por Gábor Vona* 
“La
 verdad, sin embargo, es que el Occidente tiene en efecto gran necesidad
 de ser “defendido”, pero únicamente contra sí mismo, contra sus propias
 tendencias, que, si son llevadas hasta el fin, le llevarán 
inevitablemente a la ruina y a la destrucción; sería pues de “reforma de
 Occidente” de lo que habría que hablar, y esta reforma, si fuera lo que
 debe ser, es decir, una verdadera restauración tradicional, tendría por
 consecuencia completamente natural un acercamiento a Oriente”. René Guénon [1].
1. Euroatlantismo y antitradición
El mundo globalizado de hoy está en 
crisis. Eso es un hecho. Sin embargo, no está muy claro qué es esta 
crisis. Con el fin de obtener una respuesta, primero tenemos que definir
 lo que significa la globalización. Para 
nosotros, ésta no es la clase de común idea errónea, que defiende que 
las fronteras entre los distintos espacios económicos y culturales del 
mundo desaparecerán gradualmente y que el planeta se convierte en una 
red orgánica construida sobre miles de millones de interacciones. 
Aquellos que creen en esto añaden también que la historia no es pues ya 
el desarrollo paralelo de las grandes esferas, sino el gran desarrollo 
común del mundo entero. Huelga decir que esta interpretación considera 
la globalización como un proceso positivo y orgánico desde el punto de 
vista del desarrollo histórico.
Desde nuestra perspectiva, sin embargo, 
la globalización es un proceso explícitamente negativo, antitradicional.
 Tal vez podamos entender mejor esta afirmación si descomponemos sus 
elementos. ¿Quién es el actor, y cuáles son la acción y el objeto de la 
globalización? El actor de la globalización – y por lo tanto el
 productor de la crisis – es la región euroatlántica, por la cual 
entendemos los Estados Unidos y las grandes potencias 
económico-políticas de Europa occidental. Económicamente hablando, la acción
 de la globalización es la colonización de todo el mundo; en términos 
ideológicos, esto significa salvaguardar el poder monopolístico y 
dictatorial del liberalismo; mientras que políticamente hablando, supone
 la exportación violenta de la democracia. Por último, el objeto
 de la globalización es el planeta entero. Para resumirlo en una frase: 
la globalización es el esfuerzo de la región euro-atlántica por 
controlar el mundo entero psicológica e intelectualmente. Como los 
procesos son fundamentalmente definidos por los actores que los 
producen, en adelante vamos a nombrar a la globalización como euroatlantismo.
 La razón para ello es indicar claramente que no estamos hablando de una
 especie de diálogo mundial y de cooperación orgánica que se desarrolla 
entre las distintas regiones, continentes, religiones, culturas y 
tradiciones del mundo, como la expresión neutra positiva de la 
“globalización” intenta dar a entender, sino que hablamos acerca de una 
pequeña parte del mundo (en particular, la región euroatlántica), que se
 esfuerza por imponer su propio modelo económico, político e intelectual
 al resto del mundo de una forma inorgánica, por la fuerza directa e 
indirecta, y con una clara intención de dominarlo.
Como indicamos al comienzo de este 
ensayo, este esfuerzo del euroatlantismo ha traído una crisis sobre el 
mundo entero. Ahora podemos definir la crisis en sí misma. A diferencia 
de lo que se sugiere por las noticias y por la mayoría de la opinión 
pública, esta crisis no es principalmente de carácter económico. El 
problema no es que no se puedan distribuir con justicia los bienes 
producidos. Si bien esto es escierto, no es la causa del problema y de 
la crisis; es más bien la consecuencia de la misma. Tampoco esta crisis 
es de carácter político, es decir: la causa fundamental no es que los 
grandes poderes e instituciones internacionales fracasen a la hora de 
establecer un statu quo habitable y armonioso para el mundo entero; esto
 es sólo una consecuencia también. Ni esta crisis es el resultado de los
 choques entre culturas y religiones, como algunos estrategas creen; el 
problema es más profundo que eso. La crisis actual del mundo es 
intelectual. Es una crisis del intelecto humano, y puede ser 
caracterizada como un conflicto entre los valores tradicionales (el 
significado convencional, normal, humano) y la antitradición (el 
significado moderno, anormal, subhumano), que actualmente domina el 
mundo cada vez más. Desde este aspecto, el euroatlantismo – es decir, la
 globalización – puede ser identificado en gran medida con la 
antitradición. Así que la situación es que la región euroatlántica, a la
 que podemos llamar sencilla pero correctamente como Occidente, es la 
propia crisis; en otras palabras, lleva la crisis consigo, de tal modo 
que cuando coloniza el mundo, de hecho extiende también un virus 
intelectual. De modo que este es el aspecto anti-tradicional de los 
procesos en curso en el mundo, pero, ¿existe un polo tradicional? y, si 
lo hay, ¿Dónde podemos encontrarlo?
