Por Kim Il Sung
En el escenario internacional se
libra hoy una fiera lucha entre las fuerzas de independencia y las
dominacionistas, entre las fuerzas revolucionarias y las
contrarrevolucionarias.
Atemorizados ante el constante
crecimiento de las fuerzas revolucionarias mundiales, los viejos y nuevos
dominacionistas se revuelven desesperadamente para mantener su derecho a dominar.
Los imperialistas yanquis,
manteniendo invariablemente su ambición de conquistar al mundo, engañan a los
pueblos bajo el llamativo rótulo de la “paz”, por una parte, y, por la otra, aceleran
los preparativos de guerra. Tras el telón del “desarme” siguen aumentando los
armamentos, tras el telón de la “limitación de armas nucleares” continúan las
pruebas nucleares, tras el telón de la “distensión” prosiguen la intervención militar.
Cuanto más grave se torna su crisis económica y peor su situación, los
imperialistas se aferran tanto más a las maniobras de agresión y de guerra.
Los imperialistas dirigen el filo
de su agresión a los países emergentes. Un importante método que ellos emplean para
agredir a los países no alineados, a los países tercermundistas, es derrotarlos
por separado al dividirlos y enemistarlos. Aprovechándose astutamente de los
problemas de fronteras, consecuencia de la dominación colonial, y de otros
diversos asuntos complicados, tratan de meter cuña, sembrar discordia y provocar
disputas y conflictos entre los países no alineados, los países
tercermundistas, a fin de hacerlos pelear entre sí y sacar su provecho.
Los imperialistas, los
dominacionistas, maniobran virulentamente para establecer su control político y
económico sobre los países emergentes. Con diversos métodos taimados y perversos,
como la amenaza y el chantaje, la conciliación y el engaño, la subversión y el
sabotaje, tratan de subyugar políticamente a los nuevos Estados independientes
y de tomar en sus manos las arterias económicas de los países en vías de desarrollo
a título de la supuesta “ayuda” y “explotación conjunta de los países
subdesarrollados”.
Los imperialistas, los
dominacionistas, que están enfrascados en la expansión de su esfera de
influencia, recrudecen las pugnas para colocar bajo su dominio a países del
Tercer Mundo. So pretexto del “apoyo” y “protección”, se meten a porfía como en
una competencia, y se inmiscuyen abiertamente en las disputas entre países
tercermundistas y libran entre sí pugnas de desalojo esforzándose cada cual
para mantenerlos bajo su control. Debido a las maniobras de los imperialistas,
de los dominadores, hoy la situación internacional está muy tensa y complicada.
Por su manipulación y conspiración, cada día ocurren actos de
desestabilización, sabotaje y asesinato; surgen problemas de litigios en todas
partes del mundo; y hasta se producen casos trágicos tales como que países
hermanos peleen disparándose mutuamente. Como consecuencia, se han creado muchas
dificultades ante los países tercermundistas y el Movimiento No Alineado pasa
por una prueba.
La situación actual exige
imperiosamente que los países socialistas y los no alineados, los países
tercermundistas, todas las naciones oprimidas del mundo, intensifiquen aún más,
unidos compactamente, la lucha contra el imperialismo y otras formas de
dominación.
El dominacionismo es la corriente
contrarrevolucionaria opuesta a la tendencia contemporánea que aspira al zazusong,
y el blanco de la lucha común de los pueblos revolucionarios del mundo. Su
esencia consiste en violar el zazusong de otros países, oprimir y controlar a
otras naciones y pueblos. Se practica tanto en forma abierta sin tapujos para
convertir a otros países en sus colonias y oprimirlos y explotarlos, como astutamente
para dominar y controlar a otros países colocándoles por diversos métodos el
lazo de dependencia. El dominacionismo se expresa tanto en países grandes como
en los relativamente pequeños, tanto en países capitalistas como en otros. En
una palabra, todos aquellos que tratan de controlar a otros son,
independientemente de su dimensión y régimen social, fuerzas dominacionistas, y
el dominar a otros, sea abierta o disimuladamente, es, por igual, práctica de dominación.
Todos los pueblos de países
emergentes tienen que concentrar las flechas de ataque contra el imperialismo,
contra el dominacionismo. Sólo combatiéndolos con energía, podrán consolidar su
independencia nacional, alcanzar el desarrollo independiente y construir un
mundo nuevo, libre de toda forma de dominación y supeditación.
Para potenciar la lucha contra el
imperialismo y otras formas de dominación hay que formar un amplio frente unido
de países emergentes. Este frente constituye una garantía decisiva para
triunfar en la lucha contra el imperialismo, el dominacionismo. En la actualidad
su formación se presenta como un problema de mucha importancia, sobre todo,
porque los imperialistas y demás dominacionistas recrudecen las maniobras de
división, discordia y conquista en contra de los nuevos Estados independientes.
Los países emergentes han de
responder con la estrategia de unidad a estas maniobras de los dominacionistas.
Los no alineados, los países tercermundistas tienen que integrarse en un amplio
frente unido y destruir con acciones unísonas las maquinaciones de división,
discordia y conquista de los dominacionistas de toda calaña.
Para hacerle frente al enemigo
común, los países emergentes deben dar la prioridad a la unidad, subordinarlo todo
a ella, unirse firmemente por encima de las diferencias de régimen social,
criterio político y creencia religiosa. Estas diferencias no pueden ser, de
modo alguno, obstáculos para su unidad. Ellos tienen más comunidad que
diferencias, y la fuerza que los cohesiona es mayor que la que trata de separarlos.
Extracto de Aceleremos la
construcción socialista enarbolando la bandera de la Idea Juche. Un informe
de 1978. A pesar del tiempo transcurrido, mucho de lo que hemos publicado es
perfectamente aplicable.
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