domingo, 5 de abril de 2015

LA BANCA: EL PUNTAL DE LA BURGUESÍA


Por Javier Morillas

En un país con una estructura económica de carácter tan marcadamente oligárquico como es España, ciertamente el tema de la nacionalización de la Banca, tan consustancialmente joseantoniano, tenía que levantar resquemores. Así una hábil campaña en defensa de la "rentabilidad" de la Banca privada, del "trauma" que supondría para nuestra economía su desaparición, etc., viene realizándose desde muy diversos sectores, y ya varios partidos, de los llamados "obreros", se conforman con sólo nacionalizar "algunos" de los grandes bancos.

Si en el año 1934, José Antonio escribe en los puntos iniciales que: "Defenderemos la tendencia a la nacionalización del servicio de Banca"; en el programa mantenido para las elecciones de febrero de 1936 afirma que: "Si la Falange llega al poder, a los quince días será nacionalizado el servicio de crédito, acometiéndose inmediatamente -sigue añadiendo- el problema agrario. Quizá llegue pronto el día en que me vea obligado a responder a estas cosas." Obviamente nos mantenemos en los mismos términos.

Permítasenos una brevísima introducción al tema planteado. Para la configuración de nuestra República Sindicalista, como claramente dijo José Antonio: "Subiremos del hombre a la familia y de la familia al municipio y, por otra parte, al sindicato, y así culminaremos en el Estado, que será la armonía de todo." Este Estado del que habla José Antonio en nuestra sociedad sindicalista está formado por el nuevo Parlamento del Pueblo o Cámara Legislativa, confluencia de la voluntad popular centrada en dos Cámaras: la de los sindicatos, cuya célula base es el sindicato de empresa, y la Comunal o de los Municipios, con base en cada uno de éstos. La función ejecutiva la ostentaría el Gobierno salido de ambas Cámaras, con las funciones y atribuciones por ellas encomendadas. No existe -dicho sea de paso- la falacia tan manida por el franquismo de la utilización de la familia como cauce de participación; en nuestra concepción, la familia -y no tal como está ahora- es una célula de realización personal y nunca de participación política. José Antonio aclaró también esto al señalar que: "La vida de España ha de basarse -textos inéditos página 282- en los municipios y en los sindicatos." De igual forma que los municipios se hallan luego agrupados a nivel comarca¡, provincial y regional, los distintos sindicatos de empresa (a cuyos respectivos trabajadores corresponde la propiedad, gestión y beneficios) se hallan agrupados a nivel nacional por ramas de producción.

Sin embargo, esta configuración de la sociedad podría traer como consecuencia pugnas o rivalidades entre los distintos sindicatos. Es por ello por lo que se configura al máximo nivel la Cámara de los Sindicatos -coordinadora y planificadora de la economía mediante planes indicativos- y por lo que a la sociedad, en su conjunto, al nuevo Parlamento del pueblo, y por delegación de éste a su Gobierno se le reserva un instrumento para su arbitraje. Este instrumento es el crédito. Es decir, ese arbitraje se realiza mediante el control de las fuentes de financiación.

Así, pues, lo que en los programas de determinados partidos puede ser "un punto más" sobre "nacionalizaciones" y "estatificaciones", en nosotros, tan opuestos a la burocratización de la economía, éste de la nacionalización de la Banca se convierte en un punto básico. La Banca nacionalizada sería regida en régimen de cogestión por representantes de la Administración, de los sindicatos y de los empleados de Banca, "de forma que -como ha dicho Narciso Perales- no sea nunca un refugio cómodo y brillante para los políticos, ni se sirvan otros intereses que los nacionales".

No hay país en el mundo en donde las empresas dependan tanto de los bancos como en España. Las empresas españolas tienen una dependencia financiera tal, de los bancos, que éste solo hecho favorece ya, por sí solo, un incremento de la inflación. Con datos del año 1976, España bate todos los records de la OCDE, con una proporción de 134 por 100 de la deuda sobre capital propio. Es decir, por cada peseta que obtienen suscribiendo en la Bolsa, las empresas se endeudan con los bancos en 1,34 pesetas. En EE.UU. se señala que la actual pausa en la recuperación económica iniciada a fines de 1974, está motivada por la actitud de algunos de sus grandes bancos de reducir sus préstamos a las empresas. En el caso de nuestro país, en el que las posibilidades de financiamiento son siempre difíciles, la situación de la dependencia tiende a agravarse y, en este año de 1977, según las previsiones, los sectores industriales que mejorarán la situación serán aquellos que menor porcentaje tienen en la proporción de la deuda sobre el capital propio, en tanto que los sectores de la industria pesada y de la construcción, por ejemplo, verán incrementar su endeudamiento.

En España, cada grupo financiero importante tiene un banco, que está al servicio de las empresas del grupo. Es decir, recauda dinero del ahorro nacional y lo canaliza a los negocios del grupo: la Banca privada, a través de la creación del dinero bancario, amplía enormemente su potencial y es un reto permanente al poder político general del país.

