Por Ángel Romero
EL PRESENTE
Uno de los temas de más actualidad informativa y política–quizás
de demasiada- es, como todo lector podrá comprobar en cualquier informativo,
periódico o radio, el “problema” de Cataluña. Agravado por la convocatoria
plebiscitaria del 27 de septiembre por parte de Artur Mas, el mencionado
problema -que en un Estado fuerte y serio no sería tal- seplantea a grandes
rasgos de la siguiente forma.
Por un lado toda una serie de políticos burgueses reclaman
más concesiones de competencias político-administrativas a Cataluña, bajo
pretextos socio-económicos, a modo de piezas que edifiquen la estructura de un
proceso separatista conocido y notorio. Por otro lado, y de forma más traidora,
incompetente y caduca si cabe, toda una clase política demo-liberal dice
oponerse al proceso separatista, siempre mediante “argumentos” leguleyos y
constitucionales sin trascendencia, fondo ni forma. Estos últimos, que dicen estar
a favor de la unidad nacional, sin embargo no sólo toleran al separatismo de
forma pública y vergonzante, sino que lo impulsan manteniendo marcos legales
que llevan cuarenta años beneficiándolo. Como no puede ser de otra forma, hace
mucho que consideramos en la misma trinchera –la de nuestros enemigos- a ambas
caras del problema territorial que amenaza a nuestra Patria.
Detrás de toda esta amalgama –de uno y otro lado del
“problema”- de profesionales de la mentira, la manipulación, los sobresueldos y
la cleptomanía, nos encontramos con una monarquía, una constitución y un
ejército incompetentes y traidores a la Patria. Teniendo una posición válida
para atajar problemas de esta índole de forma directa y eficaz, han demostrado
su incapacidad para ello, cayendo, por negligencia y dejación de funciones, en
la más absoluta e infame de las traiciones. Para más leña al fuego, a este
conjunto de fusilables fuerzas operantes se unen los medios de comunicación.
Estos medios, que bien podrían llamarse de desinformación o de manipulación,
son, en este lamentable y triste espectáculo, los encargados de disfrazar de
ejercicios democráticos las más irritantes traiciones a la Patria. De este
modo, al inadmisible hecho de usar la mentira histórica y la política burguesa
para disgregar parte de una nación, se le denomina “proceso soberanista” o
“independentismo”. La secesión como fenómeno político normalizado e
institucionalizado ha terminado porconsolidarse, pero los mencionados burgueses
y cobardes (valga la redundancia) no constituyen fuerzas políticas “independentistas”
ni “soberanistas”, sino separatistas.
Nosotros, a diferencia de los borregos y los juntaletras, llamamos a las cosas
por su nombre. Ninguno de los separatistas y sus cómplices tienen derecho a
definirse en tales términos, ya que Cataluña –al igual que Vascongadas, Navarra
o cualquier otra región- no es ninguna colonia española, sino parte inseparable
de la misma. Y de ello pasamos a hablar en el plano histórico.
EL PASADO
Todos los once de septiembre tiene lugar en Barcelona -haciéndolo los separatistas extensivo a toda
Cataluña- la celebración de la Diada, o lo que para el separatismo catalán
constituye su “día nacional”, término como mínimo ridículo e irrisorio. El once
de septiembre se conmemora el aniversario de los hechos ocurridos en 1714,
cuando las tropas borbónicas de Felipe de Anjou -Felipe V en España desde 1713
y primer Borbón en nuestro país- reducen por la fuerza la ciudad de Barcelona
como capital de los Condados Catalanes, parte integrante de la Corona de
Aragón. Este importante hecho histórico se produce como final definitivo de la
Guerra de Sucesión.
