miércoles, 31 de diciembre de 2014

EL RESENTIMIENTO TERRORISTA

Por Slavoj Žižek


"El Segundo Advenimiento" de William Butler Yeats parece expresar perfectamente nuestra situación: «Los mejores carecen de toda convicción, mientras que los peores están llenos de intensidad apasionada». He aquí una excelente descripción del corte actual entre los anémicos liberales y los exaltados fundamentalistas. Los «mejores» no son ya capaces de implicarse, mientras que «los peores» se implican con el fanatismo.

Sin embargo, ¿son los terroristas fundamentalistas, sean cristianos o musulmanes, realmente fundamentalistas en el sentido auténtico del término? ¿Creen realmente? De lo que carecen es de una característica fácil de discernir en todos los fundamentalistas auténticos, desde los budistas tibetanos a los amish en Estados Unidos: la ausencia de resentimiento y envidia, una profunda indiferencia hacia el modo de vida de los no creyentes. Si los llamados fundamentalistas de hoy creen realmente que han encontrado su camino hacia la verdad, ¿por qué habrían de verse amenazados por los no creyentes, por qué deberían envidiarles? Cuando un budista se encuentra con un hedonista occidental, raramente lo culpará. Sólo advertirá con benevolencia que la búsqueda hedonista de la felicidad es una derrota anunciada. A diferencia de los verdaderos fundamentalistas, los terroristas pseudofundamentalistas se ven profundamente perturbados, intrigados, fascinados, por la vida pecaminosa de los no creyentes. Queda patente que al luchar contra el otro pecador están luchando contra su propia tentación. Estos llamados «cristianos» o «musulmanes» son una desgracia para el auténtico fundamentalismo.

Es aquí donde el diagnóstico de Yeats falla respecto a la situación actual: la intensidad apasionada de una turba delata una ausencia de auténtica convicción. En lo más profundo de sí mismos los fundamentalistas también carecen de una convicción real, y sus arranques de violencia son prueba de ello. Cuán frágil debe de ser la creencia de un musulmán si se siente amenazado por una estúpida caricatura en un periódico danés de circulación limitada. El terror fundamentalista islámico no está basado en la convicción por los terroristas de su propia superioridad y en su deseo de salvaguardar su identidad cultural y religiosa de la embestida de la civilización global de consumo. El problema de los fundamentalistas no es que los consideremos inferiores a nosotros, sino más bien que secretamente ellos mismos se consideran inferiores. Por eso nuestra condescendiente y políticamente correcta aseveración de que no sentimos superioridad respecto de ellos sólo los pone más furiosos y alimenta su resentimiento. El problema no es la diferencia cultural (su esfuerzo por preservar su identidad), sino el hecho opuesto de que los fundamentalistas son ya como nosotros, pues han interiorizado secretamente nuestros hábitos y se miden por ellos. (Está claro que lo mismo puede decirse también del Dalai Lama, que justifica el budismo tibetano en los términos occidentales de búsqueda de la felicidad y alejamiento del sufrimiento.) La paradoja subyacente en todo esto es que en realidad carecen precisamente de una dosis de esa convicción «racista» en la propia superioridad.

El hecho desconcertante de los ataques «terroristas» es que no encajan bien en nuestra oposición típica entre el mal como egoísmo o desprecio del bien común y el bien como el espíritu para y la disposición al sacrificio en nombre de alguna causa mayor. Los terroristas no pueden parecer sino algo semejante al Satán de Milton con su «Maldad, se tú mi Bien»: mientras ellos persiguen lo que nos parecen objetivos malvados mediante medios malvados, la forma misma de su actividad alcanza el máximo valor del bien. La solución de este enigma no es difícil y ya era conocida por Rousseau. El egoísmo, o la preocupación por el bienestar de uno mismo, no se opone al bien común, puesto que las normas altruistas pueden ser deducidas fácilmente de las preocupaciones egoístas. El individualismo frente al «comunitarismo» y el utilitarismo frente a la afirmación de normas universales son oposiciones falsas, puesto que dos opciones opuestas llegan a idéntico resultado. Los críticos que se quejan de que en la sociedad egoísta y hedonista de hoy faltan valores auténticos se equivocan por completo. Lo auténticamente opuesto al amor propio egoísta no es el altruismo, la preocupación por el bien común, sino la envidia, el resentimiento que me hace actuar contra mis propios intereses. Freud lo sabía bien: la pulsión de muerte se opone tanto al principio del placer como al principio de realidad. El verdadero mal, que es la pulsión de muerte, implica el sabotaje de uno mismo. Nos hace actuar contra nuestros propios intereses.

martes, 30 de diciembre de 2014

BIOGRAFÍA DE GEORGES SOREL

Por Alain de Benoist

"Sorel, enigma del siglo XX, parece un injerto de Proudhon, enigma del XIX", escribía Daniel Halévy en su prólogo al libro de Pierre Andreu: Sorel, nuestro maestro (1953). Enigma, en efecto, que el doctrinario edifica como un gigante, con las orejas pegadas a las sienes, la nariz chata, los ojos claros y la barba blanca. Enigma de un socialista encarnizado encantado con la Revolución rusa, simpatizante de la Acción Francesa, admirador de Renan, Hegel, Bergson, Maurras, Marx y Mussolini.

Georges Sorel nació en Cherburgo, el 2 de noviembre de 1847. Es doblemente normando, hijo de dos de las más antiguas familias emigradas a la Galia desde Escandinavia en la alta Edad Media. Su tío paterno, Albert Sorel, sería el historiador "oficial" de Napoleón III.

Politécnico, ingeniero de puentes y caminos, Sorel únicamente se consagra a los problemas sociales a partir de 1982. Su obra puede sintetizarse en un solo libro: Reflexiones sobre la violencia, en el cual sintetiza lo más sustancial de anterior producción: Las ilusiones del progreso, Sobre la Iglesia y el Estado, Sobre la utilidad del pragmatismo, La descomposición del marxismo, De Aristóteles a Marx, La ruina del antiguo mundo, El proceso de Sócrates, etc.

Publicado por vez primera en 1908, Reflexiones sobre la violencia es una obra que nunca dejado de reeditarse y de ser leída y meditada, por Lenin y por Mussolini, por Maurras y por Charles De Gaulle, por Oliveira Salazar y por Mao Tse Tung.

El libro fue pensado y construido para servir de obra base del sindicalismo revolucionario.

Hostil al socialismo parlamentario y a Jaurés, al que acusa de nutrirse de la ideología burguesa, Georges Sorel les opone lo que él denomina como "nueva escuela". Sorel concibe la huelga como la forma esencial de la reivindicación social. Es por medio de la huelga general como la sociedad será dividida en facciones enemigas y será destruido el Estado burgués. La huelga es "la manifestación más brillante de la fuerza individualista en las masas sublevadas".

La huelga implica la violencia. A la inversa de los socialistas de su tiempo (excepción hecha de Proudhon), Sorel no opone el trabajo a la violencia. Rechaza glosar sobre "el deseo de paz de los trabajadores". La violencia es para él un acto de guerra: "Un acto de pura lucha, semejante a la de los ejércitos en campaña", escribe.

"Esta asimilación de la huelga a la guerra es decisiva –indica Claude Polin en el prólogo a la nueva edición de Reflexiones sobre la violencia–, porque todo lo que afecta a la guerra se produce sin odio y sin espíritu de venganza: en la guerra no se mata al vencido; no se suponen inofensivas las consecuencias que los sinsabores puedan provocar en el campo de batalla". Ello explica por qué Sorel rechaza la "violencia vengativa" de los revolucionarios de 1793: "Nunca debe confundirse la violencia con las brutalidades sanguinarias que no conducen a nada".

Al principio fue la acción

Recogiendo la distinción clásica entre guerra "justa" y guerra "injusta", opone la violencia burguesa a la violencia proletaria. Esta última posee, a sus ojos, una doble virtud. No solamente debe asegurar una revolución futura, sino que es también el único medio del que disponen las naciones europeas, "entontecidas por el humanitarismo", para retomar su antigua energía.

La lucha de clases es, pues, un enfrentamiento de voluntades firmes, pero no ciegas. La violencia deviene la manifestación de una voluntad. Al mismo tiempo, ejerce una especie de función moral: produce un estado de espíritu "épico".

"La violencia –declara Sorel a su amigo Jean Variot– es una doctrina intelectual: la voluntad de los cerebros poderosos que saben lo que quieren. La verdadera violencia es necesaria para llegar al fondo de las ideas" (A propósito de Georges Sorel, 1935).

Sorel había aplaudido las palabras de Goethe: "Al principio fue la acción". Para él, el hombre que actúa es siempre superior al hombre que soporta: "La violencia verdadera hace aparecer al primer plano el orgullo del hombre libre".

Para restituir la energía al mundo actual se necesita un "mito", es decir un tema que no es ni verdadero ni falso pero que actúa poderosamente sobre el espíritu moviliza e incita a la acción.

Georges Sorel veía en la Prusia del siglo XIX la heredera de la Roma antigua.

Encuentra, para cantar las "virtudes prusianas", un tono que no deja de evocar a Moller Van den Bruck (Der preussische Stil). "Sorel, el artesano, hace culto del trabajo bien hecho –comenta Claude Polin–, y el trabajo bien hecho debe constituir un fin en sí, independientemente de los beneficios a retirar. Este desinterés es también el propio de la violencia. En el fondo del pensamiento de Sorel se encuentra la intuición de que todo trabajo es una lucha, y de que el trabajo nunca está bien hecho si no se entiende como lucha. Esta idea reanuda la intuición del carácter esencialmente prometeico del trabajo. Todo verdadero trabajo es una transformación de las cosas que comporta la necesidad de transformarse a sí mismo y a los otros consigo. "Paso a paso, Sorel termina por denunciar la democracia ("verdadera dictadura de la incapacidad"), conjugando los acentos de un Maurras y de un Bakunin.

