domingo, 21 de diciembre de 2014

JULIUS EVOLA Y EL TRADICIONALISMO RUSO

Por Alexandr Dugin
1. El descubrimiento de Evola en Rusia  

La obra de Evola ha sido descubierta en Rusia en los años 60 por un pequeño  grupo de intelectuales disidentes anticomunistas, llamados "los disidentes de derecha". Fue un pequeño círculo de personas que rechazaron intencionalmente la participación en la vida cultural soviética y eligieron la existencia clandestina. Contestaron radicalmente la realidad soviética y buscaron los principios fundamentales que habrían podido explicar las raíces de este juicio negativo absoluto. Y sobre estas bases de rechazo del comunismo descubrieron trabajos de autores antimodernos y tradicionalistas: sobre todo las obras de Réné Guénon y Julius Evola. Dos personajes centrales animaron este grupo: el filósofo musulmán Geidar Djemal y el poeta no conformista Evgeni Golovin. Gracias a ellos, los "disidentes de derecha" han conocido los nombres y las ideas de estos grandes tradicionalistas de nuestro siglo. En los años 70 se hicieron las primeras traducciones de los textos de Evola ("La Tradición Hermética", siempre en el marco del mismo círculo y han sido distribuidas bajo forma de samizdat. La calidad de las primeras traducciones fue muy ordinaria porque fueron ejecutadas por apasionados poco competentes, en los márgenes del grupo de los intelectuales tradicionalistas específicamente. En el 1981 apareció en el mismo entorno la traducción de "Heidnische Imperialismus", el único libro disponible en la Biblioteca Lenin de Moscú. Esta vez la distribución por samizdat había sido muy amplia y la calidad de la traducción mejoró. Poco a poco se había ido formado la verdadera corriente de los tradicionalistas cuyos puntos de referencia iban del anticomunismo a la antimodernidad, extendiendo el rechazo total de la realidad soviética al mundo moderno en cuánto tal, coherentemente con la visión tradicionalista integral. Hace falta señalar que las ideas de los tradicionalistas en cuestión en aquella época estuvieron muy lejanas de las otras ramas de los "disidentes de derecha", cristianos ortodoxos, monárquicos y nacionalistas. Evola arraigó más entre las personas que se interesaron, en general, por el espiritualismo, el yoga, el teosofismo, el psiquismo, etc.

En el curso de la perestroika todas las formas de disidencia anticomunista pudieron manifestarse la luz del sol y, a partir de los "disidentes de derecha", se creó la corriente ideológica, cultural y política de la Derecha  nacionalista, nostálgica, antiliberal y antioccidental. En este contexto y siguiendo el desarrollo específicamente de la glastnost, las ideas tradicionalistas, los nombres de Guénon y Evola se han introducido en el complejo cultural de Rusia.

Los primeros textos de Evola han aparecido en los años 90 en la llamada prensa "patriótica" o "conservadora" de gran tirada y el argumento del tradicionalismo se ha vuelto el tema de polémicas virulentas y muy animadas en el campo de la derecha rusa en el sentido más extenso del término. Las revistas "Elementy", "Nach Sovremennik", "Mily Anguel", "Den" etc. empezaron a publicar fragmentos de los escritos de Evola o artículos inspirados en sus obras donde su nombre fue muchas  veces citado. Poco a poco, el campo de los "conservadores" fue estructurado ideológicamente y se produjo la separación entre la Derecha arcaica, nostálgica, monárquica y la otra Derecha más abierta, no conformista y "ortodoxa", un tipo de "novye pravye" en ruso, que se puede traducir como "nueva derecha", pero precisando que se trata de un fenómeno muy original y muy diferente de la ND europea occidental. Este partido de los "patriotas" se podría calificar como "terzaforzisti", "nazional-revolucionarios" etc. La línea de ruptura pasa precisamente por la aceptación o el rechazo de las ideas de Evola o ante el espíritu de la obra de Evola que no se puede calificar solamente como "conservadora" o "reaccionaria" sino como “Revolución Conservadora”, tal como la "Revuelta contra el Mundo Moderno". El primer libro "Heidnische Imperialismus" ha sido publicado con una tirada en 50.000 copias. Un programa del primer canal de TV estuvo dedicado a Evola. Así puede decirse que Evola entró en Rusia por la puerta grande. Lo que fue un núcleo intelectual extremadamente marginal antes de la perestroika se ha vuelto un fenómeno ideológico y político importante. Pero es evidente que Evola escribió sus libros y formuló sus ideas en un contexto temporal, cultural, histórico y étnico muy diferente. Por eso es lícito plantear el problema sobre ¿qué hay de válido en la obra de Evola para la Rusia actual y qué parte de su obra tiene que ser adaptada o rechazado en las actuales condiciones? Por eso vale la pena realizar al menos un breve análisis de las divergencias y las convergencias entre el tradicionalismo de Evola y la tradición sagrada y política rusa.  