2. El eurasianismo como concepto geopolítico
Geográficamente hablando, Eurasia 
significa la unión continental de Europa y Asia, que se extiende desde 
el Atlántico hasta el Pacífico. Como noción cultural, el eurasianismo 
fue un concepto concebido por emigrantes rusos a principios del siglo 
XX. Demostró ser un marco fértil, ya que se ha reinterpretado varias 
veces y seguramente seguirá siendo así en el futuro. Nicolai Sergeyevich
 Trubetskoy es ampliamente considerado como el fundador del 
eurasianismo, mientras Alexandr Dugin es reconocido como el ideólogo 
clave del concepto. Trubetskoy fue uno de los más grandes pensadores de 
la emigración rusa a comienzos del siglo XX, quien trató de redefinir el
 papel de Rusia en las turbulentas postrimerías de la Primera Guerra 
Mundial, buscando nuevas metas, nuevas perspectivas y nuevos 
significados. Por un lado, rechazó el paneslavismo y sustituyó la 
ideología eslavófila por una especie de “turanofilia”, tal y como Lajos 
Pálfalvi expresó en un ensayo [2].
 Arrancó el pensamiento ruso fuera del marco eslavo oriental y encontró 
en Genghis Khan un poderoso prototipo, el fundador de un estado 
eurasiático. Trubetskoy afirma que una vez el marco del Khan fue dejado 
atrás, los zares de Moscú lo llenaron con un nuevo y ortodoxo sentido de
 misión después de la ocupación de los mongoles. A su juicio, la 
orientación europea y occidental de Pedro el Grande es una perturbación 
negativa en este proceso, un desastre cultural, mientras que el objetivo
 deseable para Rusia es despertar como parte de Eurasia.
Así, el eurasianismo nació como un 
concepto únicamente ruso, pero de ningún modo sólo para Rusia, a pesar 
de que a menudo es criticado por ser una especie de concepto de la Gran 
Rusia bajo un disfraz cultural geopolítico. El autor ucraniano Mikola 
Ryabchuk llega tan lejos como para decir que todo el que utiliza esta 
noción, por la razón que sea, básicamente no hace más que revitalizar la
 dominación política de Rusia, desgarrando la antigua esfera soviética 
del “proyecto político y cultural europeo” [3].
 Ryabchuk añade que hay en curso una cierta guerra civil intelectual en 
la región, particularmente en Rusia y también en Turquía, acerca de la 
aceptación de los valores occidentales. Así que aquellos que pronuncian 
la palabra “eurasianismo” en este contexto están indirectamente tomando 
partido por Rusia. El autor presenta con claridad sus puntos de vista 
desde una perspectiva pro-occidental y anti-rusa, pero merece la pena 
observar sus reflexiones también desde nuestro ángulo.
Como idea cultural, el eurasianismo fue 
de hecho creado para oponerse a Occidente, o para decirlo en nuestros 
términos, a los valores euroatlánticos. En efecto, supone una oposición a
 tales valores y encuentra un cierto tipo de referencia geopolítica para
 ello. También debemos enfatizar que el hecho de ser cauteloso ante el 
“proyecto político y cultural europeo” se justifica también a partir de 
los aspectos económicos, políticos y culturales. Si una comunidad 
nacional no desea cumplir, digamos, con el papel asignado por la Unión 
Europea, eso no es algo negativo en absoluto; de hecho, es el signo de 
una especie de cautela e inmunidad en este caso particular. Esto es 
especialmente así, si no se hace por alguna razón económica o 
nacionalista, sino como resultado de un enfoque cultural-intelectual 
diferente. Interpretar los valores euroatlánticos como absolutos e 
indiscutibles significa hacer un daño intelectual absoluto, 
especialmente a la luz del primer punto de nuestro ensayo. Así que la 
oposición del eurasianismo al mundo euroatlántico, para nosotros es sin 
duda positiva. Sin embargo, si interpretamos el eurasianismo como un 
mero antieuroatlantismo, lo simplificaríamos vulgarmente, y estaríamos 
fracasando completamente a la hora de presentar una alternativa a la 
globalización antitradicional descrita anteriormente.
