Por Evita Perón
Yo no sé si no será posible que
alguna vez el mundo cancele todo cuanto signifique una fuerza de agresión y
desaparezca la necesidad de sostener ejércitos para la defensa, pero mientras
eso -que sería lo ideal, acaso lo sobrenatural o lo imposible- no suceda, los pueblos
del mundo deben cuidar que sus fuerzas militares no se conviertan en cadenas o instrumentos
de su propia opresión.
El ejército de mi Patria custodió
en 1946 las elecciones que consagraron a Perón presidente de los argentinos. En
aquella ocasión, fueron sus militares una garantía para el pueblo. A pesar de
eso, yo considero que la función militar no debe ser en ningún caso garantía
cívica de la justicia y la libertad. Porque la fuerza suele tentar a los
hombres, lo mismo que el dinero. La garantía de la voluntad soberana del pueblo
debe estar en el propio pueblo. Sacarla de sus manos es reconocerle una
debilidad que no existe, porque los pueblos constituimos por nosotros mismos la
fuerza más poderosa que poseen las naciones.
Lo único que debemos hacer es
adquirir plena conciencia del poder que poseemos y no olvidarnos de que nadie
puede hacer nada sin el pueblo, que nadie puede hacer tampoco nada que no
quiera el pueblo. ¡Sólo basta que los pueblos nos decidamos a ser dueños de
nuestros propios destinos! Todo lo demás es cuestión de enfrentar al destino.
¡Basta eso para vencer! ¡Y si no que lo diga nuestro pueblo!
Extraído de su libro Mi Mensaje
No hay comentarios:
Publicar un comentario