La dictadura del proletariado le parece, a la vez, un engaño y un señuelo: "Se necesita ser muy ingenuo para suponer que las gentes que sacan provecho de la dictadura demagógica abandonarán fácilmente sus ventajas". De paso, denuncia el rol de vanguardia que pretende realizar el bolchevismo intelectual: "Todo el devenir del socialismo reside en el desarrollo autónomo de los sindicatos obreros" (Materiales para una teoría del proletariado). "Marx no siempre estuvo bien inspirado. –prosigue- En sus escritos se encuentran no pocas tonterías procedentes de los utopistas".

Esta concepción de la acción se encuentra en completa oposición con las teorías "vanguardistas" (el trotskismo, por ejemplo). Pero la podemos redescubrir en las proposiciones del sindicalismo revolucionario y del anarco-sindicalismo.

Finalmente, si Sorel defiende al proletariado con tal encarnizamiento no es por sentimentalismo, como Zola, ni por un gusto pequeño-burgués por la culpabilidad, ni mucho menos porque así daría pruebas de una "conciencia de clase", sino porque está convencido de que en el seno de la sociedad burguesa, únicamente el pueblo puede todavía encontrar esa energía que las clases dirigentes han perdido. Consciente de las "ilusiones del progreso", constata que las sociedades, como los hombres, son mortales. A esta fatalidad él opone una voluntad de vivir, una de cuyas manifestaciones es la violencia.

En la actualidad Sorel denunciaría toda la sociedad vendida por los "maestros" de la contestación. "Marcuse representaría a sus ojos –escribe Polin–, el ejemplo típico del hombre degenerado por la creencia beata en el progreso, frustrado con el progreso porque no ve cumplida ninguna de sus expectativas, incapaz de poner su esperanza en algo más que en el progreso exacerbado, radicalizado, en el sueño de una abundancia completamente automática que aportaría en primer lugar la felicidad en cuanto sea posible satisfacer las pasiones más elementales, incapaz, en una palabra, de comprender que la fuente del mal está en el corazón del hombre desvirilizado por la fe económica".

El nombre de la vieja Antioquia

A partir de 1907, Georges Sorel se convirtió en el artesano de un acercamiento entre los antidemócratas de derecha y de izquierda. El órgano de esta conjunción es la publicación mensual Revue critique des idées et des livres, en la cual el nacionalista Georges Valois publica los resultados de su encuesta sobre La monarquía y la clase obrera.

En 1910 aparece la revista La Cité française. Después, entre 1911 y 1913, L´Indépendance. En estas publicaciones aparecen las firmas de Georges Sorel, Jean Variot, Edouard Berth, Daniel Halévy, pero también la de los hermanos Tharaud, de René Benjamín, Maurice Barrès y Paul Bourget.

En 1913, el periodista Edouard Berth, autor de Las fechorías de los intelectuales, saluda a Maurras y Sorel como "los dos maestros de la regeneración francesa y europea". Pero, en septiembre de 1914, Sorel le escribe: "Estamos en una era que bien podría caracterizarse por el nombre de la vieja Antioquia. Renan describió perfectamente esta metrópolis de cortesanos, charlatanes y mercaderes. Tendremos el placer de ver a Maurras condenado por el Vaticano, lo que sería un justo castigo a sus incorrecciones. ¿A quien podría interesar un partido realista en una Francia únicamente interesada en restaurar la vida muelle de Antioquia?"

"A Maurras –explica el sociólogo Gaetan Pirou–, Sorel le reprocha ser demasiado demócrata; reproche que, a primera vista, puede parecer paradójico. En realidad, Sorel quería decir que Maurras, positivista e intelectualista, no había repudiado la democracia mas que en sus aspectos políticos y no en sus fundamentos filosóficos".

Nacional-revolucionarios

Sorel ejercerá tanta influencia en Barrès y Péguy como en Lenin. Éste último, en materialismo y empirocriticismo, le denunciará no obstante como un "espíritu desordenado".

Más que Francia –observa Alexandre Croix en La revolución proletaria–, Italia sería la "tierra prometida del sorelismo". Sorel ejercerá una poderosísima influencia en la escuela sindicalista dirigida por el futuro ministro italiano de trabajo (entre 1920 y 1922), Arturo Labriola. Éste, en 1903 traduce El futuro socialista de los sindicatos. Uno de sus lugartenientes, Enrico Leone, redactó, en 1906, el prólogo de la primera edición italiana de Reflexiones sobre la violencia, publicado con el título de Lo sciopero generale e la violenza ("La huelga general y la violencia").

Mediante esta traducción, Sorel alargará su influencia a Vilfredo Pareto, Benedetto Croce, Giovanni Gentile y (por la mediación de Hubert de Lagardelle) sobre Benito Mussolini.

En Alemania, el sorelismo encuentra una especie de prolongación en las corrientes nacional-revolucionarias y nacional-comunistas que se manifestaron a partir de 1920 (cfr. Michael Freund. Georges Sorel und der revolutionäre Konservatismus, 1932).

Cuando murió Sorel, en 1922, el entonces monárquico Georges Valois (futuro fundador del primer partido fascista fuera de Italia), en la revista de la Acción Francesa, y el socialista Robert Louzon, en Le Socialiste, le rindieron sendos homenajes que asombran por su semejanza a quien alcanza a leerlos. Pocas semanas más tarde, Benito Mussolini, justo después de tomar el poder con la marcha sobre Roma, declaraba al corresponsal en Italia del diario madrileño ABC: "Es a Sorel a quien más le debo".

El gobierno fascista y el Estado soviético propusieron el mismo día asumir los costes de un monumento ante su tumba.

Extraído de: El Frente Negro

EUROPA Y OCCIDENTE: DOS CONCEPTOS ANTAGÓNICOS

Por Claudio Finzi


Nuestros hombres políticos y nuestros intelectuales hablan continuamente de Europa y Occidente, como si estuviera claro que la primera sería lo mismo que el segundo. El Occidente, en tal acepción, indicaría así un conjunto formado por los países de Europa, sobre todo de Europa Occidental, y Estados Unidos de América, con el apéndice canadiense.En otras palabras, el Occidente coincide con los límites de la OTAN.

Pero si examinamos el origen del término "Occidente", no en el sentido geográfico obviamente, sino en sentido político, descubrimos algo muy diferente de esta acepción "otanica": a principios del siglo XIX, en Estados Unidos de América, esta expresión nació, no para englobar Europa en un contexto atlántico más extenso, sino, al contrario, para que el joven Estado americano tomara sus distancias frente a los países del Viejo Continente.

Encontramos los primeros rastros de esta distinción en los discursos de los unos de los más interesantes Presidentes americanos, Thomas Jefferson. Ya en 1808, Jefferson afirmaba que América era un "hemisferio separado"; a continuación, en 1812, y más claramente aún en 1820, proponía un meridiano destinado a separar para siempre "nuestro hemisferio" de Europa. En el hemisferio americano, profetizaba, es decir, el hemisferio occidental, "el león y el cordero vivirán en paz uno con otro". La etapa siguiente fue la de la famosa declaración del Presidente Monroe, el 2 de diciembre de 1823, por la cual prohíbe a toda potencia europea intervenir en el hemisferio occidental-americano. Desde entonces, la afirmación de esta especificidad occidental-americana fue in crescendo, hasta las posiciones adoptadas por el Presidente Teodoro Roosevelt a principios de nuestro siglo, luego a las declaraciones diplomáticas de 1940 y de la inmediata posguerra.

Lo que cuenta, es que en todos estos discursos, en todas estas declaraciones, en todos estos documentos diplomáticos americanos, por hemisferio occidental, por Occidente, se entiende algo radicalmente opuesto a Europa.

No se trata solamente de indicar y delimitar una esfera de influencia o una zona de defensa en la cual se excluye la presencia de todo enemigo potencial. Si tal era el caso, el Occidente solo sería una de estas innumerables denominaciones utilizadas en política y en diplomacia para definir un lugar o una situación geográfica o estratégica. Se trata más bien de otra cosa.

Realmente, la idea de demarcar un meridiano que separaría a Europa de Occidente se basa en la idea de que Occidente, es decir, América considerada como Occidente en comparación con Europa, sería básicamente diferente de Europa en su esencia y su propósito.

Esta idea se basa pues en la presunción que esos dos mundos, el viejo y el nuevo, son radicalmente diferentes por naturaleza, según la tradición y la moral. En tal contexto, América termina siendo diferente de Europa, porque América es la tierra de la igualdad y la libertad, opuesta a Europa, de tierra donde existen estratificaciones sociales y donde reina la opresión. América, definida como Estados Unidos de América, es la tierra donde el hombre bueno consiguió crear un orden social y político buenos, mientras que Europa es la tierra del defecto y la corrupción; América es la tierra de la paz, Europa, la de la discordia y la esclavitud.