Lo que necesitamos es mucho más que un 
polo opuesto o un marco alternativo a la globalización. No sólo queremos
 oponernos a la globalización horizontalmente sino, en primer lugar, 
también verticalmente. Queremos demostrar una superioridad intelectual. 
Es decir, al establecer nuestro propio concepto de Eurasia, debemos 
señalar que, para nosotros, esto significa mucho más que una simple 
noción geográfica o una idea geopolítica que tiene la intención de 
oponerse al euroatlantismo a partir de algún tipo de juego de poder 
táctico o estratégico. Estas especulaciones no tienen valor para mí, 
independientemente de si existe o no algún subyacente o latente esfuerzo
 ruso por el predominio. El eurasianismo es básicamente un marco 
geográfico y/o político, por lo tanto, no tiene un significado normativo
 o un centro intelectual. Es el trabajo de su interpretación y de su 
intérprete el que le proporciona tales características.
3. El eurasianismo intelectual – Teorías y práctica
Hemos dicho que no podemos contentarnos 
con un anti-euroatlantismo. Tampoco podemos contentarnos con una simle 
alternativa geográfica y geopolítica, por lo que exigimos un 
eurasianismo intelectual. Si no somos capaces de proporcionar este 
centro intelectual, esta fuente meta-política, entonces nuestro concepto
 sigue siendo nada más que una idea política, económica, militar o 
administrativa diferente que de hecho representa una diferencia 
estructural, pero no un gran avance cualitativo en comparación con la 
globalización occidental. Políticamente hablando, sería un polo 
recíproco, pero no de una calidad superior. Esto podría sentar las bases
 de una nueva guerra fría en el mundo, en el que dos fuerzas 
antitradicionales se enfrentan entre sí, al igual que hicieron la Unión 
Soviética y los Estados Unidos, pero sin duda no sería capaz de desafiar
 el proceso histórico de propagación de la antitradición. Sin embargo, 
tal desafío es exactamente lo que consideramos indispensable. Una lucha 
entre una globalización y otra no tiene sentido desde nuestro punto de 
vista. Nuestro problema con el euroatlantismo no es su euroatlantismo 
sino su naturaleza antitradicional. Contrariamente, nuestro objetivo no 
es construir otro marco antitradicional, sino presentar una respuesta 
supranacional y tradicional a la crisis internacional. Usando el 
ingenioso término de Julius Evola, podemos decir que el eurasianismo 
debe ser capaz de pasar la prueba del aire [4].
En este punto, tenemos que examinar la 
cuestión de por qué no podemos dar una respuesta tradicional dentro de 
un marco euroatlántico. Teóricamente hablando, la pregunta es razonable,
 ya que el mundo occidental también se desarrolla dentro de un marco 
tradicional hasta los albores de la edad moderna, pero esta posibilidad 
debe ser excluida por varias razones. En primer lugar, no es casualidad 
que el modernismo antitradicional se desarrollara en Occidente y que 
desde ahí comenzara a extenderse globalmente. El marco de este ensayo es
 demasiado pequeño para una presentación detallada del proceso de cómo 
el modernismo echó raíces y creció fuera de la estructura tradicional 
original del pensamiento y la cultura greco-romana y judeo-cristiana, 
convirtiéndose en el euroatlantismo liberal de hoy en día. Por ahora, 
vamos a decir que el giro antitradicional de Occidente tenía una alta 
probabilidad histórica. Esto también significa que el Oriente se dispuso
 sobre bases tradicionales mucho más fuertes, y lo sigue estando, aunque
 se está debilitando gradualmente. En otras palabras, cuando buscamos un
 marco geopolítico para nuestra lucha histórica, nuestra elección por el
 eurasianismo no es arbitraria en lo más mínimo. La realidad es que el 
establecimiento de un marco tradicional verdaderamente supranacional 
sólo puede venir desde el Oriente. Ahí es donde todavía podemos tener la
 oportunidad de involucrar a las principales esferas 
político-culturales. Cuanto más vamos hacia Occidente, más débil es el 
poder centrípeto del eurasianismo, por lo que sólo podemos esperar tener
 pequeños grupos de partidarios, pero no un importante respaldo por 
parte de la sociedad.
