domingo, 8 de marzo de 2015

MITOS Y REALIDADES DEL NACIONAL-BOLCHEVISMO



“Imaginemos un laboratorio. En este laboratorio una materia prima. En esta materia prima un big-bang. Y en el interior de este big-bang una cadena de reacciones químicas de una violencia extraordinaria. Las moléculas que se deshacen… otras se forman… un proceso formidable, si de fisión, combustión, reconstrucción, combustión corpuscular al término del cual aparecen productos de síntesis de carácter inédito. ¿Quién en 1920, preveía la síntesis de lo “nacional” y de lo “social”? ¿Quién antes de Barres podía imaginar el encuentro, el sólo encuentro, de dos términos? Pues bien, en eso estamos. Europa “mutatis mutandis”, está en este punto. No regresa, inventa. No rumia, improvisa. No repite fórmulas antiguas: las quema, las hace astilla y de sus fragmentos combinados locamente, hace de ellos nuevos productos nunca antes conocidos. Aquí está el nacionalismo, ciertamente. Y fragmentos del populismo. Restos de antisemitismo. Y un poco del viejo buen comunismo, menos muerto de lo que parece. Pero todo esto mezclado, pasado por la prueba del big-bang. En el corazón del tumulto, incluso muy improbable como lo fue en su tiempo la síntesis fascista, un monstruo que la nueva Europa resquebraja bajo nuestros ojos aunque por ahora lo hace a nuestras espaldas. Aún no tiene nombre este monstruo. Ni cara. La hipótesis es sólamente que existe. O que deberá existir un día”. (B.H. Levy, “Penser L’Europe” en “Le Monde des debats 1993″).

En el verano de 1993, la gran prensa descubrió lo que ella llama la tentación o el peligro nacional-bolchevique. De París a Moscú, nuestros periodistas parecen descubrir un fenómeno nuevo, su flagrante incultura no les ha permitido conocer la notable tesis sobre el nacional-bolchevismo del profesor Louis Dupeux, escrita ya hace quince años (1).

De “Liberation” (París) a “Soir” (Bruselas), pasando por “Le Monde”, que abrió un verdadero debate sobre el tema, se multiplican los artículos, a menudo contradictorios sobre el tema de nacional-bolchevismo o de la fusión entre nacionalistas y comunistas. Así “Liberation” titula sobre la “Galaxia nacional-bolchevique” y habla de la “extraordinaria convergencia ideológica” que “se ha producido estos últimos meses entre algunos intelectuales comunistas y de extrema derecha”. Subraya el “acercamiento en nombre de un mismo odio por la izquierda socialista, América o el sionismo” (2). “Soir” por su parte, habla de una “alianza entre pardos y rojos” y subtitula “¿Ficción política o política sin ficción?” (3).

Ya, más allá de su primera expresión política entre las dos guerras mundiales, el nacional-bolchevismo se había convertido en una realidad política europea a mediados de la década de los 60 con Jeune Europe de Jean Thiriart y su evolución a partir de 1965 hacia las tesis nacional-comunistas (4). Desde los años 80 con el Parti Communautarie National-Européen (P.C.N) (5), el nacional-bolchevismo encontrará una nueva expresión política: Hoy, junto al ya citado P.C.N., numerosas corrientes como Nouvelle Résistance en Francia, Orion en Italia, Alternativa Europea en España o el Frente Nacional-Bolchevique en Moscú, se postulan tesis que auspician la fusión ofensiva del nacionalismo revolucionario y del comunismo leninista contra el Sistema, el Nuevo Orden Mundial y la hegemonía americana.

La gran prensa se ha interesado, por otro lado, por los aspectos marginales del fenómeno nacional-bolchevique, en el caso francés el camino común de intelectuales comunistas y de extrema derecha, subrayando a su vez el proyecto político en Rusia de militantes comunistas y nacional-revolucionarios. El nacional-bolchevismo es mucho más, sobre todo es una voluntad política de superar los esquemas de Derecha o Izquierda, de antifascismo y anticomunismo mantenidos por el Sistema para dividir la oposición y la voluntad real de ofrecer una alternativa política a la decadencia del mundo contemporáneo. Tales son los diferentes aspectos de lo que “Liberation” llama la “galaxia nacional-bolchevique”.

Anteriormente enfrentados a tales fenómenos políticamente incalificables, los especialistas del “prét-â-penser” y del conformismo intelectual, habían preferido incluirlo en un caldero muy cómodo para ellos, bajo el nombre genérico de “extrema derecha”, mostrando con ello su falta de cultura histórica y política y su incapacidad de considerar la realidad de hoy en día fuera de los esquemas tradicionales en los cuales está enmarcado y reducido el pensamiento socio-político.

EL NACIMIENTO DEL NACIONAL-BOLCHEVISMO

El nacional-bolchevismo, independientemente de sus precursores, sobre los que volveremos y al frente de los cuales se halla Georges Sorel, nació históricamente en Alemania con el shock del derrumbe del II Reich en 1918 y de la crisis consiguiente a la creación de la Rusia bolchevique en 1917. Desde su nacimiento el nacional-bolchevismo alemán presenta las dos tendencias que ya habíamos subrayado, por una parte la colaboración entre intelectuales nacionalistas y comunistas y por otra un auténtico movimiento nacional-revolucionario que unía la ideología leninista a un contenido nacionalista. El nacional-bolchevismo nació para superar el orden internacional impuesto tras Versalles cuyas víctimas fueron principalmente la Rusia Soviética y Alemania, así como Italia. Más allá de las opciones ideológicas, el peso del orden creado en Versalles, dictado por los EE.UU. del presidente Wilson, va a imponer una situación pareja a los nacionalistas alemanes y comunistas rusos. Antes de edificar una construcción teórica o una construcción política revolucionaria, el nacional-bolchevismo alemán será, sobre todo, el encuentre de la frustración alemanas y rusas frente al orden de Versalles. Frente al saqueo y el desmembramiento de Alemania y de Rusia por parte de los vencedores de 1918, frente a las exigencias desmesuradas de los vencedores de 1918, numerosos intelectuales alemanes declararon abiertamente que el régimen bolchevique recientemente implantado en Rusia, era preferible a la humillación y a la ruina impuesta a su patria alemana.

“El pretendido bolchevismo nacional nace de la fiebre, del encuentro de dos miedos, pero en circunstancias objetivamente desfavorable…, solución heroica, reductora para una minoría de idealistas, hunde sus raíces en una tradición reaccionaria auténticamente “alemana”, desborda, así, el cuadro de una simple combinación de circunstancias y es por esto por lo que la “tentación” debería sobrevivir y manifestarse en el momento en el que la situación interna o externa ofreciera la perspectiva de una radical pérdida de legitimidad, de un orden concreto, a los ojos de la extrema derecha, perteneciente al Occidente vencedor” (6).

El gran germanista Eltzbacher, profesor de derecho en Berlín, será el primero que teorizará esta posición en abril de 1919 en Berlín en una proclama que constituye la primera manifestación doctrinal coherente del nacional-bolchevismo. Las ideas del profesor Paul Eltzbacher encontraron un ojo avizor en el campo soviético, Karl Radek, encargado por la Internacional Comunista -el Komitern- de la preparación de la revolución en Alemania, auspiciará la alianza entre reaccionarios alemanes y comunistas rusos.
 
En noviembre de 1919, Radek declaraba “He aquí porqué los nacionalistas honestos como Eltzbacher que, disgustados por la paz de Versalles han buscado la unión con la Rusia Soviética, lo que han llamado bolchevismo nacional, han quedado hoy completamente aislados”. EL NACIONAL-COMUNISMO HAMBURGUÉS.

A esta primera convergencia intelectual nacional-bolchevique, habría de responder rápidamente aquella que es la esencia propia y auténtica del bolchevismo, la fusión entre nacionalismo y comunismo leninista en una formación política común.

Desde 1919 ésta debía encarnarse en una corriente nacional-bolchevique desarrollada a partir de Hamburgo por los dirigentes de la revolución soviética en esta ciudad Heinrich Laufenberg y Friedrich Wolfheim (7) que derivaron a posiciones nacional-comunistas radicales en alianza con la de marcada tendencia nacional. En 1919-20 Wolfheim y Laufenberg aniamor tanto en Alemania como en el seno de la Internacional una corriente nacional-bolchevique que rivalizaba con las posiciones de los espartaquistas que abogaban por construir el Partido Comunista Alemán, el K.P.D.

Expulsados en octubre de 1919 de este partido, fundaron inmediatamente un partido comunista disidente, el K.A.P.D., Partido Comunista Obrero Alemán (8). En este partido, que estará representado hasta el 1922 en el Komitern, Wolfheim y Laufenberg defendían la idea de crear un Ejército Rojo Alemán para reiniciar lo guerra contra los vencedores de Versalles.

Tras la victoria del nacional-socialismo en 1933, ciertas estructuras nacional-bolcheviques llegaron con todo a subsistir en el aparato político e intelectual del III Reich. En particular el Fichte-Bund, creado en Hamburgo siguiendo la línea del K.A.P.D., llegará a integrarse y a sobrevivir en el seno del III REich. Dirigido por el profesor Kessemaier de Hamburgo, este movimiento universitario e intelectual tuvo muchos paralelos en Europa. Entre ellos, un joven de Lieja salido de las filas de la extrema izquierda comunista, un tal Jean Thiriart, sobre el que volveremos más adelante…”.

EL NACIONAL-BOLCHEVISMO ALEMÁN DE LOS AÑOS 20-30

A partir de la mitad de los años 20, hasta la llegada del nacional-socialismo en 1933, el nacional-bolchevismo se convertirá en una parte importante del panorama intelectual de la República de Weimar. Numerosos fueron los intelectuales que abrazaron posiciones nacional-bolcheviques.

En primer lugar hay que nombrar a Ernst Niekisch, que será el más célebre y el principal representante de la corriente nacional-bolchevique alemana. Proveniente de la corriente socialista alemana, Niekisch, evolucionará hacia posiciones nacional-bolcheviques y neo-nacionalistas, en particular a través de la revista que él animó: “Widerstand” (Resistencia) que tendrá una influencia considerable particularmente sobre los movimientos juveniles alemanes anteriores a 1933. La corriente de Niekisch estaba conformada por ex-socialdemócratas y sindicalistas a los que se sumaron numerosos representantes de la corriente neonacionalista. Tras 1933, Niekisch se posicionará cada vez con más fuerza en posiciones anti-hitlerianas, lo que provocará la clausura de la revista y su internamiento en un campo de concentración del cual saldrá en 1945.