Europa debe salir del "occidente político"

 El meridiano, que debería separar el Occidente de Europa, reviste pues una función de conservación de los "buenos" contra los "malos", indica una oposición radical e insuperable, al menos mientras Europa no renuncie a sus "perversidades" (¿eso será algún día posible?).Este tipo de razonamiento encuentra sus raíces en las más antiguas tradiciones políticas americanas, las de los padres fundadores. Recordemos que ellos eran puritanos, protestantes extremistas, animados por una profunda fe en Dios y en sí mismos, porque creían haber sido elegidos por este, obligados a abandonar Inglaterra para escapar a las persecuciones y a los contactos entre los protestantes corrompidos y los papistas diabólicos. Para ellos, América era una tierra virgen, donde podían construir un nuevo mundo, un mundo de los "puros", un mundo para el pueblo de Dios, un mundo liberado de las normas impías de Europa, afortunadamente separado de ésta por millares demillas de océano. Dios pues había dado América a sus habitantes y éstos debían guardarla pura, libre de todas las torpezas europeas que acababan de abandonar. La Doctrina de Monroe y el concepto de "hemisferio occidental" son la transposición política y laicizada al compás de las décadas, de esta mentalidad que, al principio, era religiosa y que aspiraba a una separación más neta con Europa. 

Los que, hoy, utilizan indiferentemente los términos "Europa" y "Occidente", como si fueran sinónimos, o como si el segundo incluye a la primera, y adoptan este uso erróneo, cometen un grave error histórico y político. En tanto que aceptan, consciente o inconscientemente, la visión americana del mundo, esperando de este modo que Europa haya entrado completamente en Occidente.

Me parece bien de destacar el siguiente hecho: en la definición de Occidente, tal como nació en Jefferson, se inscriben inmediatamente las dos formas americanas de concebir las relaciones internacionales, de las que se tiene el hábito de considerar erróneamente como exclusivas una de la otra: el intervencionismo y el aislacionismo. En efecto, si el Occidente está "bien", significa que el mundo no infectado por las perversidades europeas, entonces es necesario sacar dos consecuencias. Por una parte, puede decidir volver a encerrarse en sí mismo, para impedir el contagio externo; por otra parte, puede decidir salir de su propia trinchera para lanzarse y "salvar al mundo". Es esta segunda política la que prevaleció en la historia americana, sobre todo porque la idea de un Occidente incorruptible se unió a la del "destino manifiesto" de los Estados Unidos (esta expresión se forjó en 1845 durante el conflicto que se oponía a los EE.UU a Inglaterra por el Oregón) para constituir el peor de los imperialismos.

Así pues, toda la acción americana sobre el continente americano es justificada en la defensa de los intereses de los Estados Unidos; toda acción en ultramar es una "misión" del Bien para salvar el mundo.

Mientras que la reciprocidad no vale para los Europeos, portadores del "mal", que no podrán nunca introducirse de buen derecho en los asuntos del continente americano, como lo pretendía precisamente la Doctrina de Monroe, que prohibía a los Europeos todo movimiento al Oeste del meridiano "separador". Los que hoy en Europa se imaginan como paladines de Occidente, son simplemente individuos que se integraron en el modo de vida y en el espíritu de los Americanos y que, consciente o inconscientemente, consideran haber sido "salvados" y "liberados" por ellos. Realmente, se sometieron a los americanos, renunciando a las tradiciones europeas

lunes, 29 de diciembre de 2014

EL MEDITERRÁNEO. ENTRE EURASIA Y OCCIDENTE

Por Claudio Mutti


“Quien controla el territorio costero gobierna Eurasia; quién gobierna Eurasia controla los destinos del mundo”(1). Esta célebre fórmula, propuesta por el estudioso americano Nicholas J. Spykman (1893-1943) en un libro que apareció póstumamente mientras se desarrollaba el segundo conflicto mundial, puede ayudar a comprender el significado geopolítico de la "primavera árabe". Recordamos que según Spykman, exponente de la escuela realista, los Estados Unidos debería concentrar su empeño sobre una área fundamental por la hegemonía mundial: se trata de aquel "territorio costero" (Rimland) que, como una larga franja semicircular, abraza el "territorio central" (el mackinderiano Heartland), comprendiendo la costa atlántica de Europa, el Mediterráneo, el Cercano y Medio Oriente, la Península India, la Asia Monzónica, las Filipinas, el Japón.

No aparece por tanto infundada una lectura de la "primavera árabe" a la luz de los criterios geoestratégicos dictaminados por Spykman, los cuales sugieren a los Estados Unidos la exigencia de mantener en un estado de desunión y perenne inestabilidad al "territorio costero", el que también abriga a las orillas meridionales y orientales del Mediterráneo.

Hace más de una decena de años, un geopolítico francés había prevenido de una acción occidental dirigida para fragmentar a Libia valiéndose de mano de obra local: "sobre el plano de las viejas redes senusitas, la agitación islamista podría provocar el estallido de este país artificial y reciente. En Cirenaica se concentran las riquezas petrolíferas, y el régimen de Gadafi irrita a ciertas capitales occidentales que no verían mal una división de Libia” (2).

Hoy, incluso concediendo que los movimientos de protesta y subversión en el Norte de África y en el Cercano Oriente hayan tenido un origen endógeno y un estallido imprevisto, no se puede no constatar que los Estados Unidos, después de algunas iniciales indecisiones de su Presidente, la han mirado con simpatía, patrocinado y sostenido (con la obvia excepción de la insurrección popular chiita en Bahrein, reprimida por la intervención a militar saudí).

Por otro lado, Obama manifestó desde el principio de su mandato la voluntad de favorecer la transición a la democracia en el mundo árabe (tal como en otras partes del mundo musulmán), a lo mejor de manera formalmente más amable con respecto de su predecesor, pero en todo caso presionando sobre los gobernadores locales para imponerles su perestroika en versión árabe.

Así las organizaciones "no gubernamentales" y las varias asociaciones derechohumanistas, sostenidas por la CIA y el State Department, intensificaron sus actividades, en conformidad con la recomendación que desde 1993 Samuel Huntington dirigió al gobierno americano: establecer vínculos estrechos con todos los que, al interior del mundo islámico, defienden los valores y los intereses occidentales. El mismo "New York Times" ha reconocido que "algunos movimientos y jefes directamente comprometidos en las revueltas del 2011 en el Norte de África y en Medio Oriente (…) han recibido adiestramiento y financiaciones por parte del Internacional Republican Institute, del National Democratic Institute y del Freedom House”(3). Esta última organización, en particular, en el 2010 acogió en los EE.UU. a un grupo de activistas egipcios y tunecinos, para enseñarles a “sacar beneficio de las oportunidades de la red a través de la interacción con Washington, las organizaciones internacionales y los media”(4).

También el National Endowment for Democracy ha comunicado oficialmente, por medio de su sitio informatico(5), de haber suministrado en el 2010 más de un millón y medio de dólares a organizaciones egipcias comprometidas en la defensa de los "derechos humanos" y en la promoción de los valores democráticos: 21.000 dólares americanos al Democratic Forum for Youth, 25.000 al Egyptian Democratic Academy, 89.000 al Freedom House, 55.000 al Ibn Khaldun Center for Development Studies, más de un millón al Center for Internacional Private Enterprise, 35.000 al Egyptian Democracy Institute, 23.000 al El-hak Center for Democracy and Human Rights, 25.000 al Human Development Association. Otros financiamientos del NED han sido destinados a Túnez (213.000 dólares, repartidos entre el Center for Internacional Private Enterprise y el Mohamed Ali Center for Research, Studies and Training), para Libia (145.000 dólares: mitad al Akhbar Libya Cultural Limited y mitad al Libya Human and Political Development Forum), a Siria (148.000 por Human Rights y 400.000 para el Internacional Republican Institute), para Yemen (674.000 dólares repartidos entre varias organizaciones comprometidas en la defensa de los derechos humanos). A los financiamientos del NED y otros entes estatales americanos se han sumado los fondos asignados por la Open Society Foundation de George Soros, que ha financiado en el 2010 a organizaciones y movimientos en todo el mundo árabe, y en particular en Egipto y en Túnez. Si volvemos al 2009 y nos limitamos a considerar Egipto, el balance de los fondos de la USAID destinados a las organizaciones democráticas y derechohumanistas suma en conjunto 62’334.187 de dólares (6). Una cifra enorme, que en Egipto es superada solamente por los cientos de millones de dólares otorgados por el emir de Qatar a los Hermanos Musulmanes (7).

El movimiento subversivo financiado por los EE.UU. ha derrocado a los gobiernos de Túnez y Egipto y, gracias a la intervención militar occidental, se ha apoderado de Libia; pero no ha logrado abatir al gobierno sirio, a pesar del recurso al terrorismo y a la lucha armada, a pesar del apoyo británico, francés, turco y qatarí. En cuanto a Argelia, el proyecto de desestabilización del país está obligado a apoyarse sobre todo en las pulsiones secesionistas beréberes, puesto que los argelinos, además de no haberse completamente recuperado todavía del trauma de la guerra civil, que produjo 200.000 muertos, han asistido de cerca a los efectos catastróficos producidos por la "primavera árabe" en Libia.

En todo caso, el mundo árabe ofrece a los subversivos occidentales amplias posibilidades de maniobra, ya que para colaborar con ellos no están solamente las minorías "iluminadas" partidarias de los derechos humanos, del Estado laico y de la democracia capitalista, sino también movimientos y grupos que se reclaman formalmente al Islam y por lo tanto deberían teóricamente oponerse a la intrusión occidental. En caso de que también se vaya a examinar más de cerca la identidad de los movimientos integristas, se puede constatar fácilmente que, cuando no se trata de restos del viejo colaboracionismo anglófilo (como los senusitas libios), su matriz ideológica generalmente es atribuible a corrientes heterodoxas (wahabitas y salafitas); las cuales, siendo hostiles al Islam tradicional y visceralmente enemigas del Islam chiita, reciben el sostén político y la generosa ayuda económica de las monarquías petrolíferas aliadas del occidente y de la entidad sionista. Resulta por lo tanto compatible el diagnóstico de quien identifica el objetivo de los "islamistas" no en la instauración de un orden islámico, sino en una versión islamizada de la cultura occidental: "todos estos neofundamentalistas, bien lejos de encarnar la resistencia de una autenticidad musulmana con respecto a la occidentalización, son al mismo tiempo productos y agentes de la deculturación en un mundo globalizado” (8).