2. Contra el occidente moderno  

Inicialmente hace falta precisar que el rechazo del mundo moderno profano y desacralizado que se manifiesta en la civilización occidental del fin de ciclo es común a Evola y a toda la tradición intelectual eslavófila. Autores rusos como Homyakov, Kirievsky, Aksakov, Leontiev, Danilevsky, entre los filósofos y Dostoevsky, Gogol, Merejkovsky entre los escritores, casi critican el mundo occidental en los mismos términos de Evola. En ellos encontramos la misma aversión al reino de la cantidad, al sistema de la democracia moderna, al deterioro espiritual y a al mundo profano. A menudo se ven correspondencias sorprendentes entre la definición de las raíces del mal moderno -masonería profana, judaismo extraviado, llegada de las masas, endiosamiento de la razón- en Evola y en la cultura "conservadora" rusa. De algún modo, la tendencia reaccionaria es común, pues la crítica del occidente por parte de Evola es completamente comprensible y aceptable en la línea general de los conservadores rusos. Además de esto se encuentra a menudo en Evola la crítica formulada en un modo más próximo a la mentalidad rusa que a la europea -el mismo gusto por la generalización, la evocación frecuente de motivos místicos y mitológicos, el vivo sentimiento del mundo espiritual interior a partir del que se percibe orgánicamente la realidad inmediata moderna como perversión y desviación. En general, para la tradición conservadora rusa el estilo de la explicación mitológica de los acontecimientos históricos y también contemporáneos es casi obligatorio. La llamada al nivel supra-racional o no racional se entiende perfectamente en Rusia dónde la excepción consiste en argumentar de forma racional. Además puede notarse la influencia ejercida por los conservadores rusos sobre Evola: en sus obras Dostoevsky es citado a menudo; Merejkovsky, al que, por otra parte, conoció personalmente, y algunos otros autores rusos. De otro lado, estas frecuentes referencias a Malynsky y a León de Poncins lo hacen parcialmente regresar en la tradición contra-revolucionaria típica del este europeo. También pueden citarse sus referencias a Serge Nilus, el editor de los famosos "Protocolos" que Evola reedito en Italia. 

Al mismo tiempo es evidente que Evola conoció muy mal la cultura conservadora rusa en su conjunto que, por otra parte, no lo interesó particularmente a causa de su idiosincrasia anticristiana. A propósito de la tradición ortodoxa solo dijo algunas palabras poco significativas. La afinidad entre su posición respecto a la crisis del mundo moderno y el antimodernismo de los autores rusos es debida a la comunidad de las reacciones orgánicas, excepcional e individual en el caso de Evola y tradicionales en el caso de los rusos. Pero gracias a la espontaneidad de las convergencias antimodernas, el testimonio de Evola aún más se pone interesante y más precisa. Sea como fuere, esta parte crítica de Evola regresa perfectamente en el marco de la corriente ideológica de la Derecha rusa y aporta mucho a esta visión de la decadencia histórica, dando fórmulas nuevas a veces más completas, más radicales y más profundas. Bajo este aspecto las ideas de Evola son muy positivamente comentadas en la Rusia actual donde el antioccidentalismo es un factor ideológico y político extremadamente potente.  

3. Roma y Tercera Roma  

El otro aspecto del pensamiento evoliano advertido por los rusos como un tema íntimo, extremadamente importante, es su exaltación de la idea imperial. Roma es para Evola el punto crucial de su Weltanschauung. Esta fuerza sagrada, viviente e inmanente que se manifiesta por el Imperio ha constituido para Evola la esencia de la herencia tradicional del occidente. Los restos del edificio de Nerón y las antiguas construcciones romanas han sido percibidas por él como el testimonio directo del carácter sagrado orgánico y concreto cuya unidad y continuidad ha sido desmigajada por el "castillo" kafkiano del Vaticano o católico güelfo. Su fórmula gibelina está clara: el imperio contra la Iglesia, Roma contra el Vaticano, el carácter sagrado orgánico e inmanente contra las abstracciones devocionales y sentimentales de la fe, implícitamente dualista y farisea. Pero un complejo parecido se encuentra naturalmente en los rusos, cuya suerte histórica está intensamente ligada al imperio. Esta noción ha sido fijada dogmáticamente en el concepto ortodoxo del starets Philophe ("Moscú - Tercera Roma"). Hace falta notar que la "primera Roma" en esta visión cíclica ortodoxa no es la Roma cristiana sino la Roma imperial, porque la "segunda Roma" o "nueva Roma", fue para la cristiana Constantinopla, la capital del imperio cristiano. La idea misma de "Roma" corresponde a los ortodoxos rusos la comprensión del carácter sagrado como inmanencia de lo Sagrado, como "sinfonía" necesaria e inseparable entre autoridad espiritual y poder temporal. Para los tradicionalistas ortodoxos la separación católica entre el Rey y el Papa no es concebible y revela la herejía, llamada precisamente "herejía latina".

