del cisma. Este “tercerismo” de Evola (ni Occidente ni
Oriente, - Europa), está relacionada íntimamente con los demás aspectos
ya mencionados que impiden integrar plenamente y sin matices su doctrina
en el tradicionalismo ruso-ortodoxo. La valoración del socialismo como
algo esencialmente antitradicionale, va al paso con la escasa
consideración por la civilización eslava. Estos dos aspectos son atados
intrínsecamente.
Si
en el caso de Evola hay correspondencia directa entre visión metafísica
y doctrina política, existieron otros representantes de la misma
tendencia política que siguieron la misma línea sin ninguna referencia
esotérica, pero llena conformidad con los principios que ellos mismos
ignoraron totalmente. El “tercerismo” geopolítico y político del Tercer
Reich, no de van den Bruck, sino de Adolf Hitler, y en menor medida del
estado fascista italiano, han fundado sus ideologías, en los rasgos
generales, sobre la misma base doctrinal. De eso deriva el ataque contra
URSS y la guerra contra las potencias atlantiste (Inglaterra y Estados
Unidos).
Puede
decirse que la misma visión es propia hasta hoy de los entornos de la
extrema derecha europea, independientemente del hecho que sus
representantes lean o menos "Orientaciones" o "Los Hombres y las
Ruinas", por no hablar de "Revuelta contra el mundo moderno". Resulta
positivo volver a llamar la atención sobre el caso extremadamente
interesante de la evolución política de "Joven Europa" de Jean Thiriart
que perteneció en general a estos movimientos terceristas de extrema
derecha de la posguerra, intentando aplicar el concepto de patria a la
realidad concreta de la Europa democrática y desnacificada. El Thiriart
de los años 60 representó la versión "secularizada" y "racionalizada" de
la doctrina de Evola, privada de sus extensiones metafísicas, pero
conservando la coherencia puramente política. El propio Evola cita
Thiriart en "Los Hombres y las Ruinas". Thiriart empezó con la estrecha
fórmula "Ni Occidente ni Oriente - Europa Imperial", fórmula idéntica a
la visión de Evola.
En
el curso de los años 70 y 80, después de retirarse de las luchas
políticas, Thiriart ha llegado a la conclusión de que los dos términos
negativos de esta fórmula ya no son iguales. Ha reconocido en el sistema
socialista soviético mucho más afinidades con sus mismos ideales que en
el mundo capitalista. Ha encontrado afinidades en las corrientes de la
Revolución Conservadora alemana, en el fascismo de izquierda europea e
italiana, en la República Social y también en el nacional-bolchevismo
ruso, etc. A partir de este él proclama el eslogan un poco provocador de
“un Impero Euro-soviético de Vladovostock hasta Dublín",
afirmando con eso la compatibilidad política y geopolítica del
“tercerismo” europeo con el socialismo euroasiático.
Estas
ideas han influenciado mucho el entorno nacional-revolucionario en las
corrientes políticas europeas. Hace falta señalar que todo esto ha sido
hecho en el espíritu del pragmatismo político más frío, sin ninguna
relación con la Tradición. Pero se puede, teóricamente al menos,
encontrar la exacta correspondencia metafísica con la operación
geopolítica de Thiriart. Ésto significaría la revisión del pensamiento
evoliano desde el punto de vista "euroasista", en la óptica del
tradicionalismo ruso-ortodoxo.
Thiriart
permaneció fiel a su primer impulso político (fue, por otra parte, un
combatiente de las SS) cambiando completamente su visión geopolítica, se
puede quedar incluso fieles a la profunda esencia metafísica del
mensaje de Evola, adaptando ciertos aspectos de su visión "euroasiática"
con todas las implicaciones necesarias. Thiriart y también ciertos
representantes del ND europea y de los corrientes NR han optado
resueltamente por la designación del enemigo único absoluto que es el
capitalismo cosmopolita y la dominación geopolítica de los Estados
Unidos.
El
campo socialista ha sido antes percibido como "posible aliado". Si se
hiciera la transposición de esta valoración política al nivel espiritual
más elevado se llegará al elogio sumariamente positivo de la tradición
ruso-ortodoxa, al descubrimiento de la componente eslava del conjunto
indoeuropeo y también al reconocimiento en el bolchevismo ruso de
tendencias antimodernas y de algún modo tradicionales. En este caso, se
llegará a la fórmula "Oriente contra Occidente", socialismo y socialismo
nacional contra "capitalismo", "eurasiáticos contra atlantistas",
"Rusia con la Europa germánica y continental contra los Estados Unidos y
los países anglosajones" etc. se opera la revisión de las ideas de
Evola que corresponde exactamente a la lectura "rusa" de sus escritos
(más la acentuación de su aspecto revolucionario, de "izquierda").