Un caso ejemplar es representado por el movimiento "fundamentalista moderado" de los Hermanos Musulmanes, el resultado más consistente de aquella línea reformista que, inaugurada por Muhammad Ibn ‘Abd al-Wahhâb (1703-1792), asumió con Jamâl a-Dîn al-Afghânî (1838-1897) y con Muhammad ‘Abduh (1849-1905) formas abiertamente occidentalizantes y antitradicionales. A pesar de los aspectos equívocos de su comportamiento en el período de Nasser, los Hermanos Musulmanes todavía han mantenido largamente una posición antiimperialista, tanto es así que han sido colocados en la lista negra del National Security Council. Posteriormente, si no ya en los años ochenta en el tiempo de Afganistán, indudablemente después del 11 de septiembre de 2001 la relación entre los Hermanos y los EE.UU. ha cambiado. Se podrá aún sonreír de las furibundas invectivas de Gadafi (9) o de las revelaciones del periódico libanés "Al-Dinar" acerca de los encuentros de David Petraeus con los jefes del movimiento, pero es un hecho cierto que en julio de 2011, Hillary Clinton declaró querer establecer una nueva relación con la Hermandad, la cual tuvo y tiene "un impacto significativo y creciente sobre el Islam en América” (10), tanto es así que el 10 de enero de 2012 el portavoz de la organización, Ahmed Sobea, ha dado oficialmente la noticia de un coloquio entre los exponentes de la Hermandad y William Burns, número dos del Departamento de Estado, y con el asistente secretario Jeff Feltman. Hablándoles a los estudiantes del Georgetown University, los miembros de la delegación han dicho: "Estamos aquí porque reconocemos el rol de veras importante de los Estados Unidos en el mundo y queremos que nuestras relaciones con áquel sean mejores de lo que ahora lo son. Nuestros principios son universales: libertad, derechos humanos, justicia para todos”(11).

Por otra parte, los Hermanos Musulmanes parecen haber tenido desde hace tiempo una relación bastante estrecha con Inglaterra. En Londres en efecto, el exiliado tunecino Rashid al-Ghannushi ha fundado Al-Nahda; en Londres reside Tariq Ramadan (12), nieto del fundador de la organización y consejero del gobierno británico para las cuestiones relativas al extremismo islámico; Londres fue elegida como lugar de exilio del multimillonario Khayrat al-Shater que, designado por los Hermanos como candidato para las presidenciales egipcias, “se ha encontrado con Hillary Clinton, decenas de políticos, diplomáticos y financieros de Wall Street” (13).

Sobre la misma longitud de onda de los Hermanos Musulmanes se coloca el AKP (Partido por la Justicia y el Desarrollo), la fuerza turca de gobierno que de un lado trata de conciliar la identidad islámica con la democracia liberal y la pertenencia al bloque occidental, mientras que por el otro, aspira atribuir a Turquía una función hegemónica en el área que perteneció al Imperio otomano. En el proyecto "neootomano" que resulta, sin embargo, el rol regional de Turquía -bajo guía demoislámica- parece condenada a quedar instrumentalmente integrada en la estrategia atlantista de dominio mediterráneo, como se ha demostrado por la complicidad turca con la subversión líbica y siriana -y por lo tanto para ejercer en forma secundaria, subordinada a los diseños del otro lado del Atlántico. No sólo eso, sino que la elección turca de animar los fermentos "primaverales" del mundo árabe podría crear una colisión con Rusia e Irán, arruinando todo el trabajo hecho por los políticos de Ankara para establecer buenas relaciones con estas dos potencias. Hasta que Turquía no se decida a cortar el nudo que la tiene vinculada a la Alianza Atlántica (y a la entidad sionista), el "neootomanismo" será solamente una grotesca parodia de aquella función imperial que, en cambio, podría ser desarrollada en el área mediterránea por una Turquía solidaria con las potencias eurasiáticas.

Análogo discurso vale para el mundo musulmán de lengua árabe, que las centrales de la subversión sectaria querrían alejar de su modelo tradicional, para vincularlo, en una unión innatural, al modelo de democracia liberal propuesto por el Occidente como el único posible y pensable. La elección que se impone a árabes y turcos es pues la misma: o con Eurasia o con Occidente.


NOTAS:

1. Nicholas Spykman, The Geography of Peace, Harcourt Brace, New York 1944, p. 43.
2. François Thual, La planète émiettée. Morceler et lotir: une nouvelle art de dominer, Arléa, Paris 2002, p. 124; ed. it. Il mondo fatto a pezzi, Edizioni all’insegna del Veltro, Parma 2008, p. 92.
3. U.S. groups Helped Nurture Arab Uprising, “The New York Times”, 15 abril 2011.
4. New Generation of Advocates: Empowering Civil Society in Egypt, del sitio de Freedom House (www.freedomhouse.org).
5. www.ned.org
6. Alfredo Macchi, Rivoluzioni S.p.A., Alpine Studio 2012, p. 282.
7. Alfredo Macchi, op. cit., p. 208.
8. Olivier Roy, Généalogie de l’islamisme, Hachette, Paris 2001, p. 10.
9. “¿Los que hoy se llaman Hermanos Musulmanes? [...] Ellos son los siervos del imperialismo. Son la derecha reaccionaria, los enemigos del progreso, del socialismo y de la Unidad árabe. Son una sarta de matones, mentirosos, sucios, fumadores de hachís, borrachos, cobardes, delincuentes. He aquí quienes son los Hermanos Musulmanes. Todo esto ha hecho de ellos los siervos de la América. Los que pertenecían a la facción de los Hermanos Musulmanes, ahora se avergüenzan de decirlo. Se han convertido en algo podrido, sucio, detestado en todo el mundo árabe y en todo el mundo musulmán” (Christian Bouchet, Islamisme, Pardès, Puiseaux 2002, p. 77).
10. Karim Mezran, La Fratellanza musulmana negli Stati Uniti, in: I Fratelli Musulmani nel mondo contemporaneo, a cura di Massimo Campanini, Karim Mezran, UTET, Torino 2010, p. 195.
11. Daniele Raineri, Vecchia spia al Cairo. Fratelli musulmani in tour in America per convincere Washington. Il salafita fuori gara, “Il Foglio quotidiano”, 10 abril 2012.
12. Véase Intervista a Tariq Ramadan, a cargo di C. Mutti, “Eurasia”, n. 1/2010.
 13. Cecilia Zecchinelli, Il milionario islamico che vuole guidare l’Egitto, “Corriere della Sera”, 2 abril 2012.

TUSK: CREADOR DE UN MOVIMIENTO DE JUVENTUD RADICALMENTE ANTIBURGUÉS


 Por Bertrand Eeckhout 


Entre los movimientos de juventud hay uno que ha destacado particularmente por su radicalismo antiburgués: la DJ.1.11. o la Deutsche Jungenschaft 1. 11. (1º de noviembre, fecha de su fundación). El radicalismo de ese movimiento es debido esencialmente a la personalidad de su jefe y fundador: Eberhard Koebel, llamado "Tusk". Nacido en 1907 en Stuttgart hijo de un elevado funcionario, Eberhard se adhiere muy joven al Wandervögel, más tarde pasa a la Freischar de la que será "Gaufuhrer" por Wurtember en 1928. Este hombre pequeño, nervioso y enérgico no fue en modo alguno un teórico. Fue sobre todo un artista que revoluciona el "estilo" de los movimientos de juventud dando un aspecto moderno a sus revistas confiriéndoles un grafismo osado, moderno y depurado.

Su celebridad en el movimiento y en toda Alemania la debe sobre todo a sus innovaciones. Y estas no eran solo de orden gráfico. Infatigable viajero Koebel había visitado y vivido con los lapones, surcado el norte de la Rusia europea, desembarcado en nueva Zembla. De sus inéditos y francamente originales viajes trae, además de su mote "Tusk" ("el alemán" en escandinavo), la Kohte (tienda lapona), la Balalaika y el banjo. Esta tienda negra y estos instrumentos de música serán adoptados con entusiasmo por los jóvenes. "Viviendo con intensidad" Koebel recorre su país en moto (otro rasgo de modernismo) para reclutar nuevos miembros. Los wutenburgueses de Tusk se escinden de la Freischar y el 1 de noviembre de 1929 se reúnen tras la bandera de la DJ.1.11. Tusk posee su propio movimiento al cual da un estilo original y una ética nueva. Ese estilo y esa ética marcarán el campo que organizará en 1931 (Sühlager).

Un estilo nace: frío y hierático en sus aspectos exteriores, incandescente y loco en su dimensión interior. Tusk elimina el romanticismo trasnochado del antiguo Wandervögel que idealizaba en exceso la Edad Media con riesgo de degenerar en menudencias, en kitsch a lo hollywood. Koebel es en esto contemporáneo de los futuristas italianos y de Ernst Jünger profeta anunciador del advenimiento de la era "metálica". Paralelamente a este culto al "homo metalicus", los grupos animados por Tusk idealizan la figura del Samurai anticipando así la ola occidental por Mishima. Koebel/Tusk, alemán de Weimar, encarna también las contradicciones de su tiempo, políticamente actúa en una encrucijada. hasta 1932 su acción no está apenas politizada. Pero desde esta fecha fatídica en que la crisis alcanza su apogeo Koebel se lanzará a la aventura política. Sus posiciones hasta entonces habían sido bastante convencionales, era un nacionalista alemán no extremista que contestaba sobre todo la anexión de Posnania y del corredor por Polonia El ideal del soldado en Tusk no está al servicio de una causa nacional precisa, como en Jünger y Drieu, es sobre todo religioso y ético.