En esta concepción ruso-ortodoxa se encuentra el ideal puramente gibelino en que el imperio es teológicamente tan cotizado que no se puede concebir la Iglesia sino como algo de extraño. Este centralidad del carácter sagrado del Regnum en la tradición ruso-ortodoxa se basa en la epístola de Pablo dónde se trata del "katehon", "el que sustenta”, identificado precisamente con el Sacro Imperio, el último obstáculo contra la irrupción de los "Hijos" de la Perdición, equivalentes a los Gog y Magog bíblicos. Pues la concepción de Moscú como Tercero Roma, de algún modo consubstancial al pensamiento tradicional ruso, corresponde perfectamente al ideal evoliano gibelino. Además, la denuncia del catolicismo y de su papel funesto en la decadencia del occidente es casi idéntico en Evola a las acusaciones de los cristianos ortodoxos contra la "herejía latina". También en esta ocasión se percibe la convergencia perfecta entre la doctrina de Evola y la aptitud "normal" del pensamiento conservador ruso. Y una vez más, la exaltación espiritual y brillante del imperio en los libros de Evola resulta inestimable para los rusos a la búsqueda de su identidad auténtica y tradicional. "El imperialismo sinfónico" de los rusos ortodoxos reconoce fácilmente la misma imagen en el "imperialismo pagano" o "gibelino" de Julius Evola. Aún puede añadirse un detalle importante. Se sabe que el autor de "El Tercer Reich", Arthur Mueller van den Bruck, ha sido intensamente influido por los escritos de Dostoevsky en los que la idea de la Tercera Roma fue central. Se halla cerca de van den Bruck la misma visión escatológica del imperio Final, en correspondencia simbólica con las ideas "paracléticas" de los montanistas y con las profecías de Joachim de Fiore. Mueller van den Bruck, cuyas ideas han sido evocadas a veces por Evola, ha adaptado la concepción de Tercera Roma de la tradición ruso-ortodoxa a Alemania, elaborando el proyecto político-espiritual retomado sucesivamente por los nacional-socialistas. Detalle interesante: ¡Erich Müeller, discípulo de Nikisch, muy inspirado por van den Bruck, ha sugerido que si el Primer Reich alemán fue católico, el Segundo Reich protestante, el Tercer Reich habría tenido que ser precisamente ortodoxo! 

Evola participó en los debates intelectuales del círculo de la revolución conservadora alemana, el "Herrenklub" de von Gleichen, del que fue miembro; este círculo fue la continuación del “Juniklub” fundado por Mueller van den Bruck, en cuyos trabajos aparecieron argumentos similares vivamente controvertidos. He aquí la otra vía intelectual que une a la corriente conservadora rusa con el pensamiento de Evola. Evidentemente no puede hablarse aquí de concepciones idénticas, pero es evidente que existe una afinidad extraordinaria y aproximaciones "naturales" sorprendentes, explican además la facilidad de asimilación del mensaje de Evola en Rusia dónde sus vistas aparecen menos extravagantes que en Europa dónde el conservadurismo tradicional parece reservado en su mayor parte a católicos y nacionalistas en el sentido moderno del término y muy raramente imperial y ligado a lo Sagrado.  

4. Evola visto por Izquierda  

En Evola hay otro aspecto muy interesante que se manifiesta en los estrenos y en las últimas etapas de su vida. Califícado a veces como "anarquismo de derecha", evidente en sus obras artísticas de juventud y sobre todo en "Cabalgar la tigre". Al mismo tiempo, su posición antiburguesa coherente y permanente lo aisla considerablemente de la Derecha convencional occidental. De otra parte, también en el seno de la Tradición, siempre fue atraído por los dominios poco usuales que remiten, más o menos, a la perspectiva de la Vía de la Mano Izquierda. Indudablemente, en el conjunto de sus escritos es muy evidente lo que se podría  llamar la "izquierda" del mensaje evoliano. El anticonformismo total hacia la realidad moderna occidental, la contestación radical de los valores burgueses acercan Evola a ciertas ramas de la izquierda. Este fenómeno no es la manifestación de su naturaleza personal. Hay aquí un lado sintomático extremadamente importante. La Revuelta evoliana contra el mundo moderno posee aspectos destructivos como resulta evidente en toda su obra. Su radicalismo intransigente lo empuja a la rotura con el conservador habitual que defiende por inercia los valores de ayer contra los valores de hoy. Para Evola el "ayer" no es completamente ideal. Su orientación va mucho más lejos, hacia el mito primordial, hacia lo Hiperbórea perdida, hacia la Transcendencia, hacia el eterno Presente. Esta búsqueda de lo absoluto aquí y ahora, obliga a superar los límites convencionales y también a desmoronar las formas secundarias de la Tradición conformadas con el kali-yuga. Evola no acepta una parte de lo Sagrado, lo quiere Todo, enseguida. Este Retorno le hace tomar "partido", denegar la legitimidad de las formas tradicionales vaciadas de vida. De otra parte, en este orden de ideas explica la posición auténtica del adepto de los Tantras, en "El Yoga de la Potencia". Pero paradójicamente la misma antinomia es propia de la corriente de izquierda radical y a la fenomenología existencial y estética de las dos revueltas, que, aun siendo diferentes, las une casi perfectamente en algunos casos. La revolución, la guerra, la crisis, el vuelco social, siempre provocan un trauma profundo que necesariamente obliga el ser humano a encontrar la realidad ontológica profunda que supera los clisés profanos de la vida "normal". Ernst Jünger, sobre el que Evola se interesó mucho, desarrolló en sus novelas y escritos políticos este problema del reencuentro del hombre moderno, intensamente ajeno, con la realidad superior en las situaciones de crisis extrema.