La otra pregunta importante es por qué 
consideramos la Tradición como el único centro intelectual que puede 
fecundar el eurasianismo. La pregunta “¿por qué Eurasia?”, se puede 
responder con mucha más precisión que “¿por qué la Tradición 
metafísica?”. Admitimos que nuestra respuesta es bastante intuitiva, 
pero podemos estar tranquilos por el hecho de que René Guénon, Julius 
Evola, o Frithjof Schuon, las figuras clave en la restauración de la 
filosofía tradicional, fueron los que tuvieron la comprensión más 
profunda y más clara de la trascendental, metafísica unidad de las 
religiones y de las culturas de Oriente y Occidente. Sus enseñanzas se 
remontan a esas fuentes intelectuales antiguas que pueden proporcionar 
un sentido de comunión para el despertar de los cristianos, los 
ortodoxos, los musulmanes, los hindúes y los budistas de Occidente. 
Estos dos elementos son exactamente lo que es necesario para el éxito 
del eurasianismo: un fundamento que pueda garantizar perspectivas 
supranacionales y suprareligiosas, así como también una centralidad 
intelectual. La Tradición metafísica puede garantizar estas dos: 
universalidad y cualidad. A partir de ese momento, el eurasianismo ya no
 es una mera alternativa geopolítica, un nuevo proceso globalizador 
igualmente infectado por la crisis (y por lo tanto también infeccioso), 
sino una respuesta tradicional.
No podemos exagerar la superior calidad 
del eurasianismo intelectual. Sin embargo, es importante señalar aquí 
que la adquisición de una superioridad intelectual garantizada por el 
enfoque tradicional no significa en absoluto que nuestro enfrentamiento 
con el euroatlantismo permanecería sólo en un nivel 
espiritual-intelectual, renunciando así a nuestras intenciones de crear 
un contrapeso o incluso una posición dominante en las áreas prácticas, 
como en las esferas política, diplomática, económica, militar y 
cultural. No podemos estar satisfechos ni con un eurasianismo vulgar 
(carente de un centro filosófico) ni con uno teórico (carente de 
viabilidad). La única forma adecuada para nosotros es la de un 
eurasianismo que tiene sus raíces en el centro intelectual de la 
tradición y que es construido también con vistas a su puesta en 
práctica. Por resumirlo en una frase: debe haber en pie un eurasianismo 
tradicional en oposición al euroatlantismo antitradicional.
Lo anterior también significa que las 
posiciones geopolíticas y geográficas son de importancia estratégica, 
pero no del todo exclusivas, como factores para la identificación de las
 coordenadas enemigo-aliado. Un grupo que tiene una base intelectual 
tradicional (siendo por tanto intelectualmente eurasiático) es nuestro 
aliado, incluso si se encuentra en una zona euroatlántica, mientras que 
una fuerza geográficamente euroasiática pero antitradicional (siendo por
 tanto intelectualmente euroatlántica), sería un enemigo, incluso si es 
una gran potencia.
4. Homogeneidad y heterogeneidad
Si realmente es construido sobre el 
centro intelectual de la Tradición metafísica, el eurasianismo 
intelectual cuenta con una base común tal, que es relevante 
independientemente de la posición geográfica, dando así la homogeneidad 
necesaria a todo el concepto. Por otra parte, el tremendo tamaño y la 
versatilidad de las culturas y de las antiguas tradiciones de la zona 
euroasiática no permiten una completa uniformidad teórica. Sin embargo, 
esto es sólo un obstáculo a superar, un desafío intelectual con el que 
todos debemos encontrarnos, pero no es un factor preventivo. Cada 
región, nación y país debe encontrar su propia forma de encajar orgánica
 y armoniosamente en sus propias tradiciones el enfoque filosófico 
tradicional del eurasianismo intelectual. En pocas palabras, podemos 
decir que cada uno tiene que formar su propio eurasianismo dentro de una
 unidad mayor.
