domingo, 5 de julio de 2015

HACIA UN NUEVO NOMOS MULTIPOLAR

El director de “Eurasia”, Claudio Mutti, ha concedido a Natella Speranskaja una breve entrevista que ha sido publicada en algunos portales rusos. Ofrecemos aquí la traducción castellana.


¿Cómo ha llegado a tener conocimiento de la cuarta teoría política? ¿Cómo valora la posibilidad de que ésta llegue a convertirse en una importante ideología del siglo XXI?

Habiendo prestado una constante atención a la actividad desarrollada en los últimos 20 años de Aleksandr Dugin, considero que la Cuarta Teoría Política, que él trata de elaborar representa un éxito coherente de su pensamiento. Por lo que respecta a las posibilidades de afirmarla quería recordarles las palabras de Maquiavelo: “Todos los profetas armados vencen, y los desarmados fracasan” (Il Príncipe, VI, 5)

Comentando la obra fundamental de Carl Schmitt “El concepto de lo político”, Leo Strauss observa que, por más radical que sea la crítica del liberalismo que ésta contiene, Schmitt permanece dentro del horizonte liberal, que no resulta superado; esto, según el propio Schmitt, a pesar de todos sus defectos no puede ser sustituido por algún otro sistema en la Europa actual. ¿Cuál es la solución al problema de la superación del discurso liberal? ¿Se puede considerar que la solución de tal problema sea representada por la Cuarta Teoría de Dugin, que se encuentra más allá de las tres principales ideologías del siglo XX (liberalismo, comunismo y fascismo) y se opone al liberalismo?

La crítica de Leo Strauss muestra como el pensamiento de la Revolución Conservadora, que alcanza sus logros más elevados también gracias a Carl Schmitt, debe ser aplazado en función de las actuales circunstancias históricas. Por ello la Cuarta Teoría Política de Dugin constituye una preciosa tentativa de dar vida a una doctrina antiliberal que, después de la derrota de los “enemigos de la sociedad abierta” en el pasado siglo, puede oponerse eficazmente al individualismo y la idolatría del mercado, así como a los “derechos humanos” y el unipolarismo.

¿Está de acuerdo con el hecho de que hoy existen dos Europas? Una es aquella liberal, que comprende la idea de la “sociedad abierta”, los derechos humanos, el registro de “matrimonios” homosexuales etc; la otra Europa (una “Europa diferente”) es aquella políticamente comprometida, intelectual, espiritual, que considera que el status quo y la hegemonía del discurso liberal como un verdadero y justo desastre, y como una traición a la tradición europea ¿Cómo evalúa las posibilidades de victoria de la “Europa diferente” sobre la anterior?

El encuentro entre las “dos Europas” (aunque yo diría más bien entre Europa y Occidente) es una lucha por la vida y por la muerte, porque la instauración definitiva del totalitarismo liberal, con los monstruos creados por su antropología atea, con su culto a la ganancia, con su concepto prometeico de la tecnología, equivaldría a la caída en una barbarie subhumana nunca vista en la historia de la humanidad. No sé si Europa encontrará en sí las energías necesarias para invertir la tendencia liberal, ni si ve la intervención de Oriente hipotetizado en su día por René Guénon, de modo que estaría intentando repetir que “solo un dios nos puede salvar”. En cada caso, los “buenos europeos” deben cumplir su deber y continuar luchando independientemente de las posibilidades de victoria.

“No hay nada más trágico – dice Alain de Benoist – que el error de comprensión del momento histórico que estamos atravesando actualmente, este es el momento de la globalización postmoderna”. El filósofo francés pone de relieve la importancia del nacimiento de un nuevo Nomos de la tierra, de un nuevo modo de instituir las relaciones internacionales. ¿A qué cree que será parecido el cuarto Nomos? ¿Está de acuerdo con el hecho de que el nuevo Nomos será euroasiático y multipolar (transición del universum al pluriversum)?

Un nuevo Nomos der Erde multipolar, que libere al mundo de la prepotencia global de la talasocracia estadounidense, puede ser instituido por un solo Estado o por un frente de Estados en posesión de los mismos requisitos que han permitido a los Estados Unidos instaurar su hegemonía mundial: dimensiones continentales, peso demográfico, armamento atómico, desarrollo tecnológico, prestigio cultural, ordenamiento político fuerte, voluntad de potencia. En tal caso se podría prever el nacimiento de un un pluriversum, constituido por seis o siete “grandes espacios”: Asia Oriental, la India, Irán, Rusia, Europa, América latina y Norteamérica.

¿Está de acuerdo con el hecho de que la época de la raza blanca europea ha terminado y que el futuro será determinado por las culturas y sociedades asiáticas?

Después de la segunda guerra mundial, la noción de “raza blanca” ha sido sustituida por otras categorías, más antirracistas y políticamente correctas: “el Mundo Libre”, “Occidente”. Ahora, dado que Occidente ha hegemonizado a algunos pueblos pertenecientes a la raza amarilla y está tratando de someter al mundo árabe, la idea del “ocaso de Occidente”, parece archivada, tal es así que cualquiera ha podido hablar de “occidentalización del mundo”. Sin embargo, la realización de esta perspectiva es obstaculizada por la persistencia de culturas no occidentales, inspiradas en valores de autoridad, orden, jerarquía y supremacía de la comunidad sobre el individuo. He aquí porque el ideólogo norteamericano del “choque de civilizaciones” ha imaginado un futuro “eje islámico-confuciano” como el máximo obstáculo al triunfo final de la hegemonía occidental.

¿Piensa que Rusia forme parte de Europa o acepta la concepción según la cual Rusia y Europa representan dos civilizaciones distintas?

El susodicho teórico del “choque de civilizaciones” considera que Rusia es un “país en equilibrio” hasta la época de Pedro el Grande, porque entre los rusos algunos piensan que su país forma parte de Europa, mientras que según otros ellos serían el fruto de una peculiar civilización euroasiática. En efecto, nadie puede negar que, después del fin del dominio tártaro, instituciones civiles y militares rusas han mantenido su naturaleza mongolo-tártara, de modo que la civilización rusa puede ser considerada una síntesis de elementos eslavos, romanos (bizantinos) y turco-mongoloides.

Las ideologías contemporáneas se fundan sobre el principio del secularismo. ¿Usted deja entrever el retorno de la religión, el retorno de lo sagrado? Siendo así, ¿bajo que forma? ¿Considera que esto pueda sobrevenir bajo formas islámicas, cristianas, paganas o bajo otras formas religiosas?

En lo que concierne a las ideologías modernas, se necesita considerar que tras el carácter aparentemente secular, a veces se ocultan elementos de origen religioso degenerados, desviados y falsificados, como por ejemplo sucede en el caso americano, donde se puede descubrir fácilmente un mesianismo secularizado, fundado sobre un pretendida investidura divina. En el mundo moderno las religiones son expuestas bajo un análogo riesgo de profanación, de modo que el “retorno de lo sagrado” puede tener lugar bajo formas espurias y de parodias: el sionismo, el fundamentalismo cristiano estadounidense y la heterodoxia wahabita-salafita pertenecen a una fenomenología de profanación de este tipo.

Extraído de: Rivista Eurasia

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