El nacionalismo de Tusk no es hostil a Rusia. Ese inmenso país, para él como para Niekisch no ha sido pervertido por las luces que han hecho envejecer a los pueblos de occidente. El romanticismo rusófilo triunfa en las filas de la DJ.1.11.. Confusamente, sin aprioris ideológicos, los jóvenes de este movimiento cantan el gesto de Stalin y de los ejércitos rojos y las proezas de los soldados blancos de Koltchaak. Lanzan a través de Alemania la moda de las canciones cosacas. En el Sühnelager de 1931 Tusk dirigirá su tropa vestida con una pelliza cosaca y un gorro de piel.

Con este estilo, que implica una ruptura total con el mundo adulto y burgués, Tusk realiza radicalmente los votos iniciales del movimiento de juventud. Un día dirá: "La juventud es el valor en sí y la madurez es casi a priori una mala cosa". Para Tusk, platónico sin saberlo hay que separar a la juventud de los compromisos que impone el mundo adulto. Hay que preservarla de las miasmas del burguesismo. Tusk luchará en ese sentido contra los movimientos cuyo estilo no provoque esta ruptura terapéutica. Los ideologemas del pueblo (Volk), de la Patria (Heimat) y del Reich que movilizan también al mundo de los adultos deben ceder el paso al concepto radical de la Orden. "En la Orden -escribe Tusk- concebida como comunidad libre de todo compromiso con las cosas pasadas, el hombre joven encontrara el asiento de su ser".

Con la voluntad de crear una orden impermeable a las influencias deletéreas de la sociedad liberal, Tusk opone dos modelos antropológicos antagonistas; uno constituye el ideal a alcanzar, el otro representa la negación del primero, el polo negativo. A este último lo bautiza como el modelo repetitivo. "Es el modelo del hombre que parasita y vegeta en el máximo de confort posible, no estar jamás enfermo, vivir el mayor tiempo posible, no sufrir físicamente, no expresar jamás las ideas, le gusta repetir lo que ya se ha dicho, ser feliz cuando la rutina cotidiana se desarrolla sin mayores problemas. Frente a los borregos de lo repetitivo se erige el hombre de la Orden libre de todo tipo de obligación con respecto a las visiones del mundo caducas, libre de no repetir los slogans conformistas, libre de adoptar sus formas de vida y sus ideas". Símbolo de esta actitud ante la vida es el "Ersbrecher", el rompehielos.

Para "romper el Hielo" que fija a las sociedades, las formas y las ideas, la Orden debe crear una disciplina de hierro. Hay que saludar a los superiores, obedecerlos sin discutir pues esta obediencia da nacimiento a la libertad, provoca la ruptura. Las ropas del miembro de la orden deben ser impecables y su lenguaje depurado de vulgaridades y tacos.

Pero la Orden no subsistirá intacta bajo la presión de las pasiones políticas. Tusk escogerá primero el NSDAP, luego el partido comunista para finalmente abandonar la quimera de querer transponer sus ideales a una formación política. Los comunistas no dejaran nunca de desconfiar de él. Tusk intentará crear células en las hitlerjugend pidiendo a sus subordinados que ocupen puestos de mando. El fracaso no debía hacerse esperar. El itinerario político de Tusk le lleva más allá de la izquierda y de la derecha al igual que a los nacional bolcheviques y nacional revolucionarios de Niekisch y Paetel.

Esta posición entre dos fuegos es difícil de mantener. En Enero de 1934 Tusk es arrestado por la Gestapo, pero huye y en el intento se fractura el cráneo. Puesto en libertad se refugia en Suecia donde acabará su vida pública. La enfermedad se apodera de él y ya no le abandonará. En Londres, segunda etapa de su exilio intenta ganarse el pan como fotógrafo y profesor de lenguas orientales. Los exiliados comunistas aceptan oírle pero no aceptan su candidatura como miembro. Todas sus tentativas de reemprender el combate fracasan. Tras la guerra no tendrá más éxito en Berlín Oriental. Morirá en 1955 a los 48 años.

Tusk: una figura a redescubrir. Una figura que resume en el fondo toda una filosofía alemana desde Herder. Una filosofía que privilegia en sus exploraciones de la aventura humana los balbuceos primordiales antes de las producciones de las edades maduras. Una filosofía que se lanza a cuerpo perdido en los mundos homéricos y rechaza las delicadezas helenísticas... El culto de Rusia y el del Samurai se reúnen en esta vieja opción. Tusk: una figura más allá de la derecha y de la izquierda, más allá de las insuficiencias políticas.

domingo, 28 de diciembre de 2014

LA IZQUIERDA NACIONAL Y EL PERONISMO

Por Alberto Guerberof

Las ideologías vuelven por sus fueros. Su anunciada muerte, hace más de una década, las encuentra gozando de buena salud. Pero a muchos e importantes movimientos políticos, sociales y culturales de la periferia se les negó el derecho a poseer o a elaborar una ideología propia y no pudieron concelebrar más que defunciones ajenas. Este es el caso de los denostados populismos latinoamericanos y del primero y más representativo de ellos: el peronismo.

La Revolución peronista

¿Qué ideología animaba los pasos de aquel enérgico coronel del ‘45 y a las masas que lo siguieron? ¿A qué razón obedecía que el proletariado de la época abandonara los llamados “partidos obreros” (socialista y comunista) para confiar su suerte a los militares nacionalistas, en el poder desde 1943? Para el itálico dirigente del Partido Comunista, Vittorio Codovilla, munido del poderoso auxilio del “marxismo-leninismo” de Moscú, el peronismo era “corporativo-fascista”. Definiciones similares eran proporcionadas por todas las corrientes políticas de izquierda y de derecha que no salían de su asombro ante el arrollador despliegue de esa singular alianza de la clase trabajadora con la juventud militar. Si hacía falta una prueba adicional sobre la esterilidad y el agotamiento de los partidos de la factoría (el país acababa de salir de la década infame 1930-43), esta incapacidad en la comprensión de los nuevos fenómenos sociales y políticos era lapidaria.

Desde el campo de lo que ya empezaba a llamarse peronismo, abundaron también las caracterizaciones con la impronta que cada sector sumaba al abigarrado universo social del nuevo movimiento nacional.

Las tres banderas: justicia social, soberanía política e independencia económica venían a ser una síntesis última de múltiples aportes, pero con una clara unidad de sentido. El peronismo fue un movimiento nacional y revolucionario de un país semicolonial y, en esa condición, fue parte de la ola de levantamientos nacionales y revolucionarios que se extendieron por buena parte de la periferia del planeta al concluir la segunda guerra imperialista. Bajo conducción civil o militar, gran movilización popular, contenidos ideológicos diversos que oscilaban entre el nacionalismo religioso, el estatismo industrialista o los socialismos autóctonos, son alianzas interclasistas que en el plano político se expresan bajo la forma de frentes nacionales. El peronismo no fue una excepción a esto. El peronismo del ‘45 fue un frente nacional conducido por el Ejército.

El propio Perón se preocupó por encontrar la ubicación ideológica del movimiento en el conflictivo mundo bipolar de la guerra fría. Sus artículos para el diario Democracia, que escribió en la década del ‘50 con el seudónimo de Descartes, son un ejemplo. En un puñado de grandes discursos se podrá encontrar el trazado más fino de un perfil ideológico

El rápido apoyo de las masas trabajadoras al peronismo, que tanto desconcertaba a los partidos demoliberales, tenía una explicación sencilla si se remitía ese viraje de la clase obrera a la experiencia histórica de las grandes masas y a la necesidad de un nuevo eje aglutinante con fuerza para romper el statu-quo oligárquico y semicolonial.

Para los marxistas cipayos, la realidad se rebelaba contra las leyes de la historia, al albergar en su seno a un movimiento de trabajadores que alentaba un proyecto nacionalista popular de desarrollo capitalista con justicia social. La rigidez europeizante del paradigma no admitía que en los países semicoloniales la falta de capitalismo fuera más onerosa que su desarrollo.

La Izquierda Nacional

La Izquierda Nacional (IN) preexistió al peronismo. Se desarrolló primero como tendencia ideológica antes de constituirse como corriente política organizada. La piedra de toque de su aparición fue la lucha contra la participación argentina en la Segunda Guerra Mundial imperialista (1939-1945) en la que querían enrolarla la oligarquía anglófila, la intelligentzia y los partidos liberales, incluida la izquierda. Notoriamente coincidían estos núcleos iniciales de la IN con el neutralismo de FORJA y de las corrientes nacionalistas de las Fuerzas Armadas.

Surgió en el ámbito de los núcleos socialistas revolucionarios más fuertemente críticos del  stalinismo soviético y de la socialdemocracia europea y, por consiguiente, más independientes de las presiones y condicionamientos de los grandes intereses mundiales de la época. Sus primeros pasos estuvieron orientados a la revisión crítica de la historia nacional y a la búsqueda de raíces propias a lo que pronto se llamaría también socialismo criollo o nacional.

