Por Evita Perón
Es necesario que los hombres y
mujeres del pueblo sean siempre sectarios y fanáticos y no se entreguen jamás a
la oligarquía. No puede haber, como dice la doctrina de Perón, más que una sola
clase: los que trabajan. Es necesario que los pueblos impongan en el mundo entero
esta verdad peronista.
Los dirigentes sindicales y las
mujeres que son pueblo puro no pueden, no deben entregarse jamás a la
oligarquía. Yo no hago cuestión de clases. Yo no auspicio la lucha de clases,
pero el dilema nuestro es muy claro: la oligarquía que nos explotó miles de
años en el mundo tratará siempre de vencemos. Con ellos no nos entenderemos
nunca, porque lo único que ellos quieren es lo único que nosotros no podremos
darle jamás: nuestra libertad.
Para que no haya luchas de
clases, yo no creo, como los comunistas, que sea necesario matar a todos los
oligarcas del mundo. No, porque sería cosa de no acabar jamás, ya que una vez
desaparecidos los de ahora tendríamos que empezar con nuestros hombres
convertidos en oligarcas, en virtud de la ambición, de los honores, del dinero
o del poder.
El camino es convertir a todos
los oligarcas del mundo: hacerlos pueblo, de nuestra clase y de nuestra raza.
¿Cómo? Haciéndolos trabajar para que integren la única clase que reconoce
Perón: la de los hombres que trabajan.
El trabajo es la gran tarea de
los hombres, pero es la gran virtud. Cuando todos sean trabajadores, cuando todos
vivan del propio trabajo y no del trabajo ajeno, seremos todos más buenos, más hermanos,
y la oligarquía será un recuerdo amargo y doloroso para la humanidad.
Pero, mientras tanto, lo
fundamental es que los hombres del pueblo, los de la clase que trabaja, no se
entreguen a la raza oligarca de los explotadores. Todo explotador es enemigo
del pueblo. ¡La justicia exige que sea derrotado!
Extraído de su libro Mi Mensaje
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