Esta contienda se desata en 1701 cuando Carlos II, último rey
de la dinastía de los Austrias en España, muere sin descendencia. Para ocupar
el trono español se presentaron dos candidatos, Felipe de Anjou por parte de
los Borbones y el Archiduque Carlos por parte de los Habsburgo. Mientras que el
reino de Castilla, debido a la aristocracia, se decanta por el primero, la
Corona de Aragón (de la cual, recordamos, formaban parte los Condados
Catalanes) se pone al lado del segundo, más cercano consanguíneamente a Carlos
II. Se desata de este modo un conflicto civil que duraría trece años, hasta que
en 1714 se produce la rendición de Barcelona por parte, como decíamos, de las
tropas borbónicas. La razón de este hecho la encontramos en que Rafael
Casanova, Conseller del Capde los
Condados Catalanes en 1714, luchaba como comandante junto al resto de la corona
aragonesa por el Archiduque Carlos, por la continuación del reinado de los Habsburgo
en España y por consiguiente por la Monarquía Hispánica, tradicional e imperial,
que aún quedaba –aunque de bache en bache- en pie. Durante toda la Historia de
España, antes, durante y después de este hecho histórico, podemos comprobar de
qué forma Cataluña –al igual que Vascongadas y Navarra- ha sido vanguardia de
la Hispanidad, tanto como protagonistas de la misión creadora de los pueblos
hispánicos en todo el mundo, como en la defensa de España frente a las
agresiones extranjeras. En este caso, luchando por la dinastía Habsburgo
cercana a los Austrias, contra la dinastía borbónica francesa.
Explicado esto, nos encontramos con la paradoja de que todos
los once de septiembre, día de la Diada que conmemora la rendición de la ciudad
condal, el separatismo homenajea a Rafael Casanova como “defensor de la nación
catalana frente a España”. No sólo ignorando la Historia, sino manipulándola al
antojo de sus intereses burgueses y su perfidia, hacen de un héroe español que
luchó por España y el Rey contra tropas francesas, un mártir de sus delirios
disgregadores de la Patria. De la misma forma, hacen de una lucha patriótica
contra una dinastía extranjera, una inexistente lucha catalana contra España.
Por si todo esto pudiera parecer poco al lector para comprender lo que se
expone, he aquí las últimas declaraciones –bajo las mismas traducidas al
español- de Rafael Casanova el once de septiembre de 1714, extraídas del pregón
al pueblo de Barcelona, como exhortación final a su defensa:
"Que han executat las últimas exhortacions y esforsos,
protestant de tots los mals, ruinas y desolacions que sobrevinguen a nostra
comuna y afligida Patria, y extermini de tots los honors y privilegis,
quedantesclaus ab los demèsenganyatsespanyols y tots en esclavitud del domini
francés.
Pero comtot se confía, que totscomverdadersfills de la patria, amants
de la llibertat, acudirán alsllochssenyalats, a fi de derramar
gloriosamentsasanch y vida, per son Rey, son honor, per la Patria y per la
llibertat de tota Espanya."
* * *
“Que han realizado los últimos exhortos y esfuerzos, protestando por
todos los males, ruinas y desolaciones que sobrevengan a nuestra común y
afligida Patria y por el exterminio de todos los honores y privilegios quedando esclavos con los demás engañados
españoles, y todos en esclavitud del dominio francés.
Pero hay que confiar en que todos, como verdaderos hijos de la patria
amantes de la libertad, acudirán a los lugares señalados a fin de con honor,
derramar gloriosamente su sangre por su Rey, su honor, por la Patria y por la
libertad de toda España.”
Desenmascarada la realidad de la manipulación separatista,
entendemos que la sociedad española, y especialmente la juventud, sólo tiene
dos posibilidades de acción ante los traidores:
A) Apostar por la secesión y el suicidio
gratuito de España, para beneficio de intereses burgueses y disgregadores, o bien la tolerancia y
complicidad con el separatismo propias de la política demoliberal, entendiendo
como un hecho fáctico que ambas posturas equivalen a lo mismo.
B) Apostar por la unidad de la Patria
como garantía indispensable de la existencia histórica española, conscientes de
que sólo la unidad del pueblo y la nación -y sólo esta- conseguirá que España,
hambrienta de pan y justicia, consiga hacer su revolución pendiente.
Desde este semanario estamos
convencidos de formar parte de lo segundo, ya que sólo con un empuje unitario,
integrador, entusiasta e intransigente con la traición, pueden lograrse para
España las soluciones que la situación actual exige. Decía Ramiro Ledesma que “la ausencia de las cosas es la mejor
justificación para su conquista”. La ausencia de unidad nacional y popular es
un hecho, y la juventud, con lucha y entusiasmo debe conseguirla para hacer la
revolución que España lleva años necesitando. Porque la
Patria no se niega. ¡Se conquista!
Escrito originalmente para Semanario Utopía número 3