Publicó numerosas revistas, libros, periódicos y folletos, en los cuales desplegó un revisionismo histórico original y vigoroso; desentrañó la filiación de los partidos políticos habitualmente ocultas o deformadas por dirigencias sin memoria ni conciencia nacional; reivindicó el papel de los movimientos nacionales y explicó el carácter dual de las Fuerzas Armadas en América Latina, sostén en muchas ocasiones de la entrega y la rapacidad oligárquicas, con vulneración masiva de los derechos humanos, y en otras de revoluciones populares y nacionales o de  guerras antiimperialistas (Malvinas). Denunció el peso opresor de una cultura oligárquica y europeizante y a una “izquierda” prisionera de esas categorías. Diferenció a cierto nacionalismo elitista, autoritario y antilatinoamericano, del nacionalismo popular y democrático de los caudillos y las masas.

No está de más recordar que la IN nace del movimiento obrero y no de algún cenáculo refugiado en las alturas del pensamiento puro, y que fueron dos militantes notables de la IN, Ángel Perelman y Fernando Manuel Carpio, quienes junto con la nueva camada de obreros metalúrgicos, fundan la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) en 1944. El primero de ellos fue autor de un ensayo de imperdible lectura:  Cómo hicimos el 17 de octubre.

Caída y resurrección del movimiento nacional

La IN defendió y reivindicó la justa guerra de Malvinas, separando la Gesta del gobierno de turno, del mismo modo que levanta hoy la bandera del Mercosur, postulando su ampliación en dirección a una Confederación Sudamericana y volviendo al camino de los Libertadores.

En muchos de estos puntos el peronismo y la IN coincidieron plenamente y marcharon juntos. En otros, las diferencias indican diferentes opciones estratégicas cuando no proyectos que el enemigo lanza al voleo para enredarnos con falsas discusiones. En tanto, la globalización, es decir el imperialismo mundial, se prepara para batallas decisivas; debe señalarse con toda claridad que mientras haya sectores peronistas fieles al pensamiento y al legado del General, y mujeres y hombres que sigan convencidos de que las ideas que propuso al país y la bandera que plantó Jorge Abelardo Ramos no tuvieron su oportunidad histórica, estos sectores tienen por delante un largo e importante camino en común.


sábado, 27 de diciembre de 2014

HACIA LA LAOCRACIA

Por Alexandr Dugin


Bajo el capitalismo, los capitalistas gobiernan. Bajo el socialismo, son los representantes de la clase obrera, el proletariado, quienes gobiernan. Bajo el nazismo y el fascismo, gobierna la élite nacional o racial. Bajo la Cuarta Teoría Política, quien debe gobernar es el Pueblo (“Narod” en ruso, semejante al “Volk” alemán: no es lo mismo que la “población”).

La Rusia moderna tiene el capitalismo. Por lo tanto, es gobernada por el capitalismo y por lo tanto no por el “Narod”. Para construir una Rusia en la cual gobernará el “Narod”, es necesario lograr una revolución anti-capitalista (o, al menos, anti-oligárquica). Los magnates financieros deben ser excluidos del poder político. Y eso es lo principal. Cada uno debe elegir – el poder o el dinero. Elija el dinero – olvide el poder. Elija el poder – olvide el dinero.

La revolución debe lograrse en tres etapas:

1 Ultimátum a todos los grandes oligarcas (un centenar tomado de una lista de Forbes, más otro centenar que se oculta, pero que todos sabemos quiénes son) a jurar lealtad a los activos rusos (todos los activos estratégicos extranjeros y nacionales estarán ahora controlados por cuerpos especiales).

2 Nacionalización de todas las propiedades privadas de importancia estratégica.

3 Conversión de los grandes representantes del capital a la categoría de funcionarios con la transferencia voluntaria de sus propiedades al Estado. Supresión de los derechos civiles (incluyendo aquí el derecho al voto, la participación en campañas electorales, etc.) para aquellos que prefieran preservar el capital en escala no estratégica, pero significativa.

El Estado debe convertirse en el instrumento del pueblo. Este sistema debería ser llamado, de esta forma, Laocracia, literalmente, “el poder del pueblo (“Laos” es “pueblo” en griego).

En la sangrienta batalla por Ucrania, vemos el verdadero rostro del capital – el gran negocio ucraniano (oligarcas como Poroshenko, Kolomoisky, Akhemetov, etc.)- liderar el genocidio contra el pueblo; oligarcas rusos traicionan al pueblo al involucrarse en un acuerdo criminal con sus compañeros de clase ucranianos. Y todo esto siguiendo los intereses de la oligarquía global – el sistema capitalista mundial, centrado en los Estados Unidos.

Esto expone actualmente toda la incompatibilidad de Rusia y el capitalismo. Es o el capitalismo o Rusia. Eso ha sido perfectamente comprendido por los líderes de la Nueva Rusia. Ellos, al estar a la vanguardia de todo el pueblo ruso, en realidad han comenzado esta Revolución del Pueblo Ruso. Es por esto por lo que son ellos los que tan furiosamente atacan tanto a los devotos mercenarios de la Junta en las filas de los cerdos fascistas ucranianos, como a los elementos capitalistas liberales en las quintas y sextas columnas de Rusia. Y, más importante aún, se han convertido en enemigos existenciales del gobierno mundial y de los EE.UU. Strelkov, Gubarev, Purgin, Pushilin, Mozgovoy – todos ellos desafiaron al capital global. Y lo hicieron en beneficio del Pueblo. En este caso, en beneficio del pueblo ruso. Pero si los partidarios del pueblo ucraniano fueron coherentes, serían aliados de esta revolución, y no meros capataces del capital mundial – como lo son ahora. Pasando al lado de la Nueva Rusia, los ucranianos se volverían no tanto hacia Rusia, ni incluso hacia la parte rusa, sino al lado del Pueblo, del Pueblo con mayúscula, que lucha una batalla mortal contra el mundo del capital, al lado, finalmente, de la Laocracia.

De este modo, la campaña por venir contra Kiev no será sólo una venganza o una campaña de liberación de las antiguas tierras rusas, será una campaña en favor de la Laocracia, el poder del Pueblo, para un Estado del Pueblo.

Y no creo que la oligarquía rusa apoye esto, ella no puede comprender que sus días están contados. Esta es la razón por lo cual grita histéricamente “no envíen tropas”, ya que la victoria de la Nueva Rusia significará, inevitablemente, la resurrección de la propia Rusia, el despertar del Pueblo. Esta es la razón de los intentos desesperados por traicionar a la Nueva Rusia – esta es la agonía de la oligarquía rusa y de sus capataces públicos. Su tarea es destruir a los héroes de la Revolución de la Nueva Rusia – que es no sólo popular sino también social – y destruirla mientras que sigua siendo un capullo de flor.

CONCIENCIA NACIONAL Y REVOLUCIONARIA

Por Thierry Maulnier


Sólo hay para la comunidad nacional un medio de librarse de los instrumentos de poder que la esclavizan, la creación de instrumentos de poder superiores: que los millones de hombres de todas las categorías sociales, que pueden oponer en el momento que quieran por la acción revolucionaria un poder social superior al poder del dinero, tomen conciencia de que ese poder superior se confunde con el poder histórico de la misma comunidad, y él debe llevar a la creación de un órgano propio, el Estado, el Estado libre de la dominación económica, es decir, dominando la economía.

El artificio genial de los amos de la sociedad liberal ha consistido en dejar en pie el poder de la comunidad frente al suyo, sólo bajo la forma abstracta y vana de los votos. La acción revolucionaria puede hacer entrar de nuevo con un irresistible vigor al poder de la comunidad en la escena de la Historia, si no se aparta de su objeto esencial, que consiste en devolver a esta comunidad el órgano propio de su poder, el Estado nuevo capaz de superar los instrumentos de poder surgidos del desarrollo industrial. Los principios de toda tentativa válida de superación de la sociedad liberal deben ser entonces los siguientes: La liberación de todas las categorías sociales que sufren la tiranía económica sólo puede ser lograda por la construcción de un Estado nuevo y la destrucción de la democracia representativa. El Estado nuevo sólo puede ser construido por hombres que sufran directamente el peso de la tiranía económica y sólo puede ser concebido como el instrumento de su liberación. La liberación de la nación será obtenida por el mismo movimiento revolucionario que la liberación dé a las clases sojuzgadas y sobre todo del proletariado…

La conciencia nacional y la conciencia revolucionaria, separadas, erigidas frente a frente, no constituyen, una con mejor título que la otra, las fuerzas dialécticas de la creación del futuro, son tan sólo estériles productos de una sociedad que muere. La conciencia nacional se hace conservadora, es decir, asocia estúpidamente al esfuerzo para perpetuar la realidad nacional el esfuerzo para conservar en ella el poder de las fuerzas que la destruyen; la conciencia revolucionaria se hace antihistórica y antinacional, es decir, trabaja para aniquilar lo que quiere libertar.

Las mismas palabras “nacional” y “revolucionario” han sido a tal punto deshonradas por la demagogia, la mediocridad y el verbalismo, que son ya recibidas en Francia con una indiferencia bastante parecida al disgusto. El problema consiste hoy en superar esos mitos políticos fundados sobre los antagonismos económicos de una sociedad dividida; en libertar al nacionalismo de su carácter “burgués” y a la revolución de su carácter “proletario”; en interesar de una manera orgánica y total a la nación en la revolución, ya que sólo la nación es capaz de llevarla a cabo; en interesar igualmente a la revolución en la nación, ya que sólo la revolución puede salvarla.


