domingo, 3 de mayo de 2015

JACQUES DORIOT, UN ITINERARIO NACIONAL-BOLCHEVIQUE

Por Erik Norling



Hijo de un herrero, Jacques Doriot nace en Bresles, departamento de Oise (Francia), el 26 de septiembre de 1898. Proviene de un ambiente de clase trabajadora, su familia había sido obrera y campesina desde siempre. Es, junto a Mussolini, el único dirigente fascista de auténtica extracción proletaria de un movimiento que en su mayoría se caracterizó por la procedencia de la emergente clase media de sus líderes. El padre de Doriot tenía orígenes italianos y su madre flamencos, como muchos de los inmigrantes de segunda hornada en Francia. Apenas si adolescente, en el otoño de 1915, se traslada el joven Jacques por su cuenta a Saint-Denis, un poblado municipio industrial al norte de París, que hoy es un barrio dormitorio de la capital gala. Allí trabaja como obrero manual en diversos trabajos hasta que se especializa como obrero metalúrgico. Tiene diecisiete años, y es un joven tímido y simpático, recuerdan los que le conocieron, delgado y demacrado pero alto, medía 1,80, lo que era mucho para la época.

A sus 18 años se da de alta en el partido Socialista en Saint-Denis, una sección fuertemente influenciada por el sindicalismo revolucionario, pero es llamado poco después a filas, en abril de 1917, y sirve con valor durante la Primera Guerra mundial en el frente de Lorena, siendo trasladado después al Ejército de Oriente, donde Francia tenía destacado tropas de paz, por lo que Doriot puede estar presente en Hungría cuando estalla la revolución bolchevique de Bela Kun y en Fiume, cuando D'Annunzio se rebela en ese intento trágico-romántico de afirmar de italianidad de esta ciudad del Adriático. Todo esto seguramente produce en el joven idealista Doriot una profunda impresión.

En 1920 vuelve del ejército tras tres años, con una hoja de servicios brillante pero cada vez más convencido de la necesidad de un pacifismo militante y de los horrores de la guerra. Cuando se produce la escisión del Partido Socialista en el congreso de Tours, que será el detonante para la creación del partido comunista francés, Doriot sigue a los disidentes fieles a Moscú. La Internacional Comunista ya se había fijado en esta joven promesa y le apoya. Sostenido por el Komintern, Jacques Doriot asciende vertiginosamente en el Partido. A sus 26 años es ya miembro del Comité Central, líder de las juventudes comunistas desde 1922 y Diputado, así como delegado francés en el Komintern, lo que le llevó a visitar en numerosas ocasiones la URSS, en las sesiones plenarias de ese órgano de dirección del comunismo mundial, y llegar hasta a la misma China. Todo un agitador profesional, educado en la más pura ortodoxia del socialismo revolucionario, muy en paralelo con la trayectoria vital de Mussolini. Su popularidad es incontestable, especialmente entre los más jóvenes del partido, y sus campañas a favor de la desmilitarización del Ruhr, ocupada por Francia desde el final de la primera guerra mundial, o en contra de la intervención francesa en el Rif marroquí le hacen estar en la palestra de los medios de comunicación.

Sin embargo la independencia y activismo indisciplinado molesta a determinados sectores del partido, que ven como su estrella declina ante la del joven diputado del cinturón rojo de París, cada vez más fuertemente implantado en su feudo de Saint-Denis, donde se convertirá en su alcalde, por las listas del partido comunista en las municipales de marzo de 1930. Municipio mayoritariamente de clase obrera, por lo que el paro y los problemas sociales estaban allí magnificados. No era difícil comprender que fuera un núcleo de los más duros del comunismo y socialismo francés.

En 1932 comienza a tener serios problemas con la dirección del partido. Sus divergencias sobre la estrategia para ganar a la clase obrera crecen por días y se manifiestan en actos de indisciplina por parte de Doriot. Ese año el partido comunista pasa por una profunda crisis de liderazgo y su implantación entre las clases obreras ha decaído a unos mínimos jamás conocidos antes. En las elecciones legislativas de 1932, Doriot es el único diputado comunista elegido por mayoría absoluta en la primera vuelta con más del 50% de los votos emitidos, aparte de mejorar su resultado de 1928 en varios miles de votos. Fortalecido por ello participa con fuerza en el 12° Pleno del Komintern en Moscú (27 de agosto-15 de septiembre 1928) donde lee un informe muy negativo sobre la dirección del partido en Francia y pide colaboración a la Internacional para presionar a la dirección francesa a aceptar sus tesis, entre las que se encuentra, paradójicamente, el antifascismo como bandera. No olvidemos que por entonces la táctica impuesta por el Partido era la de confrontación directa con los dirigentes socialistas e intentar captar sus militantes.