Antes de su muerte participó en el nacimiento de la República Democrática alemana en la que veía la exaltación de los valores comunistas y prusianos que siembre fueron los suyos.

KARK RADEK Y EL “VIAJERO DE LA NADA”

“En el año 1923 recuerdo haber presenciado una nueva gran oleada de nacional-bolchevismo, en el sentido vago y vulgar del contactos entre nacionalistas y comunistas. El origen de esta oleada, en realidad muy pendenciera, es la línea de Schlageter en medio de la cual el Partido Comunista Alemán (K.P.D.) intenta “ganarse las clases medias en vías de proletarización” usando deliberadamente el tema patriótico. En el curso de esta campaña se pudo ver a los líderes del partido comprometidos e incluso buscar el debate con los elementos calificados como “fascistas” o “fascistizantes”. Los socialdemócratas y los partidos “burgueses” relanzaron de nuevo la vieja acusación de convergencia de los extremos… el heraldo de la nueva línea era Radek” (9).

El nacional-bolchevismo alemán de inicios de los años 20 es indisociable de la figura de la Internacional Comunista Karl Radek. Encargado por el Komitern de organizar y de coordinar la revolución bolchevique en Alemania, Radek llegó a comprender (10) todo el provecho que podía sacar del fenómeno nacional-bolchevique y jamás dejó de favorecerlo. Cuando en 1925 los ejércitos francés y belga ocuparon la cuenca del Rhur, como respuesta a la falta de pago de las reparaciones de guerra por parte de una Alemania desangrada, se organizó un importante movimiento de resistencia por parte de los Cuerpos Francos nacional-revolucionarios.

El jefe de uno de éstos, Leo Schlageter fue capturado y ajusticiado por el ejército francés, Schlageter se convirtió en el primer héroe del nacional-socialismo (11). Con ocasión de su muerte Karl Radek le rindió homenaje en un sorprendente discurso, ante los representantes de la Internacional Comunista reunidos en Moscú, Karl Radek anunció : “La mayoría del pueblo alemán se compone de hombres que trabajan y que se consagran a la lucha contra la burguesía alemana. Si los ambientes patrióticos de Alemania no se deciden a hacer suya la causa de esta mayoría de la nación y a constituir así un frente contra el capital de la Entente y el capital alemán, entonces el camino abierto por Schlageter será el camino de la nada”.

En este mismo discurso pronunciado en Moscú el 20 de junio de 1923, Radek habla también de Schlageter como el “viajero de la nada” en relación al título de una novela de la época (12).

El discurso de Radek tendrá una enorme repercusión en Alemania. Constituiría el origen de numerosos contubernios y debates entre intelectuales alemanes de extrema derecha y dirigentes comunistas con Radek a la cabeza.

Una situación que no puede por menos que hacernos pensar en el actual debate en curso que se está llevando a cabo particularmente en Francia y que en el verano de 1993 la gran prensa denuncia con el nombre de “nacional-comunismo”.

Warner Lerner, biógrafo de Karl Radek, evoca de modo impresionante la acción de este último: “En 1923 Karl Radek intenta utilizar el recién creado partido nazi para destruir la República de Weimar y favorecer la revolución comunista. Radek suministró a los nazis su primer héroe, Schlageter, fusilado por los franceses en el Rhur, y hace en su memoria el célebre discurso, aprobado por Stalin y Zinoviev. Radek expresaba la convicción, compartida por los jefes del Komitern que la aplastante mayoría de las masas nacionalistas no pertenecen al campo de los nacionalistas, sino al de los obreros, que centenares de Schlageter se unirían al campo de la Revolución. Por su parte Hitler confiaba a sus camaradas la convicción de que un comunista podía siempre convertirse en un buen nazi, pero que un socialdemócrata no lo sería jamás” (13).

EL RESURGIR DEL NACIONAL-COMUNISMO EN LOS AÑOS 60: JOVEN EUROPA” Y JEAN THIRIART

Para ver aparecer una nueva corriente de tendencia nacional-comunista debemos mirar a los años 60, con la organización transnacional europea Joven Europa y el trabajo de Jean Thiriart. El actual clima intelectual se caracteriza por un manso conformismo. Una de las manifestaciones más estúpidas de esto es la marcada voluntad de darle a cada corriente política una etiqueta que la sitúe en uno de los compartimentos convencionales que van de la extrema derecha a la extrema izquierda. Y cuando un movimiento revolucionario se sitúa fuera de este sistema de clasificación “rien ne va plus”. Llegan las pseudo-explicaciones acerca de la “convergencia de los extremos” y otras fantasías provenientes de lo no-político o simplemente de la deshonestidad intelectual.

La organización Joven Europa no escapó a este fenómeno y ha sido catalogada durante más de 30 años como de extrema derecha, o sea fascista, despreciando cualquier realidad objetiva. Si por el contrario se estudia esta organización europea a través de su historia real, sus publicaciones, la realidad es otra: nos encontramos ante un movimiento revolucionario original e inclasificable, que se sitúa fuera del conformismo de “derecha” o de “izquierda”” y que recoge para sus posiciones tanto político-sociales como de política exterior la síntesis nacional-comunista o nacional-bolchevique de los años 20 y 30 (14).

“Organización para la formación de un cuadro político”, partido revolucionario de vanguardia, Joven Europa, recuerda al partido bolchevique posterior a 1903, por sus métodos y su proyecto político: “Una revolución exige la conjunción de diversos factores: tener una ideología global ( y no solamente un pequeño programa electoral) ser un grupo determinado, organizado, homogéneo, disciplinado, es decir un partido de lucha; finalmente encontrar una coyuntura de crisis,… La ideología la tenemos, el grupo estructurado lo preparamos, la coyuntura la esperamos” (15).

Ex-militante stalinista al inicio de su carrera política anterior a la guerra (16). Jean Thiriart, fundador y principal teórico de Joven Europa, estructuró su movimiento siguiendo los principios de la más estricta ortodoxia organizativa leninista y su jerarquización deriva directamente del “centralismo democrático”. Además en diversas ocasiones Thiriart reconocerá abiertamente la influencia que en este terreno ejerció sobre él Lenin (17).

A partir de 1960 la doctrina del movimiento, el “Comunitarismo Nacional-Europeo”, cuyo carácter social se afirma desde el inicio , deriva hacia posiciones nacional-comunistas. Si en los primeros años del movimiento, Thiriart debe contar con un ala “derechista” (fundamentalmente franco-belga) que alimenta un virulento anticomunismo, desde 1960 afirma las posiciones ideológicas que están en línea directa con las que defenderá a partir de los años 80 con el nombre genérico de “Escuela Eurosoviética”: creación de una Gran Europa de Dublín a Vladivostok, Nacional-Comunismo y colaboración entre la U.R.S.S. y Europa Occidental. En 1962 Thiriart escribía: “A mi parecer, existen muchas posibilidades de que en los próximos veinticinco años se formen los siguientes bloques: Las dos Américas (posteriormente volverá sobre la idea de ver una América Latina liberada de los yankees), el bloque asiático China-India y el bloque Europa-África-U.R.S.S. Lo que nos permite no escribir más “e Brest a Bucarest” sino de “Brest a Vladivostok”. La geopolítica diseña ya este porvenir” (18).

Después de la definitiva eliminación del ala derechista de la organización en 1964, Thiriart conducirá a Joven Europa en una dirección donde dominan dos orientaciones: por una parte un radical anti-americanismo, por otro un progresivo acercamiento a posiciones nacional-comunistas. Thiriart ve el comunitarismo como una superación del comunismo y no como su adversario, ésta es una típica postura nacional-bolchevique. En 1965 definía el comunitarismo como “un socialismo nacional-europeo” y añadía que “en medio siglo, el comunismo se convertirá, queriéndolo o no , en comunitarismo” (19). Aquí la historia ha tenido que darle la razón porque antes de la caída del bloque soviético, las correcciones económicas que se introducen en Hungría o en Rumanía llevaban la economía comunista hacia el comunitarismo (20). En 1984 Thiriart, especificará claramente que el comunitarismo es un “comunismo europeo desmarxistizado” (21).

Esta evolución ideológica se traducirá en los hechos en dos modos diferentes. De una parte una visión siempre más prosoviética que llevará en 1981 a la creación de la Escuela Doctrinal Euro-Soviética. De otra a un acercamiento de la organización a los regímenes del este de Europa, de forma particular a la Yugoslavia de Tito y a la Rumanía de Ceaucescu. En un artículo titulado “Tablero de ajedrez mundial y nacional-comunismo” (22). Thiriart afirma que “el concepto revolucionario en los próximos años será la creación de una Europa socialista de tipo revolucionario, nuestra Europa comunitarista en cuya construcción los cuadros y militantes de Europa del este debe jugar un papel importantísimo”.

En el verano de 1966, Thiriart viajará a Rumanía y Yugoslavia, multiplicando sus contactos oficiales. En agosto de 1966, la revista diplomática oficial del gobierno yugoslavo “Medunarodna Politika” publicará en lengua serbo-croata un largo artículo de Thiriart con el título “Europa do Bresta do Bucaresa (23). Es l visible del interés, al más alto nivel, de las tesis europeas nacional-comunistas de Joven Europa. El más espectacular de todos estos contactos a alto nivel será el encuentro entre Chou En Lai y Jean Thiriart, organizado por los servicios de Ceauscescu con ocasión de la visita del Primer Ministro chino a Bucarest en verano de 1966 (24).

A pesar de estos éxitos tácticos, la organización se romperá en 1969, con la retirada de Thiriart de la política militante por más de 10 años. Las razones de este fracaso serán fundamentalmente la ausencia de un terreno político revolucionario en estos años de los “Dorados Sesenta” así como el agotamiento humano, material y financiero de los cuadros dirigentes de la organización.

Son, por otra parte, en gran medida las alianzas de la organización y sus posibilidades de éxito práctico lo que ha llevado a Thiriart a consagrar una parte importante de su pensamiento doctrinal al papel que podrían jugar los regímenes comunistas del este de Europa y la U.R.S.S. misma en el proceso de unificación europeo. Una postura que recuerda a la de los nacional-bolcheviques de los años 20 que esperaban de la Unión Soviética un decisivo papel revolucionario en Alemania, así como un impulso para la revancha contra los países de la Entente.

