“Odio éste libro. Lo
odio con todo mi corazón. Me dio la gloria, esa cosa llamada fama, pero
también es la fuente de todas mis miserias. Por escribir éste libro, he
pasado muchos meses en la cárcel, (…) así como una persecución policial
tan mezquina como cruel. Por escribir ese libro, he experimentado la
traición de amigos, enemigos, mala fe, el egoísmo y la maldad de los
hombres. Éste libro ha dado origen a la leyenda estúpida sobre mí como
ser cínico y cruel, una especie de Maquiavelo disfrazado de Cardenal de
Retz, así es como me quieren ver. “Aunque ésto fue escrito por Curzio
Malaparte en la introducción de su famoso ensayo “La técnica del Golpe”,
Giorgio Freda, el autor de”La desintegración del sistema”, podría haber
hecho suyas éstas líneas. Porque, al escribir ese pequeño libro de unas
muy densas sesenta páginas que socavaron la base del sistema burgués,
el joven editor ha sufrido años de persecución judicial y en los medios
de comunicación.
LAS EDIZIONI DI AR
El 26 de octubre de 1963, el senador Umberto Terracini, un influyente
miembro de la comunidad judía y del Partido Comunista Italiano, informó
públicamente a los Ministros de Interior y Justicia, sobre la difusión
en Padua de “un panfleto infame con el título de Gruppo di Ar, que,
retomando las teorías racistas más viles del nazismo italiano,
abiertamente retrata a sus autores como defensores de una ideología
antidemocrática “, y pregunta” que qué medidas se han propuesto y
llevado a cabo para curar la herida y detener la infección antes de que
consiga una difusión más amplia y entre en la esfera de acción."
Una vez públicamente estigmatizado, el grupo encontró a un joven
platonista y evoliano llamado Giorgio Freda. El término escogido por el
grupo para su nombre, Ar, fue muy simbólico, como lo es en muchas
lenguas indoeuropeas, pues es la raíz semántica que connota la idea de
la nobleza y aristocracia.
En 1964, Freda tuvo que enfrentarse a un juicio por un panfleto que
denunciaba la política sionista en Palestina. Esto fue sólo el primero
de muchos. El mismo año, Edizioni di Ar, que acababa de fundar, publicó
su primer libro, ‘Ensayo sobre la desigualdad de las razas’ de Arthur de
Gobineau. Los siguientes fueron los escritos menores de Julius Evola y
las obras de Corneliu Codreanu. Cada título tuvo una tirada de 2000
ejemplares.
Había dos constantes en el compromiso militante de Freda: la lucha
contra el sionismo internacional, incluido Israel, que él creía que era
sólo la punta del iceberg; y contra el sistema liberal burgués,
expresado por el imperialismo estadounidense en Europa desde 1945. Sobre
el anti-sionismo, Freda fue el primer editor en Italia, que apoyó a los
combatientes palestinos, mientras que la derecha, representada por el
MSI (Movimento Sociale Italiano), ensalzó a Israel como un “baluarte de
Occidente contra los árabes esclavizados por Moscú”. Fue él quien
organizó en Padua, en marzo de 1969 – en conjunto con el grupo maoísta
Potere Operaio (Poder Obrero) – la primera reunión importante en Italia
para apoyar la resistencia palestina en la presencia de representantes
del Fatah de Yasser Arafat. El lobby sionista no se lo perdonó. Por otra
parte, no contento con dar simplemente un apoyo “de boquilla”, como
tantos distinguidos intelectuales, en secreto proporcionaría
temporizadores a un supuesto representante de Al Fatah.
LA DESINTEGRACIÓN DEL SISTEMA
Sin embargo, Giorgio Freda es ante todo un hombre del texto. Y vaya
texto! “La Disintegrazione del Sistema” fue escrito en 1969, cuando las
protestas estudiantiles se encontraban en pleno apogeo. Italia no pasó
por un tan súbito auge y una caída tan rápida como en Francia, pero se
sometió a un “mayo progresivo”. Convencido de la necesidad urgente de la
subversión radical del mundo burgués, Freda creía que había que
intentarlo todo, y que si tantos jóvenes estaban tratando de dar un
contenido verdaderamente revolucionario a la revuelta estudiantil, había
que buscar una alternativa al marxismo ortodoxo o al reformismo
socialdemócrata. Para éstos jóvenes estaba pensado “La desintegración
del sistema”, y lejos de ser el programa personal de Freda, sintetiza
las demandas comunes de todo el ambiente nacional-revolucionario, desde
Giovane Europa (Joven Europa) hasta Lotta di Popolo (Lucha del Pueblo).