Doriot se distancia de la dirección en cuanto exige una colaboración con los socialistas para la creación de un frente antifascista para evitar que la clase obrera caiga en manos del Fascismo como ha sucedido en otros países. En ello es clarividente Doriot, la atracción de las masas por el fascismo es el mayor obstáculo para la revolución comunista en Europa y es quizás la clave para comprender el giro de éste, pocos años después, abrazando la causa fascista. Es la misma lucha, la misma revolución, pero con otra bandera, pero siempre con los mismos objetivos para Doriot. En la sesión del Comité Central de Marzo de 1934 declara proféticamente:

"Ante nosotros, las fuerzas fascistas levantan la cabeza; entre los campesinos, entre las clases medias, entre los pequeños comerciantes y los intelectuales de valía, se multiplican las manifestaciones que prueban que la idea fascista madura y crece...hay entre el fascismo y nosotros una lucha para ganar las masas. Un cierto número de capas sociales que parecen decisivas se están movilizando detrás del fascismo, cuando éstas debieran de ser un punto de apoyo del proletariado..." (1)

Sin embargo el Buró político y el Comité Central del partido se niega a colaborar con los socialistas para crear un frente popular antifascista. Doriot, en contra de lo acordado por sus superiores, decide por su cuenta iniciar estos contactos y crea en Saint-Denis con el partido socialista y los sindicatos socialistas un Comité de vigilancia. Es interesante observar que en su feudo Doriot no precisaba el apoyo de los socialistas o del sindicato, ya que disponía de una mayoría cómoda y se debe interpretar este hecho como un intento de probar a la dirección sus tesis. Cuando se producen las revueltas derechistas en París el 6 de febrero de 1934 como consecuencia del affaire Stavinsky, Doriot cree ver en ellas una manifestación fascista y convoca inmediatamente una contramanifestación antifascista para el 9 (2). La dirección del partido prohíbe su adhesión pero Doriot desobedece y es el único dirigente comunista que está en primera fila junto a los manifestantes comunistas y socialistas, enfrentándose a las fuerzas del orden, exigiendo un frente antifascista. Su popularidad está en el cenit y es cabeza visible de los jóvenes militantes comunistas, con una posición más fuerte cada día, no restringido a Saint-Denis sino a todo París. 

La dirección reacciona inmediatamente y se organizan reuniones locales con los cargos electos del norte de París donde condenan a Doriot y se publica en el diario comunista L'Humanité una noticia dirigida a los militantes comunistas del sector norte instando su apoyo para prohibir "al camarada Doriot propagar su concepción oportunista... y obligarlo a volver a la disciplina del Partido". Sin embargo Doriot, que ya se abstiene voluntariamente de asistir a las sesiones del Buró político y del Comité Central, ha tomado una grave decisión. El 9 de abril de 1934 dimite de su puesto de alcalde y publica un manifiesto dirigido a la Internacional Comunista para dejar clara su posición.

Las elecciones municipales, convocadas para el 6 y 13 de mayo, hacen que la Internacional Comunista de órdenes, a la dirección del partido mediante un telegrama fechado el 23 de abril, de intentar una solución con Doriot. Son conscientes que perder a Doriot sería perder a una gran baza. "Debe cesar la lucha interior que ha ido demasiado lejos" ordena nuevamente el 26 la Internacional. Sin embargo Doriot ya ha cruzado el Rubicón y no está dispuesto a reintegrarse en la disciplina de un partido que ya no cumple con las expectativas que tenía éste de una organización revolucionaria. Los resultados de las elecciones parecen nuevamente darle la razón, es elegido con el 75,9% de los votos. Un resultado increíble para cualquier analista y que nos muestra el carisma de Doriot en su ciudad. Hay que destacar, por el contrario, que el partido Comunista no presentó candidatura en Saint-Denis, aunque ello no le resta méritos al lograr atraerse a tal porcentaje de votantes.

La Internacional comunista le manda llamar a Moscú pero Doriot se niega y públicamente se opone a ésta. "No voy a ir a Moscú..." dice Doriot desafiando ni más ni menos que a la misma Internacional, "Iré a Moscú cuando los jefes de la Internacional Comunista se hayan retractado y rectificado las calumnias y las mentiras que desde hace tres meses se propagan sobre mí." La ruptura es un hecho y no hay vuelta atrás. El 16 de mayo la Internacional Comunista opta por la dirección del partido y autoriza a la misma a adoptar medidas conducentes a neutralizar a Doriot. La exclusión del partido es tan sólo cuestión de tiempo y se materializa al poco tiempo, aunque, curiosamente, y no deja de ser una paradoja que demuestra que el asunto Doriot no era tan sólo una mera desavenencia sobre estrategia electoral, las tesis de Doriot en cuanto a la creación de un Frente Popular son asumidas por el partido y meses después se manifestarán públicamente con la creación del Frente Popular con el que llegarán al poder.

A partir de este momento Doriot se lanzará a una frenética campaña para desprestigiar al partido comunista desde su feudo de Saint-Denis y construir una organización comunista, siempre comunista, que sea capaz de atraer a las masas obreras. Para Doriot y sus colaboradores el abandonar el P.C.F. no fue, aunque pueda creerse lo contrario, una cuestión fácil de aceptar. Su principal colaborador de esa época, Henri Barbé, el antiguo secretario general del partido en 1930 y que ha seguido a Doriot en la escisión, en sus memorias puede resumir el estado de ánimo de todos ellos en esa época: "Lo que me pasó cuando la ruptura con el partido, fue como un profundo desencanto. Miré hacia el pasado, todos mis esfuerzos, mis luchas, mis sacrificios como joven... las amistades, la camaradería fraternal que me unía a centenares de otros militantes. Sentí una inmensa pena. Fue como una caída en vertical de mis ilusiones y mis convicciones. No es exagerar el decir que sentí en ese momento una profunda desesperación." 