JEAN THIRIART Y EL NACIONAL-BOLCHEVISMO

Indiscutiblemente, Jean Thiriart aparece como un continuador de las diversas corrientes nacional-bolcheviques y nacional-comunistas alemanas de los años 20 y 30. Ciertamente, existen diferencias que son en gran medida debidas a la evolución del contexto político e internacional de antes de la II Guerra Mundial y el posterior a los años 60.

La diferencia que puede aparecer como fundamental es la del elemento nacional. Thiriart rechaza por completo el pequeño nacionalismo alemán y defiende la idea de un nacionalismo paneuropeo y comunitario. Añadir que el pensamiento de Thiriart deriva directamente de la teoría de los “grandes espacios” que ven en la construcción de grandes bloques económicos una respuesta al desafío de los tiempos presentes. Thiriart es igualmente un partidario de los bloques económicos autárquicos y autocentrados, cuyo profeta fue el alemán Friedrich List. Hay que poner en relación esta posición con la de una parte de la corriente nacional-bolchevique, y en particular con Niekisch, que proponía la constitución de un “bloque germano-eslavo de Vladivostok a Flessing”. Thiriart propone la creación de una “Gran Europa de Reykjavik a Vladivostok”. La diferencia de posiciones deriva principalmente del carácter anti-latino y anti-romano, pues en éstos ve Niekisch la potencia de la Entente y por lo tanto culpables de la decadencia y ruina que sufrían Alemania y la Unión Soviética.

En un estudio publicado en 1982 y titulado “L’Unione Sovietica nel pensiero di Jean Thiriart”, José Cuadrado Costa respondía también positivamente al hecho de adscribir a Thiriart a la corriente nacional-bolchevique de los años 20 y 30. Cuadrado añadía: “Thiriart, guiado por su pragmatismo y su voluntad revolucionaria ha definido en los últimos números de “La Nación Europea” las líneas esenciales de lo que denominaríamos como nacional-bolchevismo de dimensión europea” (25).

Es este pensamiento el que estará en el origen del nacimiento de una nueva corriente política y doctrinal nacional-bolchevique al inicio de los 80.

EL ASÍ LLAMADO “NAZI-MAOÍSMO”: LA REALIDAD MÁS ALLÁ DE LA INJURIA

No se puede hablar de la síntesis nacional-comunista sin recordar aquello que los grandes periódicos han llamado de manera impropia e injusta el “nazi-maoísmo”.

El 27 de abril de 1978, el órgano “bien pensante” “L’Unitá”, periódico del Partido Comunista Italiano, publicaba en primera página con el título “El lenguaje de Freda y de las Brigadas Rojas” un extracto del opúsculo escrito por el teórico de la “Desintegración del Sistema”, Franco Freda, en 1968 (26).

“L’Unitá” reencontraba en este texto expresiones que parecían sacadas de uno de los numerosos comunicados de las Brigadas Rojas” y revelaba “pasajes verdaderamente impresionantes por la identidad de lenguaje del jefe de un grupo subversivo de la época con el de los jefes subversivos de hoy” (27).

Un bonito ejemplo de lo que la prensa dio en llamar “nazi-maoísmo”. Hagamos saber que este término de nazi-maoísmo, deriva más del insulto que de la ciencia política, se debe únicamente a los periodistas. En ningún momento, las corrientes políticas incluidas en este vocablo lo han reivindicado como propio. Veamos pues a que se refiere realmente.

La, así llamada, corriente nazi-maoísta se encarna principalmente a través de las diversas fracciones de “Lutte du Peuple” que derivan directamente de los restos de Joven Europa de la que recogen parte de la doctrina. “Jean Thiriart… no es propiamente el maestro, pero es aún un referente muy serio para todo lo que concierne a Europa” (28).

Lutte du Peuple nació con su fracción italiana Lotta di Popolo. Esta organización salió de la fusión de resto de Giovane Europa, representante de Thiriart en Italia, con diversos grupos estudiantiles. Rápidamente se crearon organizaciones hermanas en España, Alemania y Francia.

La fracción francesa, la más importante después de la italiana, la “Organisation Lutte du Peuple” (O.L.P.) se funda en 1971 con algunos nacionalists de izquierda provinientes de “Ordre Noveau” y de socialistas europeos de “Pour une Jeune Europe” (no confundir con la Jeune Europe de Thiriart con la que no tenían ningún vínculo). Su líder era entonces Yves Battaille. “En Italia toman contacto con diversos grupos extraparlamentarios, pero más en particular con los elementos más avanzados del nacionalismo europeo, éstos últimos… crean la organización “Lotte di Popolo”. De regreso a Francia, los nuevos militantes europeos han puesto las bases de un nuevo movimiento: no es más que la réplica de “Lotta di Popolo”. La fracción francesa de la O.L.P. había nacido” (29).

La fracción alemana es la “N.R.A.O”, la National Revolutionare Aufbau Organisation.

La ideología de las diversas facciones de la O.L.P. presentan una mezcla de las tesis de Thiriart con un maoísmo a la europea. Si la reivindicación de una Europa unida y comunitaria viene directamente de Joven Europa, la O.L.P. presenta una importante variación ideológica: el maoísmo que para Thiriart era un simple aliado táctico, se convierte en un modelo político a seguir, en un ejemplo.

Como insiste Yannick Sauveur, autor de uno de los raros y serios estudios socio-políticos sobre la O.L.P.: “Si, en definitiva, se admite la realidad de una corriente nazi-maoísta, debemos decir que no es simplemente la transposición del nacional-bolchevismo, no siendo el nazi-maoísmo el nacional-bolchevismo de los años 70.

Ha cambiado la dimensión nacional. No es ya Alemania sino Europa. Del mismo modo tampoco el bolchevismo es el mismo que el de los años 30. Ahora es Mao, cuyo aporte ideológico, práctico… es indiscutiblemente considerable. Finalmente, la Europa comunitaria y unitaria que quiere realizar la O.L.P. un es ni más ni menos que la transpolación de la obra de Mao adaptada al cuadro europeo y al a mentalidad del pueblo europeo” (30).

Las diversas facciones de la O.L.P., desaparecen sin dejar herederos a mitad de los años 70 sin resucitar jamás ni desembocar en alternativa política, la francesa por debilidad, la italiana bajo los golpes de un poder ultra-represivo.

LA ACTUAL SÍNTESIS NACIONAL-COMUNISTA

Después de la desaparición de Joven Europa en 1969 y de las sucesivas desapariciones de sus epígonos franceses e italianos, se necesitará mirar a los años 80 para ver resucitar las ideas de Thiriart y una nueva corriente política que se puede calificar como nacional-comunista o nacional-bolchevique.

En junio de 1984 se funda en Charleroi el Partido Comunitario Nacional Europeo, el P.C.N. Desde su fundación este partido rechaza categóricamente las calificaciones de “derecha” e “izquierda” y ofrece una síntesis que se puede llamar nacional-comunista (31).

Resaltan en este nuevo partido, tanto la personalidad de sus fundadores como la firme voluntad de fusión entre europeísmo y socialismo.

El nuevo partido, desde su fundación, asume la totalidad de las posiciones doctrinales de Joven Europa posteriores a 1965 (época a la que se refiere el P.C.N., con su nuevo nombre, y con el de su revista “La Nación Europea”) y defiende las tesis comunitaristas en materia de Europa unitaria y comunitaria.

El partido concurre a las elecciones legislativas belgas de 1985 y no es por casualidad que la única entrevista publicada del presidente del partido aparecida en los periódicos con ocasión de estas elecciones fue en el diario socialista de Charleroi “Le Peuple”, entrevista favorable, con el título “L’Europe jusqu a Vladivostok” (32).

A partir del 1988, el P.C.N. continúa desarrollando su proyecto unitario anti-sistema acercándose a la asociación Europe-Ecologie.

En las elecciones legislativas belgas de noviembre de 1991, el partido continuará su camino y volverá a presentar bajo sus siglas un cartel electoral abierto tanto a formaciones de extrema derecha como la “Liga Le Pen” o los restos del “P.F.N.” de Bruselas como a nacionalistas de izquierda de la “Alliance Republicaine Nationaliste Wallone” o la “Association Europe-Ecologie” (33).

Los periodistas honestos que se han ocupado de esta original formación no han dejado de subrayar la extrañeza de ésta a las tradicionales clarificaciones políticas.

Después de que C. Boursellier en su libro “Les ennemis du systeme” consagrase un largo espacio a la corriente nacional-comunista (34), Manuel Abramovicz describirá las posiciones anti-sistema del partido en un artículo del mensuar “République” (35).

También los adversarios del “P.C.N.” reconocen su carácter atípico. Así el “Antisemitism World Report” de 1993, publicado por el “Instituto de Asuntos Hebreos” escribe “el P.C.N. no es una organización de extrema derecha…” (36).

Igualmente característico de las posiciones nacional-bolcheviques es la marcada orientación al este del nuevo partido. La revista que servirá como principal medio de expresión del “P.C.N.” “Conscience Européenne” en 1983 incluirá un suplemento bilingüe francés y ruso, titulado “Rusia también es Europa”. Desde su fundación el partido defenderá la idea de una fusión entre las dos europas, la occidental y la formada entonces por el bloque soviético. El partido defenderá la teoría según la cual las fronteras orientales interiores de la U.R.S.S. son también las de Europa.

Del trabajo doctrinario desarrollado por Jean Thiriart y por el P.C.N., desde 1983, tomaron forma las principales corrientes actuales nacional-comunistas o nacional-bolcheviques. Así en Rusia la revista “Elementy” o el Frente Nacional-Bolchevique hacen referencia a las ideas de Thiriart” (37). En Francia el movimiento Nouvelle Résistance, nacido de una escisión nacional-revolucionaria decidida a romper con la extrema derecha del movimiento Troisiéme Voie, hará importantes referencias a Thiriart y al trabajo del P.C.N. (38). Estos defienden más que nunca las posiciones anti-sistema y la voluntad de una síntesis nacional-comunista que fueron sus metas desde el momento de su fundación, de forma particular a través de la voluntad de crear un “Frente Unido Negro/Verde/Rojo” que agrupe a nacional-revolucionarios, nacional-comunistas y ecologistas en un movimiento unitario anti-sistema (39).En Italia es la revista “Orion” la que asume explícitamente el nacional-comunismo. Representantes oficiales en Italia de las fuerzas de la oposición rusa, Partido Comunista incluido, mantienen contactos regulares de intercambio y de colaboración con grupos de la izquierda revolucionaria y del Partido de la Refundación Comunista, alguno de cuyos exponentes colaboran regularmente en Orion. En España, esta corriente está representada por la asociación “Alternativa Europea” que publica la revista “Tribuna de Europa”.

