miércoles, 18 de febrero de 2015

EL LADO OSCURO DE LA GLOBALIZACIÓN

Por Leonid Savin

A pesar del hecho de que la investigación sobre la globalización se ha prolongado durante décadas, no existe una definición clara del fenómeno aceptada por toda la comunidad científica internacional. Además, no es posible pensar en la globalización en un solo campo particular de la ciencia o disciplina aisladamente, debido a su naturaleza interconectada y compleja.
Axel Dreher ha propuesto observar la globalización de tres maneras:
La globalización económica: caracterizada por el flujo a larga distancia de bienes, capitales y servicios, así como la información y las percepciones que acompañan a estos intercambios mercantiles.
La globalización política: caracterizada por una difusión de políticas gubernamentales.
La globalización social: expresada como la difusión de ideas, información, imágenes, y personas [1].
El Informe anual de la UNESCO de 2001 declara que: “la globalización puede ser definida como un conjunto de estructuras económicas, sociales, tecnológicas, políticas y culturales, y procesos derivados del carácter cambiante de la producción, el consumo y el comercio de los bienes y activos, que comprenden la base de la economía política internacional” [2].
Los promotores de la globalización comparten muchas percepciones comunes.
Zygmunt Bauman, por ejemplo, trata de determinar los mecanismos de interacción entre estados y naciones, proponiendo una transformación de las organizaciones “inter-nacionales” existentes, hacia lo que él considera como instituciones realmente globales y universales. Bauman ya no tiene ningún interés en la institución social del “estado”, pero, en cambio, prevé un “planeta social” [3]. Muchos otros estudiosos y políticos que de manera similar promueven la globalización en su forma actual están llenos de alegría y optimismo sobre el futuro. Sin embargo, se requiere alguna crítica para una evaluación objetiva del fenómeno.
Jacques Derrida dijo hace muchos años que la imagen ideal o eufórica de la globalización como un proceso de apertura de las fronteras que hace que el mundo sea más homogéneo, debe ser impugnada con absoluta seriedad y vigilancia. No sólo porque esta homogeneización, donde fue llevada a cabo real o supuestamente, tiene tanto aspectos positivos como negativos, sino también porque cualquier homogenización aparente a menudo oculta viejas o nuevas formas de desigualdad social o de hegemonía. Josef Stiglitz, quien ha estado íntimamente involucrado en el proceso de globalización desde dentro, también ha producido numerosas obras que critican la globalización desde que dejó el Banco Mundial.
En su conjunto, el proceso de globalización es muy abstracto, y por lo tanto requiere una evaluación desde dentro y entre los distintos campos de las ciencias sociales. David Harvey señala que: “… si la palabra “globalización” significa cualquier cosa sobre nuestra geografía histórica reciente, es más probable que sea una nueva fase de exactamente el mismo proceso subyacente de la producción capitalista del espacio” [4]. Anthony G. McGrew, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad de Southampton, describe la globalización como: “un proceso que genera flujos y conexiones, no simplemente a través de los estados-nación y los límites territoriales nacionales, sino entre regiones del mundo, continentes y civilizaciones. Esto invita a una definición de la globalización como: ‘un proceso histórico que engendra un cambio significativo en el alcance espacial de las redes y sistemas de relaciones sociales, en los patrones transcontinentales o interregionales de organización humana, actividad y ejercicio del poder‘” [5].
Es muy importante tener en cuenta que en muchas definiciones de la globalización podemos ver la primacía de la economía, en particular del capitalismo neoliberal, así como la distribución del poder que así fluye, y su influencia en todo el mundo. Nodos más rápidos, más flexibles y más sólidos de tal poder económico tienen una ventaja en la propagación de sus propios flujos de producción e intercambio de ideas y conocimientos, en efecto, un proceso normativo y definidor de realidad. Ellos fabrican la globalización a su propia imagen.
También es necesario entender la naturaleza híbrida de la globalización, que comprende una economía global de mercado, el desarrollo tecnológico, la transformación social y la homogeneización global.