El tono del texto es decididamente agresivo. Como discípulo de Evola,
Freda es el primero en no sólo comentar sabiamente sus escritos, sino
pasar también de la teoría a la práctica, tanto es así que se puede ver
en “La desintegración del sistema” la práctica política de la teoría
expuesta en “Cabalgando al Tigre”, el último de los escritos de Evola.
Con este libro, el barón le dio el marco intelectual que reafirma la
creencia de Freda que no puede haber ningún compromiso con el sistema
burgués. “Hay una solución, escribe Evola, que debe ser descartada con
firmeza: construir sobre lo que sobrevive del mundo burgués, y
defenderlo como una base para luchar contra las corrientes de la
disolución y la subversión más violentas, después de, posiblemente,
habiendo tratado de fortalecer los restos de algunos de los valores más
altos, más tradicionales “y el Barón añadió:”Podría ser bueno ayudar a
la caída de lo que pertenece al mundo de ayer, en lugar de tratar de
apoyar y prolongar su vigencia artificialmente. Esta posible
táctica, para evitar la crisis final, es el trabajo de las fuerzas
opuestas que luego llevarían a cabo la iniciativa. El riesgo de esto es
obvio: no sabemos quien tiene la última palabra".
En “La desintegración”, Freda no era tierno con los ídolos y los
valores de la sociedad burguesa. Orden por la causa del orden, propiedad
privada sacrosanta, el capitalismo, el conformismo moral y la ceguera
visceral, el pro-sionismo y el filo-americanismo, pero tampoco Dios,
sacerdotes, jueces, banqueros, nada ni nadie escapaba a su crítica. Ante
el modelo dominante en el mercado, ofrecía una alternativa real,
reafirmando la doctrina tradicional del Estado, completamente opuesta a
los pseudo-valores burgueses, y desarrolló un proyecto de Estado
coherente, cuyo aspecto más espectacular incluía la organización de una
economía comunista – un comunismo espartano y elitista que le debe más a
Platón que a Karl Marx.
Siendo un hombre de acción, a Freda se asqueaban los
pseudo-intelectuales evolo-guénonianos encerrados en sus torres de
marfil. Tuvo palabras duras para algunos de ellos: “apologistas
estériles del discurso sobre el Estado”, “adoradores de las
abstracciones”, “campeones de gestos conceptuales” que, a sus ojos
cabalgaban tigres de papel. “Para nosotros, escribe, ser fieles a
nuestra visión del mundo – y por lo tanto del Estado – significa luchar
para cumplir con ella, sin dejar nada por hacer para lograrlo
históricamente” Desde esta perspectiva, muestra claramente la intención
de llegar a sectores involucrados en la negación objetiva del mundo
burgués, incluyendo a la ultra-izquierda extra-parlamentaria a la que
propone una estrategia leal a una lucha unida contra el sistema. Fue
entonces cuando se puso en contacto con diversos grupos maoístas, como
Potere Operaio (Poder Obrero) y el Partido Comunista de Italia-marxista
leninista.
“Para un soldado político, la pureza justifica cualquier dureza,
indiferencia todo engaño, mientras que lo impersonal impreso en la lucha
disuelve todas las preocupaciones morales”. Con éstas fuertes palabras
termina el manifiesto.
VÍCTIMA DE LA DEMOCRACIA
El 12 de diciembre de 1969, una bomba explotó en el Banco Nacional de
Agricultura, de la Piazza Fontana en Milán, matando a 16 personas e
hiriendo a 87. La sección italiana de la Internacional Situacionista, de
ultra-izquierda, publicó un manifiesto titulado “El Reichstag arde’,
denunciando al régimen como el verdadero organizador de la masacre. Los
situacionistas siguen repitiendo que la bomba de Piazza Fontana, “no era
ni anarquista, ni fascista.”
Giorgio Freda, por su parte, continuó su lucha intelectual contra el
sistema. En 1970, en el prefacio de un texto de Evola, dio la bienvenida
a la posibilidad de la guerrilla urbana en Italia. En abril de 1971,
Edizioni di Ar publicó oficialmente por primera vez en la península
desde 1945, ‘Los Protocolos de los Sabios de Sión’. Ese mismo mes, Freda
fue arrestado y acusado de “haber distribuido libros, e impreso y
escrito propaganda que contenía incitación a la subversión violenta.” La
máquina represiva se pone en marcha. Por primera vez desde el fin del
régimen fascista, un magistrado manifestó la intención de aplicar el
artículo 270 (ley contra la asociación subversiva) del Código Rocco
(llamado así por el fiscal general de Mussolini). Poco después, Edizioni
di Ar publicó ‘El enemigo del hombre’, una colección de poesía
combativa palestina, lo que provocó la furia de los sionistas.