EL EMERGER DEL NACIONAL-BOLCHEVISMO EN RUSIA

El actual debate en los grandes periódicos sobre el nacional-bolchevismo, ha nacido en gran parte del emerger de una corriente nacional-bolchevique en Rusia. No es casualidad que está hoy en un primer plano, por una parte, debido a la profunda crisis por la que atraviesa actualmente Rusia después del estallido de la Unión Soviética, y por las maniobras del Imperialismo apoyados por Gorbachov y Yeltsin que han conducido al pueblo ruso a apoyar soluciones radicales que aún no son posibles en Europa Occidental y por otra parte porque el terreno político está propicio a una unión de la oposición al sistema, ya sea nacional-revolucionaria o nacional-comunista, frente a un adversario común y frente a las graves amenazas que se ciernen sobre el futuro de Rusia.

Era normal que las fuerzas que personificaban el orden, el progreso y el futuro reaccionaran juntas contra el cosmopolitismo y la dominación imperialista. De esta forma los grandes periódicos han podido hacer llamativos titulares sobre la alianza entre los “pardos” y los “rojos” y artículos tendenciosos destinados a tergiversar la realidad.

La realidad política rusa es un notable ejemplo de dos aspectos de lo que actualmente se ha dado en llamar la “tentación nacional-bolchevique”. En primer lugar una colaboración entre nacional-revolucionarios, extrema derecha y fuerzas del viejo aparato comunista, éste es el único aspecto que actualmente subrayan los periodistas del Sistema. Esta colaboración encontró su expresión política en la creación del Frente de Salvación Nacional.

El segundo rasgo de la realidad nacional-bolchevique, verdadera esencia de esta corriente política encontró también su consecución pública en mayo de 1993 con la construcción del Frente Nacional-Bolchevique dirigido por Aleksander Dugin y Edward Limonov.

El manifiesto fundacional de este movimiento recoge las profundas preocupaciones de la corriente nacional-bolchevique en Europa. También hay que remarcar el hecho de que se subraya el papel de precursor de joven Europa en la difusión de las ideas nacional-comunistas en la Europa de hoy: “La lucha política en Rusia ha llegado a un punto crítico. La fase de resistencia está agotada, así pues la oposición tradicional (puramente emotiva y de protesta) ha quedado caduca. El periodo de resistencia ha terminado, se inicia el periodo de salvación nacional. La nueva etapa exige nuevos métodos, nuevas formas y nuevos instrumentos de lucha. Es por esto que consideramos necesario y urgente la creación de una estructura política e ideológica radical de tipo nuevo que responda a las exigencias de la Historia. Esto será el nacional-bolchevismo” (40).

Este manifiesto precisa las preocupaciones del nuevo movimiento, que son las mismas que las de la corriente nacional-bolchevique en Europa: “¿Qué es el nacional-bolchevismo? Es la confluencia de las formas más radicales de la lucha social y de la lucha nacional, eso el es el nacional-bolchevismo. Hasta ahora las dos ideologías, nacional y social se han podido entender mediante compromisos y uniones temporales y pragmáticas: en el nacional-bolchevismo se unirán en una entidad inseparable. Tentativas de unión de las dos corrientes ya se han dado en el pasado, desde los jacobinos pasando por Ustrialov, Niekisch, hasta la Joven Europa de Thiriart. Nosotros tenemos la determinación de realizar esta convergencia sumamente importante. La revolución social es sinónimo de revolución nacional y la revolución nacional es sinónimo de revolución social” (41).

Con este manifiesto se cierra el círculo. Del precursor Niekisch a Thiriart, el Frente Nacional-Bolchevique, constituido por el Partido Nacional-Radical, el Frente de Acción Nacional-Revolucionario, el Movimiento de la Nueva Derecha, el Movimiento de Apoyo a Cuba y la Unión de la Juventud Comunista, realiza en Rusia las esperanzas nutridas en los años 20 por algunos pensadores e ideólogos de vanguardia.

NACIONAL-BOLCHEVISMO Y FASCISMO

Es preciso recordar las relaciones existentes entre el nacional-bolchevismo y el fascismo, nacidos ambos en la misma época histórica. Decididamente rechazamos la historiografía marxista que, por razones esencialmente de táctica al inicio de los 20 y posteriormente por motivos de propaganda hace del fascismo una ideología burguesa y reaccionaria.

Es seguro que el fascismo, así como el nacionalismo-revolucionario, el nacional-bolchevismo o el marxismo-leninismo, pertenece a la escuela socialista y en particular nació como el leninismo, de la corriente blanquista del siglo XIX.

El fascismo de hecho, nació en la izquierda con Mussolini, y bajo la influencia de Georges Sorel. Es, de hecho, el resultado de una revisión del marxismo y del socialismo, donde el papel jugado por la clase trabajadora en la lucha de clases queda reemplazado por la nación. Será, por otra parte, el típico camino que llevó del socialismo al fascismo en los años 30 el que tomaron Marcel Deat o H. de Man.

No hay que caer en los análisis sumarios sobre el fascismo, que tienden a relegarlo como un movimiento de extrema derecha. En particular, no hay que dejarse engañar por la recuperación de la simbología fascista realizada por ciertos movimientos reaccionarios de extrema derecha. El ejemplo de la España franquista es revelador. Antes de la Guerra Civil de 1936-39, la Falange Española de José Antonio Primo de Rivera es calificada por la derecha española como “bolchevismo de derechas”. Una vez terminada la guerra civil, la derecha reaccionaria franquista se apropió de la Falange, dejando morir a José Antonio bajo las balas de un pelotón de ejecución republicano.

Vaciada de su contenido revolucionario y social, los restos de Falange, reducidos a un mero decore externo, no sirvieron más que de excusa a un régimen reaccionario que se apoyaba principalmente en la Iglesia y el Ejército.

Por otro lado el fascismo difiere fundamentalmente del nacional-bolchevismo. Si los dos son una alianza de una ideología social y otra nacional, su diferencia fundamental estriba en su relación con el marxismo. Para el movimiento fascista, el marxismo es un rival en el camino que lleva a la revolución. Por lo tanto es necesario neutralizarlo y abatirlo de ahí la importancia dada al anti-comunismo en la ideología fascista. Para el nacional-bolchevismo, al contrario, el marxismo o el comunismo no son rivales, son como mínimo aliados y como máximo tendencias que es necesario integrar en un movimiento unitario. Este es el sentido profundo de la fusión nacional-comunista que quiere realizar el nacional-bolchevismo. Este es el recorrido político y doctrinal de los nacional-bolcheviques y nacional-comunistas, tanto en los años 20 y 30 como hoy.

NACIONAL-BOLCHEVISMO Y NACIONAL-SOCIALISMO: DOS OPOSICIONES IRREDUCTIBLES

Es necesario recordar la relación entre el nacional-bolchevismo y el nacional-socialismo, ya que ambos nacieron en la Alemania de Weimar, a inicio de los años 20. Lo que hemos dicho de las relaciones entre fascismo y nacional-bolchevismo, vale también para este caso.

Hay que referirse también a la distinción clásica hecha por el historiador italiano Renzo de Felice (42) que sitúa claramente a la izquierda los orígenes del fascismo italiano y a la derecha los del nacional-socialismo alemán. Estos dos movimientos habrían iniciado, desde un extremo diferente el mismo camino, para llegar a una solución similar: la realización de una ideología de tipo socialista y nacional.

La marca de la extrema derecha sobre el nacional-socialismo es innegable, cuando se examina su contenido racista. Esta claro que los fundamentos del pensamiento de la extrema derecha pangermanista y racista del siglo XIX están presentes desde el principio en el seno del nacional-socialismo. Son éstos los que hacen diverger profundamente al nacional-bolchevismo y al nacional-socialismo. Esta práctica racista, que consiste en particular en rechazar al mundo eslavo y ver en el este de Europa un territorio de expansión vital para el germanismo, llevaron obviamente al nacional-socialismo y al nacional-bolchevismo a posturas totalmente opuestas.

Después del advenimiento del III Reich, los nacional-bolcheviques se colocaron claramente en la oposición al nacional-socialismo. La mayor parte de ellos fueron perseguidos y encarcelador. Wolffheim morirá en un campo de concentración, mientras que Niekisch saldrá en penosas condiciones en 1945. Bajo el III Reich los nacional-bolcheviques estaban en una oposición declarada al régimen. Serán éstos, en particular los que apoyaron la red de espionaje filo-soviética, impropiamente llamada “Orquesta Roja”, apelativo totalmente impropio referido a quien no fue comunista sino nacional-bolchevique.

Algunos nacional-bolcheviques se hicieron un espacio en el III Reich y continuaron defendiendo, en la medida de sus posibilidades la teoría de una apertura al este. Serán en particular el caso del Frente Bund, dirigido en Hamburgo por el doctor Hessemaier, del que ya hemos hablado.

Será sobre todo el caso de Joseph Goebbels, ex-militante nacional-bolchevique, quien mirará al movimiento socialista pensando en realizar la pendiente revolución social. En el III Reich, el doctor Goebbels mantendrá marcadas simpatías hacia la U.R.S.S., y al final de la guerra, cuando la mayor parte de los dirigentes alemanes intentaron una paz separada con los anglosajones para seguir la guerra en el este, Goebbels intentará hacer tentativas en el sentido opuesto. A propósito no se puede dejar de citar sorprendentes palabras, extraídas de su diario de 1925: “Ningún zar ha comprendido nunca al pueblo ruso como lo ha hecho Lenin. Ha dado al ciudadano ruso aquello que éste ha visto siempre en el bolchevismo: la libertad y la propiedad” (43). Para después añadir: “El ligamen con occidente significa renuncia para siempre. Nosotros nos ponemos por lo tanto al lado de Rusia en la lucha por la libertad” (44).

MARXISMO-LENINISMO Y NACIONAL-BOLCHEVISMO

Es necesario recordar las relaciones entre el marxismo-leninismo, en cuanto ideología política, y el nacional-bolchevismo. Si dirigentes comunistas, como Karl Radek, mostraron su interés por el nacional-bolchevismo, la escuela oficial marxista-leninista rechazó esta tendencia. Desde el 1919, los espartaquistas, corriente oficial representada en la Internacional, habían comenzado a expulsar de sus cargos a los nacional-bolcheviques. Éste fue el origen de la escisión en el K.A.P.D., ya recordada a propósito del grupo hamburgués de Laufenberg y Wolffheim. Después de 1920, éstos fueron excluidos del propio partido, el K.A.P.D. El nacional-bolchevismo se debió desde entonces y hasta el inicio de los años 30, convertirse en Alemania en una tendencia proviniente únicamente del campo nacionalista.