De en otra parte, Evola atravesó períodos de crisis personal que le llevaron al límite del suicidio. ¡Pues la sed de lo absoluto está en lógica relación con las experiencias "negativas" y a veces también "antinómicas". Estas consideraciones también explican el interés de Evola por algunos personajes juzgados por los otros tradicionalista, Guénon, Burkhardt, etc., como claramente "contra-iniciáticos", Alaister Crowley, Juliano Kremmerz, Gustav Meyrink, etc. ++A. estraga, sobre todo a lo extrema izquierda, encuéntrate fácilmente el mismo complejo, la misma pasión, la misma exaltación de la experiencia traumática y en el mismo tiempo el mismo ifiuto del conformismo, la misma aversión visceral en relación a las normas y a las convenciones, la misma vuelve contra lo habitual. De otra parte, la cultura ideológica de la "izquierda revolucionaria" es no priva de acercamientos esotéricos que a veces son como los mismos en el caso de los tradicionalista y la "revolución conservadora". Citamos a título de ejemplo a Theodore Reusse, activista de izquierda y promotor a la masonería del mismo Guénon! El extenso "accidente" de Evola vuelve a llamar la paradoja política de la Rusia actual dónde los neocomunisti, antiliberali hacen frente común con los conservatorios ruso-ortodoxos. Cosa que se puede pensar también de ciertos aspectos del bolchevismo ruso histórico en que se han desarrollado por calles heterodoxas y contradictorias las tendencias profundas del carácter sagrado ruso-ortodoxo - la aversión por el mundo occidental burgués, la búsqueda del Regnum, los factores escatológicos, la experiencia directa, revolucionaria e inmediata de la Verdad. Más ancla, fue al alba de la corriente comunista ronca acercamientos esotéricos extremadamente curiosos con los representantes de las corrientes espirituales locales y europeas. Usted puede decir que entre Evola y Rusia existen no sólo las correspondencias a nivel de corriente ideológica "conservadora", "de derecha", pero también ciertos lados de la "izquierda" rusa, en su dimensión profunda y paradójica, pueden ser comparados con los escritos de Evola y también aclarados gracias a su método de búsqueda de la estructura de los fenómenos traumáticos. El hecho mismo que el comunismo les haya vencido en el país más conservador y más tradicionalista que Europa nos obliga a volver a ver los esquemas habituales conservatorios a propósito de la naturaleza profana y moderna del comunismo, como tapa avance del degrado actual civilización. De en otra parte, las previsiones de los conservatorios y contra-revolucionarios, como Léon de Poncin, concernenti la necesidad de la victoria de la cuarta casta proletaria en todo el planeta son desmentidas por el triunfo actual de la civilización burguesa, presunta tercera casta, en Rusia postsovietica. El mismo Evola cometió el mismo error aceptando la posición radicalmente antisocialista y anticomunista, propia de los conservadores reaccionarios con los que, a nivel metafísico, él estuvo en lleno desacuerdo, debido a la diferencia profunda entre la Calle de la Mano Izquierda que le fue propia y la Calle de la Mano Derecha que, a veces, indirectamente y parcialmente inspira los conservatorios convencionales. En otras palabras la "izquierda metafísica" en Evola no ha podido encontrar a la manifestación doctrinal coherente a nivel político y el extenso "anarquista" y "esotérico" quedan de algún modo sobrepuestos muy contradictoriamente a su fidelidad a la "reacción" política. La misma equivocación existe en sus relaciones con el fascismo y con el nazional-socialismo dónde él criticó el aspecto político de izquierda y al mismo tiempo intentó reforzar el aspecto "metafísico de izquierda", por ejemplo insistiendo sobre el paganismo contra las relaciones con el Vaticano. Usted historia política de los años 80-90 exhibición que el comunismo no fue la última forma de decadencia de las castas. Pues Evola se equivocó en predecir la victoria de los soviéticos y por consiguiente de tomar partido partido radicalmente partido y de no reconocer el lado paradójico y de algún modo tradicional de la Revolución. A pesar de su interés particular para "El obrero" de Junger, Evola ha identificado falsamente, siguiendo la lógica de la Derecha no revolucionaria, las castas tradicionales con las clases de la civilización occidental. A este propósito, se puede volver a llamar la advertencia extremadamente importante de George Dumezil relativo el hecho que en la sociedad tradicional indoeuropea, pues aria, los trabajadores pertenecen a la tercera casta y no a la cuarta. Además de eso, los mercante, (es decir los jefe de tipógrafo*-capitalistas, no pertenecen completamente al sistema de las castas en tal sociedad y todas las funciones de distribución de los bienes y el dinero he sido renta anual de los guerreros, de los kshatryas. Eso significa que la clase de los mercante no corresponde absolutamente a la estructura de la sociedad aria y es sobrepuesta históricamente a ella con la mezcla cultural y racial. Pues la lucha antiborghese de los socialistas posee implícitamente a la dimensión tradicional e indoeuropea, cosa que explica perfectamente las tendencias "antigiudaiche", hasta antisemita, de un gran número de teóricos socialistas a partir de Fourrier, Marx y hasta Stalin. Esta consideración enseña la justificación del elemento socialista, e incluso nazional-comunista, en las corrientes de la Revolución Conservadora - especialmente en Spengler, Sombart, van den Bruck, junger y hasta Nikisch. Y' fuera de duda que con este entorno alemán de anteguerras Evola tuvo óptimas relaciones intelectuales, cosa que ay de mí, no lo ha ayudado a esfumar sus posiciones y a rectificar a sus calles doctrinales y tradicionalista. Esta contradicción en Evola es notable si se enfrentan "Orientaciones" y "Los Hombres y las Ruinas" de un lado, y "Cabalgar la Tigre" del otro. "Evola de izquierda" no es descubierto todavía y reconocido. Pero una vez más - Rusia y su historia conservadora y revolucionaria, paradójico y reveladora, antigua y moderna nos ayuda a comprender Evola en sus ideas explícitas y sobre todo el sentido implícito de su mensaje que queda que descubrir y asimilar. No sólo en Rusia, pero en este último aspecto también en Occidente.  