Tercera
Roma, Tercer Reich y Tercera Internacional se mostrarán de golpe como
símbolos íntimamente ligados entre sí, como tres formas diferentes pero
complementarias de la “Revuelta contra el Mundo Moderno”, no siempre
conscientes de sus implicaciones transcendentes y a veces extraviadas e
incluso paródicas. Pero quizás en la edad oscura en que nosotros nos
encontramos, en este Kali-Yuga, no se deben esperar de la realidad
exterior, las realizaciones resplandecientes y sublimes de las verdades
tradicionales. Algunos aspectos repugnantes de las ideologías
contemporáneas y, sobre todo, su puesta en práctica pueden esconder a
veces los tesoros espirituales como los "guardianes" del umbral de la
tradición tibetana, monstruosos y agresivos, custodian el depósito
precioso de la Tradición, esta metáfora ha sido utilizada una vez por el
profesor Claudio Mutti a propósito del aspecto exterior de los
régimenes comunistas; hace falta precisar que Mutti es tradicionalista
guénoniano y evoliano, rusófilo y al mismo tiempo admirador de las ideas
de Jean Thiriart.
Puede
añadirse que, a pesar de muchas comparaciones en relación al aspecto
esotérico del nacional-socialismo, y de muchas palabras severas
pronunciadas en relación al movimiento hitleriano, el propio Evola
aceptó participar en la lucha intelectual en este campo ideológico,
intentando "corregir los nombres", según la expresión esotérica de la
tradición china, y abrir las perspectivas del tradicionalismo auténtico,
no desde fuera, sino desde el interior del movimiento que representó,
con sus más y sus menos, la Revuelta por lo absoluto. Pues, "los
guardianes del umbral" del espiritualismo ariosofista impidieron a Evola
mezclarse activamente en el combate espiritual al lado de los
nacional-socialistas. Hace falta reconocer que el propio Evola no siguió
una evolución parecida a la de Thiriart. En todo caso su último libro
doctrinal es "Cabalgar la tigre" y no "Orientaciones". El imperio
euro-soviético de Vladivostock hasta Dublín, el campo de la revuelta
paradójica de los "rojo-pardos" eurasiáticos en busca del Regnum se
opone totalmente a la modernidad, a esta modernidad que se concreta
escatologicamente en el "dominio absoluto del capital" y en la
"mentalidad semítico-mercantil", en la llegada final del tipo social que
no pertenece ni a la tercera, ni a la cuarta casta tradicional
indoeuropea, todo eso se puede deducir de la lectura "rusa" de Evola, de
la lectura "revolucionaria" de Evola que desmigaja a la escuela
tradicionalista impotente, académico, y anima y vivifica su espíritu
que, de en otra parte, no ha muerto.
7. Conclusión
Julius
Evola fue un hombre genial. Fue un hombre archetípico que vivió en su
suerte personal la suerte de la Tradición en medio de las tinieblas
escatológicas. Su herencia es más que preciosa. Sus errores están
cargados de sentido tanto como sus auténticas revelaciones. Testimonió
la calidad de la actual realidad, enseñó heroicamente la orientación que
lleva más allá. Su mensaje es necesario para Europa y también es
necesario para Rusia que atraviesa un momento histórico crucial en que
la cuestión de su identidad tradicional y sagrada se plantea en cada
alma rusa. Gracias a la luz de sus ideas, aunque no coincidimos en todo
con él, podemos restaurar nuestra tradición metafísica,
encontrar las llaves olvidadas o perdidas. Ésto explica la popularidad
de Evola en la Rusia actual. Ésto también explica la razón de las
polémicas apasionadas que provocan las traducciones de sus libros y sus
artículos.
El
encuentro de Rusia con Evola no es una cuestión de erudición, de
extremismo político marginal o un asunto de "espiritualistas". Los
aspectos que Evola toca son las realidades vivientes, las fuerzas
sagradas que se despiertan en espera de la "Acción Transcendente" del
que Evola ha hablado proféticamente en los sus primeros libros. Evola es
el último héroe de Occidente. Pero se sabe que en la óptica
escatológica lo último siempre es lo "primero". El mensaje de Evola
concluye cierto ciclo, pero abre otro.
Esperamos que sea el ciclo de la Revuelta Absoluta contra el mundo moderno.
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