David Steingard y Dale Fitzgibbons, en una crítica académica del capitalismo global como conductor del proceso de globalización, definen la globalización: “como una construcción ideológica ideada para satisfacer la necesidad del capitalismo de nuevos mercados y fuentes de trabajo, e impulsado por la “adulación” acrítica de la comunidad empresarial académica internacional” [6]. Sin embargo, la globalización también ha sido concebida como una práctica discursiva. En este sentido, no es el resultado de fuerzas “reales” de los mercados y la tecnología, sino que es un constructo retórico y discursivo, formado por prácticas e ideologías que algunos grupos están imponiendo sobre otros para obtener beneficios políticos y económicos [7]. A nivel mundial, prestigiosas instituciones educativas como Harvard, la LSE [London School], y la Universidad de Colombia, son incubadoras para una élite política y económica transnacional institucionalizada, con una agenda ideológica neoliberal. Así, proporcionan el neoliberalismo como fuerza motriz y determinante de la globalización, con “legitimidad intelectual” y una fachada académica.
Las nuevas posibilidades para comunicarse más rápido y en red con más gente, no sólo son buenas para las interrelaciones personales y profesionales, sino para compartir y colaborar en experimentos científicos, académicos, experiencias adquiridas y buenas prácticas. En este sentido: “la globalización debe ser entendida como la condición por la cual las estrategias de localización quedan relacionadas sistemáticamente a las preocupaciones mundiales… Por lo tanto, la globalización aparece como un proceso dialéctico (y por lo tanto contradictorio): lo que se está globalizando es la tendencia a acentuar “lo local” y la “diferencia “, pero “lo local” y la diferencia” presuponen el desarrollo mismo de las dinámicas mundiales de comunicación y legitimación institucional” [8].
En paralelo a la globalización se pueden señalar: “las amplias tendencias económicas, tecnológicas y científicas que afectan directamente a la educación superior y son en gran parte inevitables en el mundo contemporáneo. Estos fenómenos incluyen la tecnología de la información en sus diversas manifestaciones, el uso de un lenguaje común para la comunicación científica, y los imperativos de la demanda masiva de la sociedad de una educación superior… ” [9].
En otras palabras, el nuevo lenguaje científico promovido por los vencedores de la globalización nivela las diferencias culturales y socava los aspectos tradicionales y regionales que incluyen, pero no se limitan, las características religiosas, históricas, culturales y filosóficas de los pueblos del mundo. También se puede decir que la globalización, a través del intercambio de ideas, amenaza también a la institución del Estado soberano. ¿Cómo? Tanto el intercambio independiente de ideas como la institución formal de la educación pública son clave, no sólo para el desarrollo humano, sino para la institucionalización, la creación de la norma y la formación de la legitimidad del Estado. La gente, como “capital humano”, es desarrollada y utilizada por el Estado moderno como cualquier otro recurso natural a su disposición [10]. Si un gobierno no está implicado en el proceso de la educación pública y especial, hay poderes externos que actuarán para llenar este vacío. Como resultado, disminuirá el potencial del capital humano y la estabilidad de cualquier estado.
También podemos intentar ver este aspecto de la hegemonía desde el punto de vista de otras culturas. El proceso de globalización sugiere simultáneamente dos imágenes de la cultura. “La primera imagen implica la extensión hacia el exterior de una cultura particular hasta su límite, el globo. Culturas heterogéneas se incorporan y se integran en una cultura dominante que eventualmente cubre todo el mundo. La segunda imagen apunta a la compresión de las culturas. Cosas que anteriormente se mantenían aparte ahora se ponen en contacto y en yuxtaposición” [11].
No creo que sea controvertido caracterizar la actual cultura dominante a nivel mundial como un seudo sucedáneo de cultura de masas producida en los EEUU y promovida por el consumismo en todo el mundo como el fruto de la ideología liberal.
El liberalismo en sí mismo es una creación sintética de la estructura de poder global dominado por Occidente, una fachada humanitaria tras la cual el trabajo sucio de policía del mundo puede continuar ininterrumpido por espasmos idealistas en el cuerpo político [12]. Así que en un sentido radical: “la globalización es lo que en el Tercer Mundo hemos llamado desde hace varios siglos colonización” [13].
Finalmente, llegamos a la cuestión de los valores. La globalización se está produciendo en un paradigma de valores posmodernos [14]. De esta manera, rechaza los valores tradicionales y los sistemas educativos tradicionales, porque la lógica de la posmodernidad es la ausencia de un centro, de un principio absoluto. A priori, tiene prejuicios contra todas las otras culturas e ideas, y también contra los portadores de esas ideas. Se trata de reducir todas las otras culturas a una caricatura y a un cliché huecos e inofensivos, que puedan ser digeridos y regurgitados fácilmente dentro del contexto de la cultura de consumo global. Es imposible para la cultura neoliberal global dominante coexistir y armonizar con las culturas tradicionales, y crear un solo tipo artificial de ciudadanía global sin daños esenciales para estos pueblos y sociedades. De este modo la globalización se convierte en un proceso de destrucción cultural y de homogeneización forzada.