5. La cuestión cristiana  

Lo que pone los mayores problemas en la asimilación de los escritos de Evola en Rusia es resueltamente su impostación anticristiana. Según él la entera tradición cristiana es la expresión de la degeneración cíclica, una raíz de la decadencia del occidente tradicional y la "subversión" del espíritu del Sur, de la mentalidad "semítica" proyectada al Norte a europeo arriano. Está' en esta cuestión que hay aspectos inaceptables de su mensaje por el contexto del tradicionalismo ruso. Aquí hace falta cuanto menos distinguir dos aspectos diferentes del problema. 1, de un extenso Evola conoció sobre todo la forma católica de la tradición cristiana - la que fue propia al occidente. Aquí la crítica severa de Evola del papel del cristianismo occidental en el proceso de caída de la civilización europea es muy justa, aunque no sin ciertas generalizaciones algo fundáis. además de este en la óptica de la Iglesia Ortodoxa, y sobre todo en la óptica de la Iglesia rusa después de la caída doy Constantinopla y la adhesión del Patriarcado de Constantinopla a la unidad Católica, se encuentran a menudo los mismos motivos en la denuncia dell' "herejía latina". El devozionismo, el racionalismo escolar y el papismo del Vaticano son los objetos de crítica constante de la ortodoxia contra el catolicismo con más o menos las mismases conclusiones riguardanti la responsabilidad de la "desviación católica" en el desacralizzazione del conjunto europeo que ha llegado al rechazo casi total de la tradición y a la llegada de la era laica. La tradición cristiana ortodoxa difiere mucho de la tradición católica en los puntos esenciales dogmáticos, rituales y, lo que es más importante en nuestro caso, metafísicos. El espíritu ortodoxo es contemplativo, apofantico, esicastico, comunitario y resueltamente anti-individualista. El objetivo claramente declarado de la ortodoxia es la "deificación" del hombre por vía ascética descrita en los términos puramente esotéricos y utilizando los procedimientos iniciáticos. Esta calle de la deificación es absolutamente otra cosa con respecto del misticismo exoterico occidental donde se exalta el humanismo. se trata de la visión tradicional de la realización metafísica. En otras palabras la ortodoxia no es la religión entendida en el sentido de Guénon, (retomado sucesivamente por Evola), porque no contempla a la "salud del alma individual", pero a la realización puramente espiritual y a metafísica - pues sovraindividuale y sovrapsichica. La ortodoxia no es el exoterismo necessitante de la existencia de sociedad iniciáticos exteriores para llegar a la completa realización espiritual, la ausencia histórica de sociedades iniciáticas fuera de la Iglesia en los países ortodoxos lo testimonia en una manera sorprendente. Y' antes la tradición completo inglobante esoterismo y exoterismo como en el caso del Islam. L`esempio más cerca de este particular de la Iglesia Oriental se encuentra en el shiísmo iraní donde no hay más distinción neta entre el dominio esotérico y exoterico, a este propósito ver a Henri Corbin "Él homme del lumiere". Usted diferencia esencial entre la tradición católica y aquella ortodoxa devuelve la posición anticattolica y "antiguelfa" de Evola plenamente comprensible y aceptable. Además de eso, algunas objeciones formuladas por Evola contra la insuficiencia metafísica de la aptitud de la Iglesia Occidental ayudan mucho los ortodoxos a encontrarse conscientemente en la misma tradición, cosa que falta fatalmente al catolicismo. 2, el otro aspecto de este problema consiste en el rechazo de parte de Evola de la tradición cristiana primordial, en su desprecio por la naturaleza del cristianismo de los orígenes que él siempre calificó como "plebeyo", "semítico", y pre "antitradizionale". Él se inscribe definitivamente en la tradición romana precristiana y anticristiana repitiendo en los rasgos generales las acusaciones a la Iglesia de parte de los filósofos paganos y neoplatónicos. Ciertos elementos los ha sacado de los manantiales anticlericales masónicos por Arturo Reghini etc. Él tiende a identificar la tradición cristiana con la tradición judeo-cristiana cosa que sólo es exigida en parte e históricamente se aplica sobre todo específicamente al origen y a la particularidad de la tradición a católica, tanto que la Iglesia oriental o las Iglesias Orientales, deben ser calificadas como heleno-cristianismo. Un análisis excelente de esta diferencia fundamental se encuentra entre los autores rusos como Nikolaev "V poiskah sabe Bojestvom", V.Lossky "Theologie mystique" y más recientemente en autores francesas como Jean Bies "Voyage au monte Athos" y Michel Fromaget "Corps, ame, esprit". La tradición de la devoción pasiva, de la búsqueda de la salvación individual, el igualitarismo póstumo, etc., caracterizan, contrariamente, la esencia de la Tradición Cristiana en las afirmaciones de Evola. Pero es un argumento demasiado complejo para ser tratado en este escrito. Se trato aquí sólo de constatar que a los ojos de los cristianos orientales no sólo este aspecto de la crítica de Evola no es aceptable, pero es algo comprensible, porque los motivos específicamente judeo-cristianos son muy raros y marginales en la ortodoxia. La Iglesia bizantina y tras su caída, la Iglesia rusa han heredado la parte más sublime de la tradición helénica incorporándola en el conjunto armónico de la Revelación evangélica. En la Iglesia oriental los apóstoles "gnósticos" y contrajudaicos son particularmente venerados: San Pablo, el Apóstol San Juan, Andrés (patrón de la Iglesia rusa), etc. Por el contrario, San Pedro o Santiago, polos judeo-cristianos del cristianismo de los orígenes, tienen papeles secundarios. El espíritu de la Iglesia oriental está muy caracterizado por el marcionismo o monofisismo implícito. Aquí, Cristo es sobre todo Pantokrator y el Zar, el Dios de la Segunda Llegada terrible y omnipotente. Es también el espíritu aristocrático y ascético activo y heroico. El punto culminante de la afirmación consciente de esta naturaleza de la Iglesia oriental fue la santificación de San Gregorio de Palama, el eminente esoterista cristiano cuyo doctrina esicástica de la Luz Increada y la deificación ha escandalizado mucho más a los católicos que el sector filocatólico de la ortodoxia. Ese mismo esicasmo está presente en la mayoría de los santos rusos (San Serge de Radohej, San Nil Sorsky, etc), hasta en los artistas de los iconos (Iría Rubliev recientemente canonizado san como del concilio de la Iglesia Ortodoxa). En el rechazo absoluto del cristianismo en cuánto tal, Evola pone un serio obstáculo a su asimilación por parte del tradicionalismo ruso. La aceptación literal un retorno al paganismo sólo daría efectos ridículos a causa de la ausencia total en Rusia de restos de la tradición eslava precristiana. La adaptación del anticristianismo de Evola a la realidad rusa puede realizarse por la aceptación de su crítica del catolicismo, del espíritu judeo-cristiano con la búsqueda simultánea de los aspectos positivos -heroicos y viriles- al interior mismo de la tradición ortodoxa y sobre todo en el dominio esotérico de ésta, en el simbolismo de los iconos, en el esicasmo, en los procedimientos iniciáticos de la deificación. Se puede estar de acuerdo con el rechazo del espíritu "semítico" y con la alabanza del espíritu "ario" y "helénico". Pero en Rusia todo eso está obligado a quedar en el marco de la ortodoxia cristiana, dado que tales son las condiciones históricas y "geográfico-sacras" de la civilización rusa.  

