lunes, 8 de junio de 2015

EL AYATOLÁ JOMEINI

Por Stefano Bonilauri*


Siempre he sostenido que un gran líder como Jomeini merece ser recordado no sólo con motivo de aniversarios y conmemoraciones, sino también el resto del año. Esto es porque su ejemplo, no sólo político y religioso, sino también humano y moral, es una formidable lección para las generaciones presentes y futuras, por lo que hay que propagar y extender su mensaje, con la máxima energía. Jomeini, aquellos que lo conocieron de cerca pueden confirmarlo, era un hombre muy sencillo. Odiaba las cosas complejas, artificiosas y artificiales, y por esta razón prefería a la gente sencilla, a la gente que venía del pueblo.

Y el pueblo lo correspondía, apreciando su honestidad y su espontaneidad. Era, desde este punto de vista, todo lo contrario del Shah que a la vez gustaba de llenarse de la hipocresía y de la pompa, de acuerdo a la etiqueta tradicional de los monarcas y gobernantes. Si el Shah representaba para los iraníes un líder de distancia e inalcanzable, arrogante y pomposo, al contrario, Jomeini era un hombre como ellos, que hablaba su idioma y entendía sus sentimientos y sus aspiraciones, mientras que al mismo tiempo podía tranquilizarlos con su gran sabiduría en asuntos religiosos, políticos y espirituales. El Shah era un padrastro, un tirano; Jomeini, sin embargo, era un padre en el verdadero sentido de la palabra: un hombre severo pero sensible, profundamente unido a su propio pueblo. No es casualidad que sus palabras eran un consuelo y una fuente de esperanza en los duros años del Shah: los iraníes escucharon las cintas y cintas que vinieron en secreto desde el exterior, desde el lugar de exilio de Jomeini.

Cuando se hizo la Revolución y el Shah huyó como un regente sorprendido robando los bienes de su protegido durante su minoría de edad, Jomeini regresó a Irán. El pueblo iraní le dio la bienvenida como un hijo acepta el regreso de su padre de la guerra o tras una larga pena de prisión. Jomeini representaba el líder tan esperado, el hombre que finalmente era capaz de interpretar las necesidades y aspiraciones de una nación que hasta entonces había sido aplastada y sin ser escuchada. Por supuesto, la estela de Irán y el Islam chií, a la que Jomeini había dado voz, no resultó aceptable para Occidente, especialmente Estados Unidos, así como a los reyes y líderes políticos del Oriente Medio sunnita. Ellos habían entendido el alcance del mensaje de Jomeini, que era muy revolucionario e innovador, tan estrechamente ligado a la Tradición y al deseo de Identidad del pueblo. Fue por esta razón que rápidamente Occidente y sus aliados en el Medio Oriente comenzaron a practicar tramas subversivas contra el Irán revolucionario. La reacción más llamativa fue sin duda la guerra puesta en marcha por el Iraq de Saddam Hussein, que aspiraba a recuperar la confianza de los Estados Unidos atacando a Jomeini.

Fue una guerra que causó un dolor sin fin para ambas partes, y que, según las expectativas tendría que resolverse con el rápido colapso de Irán. En lugar de eso, Irán resistió enérgicamente durante ocho años, siempre rechazando al enemigo. Esa guerra demostró la fuerza y ​​el poder de la revolución iraní, y las grandes cualidades de un líder como Jomeini. Los iraníes se mantuvieron siempre fieles, siguieron su invitación a resistir y luchar, y esto fortaleció el país y la Revolución. Hoy, gracias a los duros obstáculos superados en el pasado, Irán es una gran potencia. Algo muy diferente de lo que era en el momento del Shah, cuando el país era de un dominio indiscutible de los estadounidenses y los británicos. Con Jomeini, Irán recuperó su libertad y su soberanía, indicando a otros pueblos que luchan cual es el camino a seguir. Irán es el socio indispensable e imprescindible para cualquier país que aspira a la independencia de Occidente. Trata de igual a igual con las grandes potencias como Rusia y China, y puede darse el lujo de rechazar el diktat arrogante de los Estados Unidos y la Unión Europea. Jomeini nos ha enseñado que un país puede ser libre con una revolución que en primer lugar debe ser cultural y, después, política.

La toma de conciencia generada por la cultura, por las palabras, por los mensajes de esperanza y lucha, puede producir el milagro revolucionario y político. Es por eso que la lección del gran líder Jomeini vale no sólo para Irán, sino también para el resto del mundo, incluyendo a sus enemigos.

* Secretario Nacional de Socialismo Patriottico

Traducido por Pueblo Indómito
Original en italiano en la web de Socialismo Patriottico 

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