La única manera de remediar el proceso de globalización es la nivelación de la disparidad del poder mundial y el establecimiento de un nuevo orden internacional basado en la verdadera multipolaridad, donde habrá varios centros civilizacionales capaces de proyectar el poder regionalmente. Ésta preservará paradigmas culturales y educativo-científicos civilizacionales, relacionados con la voluntad, los valores y el patrimonio de los pueblos, y al mismo tiempo permanecerá abierta a la cooperación y al diálogo internacional, pero construido sobre una base de confianza, ayuda mutua, respeto por la diferencia cultural, y por el derecho de cada sociedad a su propio camino histórico y de desarrollo de cara al futuro.
En Rusia podemos ver el comienzo de algunas tentativas por teorizar y crear a los precursores de un nuevo sistema de educación como una respuesta a los milagros oscuros de la posmodernidad. El Profesor Alexander Dugin, de la Universidad Estatal de Moscú, ha propuesto la idea de un marco educativo euroasiático que refleje la situación mundial contemporánea y la interdependencia de los países y las naciones, así como el reconocimiento de la necesidad de mantener vivas nuestras tradiciones y de proteger a nuestros pueblos de la destrucción creativa promovida por el liberalismo occidental.
[1] Dreher A. Does Globalization Affect Growth? Empirical Evidence from a New Index.Applied Economics 38 (10), 2006. P. 1091-1110.
[2] United Nations Educational, Scientific and Cultural Organization (UNESCO), MOST Annual Report 2001, see http://www.unesco.org/most/most_ar_part1c.pdf.
[3] Zygmunt Bauman. From Agora to Marketplace, and where to from Here? //Journal of Globalization Studies Vol. 2, Num. 1, May. 2011, p.13-14.
[4] David Harvey, Spaces of Hope (Berkeley and Los Angeles: University of California Press, 2002), p. 54
[5] Anthony G. McGrew, “Global Legal Interaction and Present-Day Patterns of Globalization”, in V. Gessner and A. C. Budak (eds.), Emerging Legal Certainty: Empirical Studies on the Globalization of Law (Ashgate: Dartmouth Publishing Company, 1998), p. 327
[6] David Steingard and Dale Fitzgibbons, “Challenging the Juggernaut of Globalization: A Manifesto for Academic Praxis”, Journal of Organizational Change Management, Vol. 8, No. 4, 1995, pp. 30-54
[7] C. Walck and D. Bilimoria, “Editorial: Challenging ‘Globalization’ Discourses”,Journal of Organizational Change Management, Vol. 8, No. 4, 1995, pp. 3-5.
[8] Cesare Poppi, “Wider Horizons with Larger Details: Subjectivity, Ethnicity and Globalization”, in Alan Scott (ed.), The Limits of Globalization: Cases and Arguments(London: Routledge, 1997), p. 285.
[9] Philip G. Altbach, “Globalization and the University: Realities in an Unequal World”,Occasional Papers on Globalization, Vol. 2, No. 1, 2005, Globalization Research Center, University of South Florida, seehttp://www.cas.usf.edu/globalresearch/PDFs/Altbach.pdf.
[10] Volker H. Schmidt. Modernity, East Asia’s modernization and the New World Order, P. 115. https://ap3.fas.nus.edu.sg/
[11] Mike Featherstone, Undoing Culture, Globalization, Postmodernism and Identity(London: Sage, 1995), pp. 6-7
[12] Eric Norden, “The Tender Tyranny of American Liberalism,” The Realist, June 1966, 1-6, http://www.ep.tc/realist/a-b-set/09.html
[13] J. A. Scholte, “The Globalization of World Politics”, in J. Baylis and S. Smith (eds.),The Globalization of World Politics, An Introduction to International Relations (New York: Oxford University Press, 1999), p. 15.
[14] Endre Kiss. The dialectics of Modernity. A theoretical Interpretation of globalization//Journal of Globalization Studies Vol. 1, Num. 2, Nov. 2010, p. 16
*Leonid Savin es Editor en jefe de la revista y del sitio Web: Geopolitika.ru. Analista político internacional. Colabora en diferentes medios internacionales. “Journal of Eurasian affairs” y en el portal de gepolítica: Evrazia.
(Traducción: Página Transversal)

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