5. Las raíces hiperbóreas de los eslavos  

Hay en Evola un aspecto extremadamente importante concernente a los orígenes hiperbóreos de la Tradición. Se encuentra la misma idea en otros tradicionalistas, sobre todo en Guénon y en B.G Tilak y también en el ensayista alemán Hermann Wirth. De en otra parte, Evola habla de Guénon y Wirth, como dos de los tres personajes que lo han influenciado más que otros, siendo el tercero Guido de Giorgio. Tal es el punto fundamental de su doctrina. El gran mérito de Evola consiste en el hecho que intentó reanimar el mito hiperbóreo, proponerlo como realidad espiritual concreta como la orientación por excelencia, no sólo en las búsquedas esotéricas, sino también como factor metapolitico y casi existencial. Esta reactivación del argumento hiperbóreo es el aspecto más sorprendente de su Weltanschauung. Una vez más, esta idea de Evola aparece extremadamente próxima al tradicionalismo ruso, porque el pueblo ruso siendo un pueblo indoeuropeo, esto es ario, tiene necesariamente que tomar conciencia de su más lejano pasado para reafirmar su identidad y encontrar en sí mismo la esencia espiritual. Hace falta reconocer que, a pesar de su importancia fundamental, tal cuestión no fue casi nunca planteada seriamente en el tradicionalismo ruso, salvo algunas intuiciones muy vagas de ensayistas pre-revolucionarios que se ocuparon de los orígenes de los eslavos. La visión tradicional de los orígenes presupone el conocimiento de las leyes cíclicas y las correspondencias cósmicas. En este caso, la obra de Evola nos provee de muchas informaciones preciosas sobre este tema. Evola se interesó bastante por el estudio de las influencias hiperbóreas en la Europa occidental y en el Cercano Oriente, aplicando los métodos de Guénon, de Bachofen y de Wirth para reconstruir la tipología cíclica de las civilizaciones a partir de la edad del oro hasta hoy en día ("Revuelta contra el mundo moderno"). En sus obras dedicadas al problema de las "razas espirituales", ha concretado algunos datos tradicionales sobre los tipos de hombres europeos con sus particularidades físicas, psíquicas y espirituales. En todas estas obras subrayó la centralidad del tipo "hiperbóreo", "norteño", "apolíneo". Estas búsquedas ayudan a comprender las relaciones que existen entre la dinámica histórica, incluida en la perspectiva tradicional y el status quo crítico de nuestra situación moderna. Dibujó las grandes líneas del itinerario de las corrientes hiperbóreas en correspondencia con las etnias y las regiones europeas. Evidentemente, todo eso se aplica sobre todo a la realidad europeo-occidental o mediterránea. Los espacios étnicos y geográficos de Eurasia Norte-oriental quedan fuera del marco de sus investigaciones. Pero el método y los principios de la búsqueda elaborados por Evola, tal como el ejemplo de su aplicación a la realidad concreta, nos dan la posibilidad de cumplir un trabajo parecido en relación a Rusia y a sus uniones con las tendencias hiperbóreas. Se puede afirmar que Evola se interesa por esta cuestión extremadamente importante para Rusia porque abre las vías de la investigación de los orígenes primordiales que fueron desconocidos antes de él y resultaban casi impensables. Tal es la otra razón del gran interés de Evola por Rusia, que inspira en gran medida los "estudios hiperbóreos" relacionados con Rusia y Eurasia. Como ejemplo puede citarse a A. Dughin, "Rusia y el Misterio del Eurasia", Madrid, Grupo 88, 1992, dónde se intentan definir las líneas del estudio "hiperbóreo" de Eurasia. 