La escuela marxista-leninista estaba (y estará siempre) extremadamente a disgusto con el nacional-bolchevismo. En efecto, le parecía una carencia en su propia doctrina. El Komitern, la Internacional Comunista entonces dirigido por Lenin, a propósito de la revolución mundial desarrolló en efecto dos tácticas diferentes. Para los países desarrollados se trataba de lanzar una revolución de tipo soviético a partir de las fuerzas proletarias. Para los países colonizados o semi-colonizados, que hoy llamaríamos en vías de desarrollo, la Internacional y el propio Lenin desarrollaron por el contrario una estrategia de tipo nacional-revolucionario o nacional-comunista. Se trataba de buscar la unidad entre revolucionarios nacionalistas y comunistas. Mao debía dar a esta teoría su pleno desarrollo y darle una inesperada posteridad histórica.

Nación desarrollada y capitalista, la Alemania de los años 20 no podía, evidentemente entrar en esta categoría leninista.

La posición de los primeros nacional-bolcheviques en el enfrentamiento con el comunismo es también múltiple. El nacional-comunismo hamburgués, por ejemplo, representa una auténtica fusión entre los valores nacionalistas y una ideología leninista. Los nacional-bolcheviques llegados de otros ambientes, como por ejemplo Niekisch, habrían por el contrario desarrollado tendencias políticas que tendrían a la unidad de revolucionarios nacionalistas y comunistas en un camino unitario contra la República de Weimar, y en política exterior auspiciaban una unión entre Alemania y la U.R.S.S. contra las potencias de la Entente con una voluntad de revancha y de renacimiento de la patria alemana.

Habría que hablar de la corriente del profesor Friedrich Lenz, con su revista “Der Vorkampfer” para ver reaparecer una auténticamente nacional-comunista. El profesor Lenz entre 1930 y 1933, en efecto desarrolló una síntesis original que fundirá la ideología marxista y nacionalista. A partir de conceptos marxistas desarrolló en particular una interesante teoría económica, que partía tanto de las teorías de Marx y las de Friedrich List, el gran teórico alemán del “nacionalismo económico”.

En particular Lenz escribió “Tenemos por objetivo, como dice Hegel, ceñir nuestra época mediante el pensamiento, para adquirir conocimiento de las bases sistemáticas, es decir a partir de la teoría, tener la capacidad de ordenar políticamente las contradicciones sociales. En esta síntesis, Hegel será complementado con Lenin y List con Marx. Ningún análisis de las transformaciones internacionales de estructura puede escaparse a tales guías” (45).

Este es, después de los trabajos del grupo hamburgués, un típico ejemplo de fusión entre el marxismo y el nacionalismo-revolucionario. A propósito de las teorías de Marx, Lenz afirmó en particular que “su análisis científico de la realidad económica es un arma indispensable también para el nacionalismo” (46).

Se distinguen por lo tanto dos tendencias divergentes a propósito del marxismo-leninismo en el seno de la que comúnmente se llama la corriente nacional-bolchevique.
 
De una parte una tendencia a no ver en él más que un aliado táctico. Este fue el sentido del debate entre intelectuales de extrema derecha y comunistas tanto en los años 20 como hoy. Estos intelectuales de extrema derecha permanecieron, no obstante fundamentalmente opuestos al marxismo.

La segunda tendencia, que se dio en el grupo hamburgués de Wolffheim y Laufenberg así como el del profesor Lenz, es la que intenta una fusión doctrinal utilizando los conceptos comunes tanto a la ideología nacionalista como al marxismo-leninismo.

Los trabajos doctrinales de Jean Thiriart desde comienzos de los años 80 y los desarrollados desde el mismo período por el P.C.N. asumen esta última tendencia. A este propósito, este partido debió presentar al Comunitarismo como una “ideología de síntesis que quiere fundir ideologías marxista-leninistas y nacional-revolucionarias. En una síntesis doctrinal ofensiva: el socialismo del siglo XXI” (47).

REVOLUCIÓN CONSERVADORA Y NACIONAL-BOLCHEVISMO

Las relaciones entre la Revolución Conservadora y el nacional-bolchevismo deben ser aclaradas. El término Revolución Conservadora designa en efecto a una corriente política presente en la Alemania de Weimar y se le llamó así debido al estudio que le consagró Armin Mohler en 1950 (48). La expresión fue usada anteriormente por Arthur Moeller Van Den Bruck, uno de los teóricos de la época.

El profesor Louis Dupeux, en su tesis sobre el nacional-bolchevismo dedica gran parte al análisis de las relaciones entre esta corriente y la Revolución Conservadora a la que calificó como sustento ideológico del nacional-bolchevismo” (49). Es esto la principal crítica que se le puede hacer a su obra. Para el profesor Dupeux el nacional-bolchevismo es una tendencia radical de la Revolución Conservadora. Esta relación la establece a partir de cierto número de convergencias en símbolos y de vocabulario común que se dan en ambas tendencias. Sin embargo esta asimilación es totalmente inadecuado.

En efecto la Revolución Conservadora, en cuyo primer plano encontraremos el pensamiento de Moeller Van Der Bruck (50) o de Spengler (51) se basa principalmente en un rechazo fundamental del bolchevismo y en una visión romántica e idealizada de una pasada edad de oro. Y estas, además de las características de los movimientos conservadores en Europa y en particular en Francia.

En oposición a ésta, el nacional-bolchevismo es no sólo una ideología revolucionaria, que busca la alianza o la fusión doctrinal con el bolchevismo, sino que además las tesis nacional-bolcheviques son de una sorprendente actualidad (nunca miran al pasado) ya sean las tesis a favor de la economía autárquica de los grandes espacios de la economía de potencia, de la definición del Estado o de la glorificación de la técnica.

Así pues la cuestión de la convergencia de vocabulario o las relaciones entre individuos no nos deben engañar por poner un ejemplo, no porque los social-demócratas y los bolcheviques se refieren ambos al marxismo son de una misma escuela política.

Basta, por otra parte, ver las actuales posiciones de los herederos del nacional-bolchevismo y de los de la Revolución Conservadora. Hoy, los principales corrientes nacional-comunistas en Europa se definen como enemigos declarados de la extrema derecha conservadora, y lo hacen expresamente partiendo de las mismas posiciones de sus antecesores de los años 20 y 30 (52).

NACIONALISMO-REVOLUCIONARIO Y NACIONAL-BOLCHEVISMO: DOS CORRIENTES DE UNA MISMA FAMILIA

Es asimismo indispensable precisar las relaciones entre el nacionalismo revolucionario y el nacional-bolchevismo. El nacionalismo revolucionario, fue una importante corriente política presente en la mayor parte de los países europeos en los años 20. En la Alemania de Weimar, y en particular con los hermanos Jünger y su “neo-nacionalismo” representó una corriente intelectual y política que tuvo una importante resonancia.

El nacional-bolchevismo se debe situar a la vez dentro y fuera de esta corriente, de la que representa la expresión más revolucionaria. Por otra parte es el nacional-comunista Laufenberg quien usa por primera vez la expresión de “Nacionalismo Revolucionario”: “Dentro del Partido Nacional Alemán comienza la reparación de los ambientes más activamente idealistas de la intelectualidad que siempre habían sido los grandes defensores de la idea nacial y entre los cuales, su vanguardia reconoce hoy que en las actuales condiciones generales de los objetivos nacionales, éstos no pueden realizarse más que con medios revolucionarios. Así los laboratorios intelectuales son atraídos hacia los movimientos comunistas… El movimiento nacional-revolucionario y el movimiento social-revolucionario se aproximan uno al otro: no tienen una organización común, pero su encuentro político se realiza en la práctica” (53).

En la época actual las dos corrientes políticas van siempre estrechamente ligadas. Los actuales nacional-comunistas se sitúan ellos mismos dentro del campo nacional-revolucionario. Este es, por ejemplo, el camino del movimiento Nouvelle Résistance en Francia, del Frente Nacional-Bolchevique en Rusia, de Orion en Italia o de Alternativa Europea en España que se presentan abiertamente como una síntesis de las ideologías nacional-comunistas y nacional-revolucionarias.

Conviene también precisar las relaciones entre estas dos corrientes. El nacional-comunismo es de hecho un desarrollo radical y ultra-revolucionario del nacionalismo revolucionario propio. El nacionalismo-revolucionario mantiene en efecto ciertas aprensiones en su relación con el marxismo-leninismo, al que considera todo lo más como un simple aliado.

El nacional-comunismo, realiza, una fusión ofensiva entre dos corrientes ideológicas, en una síntesis dinámica.

NACIONAL-BOLCHEVISMO Y “NAZISMO DE IZQUIERDA”

Es preciso analizar lo que se ha dado en llamar el “nazismo de izquierda”, cuyas figuras más destacadas fueron los hermanos Otto y Gregor Strasser, representantes del ala socialista y revolucionaria del movimiento nacional-socialista. Éstos se opusieron a Hitler desde el inicio del movimiento. Gregor fue asesinado durante la purga del 30 de julio de 1934 (la célebre “noche de los cuchillos largos”) mientras que su hermano Otto animará un movimiento nacional-socialista de izquierdas de resistencia al régimen hitleriano, el “Schwarze Front” (Frente Negro) (54).

Al inicio de los años 60, y esto es lo que más nos interesa en este estudio, Otto Strasser, conquistado para la causa unitaria europea (55), concederá dos entrevistas a las publicaciones de Joven Europa, hacia las que manifestará sus simpatías (56).

El nazismo de izquierda no fue sin embargo parte de la corriente nacional-bolchevique. Como éste hace prueba de una voluntad de apertura al este y se opone a todas las “cruzadas” contra la U.R.S.S. (en esto se opone a las teorías hitlerianas de la “Drang nach Osten”) manifiesta también una notable voluntad socialista. Pero sus posiciones en la relación con el marxismo-leninismo le alejan fundamentalmente del nacional-bolchevismo. En efecto, para los nacional-socialistas strasserianos, se trataba de sacar a las masas proletarias del marxismo, para llevarlas al campo del nacional-socialismo. No se trata por lo tanto de una voluntad de alianza con los comunistas o de fusión con ellos.