En julio de 1971, el juez modificó los cargos y acusó a Freda de
hacer “propaganda en favor de la subversión violenta del desarrollo
político, económico y social del Estado” a través de “La desintegración
del sistema”, donde “se alude a la necesidad de la subversión , por
medios violentos, del estado democrático-burgués y su sustitución por un
estado definido y caracterizado como un Estado popular".
Sin dejarse intimidar por la represión, Edizioni di Ar publicó en
noviembre de 1971 la traducción al italiano de “El Judío Internacional”
de Henry Ford.
El 5 de diciembre de 1971, Freda fue detenido de nuevo. Ya no está
procesado por delitos de opinión, sino que se le acusa sin rodeos de
haber organizado la masacre de Piazza Fontana. Como no pudieron atrapar a
los “anarco-fascistas”, decidieron apretar a los “nazi-maoístas”. Los
cargos contra Freda se basaron en dos pruebas: que compró temporizadores
como los encontrados en el banco, así como las bolsas de viaje en el
que las bombas fueron colocadas. Freda había comprado, efectivamente,
temporizadores, pero para dárselos a un capitán de los servicios
secretos argelinos que lo había solicitado para los palestinos. El
semanario Candido, investigando la RFA del fabricante, recogió pruebas
de que los temporizadores que se vendieron en Italia no fueron 57, como
sostenía el juez – Freda había comprado 50 -, sino cientos, y que los
modelos adquiridos por el editor diferían de los utilizados en el
atentado. Además, el comerciante de Bolonia que había vendido cuatro
bolsas de viaje similares a las utilizadas en el ataque no reconoció a
Freda como el comprador, sino a dos agentes de la policía … Por
supuesto, el juez no tuvo en cuenta las pruebas exculpatorias. Freda
comenzó su solitaria gira por las cárceles italianas en 1972 – Padua,
Milán y Trieste. A continuación, Roma, Bari, Brindisi, Catanzaro.
Llamado “maoísta” traidor o “agente de la China comunista” por la
derecha, sobre todo por el MSI neo-fascista; o un “fanático racista” y
“delirante antisemita” por la izquierda legalista y los círculos
sionistas; y temerosamente rechazado por algunos ultraizquierdistas con
los que había colaborado activamente, Giorgio Freda fue denigrado luego
por la prensa que le puso la etiqueta supuestamente infamante de
“nazi-maoísta”. Gracias a esa publicidad, el stock de 1500 ejemplares de
“la desintegración del sistema” se agotó rápidamente. Unos años más
tarde, Freda admitió que el texto fue tomado más en cuenta por los
extremistas de la izquierda que los de la derecha.
JUICIO
El largo juicio sobre Piazza Fontana, comenzó en enero de 1975, ante
el Tribunal de lo Penal de Catanzaro. Los acusados eran el anarquista
Pietro Valpreda y once cómplices, el neofascista Giorgio Freda y doce
co-acusados. Al llegar al final de su prisión preventiva, Freda fue
liberado y puesto bajo arresto domiciliario en agosto de 1976. Sin
embargo, sus convicciones se mantuvieron intactas. Así, en 1977, cuando
se enfrentaba a una pena de cadena perpetua, no dudó: en una entrevista
que dio a su amigo Claudio Mutti habló de la lucha armada como la mejor
forma de oposición al Sistema en Italia
Convencido de que la suerte estaba echada y de que su condena no
estaba en duda, Freda se dio a la fuga en octubre de 1978. Fue capturado
en el verano de 1979 en Costa Rica, de la que no fue extraditado, sino
devuelto por la fuerza por parte de la policía política italiana.
La farsa judicial continuó. En diciembre de 1984, el cuarto juicio
por la masacre de Piazza Fontana, fue inaugurado en Bari. Después de
dieciséis años de investigación, Freda fue absuelto en última instancia
del atentado, pero se le encarceló por delitos de opinión, “asociación
subversiva”, según el lenguaje jurídico italiano; que le valió una
condena de quince años de prisión.
Tras su liberación, los medios de comunicación siguieron hablando de
Freda a causa de su puesta en marcha del Fronte Nazionale (Frente
Nacional), por el que fue nuevamente detenido y acusado en julio de
1993. Sin duda, buena sangre no puede mentir
Extraído de: Tribulaciones Metapolíticas
Original (en inglés): Open Revolt
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