Extraído de su libro Más allá del nacionalismo

SOBRE EL PROGRESO Y EL MITO DEL HOMBRE PROMETEICO

Por Santiago González


Uno de los mitos más comunes en la sociedad occidental es precisamente el del hombre prometeico. Aquel que todo lo puede porque todo lo tiene; quien es superior a sus predecesores por la simple cuestión tecnológica o material. La arrogancia e inconsciencia que desprende todo aquel que padece de esta telaraña intelectual, no sólo no tiene límites, sino que, como veremos a continuación, el hombre moderno se ensancha el pecho proclamando sus principios.

No hay que ser ningún intelectual para poner la vista en el actual occidente y darse cuenta de que toda seña de vida espiritual ha muerto en dicha sociedad, y todo aquel baluarte, por mínimo que sea, es eliminado del ocio entre los comunes. Todo rastro de trascendencia occidental, tradición, o energía no-material ha desaparecido. Aquel occidente que un día fue la cuna de grandes artistas y genios de toda índole, ahora desaparece en el olvido, aunque recordado por aquellos que rememoramos su historia con amargura.

Entre muchas, una de las más inciertas creencias de nuestro tiempo es pensar que nuestra historia y nuestra existencia es mejor que la de nuestros antiguos, dado que las capacidades materiales son mayores, ignorando así toda forma de trascendencia espiritual de carácter anti-material. Este “modus vivendi” desarraiga cada vez más al hombre de sus ataduras espirituales hacia su tierra y hacia toda identidad colectiva, y con ello, las costumbres y tradiciones de su pueblo, indiferentemente de cual sea este.

La conexión mística del espíritu del individuo con la tierra que han trabajado y defendido sus ancestros, no se corta fácilmente, pero se trata de un proceso paulatino de manejo de masas, cortando toda relación con la trascendencia y guiando a los individuos hacia lo meramente económico, material y - en el caso del liberalismo democrático -, hacia lo momentáneo.

Los motivos etno-religiosos de los que se valen las élites financieras para este proceso son variados. Existen varios “¿Por qué?”, sin embargo prima la estrategia en la que, el hombre – carente de fe y espíritu tradicional y colectivo, aquel que vive para el momento, que camina vacío entre iguales y sin ningún objetivo más que el propio beneficio – es infinitamente más maleable que el hombre tradicional, con transmisión de estos, cuyo último pensamiento es lo material, pues carece de trascendencia espiritual y no hay lazos místicos que lo aten al consumismo que caracteriza nuestros días, dado que este es síntoma de lo más banal del ser humano y de su aspecto menos trascendente.

Ante la postura moderna y contemplativa del hombre moderno frente a la decadencia de valores del mundo occidental, quienes nos negamos a afrontar el problema de manera lejana, no nos queda más que asumir la postura del guerrero, que lejos de ver como su historia y los muros de su tradición decaen, puede tomar las armas contra la involución espiritual humana y convertirse en un haz de luz, una piedra en el zapato contra el mundo moderno. Esta postura es la llamada ‘’Postura del Kshatriya’’, término extraído de las antiguas castas hindúes, que representa a aquellos quienes representaban la función verdaderamente política.

Si bien concebir el mundo moderno como un enemigo a batir es difícil, aún lo es más concebirlo como algo omnisciente, que consume todo cuanto se propone con facilidad y asegura su existencia sin ninguna clase de perseverancia y con una facilidad sin igual. ¿Cómo combatir pues contra un enemigo que avanza cual enfermedad a tal velocidad? Es una de las más llamativas cuestiones.

Dado que el mundo moderno es un enemigo interior, que asienta sus pilares en la facilidad de corromper las convicciones tradicionales de los individuos a través de una serie de estrategias políticas y sociológicas, el principio de reconocer los principios que sujetan nuestras tradiciones ancestrales como modelos a seguir y como pilares inmutables, que evolucionan y se transmiten de manera natural y prácticamente instintiva, es un punto de partida sólido, y que unido a la voluntad de los hombres sujetos a la tradición puede ser capaz de crear un baluarte espiritual como élite que supere y desarme todo principio hedonista característico del mundo moderno.

viernes, 26 de diciembre de 2014

FRANCIS PARKER YOCKEY



Francis Parker Yockey, con su nombre, o tal vez con su pseudónímo, Ulick Varange, pasará a la historia como uno de los mejores ensayistas políticos de su tiempo; como el continuador de Spengler en su monumental "Decadencia de Occidente".

Yockey nació en Chicago en 1917. Se graduó en Bellas Artes y en Derecho. Era economista, pianista a nivel de conciertos y conocía varias lenguas. En 1946 se le ofreció un empleo en el tribunal de "crímenes de guerra" que, en Wiesbaden, juzgaba a los jefes nazis de segunda fila (los de primer rango habían sido procesados en Núremberg). Yockey trató de llevar a cabo su tarea de una forma objetiva por lo que fue objeto de severas reprimendas por parte de sus superiores jerárquicos. En consecuencia, dimitió de su cargo aconsejando a los "jueces" que elaboraran ellos mismos su propia propaganda, por ser él un abogado, y no un periodista.

De regreso a América, tuvo dificultades para reintegrarse a la vida civil, por lo que regresó a Europa. Se instaló en una posada en Brittas Bay (Irlanda), y allí, aislado, sin notas, escribió, en seis meses, su monumental obra "IMPERIUM". El siguiente paso consistió en publicar la obra, tanto por la endémica escasez de medios económicos, como por la falta de colaboración de los editores, siempre temerosos de la no por invisible menos eficaz censura democrática. Finalmente, en 1948, y bajo el nombre de Westropa Press, fué editado por Brooks y Jones & Dale, de Londres, en dos volúmenes, con mil ejemplares del primero y doscientos del segundo. Esa discrepancia en la cantidad y el cambio de impresores, del primero al segundo volumen, es prueba de la dificultad de financiar la obra. Posteriormente se harían más ediciones, por la Noontide Press, de Sausalito, Califomia. La primera traducción de la obra en castellano tuvo lugar en 1977. Posteriormente fue traducida al alemán.

En 1949, Yockey organizó el "Frente de Liberación Europeo" y en 1951 publicó un manifiesto titulado "La Proclamación de Londres". Sus esfuerzos no tuvieron continuidad, por falta de fe o de preparación en sus inmediatos colaboradores. En 1952, el Departamento de Estado rehusó renovarle su pasaporte. El FBI le sometió a severa vigilancia, cual si se tratara de un delincuente peligroso. ¿Cuál era el motivo de esa vigilancia?. Tal vez la respuesta la haya dado el propio Yockey, cuando afirmaba que sus enemigos le habían valorado mejor que sus amigos. Para William Carto, su amigo, colaborador, editor y prologuista, la razón por la cual a Yockey había que vigilarle, había que atosigarse y molestarle, había que encarcelarle, la razón, en fin, por la cual él debía morir, no era otra que la de haber escrito "IMPERIUM".

El 17 de Junio de 1960, la radio anunció que el extraño escritor Yockey se había suicidado con cianuro de potasio. Nadie supo dónde se lo había procurado. No hubo autopsia, pese a ordenarlo la Ley. El caso se dio por concluido.

“IMPERIUM" es, como dice el propio Yockey, más que un libro. Es una obra que interpreta exactamente el pasado de! organismo cultural llamado Civilización Occidental, Europa, Mundo Blanco, lo que queramos llamarle y partir de él, nos proporciona una visión optativa del Porvenir. La opción es dual: o bien Occidente, víctima de un Parasitismo cultural varias veces repetido en el curso de la Historia, aunque sin parangón en cuanto a su virulencia, se rehace y, siendo fiel a sí mismo y a su alta misión, vuelve al camino marcado por su Destino, o sigue el camino actual: Democracia – Socialismo - Marxismo - Mundialismo, que le lleva a una destrucción cierta e ineluctable, y a corto plazo.

Por las páginas de "IMPERIUM", tras unos atinadísimos estudios sobre las perspectivas histórica y política del siglo XX, se analizan, engrosados dentro del concepto de Vitalismo Cultural, la Salud y la Patología Cultural -es decir, Total- del Organismo Histórico. Acaba la obra con una exposición cruda, desapasionada y objetiva del fenómeno geopolítico llamado "América", considerado por Yockey como una Colonia Cultural de Europa. En forma de apéndice se estudia la situación mundial, con una serie de observaciones, que eran profecías en 1948, cuando el libro se publicó, y son, hoy en día, realidades.

Es importante tener en cuenta el significado del pseudónimo que Yockey eligió como autor de "IMPERIUM"; Ulick Varange. Ulick es un nombre irlandés -no se olvide que fue en Irlanda donde el libro fue escrito - derivado del danés, y significa "regalo de la mente". En cuanto a Varange, se refiere a los varangios, la rama de los vikingos que conducidos por Rurik y llamados por los Eslavos, civilizó Rusia en el siglo IX, construyó el Estado Imperial Ruso y fundó la base de la aristocracia rusa que fue asesinada por los bolcheviques en 1917. Ulick Varange, pues, nombre extraído de dos conceptos anclados en ambos extremos de Europa, significa una Europa unida "desde los rocosos promontorios de Galway hasta los Urales", como él mismo pide angustiosamente en su libro. Varange significa, además, un recuerdo al origen occidental de la Rusia histórica.


Extraído del libro Thule. La cultura de la Otra Europa.

miércoles, 24 de diciembre de 2014

ANTI-IMPERIALISMO Y MUNDO MULTIPOLAR

Por Kim Il Sung


En el escenario internacional se libra hoy una fiera lucha entre las fuerzas de independencia y las dominacionistas, entre las fuerzas revolucionarias y las contrarrevolucionarias. 

Atemorizados ante el constante crecimiento de las fuerzas revolucionarias mundiales, los viejos y nuevos dominacionistas se revuelven desesperadamente para mantener su derecho a dominar.

