viernes, 30 de agosto de 2013
jueves, 22 de agosto de 2013
ERNST NIEKISCH, UNA VIDA REVOLUCIONARIA
Artículo original de Pueblo Indómito
Ernst Niekisch nace en Trebnitz,
Silesia, el 23 de mayo de 1889, en el seno de una familia de artesanos, siendo
su padre limador. Cursa la carrera de magisterio en una época en la que los
hijos de los obreros no solían estudiar, por lo que alguna vez sufrió la
discriminación de alguno de sus compañeros, cosa que le impulsó aún más hacia
una cosmovisión revolucionaria de la vida. Acaba el estudio de magisterio en
1907 y trabaja como profesor en Augsburgo, capital de Suabia. En 1914 se alista
al ejército, pero problemas de visión le impiden entrar en combate. Es por ello
que se dedica a otras actividades dentro del ejército.
En el mes de octubre de 1917, una
vez fuera del ejército, ya casado y con un hijo, decide afiliarse al Partido
Socialdemócrata (SPD) además empezar a interesarse en la Revolución
Bolchevique. Niekisch colabora con el periódico que edita el partido, titulado Schwäbischen Volkszeitung. Con el resultado de la guerra aún no
decidido se pasa a la sección más izquierdista del SPD, que a su vez era la más
internacionalista.
Con la proclamación de la
República y los procesos revolucionarios de noviembre de 1918, Ernst Niekisch
funda un Consejo de Obreros y Soldados en la ciudad de Augsburgo, del cual
sería el presidente, con un funcionamiento similar a los soviets rusos. Vota en
contra del establecimiento de la República Soviética de Baviera, debido a que la
región contaba con una gran presencia agraria-conservadora que pondría muchas
trabas a los experimentos socialistas. Encabezando el Gobierno Provisional y el
Comité de Obreros y Soldados, propone un gobierno conjunto del SDP, UDSP y BB
(Liga Campesina), hecho que fue rechazado.
Los Freikorps, antiguos soldados
de fuerte carácter anticomunista, colaboraban en ese momento con la República
de Weimar, por lo que entran en Múnich, para acabar con el experimento
soviético del que Niekisch formaba parte destacada. Ernst Niekisch es detenido por
estas fuerzas paramilitares el 5 de mayo de 1919 y encarcelado durante dos años
en una fortaleza militar. Ese mismo día se afilia al Partido Socialdemócrata
Independiente (USDP). Mientras estaba encerrado, el USDP vuelve al SDP, partido
por el que conseguirá acta de diputado en el Parlamento Bávaro en el 1922. Renuncia
al acta en 1923, al aceptar un puesto en el Gran Sindicato Textil, por lo que
se traslada a Berlín.
Dentro del partido seguía
ocupando parte del ala izquierda en el sentido revolucionario, obrerista y
laboral, pero ya había abandonado el internacionalismo que lo caracterizó
durante la guerra. Y se opuso tanto al Tratado de Versalles como a las
reparaciones de guerra que impuso. También rechazó de pleno las nuevas
fronteras que impusieron a Alemania. Quería que el SDP canalizara este rechazo
a Occidente a través de un patriotismo socialista. Poco a poco las posiciones
de Niekisch son molestas para el partido por lo que en 1926 lo abandona antes
de que se supiese el resultado del expediente de expulsión abierto hacia él,
con un resultado que pocos dudaban.
Es en el mes de julio de 1926
cuando publica el primer número de su revista Widerstand (Resistencia) en torno
a la cual logrará reunir a gran cantidad de apoyos, tanto nacionalistas como
socialistas, desde antiguos Freikorps a miembros de partidos izquierdistas. En
esta publicación se abogaba por un socialismo revolucionario, un nacionalismo
prusiano y el rechazo a Occidente, así como al pacto con la Unión Soviética
para derrotar al sistema capitalista. En 1928 se incorpora como ilustrador de
la revista, y de la editorial recién fundada con el mismo nombre, Paul Weber,
que en las ilustraciones de los años posteriores demostraría una gran crítica
al régimen nacionalsocialista de Adolf Hitler, al que consideraban poco o nada
socialista. Es por ello que la publicación sería prohibida y Ernst Niekisch
encarcelado en 1939, tras un paso por París donde conoció a Karl Otto Paetel.
Pasó toda la Segunda Guerra
Mundial encerrado y fue liberado al paso del Ejército Rojo. Es liberado en
abril de 1945 medio ciego. Tras la unificación del Partido Comunista y el
Partido Socialista en el Partido Socialista Unificado (SED), al que se afilia.
Sin embargo acabó enfrentado completamente al partido puesto que él buscaba la
vía alemana al socialismo, y no unas directrices impuestas desde Moscú. Al
mismo tiempo había defendido a Stalin por centrar el socialismo en un solo
país, a su visión, una especie de nacional-comunismo. Fue elegido diputado del
SED, pero finalmente marchó a Berlín Occidental en 1963, y permanecería allí
hasta su muerte el 23 de mayo del 67.