6. Evola y el imperio euro-soviético de Jean Thiriart  

La adaptación de las ideas de Evola a Rusia y al descubrimiento mediante su método tradicional del carácter sagrado ruso, plantea en general una serie de cuestiones interesantes sobre la doctrina de la Tercera Vía, sea a nivel metafísico como a nivel geopolítico y político. Estos dos niveles siempre están en realidad íntimamente atados y la misma vida de Evola testimonia la importancia absoluta de descubrir esta correspondencia "natural" y sagrada que el mundo moderno siempre tiende a negar o a esconder. En el empeño político de Evola no hay nada casual o convencional. Sus ideas esotéricas y sus opiniones políticas están en perfecta armonía. És un extraordinario ejemplo de coherencia y firmeza de espíritu frente el caos moderno que trata siempre de desviar a los hombres en su búsqueda de la verdad.

Puede decirse que hay una lógica notable entre el tradicionalismo metafísico de Evola y su defensa de la idea política imperial, antimoderna, "hiperbórea" y europea. Su posición ideológica despega directamente de la identificación de dos formas del deterioro espiritual de occidente en el capitalismo americano, el polo occidental, y en el comunismo soviético, el polo oriental. Políticamente está contra el mundo burgués y el mundo socialista, geopoliticamente él está contra el extremo Occidente (Estados Unidos) Francia, Inglaterra, pues los países atlantistas, y contra el oriente comunista, el bloque euroasiático socialista. De eso deriva lógicamente una simpatía innegable, aunque matizada, por el fascismo y el nacional-socialismo a nivel político y por la defensa de la Europa central germánica a nivel geopolítico. En esta visión muy coherente, Rusia y el mundo eslavo, políticamente, geopolíticamente, e incluso racialmente, ocupan la posición hostil, de ahí la afirmación extrema de que "los eslavos no tuvieron nunca la tradición" ("Heidnischer Imperialismus").

Puede suponerse que esta visión geopolítica le fue inspirada por los fundamentos en la geografía sagrada o por cierta versión de la geografía sagrada propia del occidente imperial primero helénico, luego romano y por fin germánico, que vio en los espacios eurasiáticos las tierras de la barbarie, pobladas por los "untermenschen" eslavo-tártaros. Esta misma concepción ha sido retomada por la catolicidad occidental, sobre todo después del cisma. Este “tercerismo” de Evola (ni Occidente ni Oriente, - Europa), está relacionada íntimamente con los demás aspectos ya mencionados que impiden integrar plenamente y sin matices su doctrina en el tradicionalismo ruso-ortodoxo. La valoración del socialismo como algo esencialmente antitradicionale, va al paso con la escasa consideración por la civilización eslava. Estos dos aspectos son atados intrínsecamente.

Si en el caso de Evola hay correspondencia directa entre visión metafísica y doctrina política, existieron otros representantes de la misma tendencia política que siguieron la misma línea sin ninguna referencia esotérica, pero llena conformidad con los principios que ellos mismos ignoraron totalmente. El “tercerismo” geopolítico y político del Tercer Reich, no de van den Bruck, sino de Adolf Hitler, y en menor medida del estado fascista italiano, han fundado sus ideologías, en los rasgos generales, sobre la misma base doctrinal. De eso deriva el ataque contra URSS y la guerra contra las potencias atlantiste (Inglaterra y Estados Unidos).

Puede decirse que la misma visión es propia hasta hoy de los entornos de la extrema derecha europea, independientemente del hecho que sus representantes lean o menos "Orientaciones" o "Los Hombres y las Ruinas", por no hablar de "Revuelta contra el mundo moderno". Resulta positivo volver a llamar la atención sobre el caso extremadamente interesante de la evolución política de "Joven Europa" de Jean Thiriart que perteneció en general a estos movimientos terceristas de extrema derecha de la posguerra, intentando aplicar el concepto de patria a la realidad concreta de la Europa democrática y desnacificada. El Thiriart de los años 60 representó la versión "secularizada" y "racionalizada" de la doctrina de Evola, privada de sus extensiones metafísicas, pero conservando la coherencia puramente política. El propio Evola cita Thiriart en "Los Hombres y las Ruinas". Thiriart empezó con la estrecha fórmula "Ni Occidente ni Oriente - Europa Imperial", fórmula idéntica a la visión de Evola.

En el curso de los años 70 y 80, después de retirarse de las luchas políticas, Thiriart ha llegado a la conclusión de que los dos términos negativos de esta fórmula ya no son iguales. Ha reconocido en el sistema socialista soviético mucho más afinidades con sus mismos ideales que en el mundo capitalista. Ha encontrado afinidades en las corrientes de la Revolución Conservadora alemana, en el fascismo de izquierda europea e italiana, en la República Social y también en el nacional-bolchevismo ruso, etc. A partir de este él proclama el eslogan un poco provocador de “un  Impero Euro-soviético de Vladovostock hasta Dublín", afirmando con eso la compatibilidad política y geopolítica del “tercerismo” europeo con el socialismo euroasiático.

Estas ideas han influenciado mucho el entorno nacional-revolucionario en las corrientes políticas europeas. Hace falta señalar que todo esto ha sido hecho en el espíritu del pragmatismo político más frío, sin ninguna relación con la Tradición. Pero se puede, teóricamente al menos, encontrar la exacta correspondencia metafísica con la operación geopolítica de Thiriart. Ésto significaría la revisión del pensamiento evoliano desde el punto de vista "euroasista", en la óptica del tradicionalismo ruso-ortodoxo.