Los imperialistas yanquis, manteniendo invariablemente su ambición de conquistar al mundo, engañan a los pueblos bajo el llamativo rótulo de la “paz”, por una parte, y, por la otra, aceleran los preparativos de guerra. Tras el telón del “desarme” siguen aumentando los armamentos, tras el telón de la “limitación de armas nucleares” continúan las pruebas nucleares, tras el telón de la “distensión” prosiguen la intervención militar. Cuanto más grave se torna su crisis económica y peor su situación, los imperialistas se aferran tanto más a las maniobras de agresión y de guerra.

Los imperialistas dirigen el filo de su agresión a los países emergentes. Un importante método que ellos emplean para agredir a los países no alineados, a los países tercermundistas, es derrotarlos por separado al dividirlos y enemistarlos. Aprovechándose astutamente de los problemas de fronteras, consecuencia de la dominación colonial, y de otros diversos asuntos complicados, tratan de meter cuña, sembrar discordia y provocar disputas y conflictos entre los países no alineados, los países tercermundistas, a fin de hacerlos pelear entre sí y sacar su provecho.

Los imperialistas, los dominacionistas, maniobran virulentamente para establecer su control político y económico sobre los países emergentes. Con diversos métodos taimados y perversos, como la amenaza y el chantaje, la conciliación y el engaño, la subversión y el sabotaje, tratan de subyugar políticamente a los nuevos Estados independientes y de tomar en sus manos las arterias económicas de los países en vías de desarrollo a título de la supuesta “ayuda” y “explotación conjunta de los países subdesarrollados”.

Los imperialistas, los dominacionistas, que están enfrascados en la expansión de su esfera de influencia, recrudecen las pugnas para colocar bajo su dominio a países del Tercer Mundo. So pretexto del “apoyo” y “protección”, se meten a porfía como en una competencia, y se inmiscuyen abiertamente en las disputas entre países tercermundistas y libran entre sí pugnas de desalojo esforzándose cada cual para mantenerlos bajo su control. Debido a las maniobras de los imperialistas, de los dominadores, hoy la situación internacional está muy tensa y complicada. Por su manipulación y conspiración, cada día ocurren actos de desestabilización, sabotaje y asesinato; surgen problemas de litigios en todas partes del mundo; y hasta se producen casos trágicos tales como que países hermanos peleen disparándose mutuamente. Como consecuencia, se han creado muchas dificultades ante los países tercermundistas y el Movimiento No Alineado pasa por una prueba.

La situación actual exige imperiosamente que los países socialistas y los no alineados, los países tercermundistas, todas las naciones oprimidas del mundo, intensifiquen aún más, unidos compactamente, la lucha contra el imperialismo y otras formas de dominación.

El dominacionismo es la corriente contrarrevolucionaria opuesta a la tendencia contemporánea que aspira al zazusong, y el blanco de la lucha común de los pueblos revolucionarios del mundo. Su esencia consiste en violar el zazusong de otros países, oprimir y controlar a otras naciones y pueblos. Se practica tanto en forma abierta sin tapujos para convertir a otros países en sus colonias y oprimirlos y explotarlos, como astutamente para dominar y controlar a otros países colocándoles por diversos métodos el lazo de dependencia. El dominacionismo se expresa tanto en países grandes como en los relativamente pequeños, tanto en países capitalistas como en otros. En una palabra, todos aquellos que tratan de controlar a otros son, independientemente de su dimensión y régimen social, fuerzas dominacionistas, y el dominar a otros, sea abierta o disimuladamente, es, por igual, práctica de dominación.

Todos los pueblos de países emergentes tienen que concentrar las flechas de ataque contra el imperialismo, contra el dominacionismo. Sólo combatiéndolos con energía, podrán consolidar su independencia nacional, alcanzar el desarrollo independiente y construir un mundo nuevo, libre de toda forma de dominación y supeditación.

Para potenciar la lucha contra el imperialismo y otras formas de dominación hay que formar un amplio frente unido de países emergentes. Este frente constituye una garantía decisiva para triunfar en la lucha contra el imperialismo, el dominacionismo. En la actualidad su formación se presenta como un problema de mucha importancia, sobre todo, porque los imperialistas y demás dominacionistas recrudecen las maniobras de división, discordia y conquista en contra de los nuevos Estados independientes.

Los países emergentes han de responder con la estrategia de unidad a estas maniobras de los dominacionistas. Los no alineados, los países tercermundistas tienen que integrarse en un amplio frente unido y destruir con acciones unísonas las maquinaciones de división, discordia y conquista de los dominacionistas de toda calaña.

Para hacerle frente al enemigo común, los países emergentes deben dar la prioridad a la unidad, subordinarlo todo a ella, unirse firmemente por encima de las diferencias de régimen social, criterio político y creencia religiosa. Estas diferencias no pueden ser, de modo alguno, obstáculos para su unidad. Ellos tienen más comunidad que diferencias, y la fuerza que los cohesiona es mayor que la que trata de separarlos.



Extracto de Aceleremos la construcción socialista enarbolando la bandera de la Idea Juche. Un informe de 1978. A pesar del tiempo transcurrido, mucho de lo que hemos publicado es perfectamente aplicable.

ALAIN SORAL: LA TRADICIÓN RECOBRADA DE LOS INTELECTUALES COMPROMETIDOS

Por Manuel Fernández Espinosa



Solo en Francia puede haber un Alain Soral (o al menos, solo en Francia lo hay).

 El país galo cuenta entre sus seculares tradiciones con la figura del "intelectual comprometido" (engagé). En el siglo XVIII se llamaron "philosophes" y trabajaron con variable intensidad en la propagación de los ideales iluministas, en el siglo XIX formaron las legiones de la prensa, desde la legitimista hasta la socialista, pasando por la liberal; a principios del siglo XX daba la matraca Rémy de Gourmont y, por el lado católico, aunque muy individualista, Léon Bloy; estaban los militantes de Acción Francesa y se abrían paso los comunistas. Más adelante asistimos a la puesta de moda de Jean Paul Sartre y Albert Camus. Es en esta larga tradición en la que cabe ubicar a nuestro contemporáneo: Alain Soral, casi un desconocido en España y del que queremos ofrecer aquí una breve semblanza; siquiera para llamar la atención del público hispanohablante sobre la actividad que Soral desarrolla en Francia.

Soral nació en 1958 y procede de las filas comunistas. Es ensayista y conferenciante y, durante su juventud, frecuentó los ambientes contra-culturales, algunos aseveraran que fue punk. Con el tiempo, la evolución de su pensamiento lo ha llevado a una crítica demoledora de todo lo que pasa por "políticamente correcto". Ahí está Soral, combatiendo toda suerte de lobbys: desde el feminista hasta el homosexual, sin arrugarse frente a la LICRA (Ligue Internationale Contre le Racisme et l'Antisémitisme; que -por cierto- abrirá pronto su sede en Barcelona: ver aquí). Alain Soral se ha convertido en la bestia negra del pensamiento dominante en Francia y, en particular, es la pesadilla del Primer Ministro de Francia, el socialista barcelonés Manuel Valls. Y esto debido a la solidaridad que Soral ha manifestado para con el humorista Dieudonné. En el año 2013 fundó EGALITÉ ET RÉCONCILIATION (ver aquí) que es, a día de hoy, uno de los blogs políticos más seguidos internacionalmente en la red.

Sus posiciones políticas podrían sintetizarse en una convergencia entre las reivindicaciones sociales de lo que (permítasenos llamar) izquierda y los valores tradicionalmente sostenidos por eso que convengamos en llamar "derecha" (como son soberanía nacional y familia natural). Soral se ha convertido, debido a su polemismo, en una figura de referencia en Francia: un líder de opinión que no cesa de lanzar publicaciones y llamamientos para concienciar a sus compatriotas de todo aquello que considera perjudicial para el bien común.

En España es harto difícil que aparezca un Alain Soral. No contamos con más tradición de intelectuales comprometidos que los antaño curas de púlpito y aquella minoría de socialistas, comunistas y anarquistas que leían y escribían. Pero nuestro clero desmanteló los artísticos púlpitos, para venderlos a los marchantes de arte, tras las prisas de modernización que siguieron al Concilio Vaticano II y nuestra izquierda, forzoso es admitirlo, no ha salido de su federalismo internacionalista; sin que parezca que con ella vaya ninguna noción de España. Sin embargo, no nos preocupemos, ahí tenemos los corrinchos de opinadores periodistas (algunos de los cuales no pierden la butaca de la tertulia, pese a su pavorosa ignorancia histórica y filosófica), siempre prestos a pasearse en la pantalla de nuestros televisores, prontos a verter los lugares comunes y los topicazos de una de las dos alas a las que, respectivamente, sirven. Nuestros tele-tertulianos son las voces de sus amos: el placebo del ciudadano bonachón que cree encontrar en las soflamas que les oyen el eco de sus sordos pensamientos. Estos opinantes, estamos hartos de verlo, se muestran incapaces de poner el grito en el cielo para denunciar todas las cochinadas que se nos hacen a diario. Todo lo más sirven para remachar la línea del PP o del PSOE, depende de para cual de los dos estén empleados. Y frente a fenómenos electorales como Pablo Iglesias y PODEMOS, ya los hemos visto, no van más allá del insulto: tal vez por una cosa tan sencilla como que Pablo Iglesias puede hablarles de Antonio Gramsci y ellos, en su estulticia, hasta pensarán que se trata de un director de cine del realismo italiano. En fin...

Por nuestro bien, va siendo hora de que en España levante la cabeza algún Alain Soral.

Extraído de: Raigambre