Para reorganizarse, Doriot crea unas células de base, las llamadas Groupes d'amis de l'Unité (Grupos de amigos de la unidad), destinadas a reagrupar a aquellos militantes comunistas disidentes que bajo la bandera de la unidad de acción quisieran proseguir el combate por la revolución comunista. Lanza asimismo una edición a nivel nacional de su órgano de expresión L'Émancipation que aparece en octubre con el subtítulo de Órgano central de la Unidad Total de los trabajadores. Doriot decide que el futuro partido se llame Partido Obrero Unificado y lanza un programa claramente comunista desde donde reclama la unidad de las fuerzas proletarias, aunque ciertamente su éxito es más bien limitado. La tirada de L'émancipation rara vez superan los 4000 ejemplares a nivel nacional y el P.C.F. impide cualquier manifestación o colaboración del partido con Doriot, o que su organización tenga contactos con el comité de coordinación para la creación del Frente Popular.

Tras meses de fracasos, el balance que puede observar Doriot a principios de 1935, resumiendo la situación, es más bien triste. Sus expectativas se han visto frustradas una detrás de otra. Ciertamente había sido reelegido diputado por mayoría absoluta otra vez por su circunscripción, Saint-Denis, y es la organización de extrema-izquierda más poderosa de Francia, participando plenamente de la ortodoxia comunista (rituales, lenguaje, símbolos) pero carece de implantación a nivel nacional. Tan sólo hay una posibilidad de sobrevivir - debe reconocer Doriot a sus colaboradores- y es renovarse por entero. Para ello se lanza de lleno a la tarea de crear las bases para un nuevo partido, superador de las clases y que incorpore la idea nacional que tan querida es para las masas obreras. Algo que había ya visto como había resultado en el sindicalismo revolucionario italiano, de hondas raíces sorelianas, en una transformación y deriva hacia el fascismo.

Para ello dispondrá alrededor suya de una serie de hombres muy valiosos que se le han ido incorporando a lo largo de su disidencia y procedentes de la izquierda, que se han desencantado con la actual situación de crisis que vive Francia. Así encontramos a Paul Marión, un veterano ex-comunista, después socialista, con una capacidad de organización imbatible; Víctor Arrighi, el delegado comunista en la Banca Obrera y Campesina y con contactos en Italia; Paul Guitard, conocido periodista de L'Humanité; algunos disidentes de las ligas derechistas que criticaban la falta de visión social del coronel la Rocque como Pierre Pucheau, un brillante directivo de la alta industria pero procedente de la clase obrera, Claude Popelín, Robert Loustau y, ante todo, intelectuales como Bertrand de Jouvenel o Drieu La Rochelle (3).

Doriot multiplica sus reuniones de trabajo, se entrevista con potenciales donantes para el partido entre industriales y banqueros, sin mucho éxito aunque algunos historiadores afirmen lo contrario, y va organizando a sus colaboradores más inmediatos para que ocupen la dirección del partido que desea presentar cuanto antes mejor. Los historiadores no se ponen de acuerdo sobre cuando surge la idea y el nombre de Partido Popular Francés, pero en la primavera de 1936, tras las huelgas que asolaron el país, en las que la alcaldía de Saint-Denis colaboró con los huelguistas, todo estaba dispuesto para ello. Había llegado la hora decisiva de romper finalmente con el comunismo.

Notas:

(1) Repr. Burrin, La dérive fasciste, pp. 163-164.
(2) Stavinsky era un estafador muy cercano a las estructuras del poder que se suicidó misteriosamente despertando las sospechas de todos al descubrirse sus corruptelas. Fue el detonante de los desordenes que se produjeron en París en febrero de 1934 como consecuencia del descrédito de la clase política ante la ciudadanía. Las ligas de excombatientes monopolizaron las manifestaciones de decenas de miles de manifestantes que deseaban tomar el Parlamento. Se saldaron con numerosos muertos y heridos al tiempo que mostró la imposibilidad de los dirigentes de la derecha radical de tomar el poder. Para los intelectuales fascistizados como Rebatet, Brasillach o Drieu La Rochelle, supone el inicio de su activismo político en el campo fascista buscando una salida al callejón sin salida que le habían llevado Maurras y La Rocque, cabezas de la extrema derecha autoritaria. 
(3) Uno de los más representativos será Pierre Drieu La Rochelle (1893-1945), escritor, periodista y ante todo polemista, Drieu La Rochelle es la figura más representativa de esa generación de intelectuales galos que abrazaron el fascismo. 

Extraído de su libro Jacques Doriot. Del comunismo al fascismo.

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