El profesor Dupeux escribió en este sentido: “No es correcto asimilar a Otto Strasser al nacional-bolchevismo como muchos hicieron en su época y todavía hoy hacen muchos autores” y añade: “Si la izquierda nacional-socialista se refería sinceramente a la lucha de clases y buscaba la cohesión de las masas proletarias su objetivo implícito era el consolidamiento o más bien el advenimiento de las clases medias” (57).

La expulsión de los hermanos Strasser del partido nacional-socialista (N.S.D.A.P.) no impedirá que ciertos nacional-socialistas de izquierda se hicieran una posición en el partido. Será en particular el Doctor Goebbels, ex-secretario de Gregor Strasser, quien se convertirá en Ministro de Propaganda y de Cultura Popular, sin renunciar sin embargo a sus orientaciones socialistas y revolucionarias.

NI IZQUIERDA NI DERECHA: EL NACIONAL-BOLCHEVISMO CONTRA EL SISTEMA

A propósito del nacional-bolchevismo, el profesor Dupeux escribió: el nacional-bolchevismo es ciertamente la mas ambigua de las creaciones del vocabulario político de la República de Weimar” (58). Y las dudas asaltaron tanto al historiador como al periodista cuando trata de caracterizar las posiciones nacional-bolcheviques. “¿Se trata de la extrema derecha, de la extrema izquierda o de la extrema izquierda de la extrema derecha?”.

En 1960, el primer libro importante consagrado a esta realidad por Otto Ernst Schuddekop fue titulado “Liben leute von rechts” que se puede traducir como “gente de izquierdas de la derecha” (59). Un título que revela todo la ambigüedad del fenómeno cuando se intenta explicar con las categorías tradicionales del tablero político de los regímenes occidentales de la época moderna. ¿Los nacional-bolcheviques son los fascistas de extrema izquierda o los bolcheviques de la extrema derecha?.

Lo absurdo de la pregunta y de los vocablos utilizados muestra claramente que la clasificación política derecha/izquierda es totalmente incapaz de reflejar la realidad de ideologías revolucionarias y atípicas como lo son las ideologías nacional-bolchevique o nacional-comunista.

Y no se puede dejar de pensar en la célebre cita del gran filósofo español Ortega y Gasset, citada frecuentemente por los nacional-bolcheviques contemporáneos: “Ser de izquierdas o ser de derechas son dos formas que se ofrecen al hombre para ser imbécil, ambas son dos formas de hemiplejia moral” (60).

El nacional-bolchevismo o la “convergencia de los extremos, el pasar de uno al otro, la fusión entre los representantes de ambos” son fenómenos explicables para quien razone con las clasificaciones políticas clásicas del régimen que van de la extrema derecha a la extrema izquierda donde derecha o izquierda se presentan como campos opuestos e irreductibles. Fascismo o Estalinismo, bolchevismo o extrema derecha no pueden encontrarse jamás y toda convergencia aparece, a los ojos de los especialistas del “prêt a penser” conformista, como contranatura.

El escritor polaco Malynske opone la unidad de acción entre los extremos al compromiso histórico y denuncia claramente la coincidencia de interés que unen a la burguesía y la burocracia de partidos y sindicatos de régimen: “Contra este bloque de la insolencia democrática, de la rapacidad financiera y de la dominación, debe surgir el bloque de la extrema izquierda y de la extrema derecha” (61). Pone igualmente el acento sobre una “cierta afinidad profunda entre los que se llaman extrema derecha y extrema izquierda, pues por extraño que parezca son precisamente las dos partes del tablero social contemporáneo entre los cuales si no se mira superficialmente, no existen en realidad intereses irreductibles, ni antítesis de aspiraciones. Al contrario, esta irreductibilidad y esta antítesis existen necesariamente entre las dos partes en el enfrentamiento de la burguesía” (62).

UN PRECURSOR: GEORGES SOREL

No se puede recordar los diferentes corrientes nacional-bolcheviques o nacional-comunistas, ya sean de los años 30 o de la época actual, sin recordar la figura de Georges Sorel, el gran teórico del socialismo y del sindicalismo revolucionario (63). Georges Sorel es una figura casi única en la intelectualidad francesa de finales del siglo XIX y principios del XX.

A partir de 1907, Georges Sorel, opositor al régimen demoplutocrático burgués y al sistema liberal dominante en Francia, será el alma de un acercamiento entre los que desde la extrema derecha y la extrema izquierda rechazaban al sistema, es decir, los nacionalistas, cuya figura emblemática era Maurice Barrés, los monárquicos de Charles Maurras, y los sindicalistas revolucionarios provinientes de la corriente blanquista de izquierda (64).

A través de las revistas, la “Revue critique des idées et des livres” (1907), “La cité francaise” (1910) y después “L’Independence” (1911-1913). Georges Sorel será el artesano de una importante agitación intelectual en la que participarán tanto los teóricos del nacionalismo integral monárquico maurrasiano como los nacional-revolucionarios como Maurice Barres, los pre-fascistas como Georges Valois, así como también numerosos sindicalistas y teóricos de la extrema izquierda, en particular Edouard Berth y Daniel Halevy.

La influencia y la repercusión de Sorel en Europa, es frecuentemente reconocida sobre Lenin. Mussolini reconocerá siempre su deuda con este gran teórico socialista. El provenía de los cuadros del socialismo revolucionario de inicios de siglo. Después de la guerra, la influencia de Georges Sorel se dejará sentir también en el movimiento fascista francés de Georges Valois. Pero sobre todo, sus teorías encontraron una importante prolongación en las tendencias nacional-revolucionarias y nacional-bolcheviques que aparecieron en la Alemania de los años 20 y 30 (65).

Sorel fue el teórico de la “huelga general” en la que veía el medio para derribar el régimen burgués. No se puede dejar de aproximar sus concepciones a la de los nacional-comunistas hamburgueses Wolffheim y Laufenberg, para los que la acción parlamentaria debía desaparecer ante la “huelga de masas” capaz de obligar al estado burgués a retirarse progresivamente hasta que el proletariado ejerciera definitivamente su dictadura.

Georges Sorel no llegó a ver los importantes efectos de su influencia doctrinal, morirá en 1922 sin ver el desarrollo de la U.R.S.S. ni la victoria de Mussolini en Italia. El mismo día de su muerte el Gobierno Bolchevique del nuevo Estado Soviético y el Estado Fascista Italiano intentaron ocuparse de su entierro. La imagen final de un destino sorprendente que muestra como las nociones de “derecha” e “izquierda” poco representan para un pensador revolucionario.

En particular, Sorel fue con Georges Valois, el animador del “Círculo Proudhon” y agrupaba a monárquicos, nacionalistas y sindicalistas revolucionarios.

Un camino que no puede sino recordar al de la actual oposición patriótica rusa que agrupa tanto a comunistas como nacionalistas-revolucionarios y monárquicos rusos. A este respecto es particularmente relevante el número 1 de la revista “Elementy” animada, por Aleksander Duguin, que muestra las tres banderas de la oposición patriótica unida en la bandera roja comunista, la bandera tricolor (66) con el águila bicéfala de los monárquicos y la bandera negra de los nacional-revolucionarios (67).

DEL CONFORMISMO AL INSULTO: EL ACTUAL “DEBATE” EN LA PRENSA

En la introducción a este artículo hemos recordado el fenómeno periodístico que en el verano de 1993 ha propiciado el nacional-bolchevismo. Un pseudo-debate se ha abierto en los grandes periódicos franceses, desde “Liberation” (67) a “Le Monde” (68), “Globe” (69) y “L’Evenement de Jeudi” (70) y que luego a pasado a periódicos de otros países como Bélgica, Italia y España (71). Este debate surgió como un ajuste de cuentas interno de Georges Marchais a la cabeza del partido. Ha tenido también origen en una campaña de prensa surgida meses antes en Alemania a propósito de un gran escándalo político surgido por el encuentro de uno de los vice-presidentes del Partido de la Democracia Socialista, el P.D.S. (nuevo nombre del Partido Comunista Alemán) con uno de los responsables de Ofensiva Nacional, una formación clasificada como de extrema derecha.

A propósito de esto, los periodistas alemanes hablan de nacional-bolchevismo y denuncian la “tentación” que en este sentido existe en Alemania. en especial “Der Spiegel” le consagró varios artículos.

Este debate alemán tuvo también eco hace algún tiempo con ocasión de la publicación de un artículo titulado “National-Bolchevisme, un spectre allemand” en el número 87 de la revista “Les dossiers de l’Historie” (72). Contrariamente a los artículos ya recordados, este artículo representa un estudio un poco más serio, habiendo claramente atendido a la tesis del profesor Louis Dupeux, aunque sin citarla nunca. Este artículo sin embargo carece de profundidad histórica, pues solo ven en el nacional-bolchevismo una tentativa alemana, ya sea la de los años 29-30 o la de hoy en día los autores del artículo ignoran visiblemente la expansión del fenómeno nacional-bolchevique en la Europa de los años 60 y en particular la actual realidad de varios países de Europa.

El pseudo-debate en los grandes periódicos se ocupa solamente con un fin polémico, se ocupó solamente con un fin polémico (visiblemente de uso interno en el Partido Comunista Francés, donde permite un argumento contra las facciones opuestas) de la convergencia entre ciertos intelectuales de la nueva derecha, como Alain de Benoist y los intelectuales comunistas. Desde estos artículos también se “acusa” a algunas revistas no conformistas como “Le Choc du Mois” o “L’Idiot International” publicado en París por el valiente no conformista dotado de un especial talento Jean-Eden Hailler (73) donde escriben tanto pensadores clasificados de “comunistas” como escritores de extrema derecha.

Sea por ignorancia, por voluntad de censura, los periodistas que escriben estos artículos evitan continuamente hablar de la otra realidad del fenómeno nacional-comunista a finales de este siglo XX, es decir de las diferentes realidades políticas como las organizaciones integradas en el Frente Europeo de Liberación.

La falta de dignidad de la mayorías de estos artículos no merece perder el tiempo con ello visto y caen fácilmente en el insulto y la injuria política.