FUENTES
CONSULTADAS
- Ernst Niekisch, un revolucionario alemán de José Cuadrado Costa. Consultado en Página Transversal. http://www.geocities.ws/paginatransversal/niekisch/index.html
- A. Paul Weber, ilustrador de Ernst Niekisch. Consultado en La Bandera Negra. http://labanderanegra.wordpress.com/2008/08/04/a-paul-weber-ilustrador-de-ernst-niekisch/
- Ernst Niekisch (Author Profile). Consultado en Good Reads (en inglés) http://www.goodreads.com/author/show/807195.Ernst_Niekisch
- Ernst Niekisch: Winderstand!. Consultado en Open Revolt (en inglés) http://openrevolt.info/2011/10/13/ernst-niekisch-widerstand/
- Trajectòries (no tan) insòlites (XIX): Ernst Niekisch i el nacionalbolxevisme contra Versalles i contra Hitler. Consultado en Disponibilitat Permanent (en catalán) http://didaclopez.blogspot.com/2010/02/trajectories-no-tan-insolites-xix-ernst.html
miércoles, 21 de agosto de 2013
EL SENTIDO SOCIAL DEL FASCISMO
Ernesto Giménez Caballero
Hasta ahora que ha llegado la República a España, para seguir
despertando a España –tras el clarinazo de la Dictadura– de una modorra
casi secular, ha sido difícil y peligroso hablar en serio del Fascismo
entre nosotros.
Los interesados en mantener el equívoco –y son muchos en España–
habían hecho creer a las buenas gentes que el Fascismo significaba algo
negativo, reaccionario, capitalista, monárquico, clerical y tiránico del
pueblo. Habían hecho creer a nuestras buenas gentes –y son muchas en
España– que el Fascismo era algo así como un pronunciamiento a lo siglo
XIX.
Pero las cosas se han precipitado de tal modo que en el ambiente
español –y en el ambiente europeo– que la palabra «Fascismo» va teniendo
un nuevo sentido, un nuevo sentido salvador, positivo, social y
universal.
Hoy Europa –y el mundo– están divididos en tres campos de lucha: el
«campo comunista», que desea arrasar con su avalancha, oriental y
bárbara, toda una civilización secular, hecha entre lágrimas, heroísmos y
sangre; el «campo liberal socialdemócrata», que con sus anticuados
órganos de Gobierno (Parlamento, sufragio universal) quiere por un lado
contener inútilmente el cataclismo, y por otro, instaurar un iluso
equilibrio de fuerzas sociales, a base del mito de «la libertad
individual». Y por último, el «campo fascista», que aceptando las masas
sociales y los procedimientos de acción directa propios del comunismo,
salva con ellos cierta autonomía individual, salva esencias
imponderables de la civilización europea, y organiza de nuevo el mundo
en una paz equilibrada, en una armonía de Capital y de Trabajo, en un
sentido corporativo del Estado.
Frente al «Comunismo», que todo lo quiere para la «Masa» («todo el
poder para el Soviet»), y frente al «Liberalismo», que todo lo quiere
para el «individuo», llega el «Fascismo», para integrar estos dos
factores en un único cuerpo o «Corporación». La derecha y la izquierda
sirven en el Fascismo a un solo cuerpo: «el Estado.» Lo mismo que en el
hombre, la derecha y la izquierda le sirven para la lucha del cuerpo y
del alma.
Roma, otra vez en la historia, ha resuelto la gran ecuación social.
Como en tiempos de César, de San Pablo, de Constantino, de San Agustín,
de Santo Tomás, de Campanella, de San Ignacio.
Mussolini tiene ese sentido profundo en la nueva historia del mundo.
Siendo socialista, marxista, aportó en su movimiento el «genio de
Oriente», comunista, y admitió las masas al Poder. Pero siendo también
europeo, aceptó la función de la «iniciativa privada», del capital, y la
libertad, para que las masas pudieran moverse.
Es hora ya de decir que el Fascismo, consecuencia de la Revolución
rusa, es el triunfo de lo social: nacionalizado, universalizado,
racionalizado.
Ni Oriente ni Occidente, sino lo universal, lo ecuménico. Ni Moscú ni Ginebra: Roma.
Por eso los que visitan Italia, tras diez años de este régimen tan
nuevo y tan antiguo, tan moderno y tan tradicional, observan que el
secreto y el sentido del Fascismo es «fundamentalmente social».
El Capital no ha sido aplastado por la Masa. Sino controlado por el
Estado, para que sirva a la Masa, a los humildes. El trabajador en el
régimen fascista, lo es todo. Es el auténtico régimen de los
«trabajadores». Los trabajadores en el Fascismo han ascendido a primera
clase social. Todo está en el Fascismo, en vista de la producción
nacional.
Y el trabajador, ascendido a primate histórico, ha dejado de ser
proletario. Y es patriota, y es espiritual, y siente ansias nobles de
expansión y de dominio, de gloria.
La Historia se repite porque es siempre la misma. Antiguamente se
decía: «Todos los caminos llevan a Roma.» Hoy lo podemos repetir. Sobre
todo, los pueblos que nacimos del genio romano. Y es porque Roma, con el
Fascismo, ha encontrado de nuevo la «solución de la Historia», la
salvación de Europa, el «sentido de lo social».
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