Thiriart permaneció fiel a su primer impulso político (fue, por otra parte, un combatiente de las SS) cambiando completamente su visión geopolítica, se puede quedar incluso fieles a la profunda esencia metafísica del mensaje de Evola, adaptando ciertos aspectos de su visión "euroasiática" con todas las implicaciones necesarias. Thiriart y también ciertos representantes del ND europea y de los corrientes NR han optado resueltamente por la designación del enemigo único absoluto que es el capitalismo cosmopolita y la dominación geopolítica de los Estados Unidos.

El campo socialista ha sido antes percibido como "posible aliado". Si se hiciera la transposición de esta valoración política al nivel espiritual más elevado se llegará al elogio sumariamente positivo de la tradición ruso-ortodoxa, al descubrimiento de la componente eslava del conjunto indoeuropeo y también al reconocimiento en el bolchevismo ruso de tendencias antimodernas y de algún modo tradicionales. En este caso, se llegará a la fórmula "Oriente contra Occidente", socialismo y socialismo nacional contra "capitalismo", "eurasiáticos contra atlantistas", "Rusia con la Europa germánica y continental contra los Estados Unidos y los países anglosajones" etc. se opera la revisión de las ideas de Evola que corresponde exactamente a la lectura "rusa" de sus escritos (más la acentuación de su aspecto revolucionario, de "izquierda").

Tercera Roma, Tercer Reich y Tercera Internacional se mostrarán de golpe como símbolos íntimamente ligados entre sí, como tres formas diferentes pero complementarias de la “Revuelta contra el Mundo Moderno”, no siempre conscientes de sus implicaciones transcendentes y a veces extraviadas e incluso paródicas. Pero quizás en la edad oscura en que nosotros nos encontramos, en este Kali-Yuga, no se deben esperar de la realidad exterior, las realizaciones resplandecientes y sublimes de las verdades tradicionales. Algunos aspectos repugnantes de las ideologías contemporáneas y, sobre todo, su puesta en práctica pueden esconder a veces los tesoros espirituales como los "guardianes" del umbral de la tradición tibetana, monstruosos y agresivos, custodian el depósito precioso de la Tradición, esta metáfora ha sido utilizada una vez por el profesor Claudio Mutti a propósito del aspecto exterior de los régimenes comunistas; hace falta precisar que Mutti es tradicionalista guénoniano y evoliano, rusófilo y al mismo tiempo admirador de las ideas de Jean Thiriart.

Puede añadirse que, a pesar de muchas comparaciones en relación al aspecto esotérico del nacional-socialismo, y de muchas palabras severas pronunciadas en relación al movimiento hitleriano, el propio Evola aceptó participar en la lucha intelectual en este campo ideológico, intentando "corregir los nombres", según la expresión esotérica de la tradición china, y abrir las perspectivas del tradicionalismo auténtico, no desde fuera, sino desde el interior del movimiento que representó, con sus más y sus menos, la Revuelta por lo absoluto. Pues, "los guardianes del umbral" del espiritualismo ariosofista impidieron a Evola mezclarse activamente en el combate espiritual al lado de los nacional-socialistas. Hace falta reconocer que el propio Evola no siguió una evolución parecida a la de Thiriart. En todo caso su último libro doctrinal es "Cabalgar la tigre" y no "Orientaciones". El imperio euro-soviético de Vladivostock hasta Dublín, el campo de la revuelta paradójica de los "rojo-pardos" eurasiáticos en busca del Regnum se opone totalmente a la modernidad, a esta modernidad que se concreta escatologicamente en el "dominio absoluto del capital" y en la "mentalidad semítico-mercantil", en la llegada final del tipo social que no pertenece ni a la tercera, ni a la cuarta casta tradicional indoeuropea, todo eso se puede deducir de la lectura "rusa" de Evola, de la lectura "revolucionaria" de Evola que desmigaja a la escuela tradicionalista impotente, académico, y anima y vivifica su espíritu que, de en otra parte, no ha muerto.  

7. Conclusión  

Julius Evola fue un hombre genial. Fue un hombre archetípico que vivió en su suerte personal la suerte de la Tradición en medio de las tinieblas escatológicas. Su herencia es más que preciosa. Sus errores están cargados de sentido tanto como sus auténticas revelaciones. Testimonió la calidad de la actual realidad, enseñó heroicamente la orientación que lleva más allá. Su mensaje es necesario para Europa y también es necesario para Rusia que atraviesa un momento histórico crucial en que la cuestión de su identidad tradicional y sagrada se plantea en cada alma rusa. Gracias a la luz de sus ideas, aunque no coincidimos en todo con él,  podemos restaurar nuestra tradición metafísica, encontrar las llaves olvidadas o perdidas. Ésto explica la popularidad de Evola en la Rusia actual. Ésto también explica la razón de las polémicas apasionadas que provocan las traducciones de sus libros y sus artículos.

El encuentro de Rusia con Evola no es una cuestión de erudición, de extremismo político marginal o un asunto de "espiritualistas". Los aspectos que Evola toca son las realidades vivientes, las fuerzas sagradas que se despiertan en espera de la "Acción Transcendente" del que Evola ha hablado proféticamente en los sus primeros libros. Evola es el último héroe de Occidente. Pero se sabe que en la óptica escatológica lo último siempre es lo "primero". El mensaje de Evola concluye cierto ciclo, pero abre otro.

Esperamos que sea el ciclo de la Revuelta Absoluta contra el mundo moderno.  

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