En este sentido es necesario todavía revelar una “perla”. En el semanal “Globe” del 7 de julio de 1993, un tal Laurent Dispot dirige una carta abierta panfletaria a Georges Marchais, calificándolo como “comunista nacional Messerschmit” (74) y se refugia en el refrito de la vieja fábula del “partido de los fusilados” (el autor ignora sin duda que la colaboración fue también, y en gran medida, un asunto de la izquierda y la extrema izquierda, comunistas incluidos). Dispot propone, como remedio al peligro “nacional-comunista” que él denuncia, la unión europea y lo que el llama “un socialismo europeo”. Es verdaderamente notable que en artículos que se pretenden bien informados, un periodista simplemente ignora que la mayoría de los movimientos nacional-comunistas contemporáneos, desde Lisboa a Moscú, defienden esta construcción europea en línea con Joven Europa y en un sentido mucho más profundo que no los tímidos avances de la social-democracia europea presentados como panacea universal. Es cierto que el autor no ha oído sin duda hablar nunca ni de Jean Thiriart, ni de la Escuela Euro-Soviética.

El tono general de esta campaña de prensa se pone en evidencia al ver citar en repetidas ocasiones como obra de referencia “Los lenguajes totalitarios” de Jean Pierre Faye, publicado en 1972 (75) y redactado sobre la base de una documentación incompleta y a menudo interesada, obra llena de errores que el profesor Louis Dupeux denunció ya en su tesis. Es sintomático que esta última obra de consulta, la única existente hasta ahora, no se cita ni una sola vez en los numerosos artículos aparecidos en la prensa durante el verano de 1993.

Es revelador también que no se citen ni un sola vez en estos artículos el nombre de los nacional-comunistas hamburgueses de 1918, Wolffheim y Laufenberg. Es cierto que estos fueron auténticos comunistas, que estuvieron en el origen del primer movimiento nacional-comunista en Alemania y Europa. Es también cierto que la trayectoria de Laufenberg dentro de la corriente doctrinal comunista es importante y extremadamente incómoda para los especialistas conformistas del prêt a penser, como subraya Louis Dupeux: “Vemos como la tesis de la “aplastante mayoría del pueblo” adoptado por Laufenberg, será recogida -y por dos veces- por los comunistas ortodoxos” (76).¡Una tesis que será la base del trabajo de los juristas constitucionales soviéticos hasta hoy en día! (77).

La otra característica principal de este debate intelectual es su excesiva positividad. Los numerosos artículos son en efecto consagrados a algunas figuras de los ambientes intelectuales parisinos (los pocos autores rusos citados, lo son para contribuir al debate del microcosmos parisino). La dimensión europea del nacional-bolchevismo contemporáneo, su verdadera dimensión política más allá de cualquier cenáculo de intelectuales parisinos, es totalmente ignorada en esta campaña de prensa.

LA ALTERNATIVA NACIONAL-BOLCHEVIQUE

El fracaso del sistema político dominante es cada día más sorprendente. La economía mundial capitalista, bajo la hegemonía de EE.UU., ha proclamado su victoria sobre el sistema comunista, pero al mismo tiempo ha llegado al estadio final de su decadencia. La economía a escala mundial no es posible. La imposibilidad de apertura de nuevos mercados conduce inevitablemente a la formación de gigantes económicos y a la guerra entre ellos.

La dialéctica nacional-bolchevique es de hecho una respuesta a la degradación de la situación social, económica y política actual, al fracaso del sistema educativo, a la incapacidad de asegurar el pleno empleo, al crecimiento de la pobreza y del desempleo, al retorno de la miseria social, que cada día señalan el fracaso del sistema capitalista y de la partitocracia de los pseudo-demócratas que la encarnan. La alternativa nacional-bolchevique es la respuesta al fracaso del modelo americano, con su pretensión de dominar la economía mundial y su voluntad de jugar el papel de gendarme del mundo.

CONTRA EL DESBOCAMIENTO DE LA OPOSICIÓN AL SISTEMA. LA DIALÉCTICA NACIONAL-BOLCHEVIQUE

La oposición al Sistema, en toda Europa, está atomizado desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Las reacciones son a menudo locales, regionales de tipo “poujadista”, es decir, sin voluntad revolucionaria, sin cohesión, sin planificación. Esto es lo que hasta hoy ha salvado al Sistema. La oposición al Sistema que comprende un amplio arco político-social, comprende tanto a la oposición nacional (en la extrema derecha), como a la oposición comunista (en la extrema izquierda), la oposición neo-poujadista de las clases medias o la oposición de las diferentes corrientes ecologistas, no desemboca en ninguna amenaza real hacia el Sistema. Estando estas oposiciones enfrentadas entre ellos, y no habiendo coordinación entre los mismos, son reabsorbidos por el Sistema movimiento a movimiento, contestación a contestación.

La dialéctica nacional-bolchevique quiere responder al fracaso de las oposiciones aislados, un fracaso que revela claramente que en la oposición al Sistema falta más cerebro que corazón. Y como ha subrayado Lenin, Gramsci y Thiriart, un partido revolucionario. Sin partido revolucionario, no hay revolución, sin unificación revolucionaria, política, organizativa y teórica, nada de unificación de la oposición. La cuestión clave de esta unidad de la oposición al Sistema y de su estructuración es el centro del debate abierto por el nacional-bolchevismo, tanto a comienzos de los años 20 como en este final del siglo XX.

¿ALIANZA PARDO/ROJA O FRENTE UNIDO NEGRO/ROJO/VERDE?

La prensa del Sistema, con la intención de desacreditar la alternativa nacional-bolchevique, ha elaborado grandes titulares sobre la alianza de los sediciosos “pardos” y “rojos”, alejados de toda realidad política. Es evidente para cualquier observador lúcido, o simplemente honesto, que el punto central del nacional-bolchevismo no es en absoluto una alianza entre sediciosos neonazis y comunistas arcaicos, sino la unidad de las fuerzas dinámicas de la oposición al Sistema: los “pardos”, los nostálgicos neonazis, no tienen ningún puesto en esta unión y no son más que simples marionetas animadas por los servicios secretos de Washington o Tel Aviv, para sembrar en Europa el odio y la división.

Hoy la finalidad de la estrategia nacional-bolchevique es organizar la revuelta, canalizar el descontento. Es cierto que cuando los pseudo-movimientos de oposición situados en la extrema derecha (como el Frente Nacional francés o el M.S.I -hoy Alianza Nacional-) o los ecologistas, hayan dado prueba de su incapacidad para organizar esta revuelta y de convertirse en una alternativa al Sistema, el camino estará ya por fin abierto a un movimiento auténticamente revolucionario. Será la hora del nacional-bolchevismo. En este sentido el ejemplo de la Revolución Rusa de 1917 está lleno de significado histórico. Después de los liberales de febrero, después de Kerensky, llegaron los bolcheviques y la Revolución de Octubre.

