por Nicolas
Gauthier – Si creemos en un reciente sondeo
de Cevipof (Centro de Investigación Política de Sciences Po), publicado por Le
Figaro, uno de cada dos miembros del Frente Nacional (en adelante FN) quisiera
“establecer la justicia social cogiéndoles a los ricos para darles a los
pobres” y estaría en favor de una “reforma en profundidad” del sistema
capitalista. ¿Revolución?
Alain de Benoist – Los electores del
FN, de los cuales muchos provienen de clases populares, no están totalmente
ciegos. Como
muchos franceses, constatan que las desigualdades económicas no dejan de crecer
tanto entre los países, como dentro de los mismos, lo que demuestra que no
tienen nada que ver con las capacidades o los méritos.
La riqueza acumulada del 1% de los habitantes más ricos del
planeta está hoy a punto de superar la poseída por el 99% restante. En los
países desarrollados, los salarios no han cesado de estancarse o de disminuir
desde hace un cuarto de siglo, obligando a los asalariados a endeudarse cada
vez más para conservar su nivel de vida, con los resultados que sabemos. En los
Estados Unidos, donde la desigualdad económica ha alcanzado su nivel más alto
desde los años 30, la suma de bonos concedidos en Wall Street en 2014
representó ella sola el doble del total de los ingresos de todos los
asalariados norteamericanos que trabajan a tiempo completo con salario mínimo.
En Francia, solo la Société Générale distribuyó el año pasado 467 millones de
euros en bonos a sus asalariados, o sea, en promedio una prima equivalente a lo
que gana en diez años un asalariado sujeto al Smic (Salario Mínimo
Interprofesional). Hasta hace poco, al Presidente-Director General de
Électricité de France, Jean-Bernard Lévy, ya remunerado con 450.000 euros por
año, le fue otorgado un paracaídas dorado de al menos 200.000 euros, mientras
que el ex jefe de Peugeot-Citroën, Philippe Varin, se beneficiaba de una
jubilación de 299.000 euros por año.
¿Más cifras? La cantidad de productos derivados (instrumento
financiero) intercambiados por mutuo acuerdo, es decir, sin pasar por las
bolsas, alcanzó en 2014 la cifra astronómica de 652.000 millones de euros, o
sea, diez veces el PIB mundial, cuando se trata esencialmente de productos
especulativos. En cuanto al mercado negro mundial, según el Tribunal de Cuentas
estadounidense, éste maneja no menos de 10.000 millones de dólares por año.
Simpatizantes o no del FN, los franceses ven
sucederse los escándalos financieros. Observan que la evasión fiscal representa
en Francia un déficit estimado entre 60 y 80 mil millones de euros por año, es
decir, el equivalente del impuesto sobre la renta, y que una cuarta parte de
los negocios internacionales de los grandes bancos franceses se realiza en
paraísos fiscales. Ven que la deuda pública de Francia ha alcanzado el 100% del
PIB, que la austeridad liberal sacrifica poblaciones enteras a base del rigor
monetario, que el desempleo en la zona euro ha pasado de un 7,3% antes de la
crisis a un 11% en 2012 (ocho millones de parados más), que pronto solo habrá
contrataciones a través de contratos por tiempo definido, y que la
“flexibilidad” socava los requisitos mínimos de seguridad económica y social de
las personas. Ello provoca que haya cada vez menos y menos ilusiones en un
sistema que socializa las perdidas y privatiza las ganancias, lo cual no es
realmente sorprendente.
NG – Eso no impide que el programa de “patriotismo económico” del FN sea regularmente denunciado como “irrealista” o incluso como “izquierdista”. El propio Jean-Marie Le Pen —¡quien, es cierto, no parece del todo decidido a tomar su jubilación!—- ha declarado en su famosa entrevista en Rivarol que “es ridículo solicitar la jubilación a los 60 años”…
NG – Eso no impide que el programa de “patriotismo económico” del FN sea regularmente denunciado como “irrealista” o incluso como “izquierdista”. El propio Jean-Marie Le Pen —¡quien, es cierto, no parece del todo decidido a tomar su jubilación!—- ha declarado en su famosa entrevista en Rivarol que “es ridículo solicitar la jubilación a los 60 años”…
AdB – Jean-Marie Le Pen,
quien se presentaba hace mucho tiempo como el “Reagan francés”, aparentemente
leyó mal el programa de su partido. Salvo error de mi parte, el FN no defiende
la “jubilación a los 60 años”, pero sí la posibilidad de beneficiarse a esta
edad de una pensión de jubilación siempre que se haya cotizado durante 40 años,
lo cual no es lo mismo (porque solo una minoría de los asalariados de 60 años
satisface esta condición).
Por mi parte, si yo tuviera algo qué reprochar al
programa económico del FN, sería más bien que se queda con demasiada frecuencia
en un keynesianismo que, al igual que el liberalismo, no permite salirse de las
categorías de la economía neoclásica. Les queda a sus diseñadores por
comprender la naturaleza exacta de la Forma-Capital, el fetichismo de la
mercancía y la huida hacia delante en lo ilimitado de la sobreacumulación, la
mercancía como objetivación del valor y como elemento estructural de las
relaciones sociales, el potencial de la autocontradicción interna (entre el
valor de uso y el valor de cambio, el trabajo abstracto y el trabajo concreto,
el trabajo privado y el trabajo social) que contiene el desarrollo capitalista
en general, y otras cosas más.
NG – Entre los que quieren redistribuirlo todo —incluso dar a los que no hacen nada— y los otros que no quieren compartir nada, ¿no habría posibilidad de trazar una vía intermedia?
NG – Entre los que quieren redistribuirlo todo —incluso dar a los que no hacen nada— y los otros que no quieren compartir nada, ¿no habría posibilidad de trazar una vía intermedia?
AdB – La alternativa no
es del orden de más o de menos. Es más bien entre aquellos que creen posible
reformar el sistema capitalista y los que no lo creen. Ahora bien, el hecho
esencial es que el proceso de valorización del capital no tiene su base en una
ley natural. Más bien es porque hay un límite interno en la valorización real
porque entramos desde hace una veintena de años en una economía de burbuja
financiera. Con la tercera revolución industrial, la cual sucede a una fase
fordista y keynnesiana caracterizada por una subida del sobrevalor relativo que
permitía un cierto nivel de protección social, los beneficios de la
productividad tienden a hacer innecesaria una cantidad cada vez más grande de
trabajo vivo, lo que socava las bases de índice medio de beneficios de la
economía liberal. La contradicción entre el sistema crediticio y la producción
real de sobrevalor hace que el sistema capitalista esté hoy amenazado por una
desvalorización generalizada del valor, tanto si se trata de la fuerza de
trabajo, del capital productivo, del capital-mercancía, del capital-crédito o
del propio dinero. Los Estados contribuyen también a ello cuando ponen en
marcha la emisión de billetes, anunciando así una nueva burbuja financiera que
será devastadora.
(Traducción de Fabián Villeda Corona)
© Boulevard Voltaire
Fuente: El Manifiesto
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