Esta situación tiende a agravarse extraordinariamente. La Banca internacional está esperando que se la dé la definitiva "luz verde" para instalarse en nuestro país. Dentro de la lógica del gran capitalismo imperante en España, no hay razón para que estando ya instaladas las multinacionales, no lo estén sus correspondientes entidades bancarias mundiales. La primera declaración en torno al tema hecha por un Gobierno español en los últimos cuarenta años, la hizo el Gobierno Suárez en un capítulo sobre política monetaria "a fin de estimular la competencia, en el ámbito financiero se considera conveniente la presencia de entidades financieras extranjeras en el mercado español". Las visitas de Juan Carlos y Suárez a Estados Unidos tuvieron mucho que ver con esto y también el proceso hacia la fusión iniciado por algunas entidades bancarias españolas con vistas a su fortalecimiento y en espera de acontecimientos.

La Banca siempre ha sido, y es, el soporte básico para un golpe reaccionario de la derecha. Por ello, José Antonio consideraba su nacionalización -y no el mito de la "Banca sindical"- como el ineludible primer golpe de mano de nuestra revolución. Una nacionalización rápida, con el fin 'de que el Gobierno revolucionario pueda controlar la liquidez, el crédito, las huelgas de inversión, y pueda evitar que el poder de los grupos capitalistas boicotee la efectividad de la nueva política económica.

Imaginémonos cuál sería el poder desestabilizador de la Banca en una situación como la descrita en el párrafo anterior, ateniéndonos a algunos hechos recientes. Por ejemplo, durante las elecciones, en el mes de junio, los bancos hicieron descender brutalmente la concesión de créditos -situación en la que los primeros dañados a nivel de empresas son los pequeños y medianos empresarios-. Al mismo tiempo, la burguesía nacional, y, en concreto, tres de los siete grandes bancos del país, Banesto, Central y Santander (primero, tercero y sexto, respectivamente), apoyaban de forma económicamente masiva la autoritaria opción fraguista. (Los intereses multinacionales se hallaban ampliamente representados en la opción centrista.)

Después de las elecciones se dedican a continuar creando "ambiente" de desastre económico, y como el barómetro del sistema capitalista en un país lo da su Bolsa se dedican a jugar con ésta. El intento de Barrera de Irimo cuando era presidente de la Telefónica -con el apoyo tácito del Ministerio de Hacienda- de vincular a la Bolsa a un accionariado popular, tuvo los resultados deseados con las famosas "matildes"; con apoyo de la televisión y con una engañosa campaña hicieron subir las acciones hasta cuatrocientas pesetas...; luego, en 1977, estas acciones se cotizaban a noventa pesetas, sin contar con la inflación habida en ese tiempo. Así, pues, estos pequeños ahorradores, a los que se quería implicar en ese Vaticano nacional del capitalismo, huyeron despavoridos. Así son poquísimos los españoles particulares que acuden a los mercados de valores, y la Bolsa quedó para los inversores institucionales, para los fondos de inversión y sociedades de cartera, dependientes todas ellas de los bancos. No resulta, pues, nada difícil hacer caer las cotizaciones, cosa que puede decidirse en cualquier momento. Basta con que se pongan de acuerdo en los tipos de interés, si tenemos en cuenta que son siete los grandes bancos que controlan la mitad del dinero de los españoles.

Si simultáneamente a la caída de la Bolsa, algunas de las grandes empresas de las que están conectadas a los bancos empiezan a proclamar supuestas dificultades, con suspensiones de pagos, etc., y, paralelamente, se orquestan nuevas zancadillas a través de las Cámaras de Comercio y organizaciones patronales -también bajo el control de la Banca-, el panorama lo pueden poner verdaderamente negro. Hay que tener en cuenta, asimismo, que la gran Banca tiene sus propios periódicos, con sus editoriales, artículos fantasmas y todo su poder de penetración en la opinión pública. Al mismo tiempo, y para los periódicos más "revoltosillos", las inversiones publicitarias -en su mayoría también en manos bancarias- se pueden reducir a cero y es sabida la importancia que para el mantenimiento de un periódico o una revista tienen los ingresos percibidos por anuncios publicitarios.

El pensamiento joseantoniano se puede jactar de varias cosas, todavía no suficientemente valoradas, al cabo de cuarenta y tres años de ser formulado. A nivel general, el hecho de haber dejado impresa en el país una conciencia potencialmente revolucionaria, como reconocía hace años el profesor Tierno. Y a nivel concreto, el haber popularizado una conciencia antimonárquica, el haber inculcado como necesaria la tantas veces prometida reforma agraria y el haber hecho asumibles y populares consignas como la de "¡Nacionalización de la Banca!".

Dejemos, pues, claro que para nosotros la Banca es el puntal de la burguesía, la pieza clave, el tendón de Aquiles del sistema capitalista.

Texto sacado del libro "Una brecha para la revolución en España"

No hay comentarios:

Publicar un comentario