HOY, EN TODA EUROPA, LOS MILITANTES NACIONAL-BOLCHEVIQUES PREPARAN SU OCTUBRE

NOTAS
(1) Louis Dupeux, “Strategie Comuniste et dynamique conservatrice sur les differents sens de l’expression “National-Bolchevisme” en Allemagne, sous la Republique de Weimar (1919-1933)”, tesis presentada en la Universidad de Paris 1 el 28 de noviembre de 1974, Ed. Libreire Honoré Champion, Paris 1976.
(2) “Les compagnos de route de la galaxie national-bolchevique” en “Liberation”, Martes, 29 de junio de 1993.
(3) Pol Mathil, “Fiction politique ou politique sans fiction? L’alliance des bruns et des rouges” en “Le Soir”, 3/4 de julio de 1993.
(4) Sobre Joven Europa: Yannick Sauveur “Jean Thiriart et le National-Communitarisme europeén”, tesis presentada en la Universidad de Perugia en 1978. Tercera edición en cuatro volúmenes, Ed. Machiavel, Charleroi 1985 y “Dossier Jean Thiriart” en “Vouloir” nº 97, enero-marzo de 1993.
(5) Sobre el Partido Comunitario Nacional-Europeo y su discurso político y doctrinal, consultar una breve y honesta síntesis de Manuel Abramowicz, “L’etrange P.C.N.” en “Republique” nº 5, octubre de 1992.
(6) Louis Dupeux, op. cit, capítulo III “Chantage au bolchevisme et bolchevisme allemand au printemps 1919″ p. 67.
(7) El 6 de noviembre de 1918 estalla la revolución comunista en Hamburgo. Militante de extrema izquierda, Wolffheim juega un papel de primer plano, tomando la cabeza de soldados y mineros amotinados. Es en Hamburgo donde se proclama la República Socialista por primera vez en Alemania. Un “Consejo provisional de obreros y soldados toma el mando de la revolución. Laufenberg, también él militante comunista, es elegido presidente del Consejo.
(8) Durante el congreso clandestino del K.P.D. en Heidelberg, en octubre de 1919, la dirección spartakista (Levi) obtiene fraudulentamente la exclusión del grupo hamburgués, opuesto a la dirección del Partido. Los excluidos hamburgueses se llevan a la mayoría de los adheridos al K.P.D. que rápidamente pierde más de la mitad de sus 100.000 afiliados. En abril de 1920 se creó el K.A.P.D., del cual Wolffheim y Laufenberg fueron brevemente los líderes. Ante la importancia de la escisión el Komitern, a pesar de su estatuto, debe aceptar la adhesión de este segundo partido comunista a la Internacional. Ésta se convirtió en un escenario donde se enfrentaron el K.P.D. y el K.A.P.D., el primero de los cuales fue el que finalmente prevaleció y se quedó sólo.
(9) L. Dupeux, op. cit., capítulo IV “1923, La crise de la Rhur et la ligne Schlageter del Partido Comunista Alemnán” p. 207.
(10) La posición de Radek frente al nacional-bolchevismo evolucionó rádicalmente. En 1919, es un adversario declarado de los nacional-comunistas hamburgueses. Cuatro años más tarde, en el seno del Komitern defiende la política de la mano tendida a los nacionalistas.
(11) El 9 de mayo de 1923, el consejo de guerra francés de Dusserldorf condena a muerte al lugarteniente Schlageter, jefe de los cuerpos francos, por sabotaje. Schlageter ajusticiado, es el primero. Este hecho tendrá una fuerte repercusión en Alemania. Hitler hizo de Schlageter el primer martir de su causa.
(12) “Der wanderer ins nichts”, novela de F. Fresa que pone en escena la muerte de un lugarteniente de los cuerpos francos contra los comunistas espartaquistas.
(13) “Warren Lerner, Karl Radek, the lasts internationalist”, Standord, 1970.
(14) Sobre la obra revolucionaria de Joven Europa: “De Joven Europa a las Brigadas Rojas”, ed. Alternativa Europea, 1995.
(15) Jean Thiriart, “Vers una paralyse du Régime” en “Jeune Europe” nº 22, junio de 1965, pag. 2
(16) En partiular en 1975, declaraba en una entrevista a la revista universitaria “Les Cahiers du C.D.P.U” nº 12: “He comenzado, muy joven, como sabéis un “camino”, mi “busca del Graal político” en el Partido Comunista. Era en los tiempos de Stalin”.
(17) Ver la reflexión de Marcel Ponthier, titulada “Influences” en “La gran nation. L’Europe de Brest a Bucarest”, Bruselas, octubre de 1965.
(18) Jean Thiriart, con el seudónimo Tisch, “L’Europe et l’U.R.S.S., un Rapallo européen: porquoi pas?” en “Nation Belguique/Jeune Europe” nº 85, 2 de marzo de 1962.
(19) Jean Thiriart, “La grande nation, l’Europe unitaire de Brest a Bucarest”, op. cit., pag. 60.
(20) Sobre las relaciones entre el Comunitarismo y la economía socialista: Luc Michel “Le avenir du Socialisme, le Socialisme de l’avenir: le Communautarisme national-européen” en Jean Thiriart y L. Michel, “Le socialisme communautaire” nº especial de “Conscience Européenne. nº 4, 1985.
(21) Jean Thirirat, “106 questions sur l’Europe. Entretiens avec le journaliste espagnol B. G. Mugarza”, Ed. Machiavel, 1985.
(22) Jean Thiriart, “Echiquier mondial et national-communisme”, en “La nation européenne”, nº 11, 15 de noviembre de 1966, p. 13.
(23) Revista “Medunarodna Politika” Belgrado nº 392/393, Agosto 1966.
(24) “De Joven Europa a las Brigadas Rojas” op. cit. y J. Cuadrado y L. Michel, “Revolution Européene ou Tradition?” nº especial de “Conscience Européene” nº 12.
(25) ?
(26) ?
(27) Claudio Mutti, notas complementarias a la segunda edición de “La Desintegración del Sistema” de G. Freda, ed. Alternativa Europea. pp. 53-54.
(28) Yannick Sauveur, “L’Organisation Lutte du Peuple, un mouvement national-bolchevik?”, Conferencia de ciencia política París, sin fecha, pag. 11.
(29) Ibid, pag. 3.
(30) Ibid, pag. 22.
(31) Sobre la trayectoria del P.C.N. cfr.: Manuel Abramovicz, “Le longe marche du P.C.N.” en “Extreme droite et antisemitisme en Belgique de 1945 a nous jours”. Editions EPO, Bruselas, 1993. pp 45-49 y Thierry Mudry, “Quand un homme classé a l’extreme droite utilize le corpus doctrinal marxiste-leniniste. La notion de Parti historique révolutionnaire au P.C.N.” en “Vouloir”, nº 32, otoño 1986.
(32) L. Michel, “P.C.N. européen jusqu’a Vladivostok”, entrevista en el diario socialista “Le Peuple” 13 y 15 de septiembre de 1985.
(33) Cfr. “L’extreme droite francophone face aux elections du 24 novembre 1991″ en “Courrier Hebdomadaire du CRISP”, nº 1350, mayo 1992 y “Droit de réponse du P.C.N.” suplemento del “Courrier du CRISP” nº 1353, mayo 1992.
(34) C. Boursellier, “Des nationalistes… prosovietiques” en “Les enemies du systeme” Ed. R. Laffent, Paris 1989 y “National.communisme: le socialisme sans lutte des clases” en “Extreme droit, l’enquete”, ed. F. Bounin, Paris, 1992.
(35) Manuel Abramowicz, op. cit.
(36) “Belgium” en “Antisemitism World Report 1993″, Institute of Jewish Affairs, 1993.
(37) “Comunicato nº 1 sulla constituziones del Fronte Nazional-Bolscevico” en “Orion”, nº 106, p. 32.
(38) C. Bouchet, “Résistance européenne, la retour de Jean Thiriart”, en “Nationalisme et République”, julio 1993.
(39) Cfr. L. Michel, “On va l’opposition nationale-européene?” nº especial de “Nation Europe”, julio 1993.
(40) “Comunicato nº 1 sulla constituzione del Fronte Nazional Bolscevisco” en “Orion” nº 106 p. 32.
(41) Ibid.
(42) Renzo de Felize “Cles pour comprendre le Fascisme”. Editions Seghers, Bruselas.
(43) J. Goebbels en “Nationalsozialistische Briefe” 15 de octubre de 1925.
(44) Ibid.
(45) L. Dupeux, op. cit. cap. XVII “Entre Bismarck et Karl Marx, le Vorkämfer” p. 433.
(46) Ibid.
(47) “Actes du IIéme Congrés du P.C.N.”, junio de 1986, Charleroi, 1986.
(48) Armin Mohler, “La Rivoluzione Conservatrice”, Akropolis, 1990.
(49) L. Dupeux, op. cit. , cap. I, “La revolution conservatrice arnere plan ideologique du national-bolchevisme”.
(50) Arthur Moelle van den Bruck es en particular el autro de un libro de gran repercusión en la República de Weimar titulado “El III Reich”, una de las obras de referencia de la Revolución Conservadora. Después de 1933 Hitler se apropió de esa esta expresión y le dio otro significado.
(51) Sobre los teóricos de la Revolución Conservadora (y también del nacional-socialismo) cfr. E. Vermeil, “Doctrinaires de la Revolution Allemande”, N.E.C., Paris.
(52) “Sobre la lucha de los nacional-comunistas de hoy contra la extrema derecha” cfr. “Droit de réponde du P.C.N., en “Le Soir”, mayo de 1993.
(53) Citado por L. Dupeux, op. cit.
(54) Otto Strasser, “Le Front Noir contre Hitler”, Ed. Marbout, Verviers, 1972.
(55) Strasser era en particular el autor de un libro titulado “Europaische Föderation. Die Schweiz als Vorbild Europas”, publicado en 1936, Reso-Verlag, Zürich, donde auspicia el modelo suizo como referente para la unificación europea.
(56) “Nation Europe”, 4 de marzo de 1962 y “La Nation Européene” nº 13, 15 de enero de 1967.
(57) L. Dupeux, op. cit. cap. XX “Otto Strasses e’fait-il national-bolcheviste?” pag. 493.
(58) L. Dupeux, op. cit. cap. I.
(59) Otto-Ernst Schuddenkopf, “Linke leute von rechsts. Die national-revolutionäre minderheiten un der kommunismus in der Weimarer Republik, Stuttgart, 1960.
(60) José Ortega y Gasset, “La rebelión de las masas”.
(61) E. Malynski, “L’empreiinte d’Israel”, Paris, p. 38-41.
(62) Ibid.
(63) Sobre Sorel cfr. Fernand Rossignol “Pour connaitre la pensée de G. Sorel”, Bordas, Paris, 1948.
(64) Cfr. Zeev Sternhell, “La droite revolutionnaire, 1885-1914″, Sevil, Paris, 1973.
(65) Cfr. M. Freund, “Georges Sorel. Der Revolutionäre Konservatismus”, ed. Vittorio Klostermann, Frankfurt/Main, 1972.
(66) En cuanto a la bandera tricolor usada por los nacional-bolcheviques en Rusia no es la blanca azul y roja, diseñada por el zar Pedro I en 1667, partidario de una occidentalización de Rusia, sino la negra, amarilla y blanca deseñada en tiempos del zar Alejandro III por un primer ministro alemán y que representó de 1858 a 1883 al Imperio Ruso. También aparece en las manifestaciones nacional-bolcheviques junto a ésta última y la bandera soviética, otra representando a la Rusia anteiroa a 1667, la llamada “Bandera de San Andrés” blanca cruzada por dos aspas azules. cfr: Diario ABC, 27 de diciembre de 1991.
(67) “Elementy”, nº 1, 1992.
(68) Francois Bonnet, “Les Compagnons de route de la galaxie national-bolchevik” y “Entrevista con Didier Daeninckx, De fortes convergences ideologiques” en “Liberation”, 29 de junio de 1993.
(69) “Le Monde” ha publicado una serie de artículos y entrevistas sobre eltema desde el 26 de junio de 1993.
(70) Elie Leo y René Monzat, “Quand l’extreme gauche flirte avec l’extreme droite. L’affaire du national-communisme á la françcaise” y M. N. “Rouges et bruns: una veille historie d’amour” en “Globe” nº 21, 30 de junio de 1993 y Dossier especial “La resucée du national-communisme, des apprentis Hitler?” en “Globe”, nº 22, 7 de julio de 1993.
(71) Karl Laske y René Monzart, “Au dessus d’un n id de cocos mutants” en “L’Evenemetn du Jeudi” nº 453, 8 de julio de 1993. El artículo es presentado con la siguiente “introducción”: “En los comités de redacción rojo-pardos y en los coloquios de recomposición política, el nacionalismo de izquierdas busca tímidamente su camino, la nueva derecha le tiende la mano”.
(72) Pol Mathil, op. cit. en “Le Soir” 3/4 de julio de 1993.
(73) “National-bolchevisme: un spectre allemand” en “Dossier: les neo-nazis aujour’hui” “Les Dossiers de l’Historie”, nº 87, 1993.
(74) Jean-Edern Hallier, polemista y escritor de talento, lleva una valerosa lucha contra la mafia “socialista” de los Tapio, Mitterrand, Long y Fabius. Le ha valido un escandaloso proceso donde el especulador Tapie intenta arruinarle, con la complicidad de una magistratura adormecida, en particular por haber publicado el fichero judiciario real aunque prescrito por anmistía de Tapie. La revista de Hallier “L’idiot International” ávida de libertad individual y de no-conformismo, e igualmente vigorosamente comprometida contra el imperialismo y su Nuevo Orden Mundial.
(75) Laurent Dispot, “Lettre ouverte á monsieru Marchais communiste national Messerschmitt” en “Globe”, nº 7, op. cit.
(76) Jean Pierre Faye, “Los lenguajes totalitarios”, Madrid 1974.
(77) Louis Dupeux, op. cit.
(78) Sobre el argumento cfr. José Cuadrado Costa, “Reflexions sur les ouvres de Clausewitz et Carl Schmitt, Actualité de Clausewitz” en “Conscience Europénne”, nº 16/17, mayo-junio de 1987

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