Como hemos dicho anteriormente, este es 
un desafío intelectual que requiere en cada región y país de una élite 
intelectual capaz de entiender y aceptar este reto, y de mantener una 
relación constructiva con otras élites similares. Estas élites, juntas, 
podrían proporcionar la fuerza intelectual internacional necesaria 
destinada a elaborar el marco de Eurasia. Lo antedicho arroja una luz 
sobre el mayor hiato (y el mayor reto) que aguarda en la creación del 
eurasianismo intelectual. Este desafío es desarrollar y potenciar las 
élites intelectuales tradicionales que trabajan en diferentes zonas 
geográficas, así como establecer y mejorar sus relaciones 
supranacionales. Geográfica y nacionalmente hablando, el eurasianismo 
intelectual es heterogéneo, si bien es homogéneo en el sentido 
continental y esencial.
Sin embargo, la heterogeneidad del 
eurasianismo no debe ser confundida con el multiculturalismo del 
euroatlantismo. En el primero, los aliados forman una unidad 
supranacional y supra-cultural a la vez que preservan sus propias 
tradiciones, mientras que el segundo tiene como objetivo crear una 
unidad subcultural y subnacional, olvidando y rechazando las 
tradiciones. Esto también significa que el eurasianismo intelectual está
 en contra y rechaza todas las migraciones masivas, aprendiendo del 
desastre actual de Occidente causado por este tipo de eventos. Creemos 
que la posición geográfica y el entorno están estrechamente relacionados
 con la existencia y las características únicas de cada tradición 
religiosa, social y cultural particular, y cualquier movimiento social 
repentino, inorgánico y violento que ignore esos factores, 
inevitablemente dará como resultado un estado disfuncional y de 
conflictos. El eurasianismo intelectual promueve la auto-realización y 
la consecución de los objetivos intelectuales de todas las naciones y 
culturas en su propio espacio.
5. Conclusiones
5. Conclusiones
El objetivo de este breve ensayo es 
delinear las bases y sentar los fundamentos para un ambicioso 
eurasianismo intelectual planteando cuestiones fundamentales. Basamos 
nuestra argumentación en el hecho evidente de que el mundo está en 
crisis, y que esta crisis es causada por la globalización liberal, que 
identificamos como euroatlantismo. Creemos que su contrapartida tiene 
que ser vertical y tradicional, no horizontal y vulgar. Llamamos a esta 
contrapartida eurasianismo, algunas de cuyas ideas centrales se han 
explicado aquí. Esperamos que este trabajo tenga un impacto fecundante, 
contribuyendo por lo tanto verdaderamente a la elaboración ulterior del 
eurasianismo intelectual, tanto desde el aspecto universal como desde el
 húngaro.
*Líder del partido político húngaro Magyarországért Mozgalom (Movimiento Por una Hungría Mejor), abreviado habitualmente como Jobbik.
[1] René Guénon: The Crisis of the Modern World. Traducido por Marco Pallis, Arthur Osborne, y Richard C. Nicholson. Sophia Perennis: Hillsdale, Nueva York. 2004. Pág. 31-32.
[2] Lajos Pálfalvi: “Trubetskoy’s impossible Eurasian mission” de Nicolai Trubetskoy. En Nicolai Sergeyevich Trubetskoy: Genghis Khan’s heritage. (En húngaro) Mariabesnyo, 2011, Attraktor Publishing, p. 152.
[3] Mikola Ryabchuk: “Western “Eurasianism” and the “new Eastern Europe”: a discourse of exclusion”. (En húngaro) Szépirodalmi Figyelő 4/2012
[4] Véase: Julius Evola: Handbook of Rightist Youth. (En húngaro) Debrecen, 2012, Kvintesszencia Editorial, pp. 45-48.
Fuente: Journal of Eurasian Affairs
(Traducción y extraído de: Página Transversal)

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